Nicolás Maduro

Una década después, y pese a la catástrofe, Maduro sigue allí

En la última década, bajo la presidencia de Maduro, la pobreza en Venezuela saltó de 48.4% a 81.5%, lo que significa que se incrementó 33.1 puntos porcentuales y que 8.5 millones de personas pasaron a esa condición, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi).
domingo, 19 de marzo de 2023 · 20:33

Nicolás Maduro suele ufanarse de que, pese a todos los intentos de sus adversarios externos e internos para echarlo de la presidencia de Venezuela, él se mantiene en el cargo, pero por ese hecho la sociedad de su país ha pagado un costo muy alto: el salario mínimo es de los más bajos del mundo –130 bolívares al mes, apenas 5.30 dólares– y la canasta básica familiar cuesta 95 veces más y se cotiza en dólares. La situación ha empujado al éxodo a la cuarta parte de la población en los últimos años. En ese contexto la nación sudamericana se enfila a las elecciones presidenciales el próximo año.

BOGOTÁ.– Nicolás Maduro, quien el pasado miércoles 8 cumplió una década como presidente de Venezuela, suele ufanarse de que, pese a todos los intentos de sus adversarios externos e internos para echarlo del cargo –un atentado con drones explosivos, una intentona golpista, una fallida invasión con mercenarios y sanciones económicas que aceleraron la debacle de la industria petrolera–, él se mantiene en el poder.

“Podemos decir que aquí estamos, enteros, de pie y victoriosos”, afirmó Maduro hace unos días. Y es verdad que ahí está, pero el costo que ha pagado la sociedad venezolana por ese hecho ha sido altísimo.

El dato que más ilustra el desastre son los 7.5 millones de venezolanos que han salido del país en estos años, la cuarta parte de la población. Y lo han hecho orillados por el naufragio nacional y por la quiebra económica de un régimen autárquico que controla todos los poderes del Estado y que está decidido a mantenerse en el poder a toda costa.

En la última década, bajo la presidencia de Maduro, la pobreza en Venezuela saltó de 48.4% a 81.5%, lo que significa que se incrementó 33.1 puntos porcentuales y que 8.5 millones de personas pasaron a esa condición, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) de la Universidad Católica Andrés Bello, la más confiable medición social del país.

Y la inequidad social, medida con el índice de Gini, creció en ese lapso 48% y llegó a .603 puntos en 2022, lo que ubica a Venezuela, donde el gobierno se proclama socialista, como el país más desigual de la región.

Bajo las políticas chavistas, que muchos economistas catalogan como cada vez más neoliberales, se ha creado una “burbuja” de privilegiados de altos ingresos (alrededor de 10% de la población) que tiene acceso a todo tipo de bienes de lujo y productos suntuarios. En contraste, 40.7% de las familias pasan hambre, según la Encovi.

El salario mínimo es de los más bajos del mundo: 130 bolívares al mes, apenas 5.30 dólares, y la canasta básica familiar cuesta 95 veces más y se cotiza en dólares, pues la economía está dolarizada en los hechos. La hiperinflación, que en 2018 superó el millón por ciento, amenaza volver este año. La firma Ecoanalítica prevé que este año llegará a 4000 por ciento.

“Esto es una catástrofe social en la que tenemos una niñez subalimentada y con un bajo nivel educativo (la cobertura escolar de niños y jóvenes cayó a 63% durante la última década). Hay estudios científicos muy serios que pronostican una generación de venezolanos que, por esos factores, no va a dar la talla”, dice a Proceso el sociólogo Ignacio Ávalos.

El especialista en políticas públicas señala que la angustia y la desesperanza nacional es notoria y medible, y se refiere a “un estudio desde la subjetividad” realizado por psicólogos de la Universidad Católica Andrés Bello y cuyos resultados indican que 79% de los venezolanos siente “rabia” por el estado del país, mientras 64% está estresado por los problemas económicos.

Ejecuciones extrajudiciales

Ávalos, profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), afirma que gran parte de la población vive con miedo, y dice que educadores jesuitas desarrollaron un manual en escuelas primarias de los barrios populares de Caracas para explicar a los niños cómo protegerse de las balaceras.

