Cultura
El mexicano Carlos Diehz es el cardenal Benítez en “Cónclave” (Video)
El destacado realizador Edward Berger incluyó a este actor en su poderoso elenco (Ralph Fiennes, Isabella Rossellini, Brian F. O’Byrne...). La cinta, que se estrena en México este 1º. de enero, va por los Globos de Oro. Para el intérprete fue como si el papel le hubiera caído del cielo.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Cuando el Papa muere inesperadamente, más de cien clérigos de alto rango se reúnen en el la Capilla Sixtina del Vaticano, a puerta cerrada, para la elección del nuevo pontífice. Ahí, cardenales de todo el mundo, incluso un mexicano (protagonizado por el actor Carlos Diehz), compiten entre intrigas para ocupar la silla de San Pedro.
La película se titula Cónclave (Estados Unidos/Reino Unido, 2024), es dirigida por Edward Berger —conocido por Sin novedad en el frente, Oscar 2023 como Mejor Película Extranjera—, y está basada en la novela homónima del británico Robert Harris. Se estrena en el país el primer día del próximo año.
House Productions adquirió los derechos de Cónclave, y Peter Straughan, nominado al Oscar por El topo, el soldado y el espía, estuvo a cargo del guion. Actúan los ingleses Ralph Fiennes y Lucian Msamati, los estadunidenses Stanley Tucci y John Lithgow, la italiana Isabella Rossellini, el irlandés Brian F. O’Byrne y el mexicano Carlos Diezh, quien ha llamado la atención de los críticos con su papel, Benítez. En entrevista por Zoom, platica con Proceso sobre su personaje, en gran medida inmune a la política y a las maquinaciones dentro de la reunión cardenalicia, el llamado Cónclave:
“Muchas cosas hacen a Benítez único entre los cardenales. Su fe lo hace impermeable a las lealtades que lo rodean y le permite centrarse en su compromiso con Dios y con el propio proceso”.
Cónclave (nominada a los Globo de Oro 2025 a Mejor Película de Drama, Mejor Director, Mejor Guion, Mejor Actriz de Reparto, Mejor Actor y Mejor Banda Sonora) se rodó en los legendarios estudios Cinecittà de Roma. La directora de casting, Nina Gold, trabajó incansablemente con Berger para encontrar un elenco internacional de poderosos actores que completaran el Colegio Cardenalicio.
—¿Qué opina de que esta novela se haya llevado a la pantalla, ya que aborda muchas situaciones de la Iglesia que se le han ha criticado? —se pregunta a Diehz, quien es diseñador arquitectónico de carrera y en plena pandemia de covid 19 decidió ser actor.
—La novela es fascinante también. El autor Robert Harris es una persona muy inteligente, crea tramas muy astutas, y el hecho de llevar ese tipo de conspiraciones que había hecho anteriormente en ambientes políticos e históricos a la Iglesia católica, es relevante. Es desmitificar bastante la imagen de la gente que nosotros vemos ahí oficiando misa o en ceremonias, que a final de cuentas son personas, son seres humanos, y en la novela y la película acaban siendo también un estudio sobre la naturaleza humana.
“En una posición de poder puedes perder el piso, puedes elegir trabajar por intereses creados propios o de grupo o puedes elegir seguir siendo leal a los principios de la institución. Y más allá de los principios de una institución, a los principios espirituales y morales. Entonces se halla toda esta gama y me parece un ejercicio bastante inteligente y bastante fascinante”.
—¿Cómo fue para usted interpretar este papel?
—Bueno, me crié católico y fui educado católico, y ya no soy tan practicante, pero tuve mi fase mística cuando tenía diecinueve, veinte años, me decepcioné y negué a Dios y después lo encontré. Es un viaje largo que ahora no voy a explicar a fondo porque me llevaría mucho tiempo. El caso es que yo tenía mis ideales. Quería ser como una mezcla de entre San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola. El espiritual y el líder a final de cuentas. Ya con la vida fui escogiendo otros caminos, y lo dejé. Pero siempre tuve esa idea en mi mente. Cuando vino este llamado al casting y vi al personaje, me recordó todo eso. Dije: ‘¡Ah!, está interesante’. Cuando leí las primeras escenas, y luego el libro, pensé: ‘Ésta es la persona que me hubiera gustado ser, Benítez’.
“Entonces se da una oportunidad de encarnar, de darle forma a una persona, a un ideal que yo tuve en mi juventud. Eso fue una inspiración muy grande, y aparte, viendo la importancia del personaje en medio de todas esas luchas de poder, me inspiró para hacer justicia a la gente que en la vida real ha dado incluso hasta su vida por su comunidad, como sacerdotes, como misioneros. No solamente católicos sino de todas las denominaciones que van propagando ese mensaje, ese ideal por el que ellos dan la vida. Ya sé que es ficción, pero es también mostrar una cara de esperanza”.
En el filme, mientras se convierte en la inesperada voz de la razón y del amor del Cónclave, Benítez apoya a su candidato favorito para Papa, independientemente de la política:
“Incondicionalmente apoya a una persona y la anima a seguir adelante cuando todo parece imposible. Para mí, la película es un recordatorio de que no se puede tener fe sin dudar. Puedes dudar de un proceso, de una institución, incluso de ti mismo, pero la fe encontrará la manera de darte fuerza, no sólo dentro de la Iglesia católica, sino en el mundo en general”.