En 2022 ocurrieron 9 mil 367 muertes violentas en el país, lo que arroja una tasa de 35.3 por cada 100 mil habitantes, la más alta de América Latina. Según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), la policía y la Guardia Nacional son autores de mil 240 de esas muertes, 13% del total.

Según organismos de derechos humanos, en la última década se han registrado 20 mil 895 ejecuciones extrajudiciales.

Maduro tiene abiertos muchos frentes en el exterior, desde las sanciones económicas, hasta los cargos por narcotráfico que enfrentan él y su círculo más cercano en cortes estadunidenses. También, condenas de organismos de derechos humanos por las masivas violaciones a las garantías individuales.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, presentará la próxima semana en Ginebra un duro informe sobre Venezuela en el que denunciará la comisión de crímenes de lesa humanidad contra opositores, manifestantes y activistas humanitarios.

Tras la muerte de Hugo Chávez en 2013, y de asumir como presidente provisional, Maduro se presentó en abril de ese año a unas elecciones que ganó por 1.5 puntos de diferencia al opositor Henrique Capriles, quien denunció un fraude. En 2018 el chavista se postuló a la reelección en un proceso rechazado por la gran parte de la comunidad internacional por la falta de transparencia y de garantías a la oposición. Previamente, había inhabilitado a sus principales contrincantes, entre ellos a Capriles. 

Cuando se disponía a juramentar en el cargo para un nuevo periodo, en enero de 2019, el presidente de la Asamblea Nacional, el opositor Juan Guaidó, desconoció a Maduro y se declaró presidente interino de Venezuela, lo que marcó un punto de no retorno en la crisis política venezolana.

Estados Unidos, la Unión Europea y gran parte de los países de América Latina reconocieron a Guaidó como presidente legítimo e impusieron nuevas sanciones económicas al régimen de Maduro, como el congelamiento de activos y cuentas bancarias en el exterior, y el traspaso de la petrolera Citgo, con base en Texas, al nuevo gobierno interino.

El gobernante colombiano de la época, el ultraderechista Iván Duque, llegó a decir que a Maduro le quedaban “muy pocas horas” en el poder. De aquella declaración ya han pasado cuatro años. Duque culminó su mandato en agosto pasado y Maduro sigue allí.

El investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario en Colombia, Ronal Rodríguez, dice que el único “acierto” de Maduro ha sido “montar un sistema orientado a garantizarle el sostenimiento en el poder y, lamentablemente, eso implicó sacrificar a la población venezolana”.  En ese sentido, el cuestionado presidente de Venezuela “ha resultado ser un tirano bastante efectivo y un gobernante fracasado”, afirma.

Retroceso de tres décadas

En 2013, cuando Maduro asumió como presidente de Venezuela tras la muerte de su antecesor, Hugo Chávez, el Producto Interno Bruto (PIB) de Venezuela ascendía a 267 mil 784 millones de dólares, mientras en 2022 se ubicó en 74 mil 307 millones de dólares, cifra similar a la de hace 28 años, según datos de la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal).

Esto se explica en parte por el desplome de la industria petrolera, que en 2013 exportaba 2.8 millones de barriles diarios de crudo y en febrero pasado apenas exportó 555 mil barriles diarios.

El economista Manuel Sutherland sostiene que Maduro heredó un “desastre” económico de Hugo Chávez, el líder de la Revolución Bolivariana y quien lo designó como su sucesor, pero él “se encargó de profundizar ese desastre con políticas fallidas”.

Durante los 13 años que Chávez gobernó las arcas públicas venezolanas recibieron unos 750 mil millones de dólares por concepto de exportaciones de crudo, una cifra que hubiera apalancado un salto al desarrollo.

Pero de acuerdo con Sutherland, esos recursos se dilapidaron en un gasto social ineficiente “que en gran parte se quedó en manos de funcionarios corruptos”, en obras faraónicas que se quedaron a medio camino, en subvencionar empresas públicas ineficientes que se habían expropiado a particulares y en sostener un control de cambios que sólo sirvió para vender dólares baratos con subsidio estatal y para enriquecer a la cúpula chavista.

“Por esos hoyos se fue la riqueza petrolera de esos años, pero, en cambio, PDVSA (Petróleos de Venezuela, S.A., la petrolera estatal) fue descapitalizada y no se invirtió en exploración y explotación de nuevos pozos”, asegura el economista y director del Centro de Estudios para el Desarrollo Sostenible (Cedeso).

La corrupción, la opacidad y las zonas grises del aparato estatal han sido una constante del modelo chavista, que para Sutherland “ni es de izquierda ni es revolucionario, sino que puede catalogarse como un proyecto militarista, nacionalista, populista y conservador”.

Un estudio de Carlos Tablante y Marcos Tarre sostiene que la Revolución Bolivariana impulsada por Chávez y reivindicada por Maduro terminó convertida “en una autocracia que, en nombre de los pobres, instaló en el país un capitalismo salvaje cuya materia prima son el despilfarro de recursos públicos, la corrupción y la impunidad”. El desfalco a las arcas públicas, señala la investigación, ascendió a unos 350 mil millones de dólares.

En medio del quiebre económico, el gobierno de Maduro ha propiciado el desarrollo de una “economía negra” que sirve al régimen para obtener recursos, pese a la crisis y las sanciones económicas internacionales. Esa economía, según cálculos de la firma de consultoría venezolana en materia financiera Ecoanalítica, genera 9 mil 100 millones de dólares al año, 12% del PIB, por contrabando de combustible, tráfico de drogas, control de los puertos y minería ilegal.

Esto ocurre “gracias al apoyo de un grupo de funcionarios públicos corruptos que conviven, apoyan y promueven esas acciones para obtener beneficios personales”, indica un estudio de Transparencia Venezuela.

El internacionalista Ronal Rodríguez señala que en Venezuela “fracasó la Revolución Bolivariana para el bienestar de los ciudadanos, pero es un éxito rotundo para una serie de actores que encontraron un sistema que mezcla elementos de un Estado dictatorial con actividades criminales”.

Factores de poder

Para Manuel Sutherland, otros factores que explican por qué Maduro se ha mantenido en el poder son los militares –que manejan las empresas públicas, los organismos de seguridad y la tercera parte de los ministerios–, el control del Ejecutivo sobre los otros poderes del Estado y el uso clientelar de los recursos públicos en un país donde los pobres dependen de la caja de alimentos y de los bonos de 10 dólares que les da periódicamente el gobierno.

Venezuela celebrará elecciones presidenciales el próximo año y la oposición espera elegir un candidato único en octubre de este año. Según las encuestas, el comediante y empresario Benjamín Rausseo, conocido por su personaje Er conde del Guácharo, y la excongresista antichavista María Corina Machado encabezan las -preferencias.

El sociólogo Ignacio Ávalos, quien es director del Observatorio Electoral Venezolano (OEV), dice que la oposición también ha hecho “un gran aporte” para que Maduro siga gobernando Venezuela, “porque no ha sido capaz de lograr la unidad, porque ha tenido casos de corrupción y porque no ha logrado articular un proyecto alternativo de país”.

Ávalos plantea que, según las encuestas, 80% de los venezolanos quiere un cambio de gobierno, y aunque es cierto que la autoridad electoral “es parcial y hace trampa en favor de Maduro, también es cierto que está demostrado que una oposición unida y organizada es casi imposible de derrotar, como lo comprobó en las elecciones parlamentarias de 2015 (cuando ganó dos tercios del Congreso unicameral)”.

La estrategia de Maduro, considerado por sus críticos un experto en relatos alternativos a la realidad, es impulsar la idea de que “esto ya se arregló” porque el PIB creció 12% el año pasado. La cifra es veraz, pero el presidente omite decir que ese rebote se registró tras ocho años consecutivos de decrecimiento que llevaron a Venezuela a perder 80% de su riqueza y a retroceder tres décadas en su desarrollo.

La estrategia de la oposición consiste en negociar con Maduro condiciones para realizar elecciones “justas, libres, transparentes y con observación internacional”, así como acudir unida a los comicios de 2024.

Para la precandidata opositora María Corina Machado, la verdadera negociación será entre Maduro y Estados Unidos, y consistirá en un poco de apertura política a cambio de la flexibilización de las sanciones económicas.

Reportaje publicado el 12 de marzo en la edición 2419 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

Comentarios