—Los temas centrales son el poder y la corrupción en la Iglesia y todos los enredos que se muestran se aparecen mucho la realidad. ¿Qué puede aportar esta película sobre estos temas? Además, ha gustado mucho la película.
—El largometraje en sí es como un resumen de los quinientos años de la Iglesia católica, los Papas terriblemente oscuros, los Papas tremendos que tuvo la Iglesia en el Renacimiento o la Edad Media, y el contraste con gente —como decían— comprometida con el trabajo misionero, el trabajo con el pueblo. Entonces esto no solamente sucede dentro de la Iglesia católica. En México lo vemos con los partidos políticos, bueno, no solamente en México, en todo el mundo, en Estados Unidos al querer encandilar a la gente con ideas y con miedos. Aun así dentro de las organizaciones hay gente que tiene las convicciones bien puestas. En Instagram algunos me han comentado que ven la película y se reflejan: el comité de padres de familia en el que están, el consejo municipal en el que participan o el partido político o la situación mundial.
“Es como una radiografía del ser humano cuando tiene poder y cuando tiene influencia. No sólo es en la Iglesia, sino en todos lados hay este tipo de situaciones, y afortunadamente podría decir que en todo ese tipo de organizaciones hay gente todavía leal, comprometida y honesta. A lo mejor son raros, pero por ahí deben andar”.
—Usted lleva poco tiempo en la actuación y le toca este sensacional papel. ¿Cómo fue para usted actuar con Ralph Fiennes, Lithgow Stanley e Isabella Rossellini? Es un reparto internacional tremendo.
—¡Fascinante! El primer llamado de casting decía: ‘Estrella principal Ralph Fiennes’. Dije: ‘Yo quiero ahí estar con él, a participar con él en el set’. Después, cuando leí el guion, noté que todas mis escenas eran con él. Me empezó a entrar el miedo y comencé a estudiar videos de entrevistas que le hicieron para acostumbrarme a su voz y a sus gestos y poder entender cómo trabajar con él.
“Después sale el resto de las estrellas. Entonces yo sentía la ansiedad de no poder estar a un nivel, obviamente a su nivel nunca, pero estar al nivel aceptable para compartir una escena con ellos. Pero un consejo de uno de mis primeros coaches (entrenadores) me expresó: ‘Confía en el proceso, si te invitaron a audicionar, les gustaste, ven en ti la posibilidad. Si te invitaron a una segunda audición, les encantaste y te invitan una vez más. Ya estás con un pie en el estribo y a partir de eso tienes que confiar que estás ahí porque una persona como Nina confía en que tú vas a ser el mejor papel, tú eres el mejor entre miles y miles que han visto. No tienes que cuestionarte por las razones’.
Le dijo además:
“Ahora debes preocuparte, como decía Stanley Kubrick, de llegar a tiempo, saber tus líneas y no chocar con los muebles en la escena”.
Y Diehz se dio cuenta de que “era un ambiente de compañerismo, como si fuera una reunión de excompañeros de la prepa; un gusto, un regocijo de estar ahí juntos, porque muchos de ellos no habían trabajado juntos en muchos años o nunca habían trabajado. Era un placer estar ahí juntos, un entusiasmo, como si fuera una fiesta estar ahí y eso era todos los días, y eso también ayuda a tener más confianza, de ser más abierto con ellos. ¡Me ayudaron!
“John Lithgow fue mi entrenador para el gran discurso. Me dieron buenos consejos, de: ‘Es primero todo lo que tú dices, enúncialo correctamente aunque no sea tu idioma, porque lo importante es la palabra y que la gente reciba esa palabra sin pensar qué dijo, porque eso lo distrae’. La otra fue: ‘Cuando entregas un discurso así tan del corazón, tu control de la escena es tuya y nadie te va a interrumpir’. Y su amistad y platicar de familia, de amor al trabajo y todo eso fue lo que me ayudó a poder actuar en frente de esas personas, y les estoy eternamente agradecido”.
Diehz, quien radica en Vancouver, Canadá, da su opinión sobre la importancia de que sea un personaje mexicano en esa cinta:
“El personaje en la novela es filipino, pero como me dieron el papel cambiaron a un mexicano para que el acento fuera lo más auténtico, y eso también ayuda a que los diálogos que nacen del corazón del cardenal Benítez, salgan con más naturalidad. Hacia el final es la muestra de lo que es el poder de la elección, no solamente de elegir a alguien o un Papa, no, la elección personal que elijo yo de seguir el juego de la política, de la ambición o elijo yo ser fiel a las reglas y a los fundamentos espirituales”.
Termina:
“El personaje Benítez está comprometido con los fundamentos, con las bases y con una elección honesta, con quién considera que es el mejor para ser Papa hasta las últimas consecuencias, pase lo que pase, y ser transparente. Él no tiene una elección más que amarse como Dios lo hizo sin renegar de su naturaleza. Quizá estamos diciendo un poquito de más, pero es interesante todo ese tipo de reflexiones que vale la pena cuando uno termina de ver la película, de hacer un análisis de, bueno, ¿yo por qué sentí esto?, ¿yo por qué reaccioné de esta forma ante esta situación? Y repito, a final de cuentas es ficción, pero es una invitación a la reflexión también”.