Carlos Acosta

Carlos Acosta Córdova: Cuando el mejor reportero financiero hacía "poesía con los números"

Los acontecimientos económicos que marcaron al país durante más de tres décadas fueron cubiertos y explicados por el reportero de Proceso Carlos Acosta Córdova: de la ola de privatizaciones de Salinas al raquítico crecimiento y corrupción con Peña Nieto, del Fobaproa al Error de Diciembre.
domingo, 12 de marzo de 2023 · 11:59

Los acontecimientos económicos que marcaron al país durante más de tres décadas fueron cubiertos y explicados por el reportero de Proceso Carlos Acosta Córdova: de la ola de privatizaciones de Salinas al raquítico crecimiento y corrupción con Peña Nieto, del Fobaproa al Error de Diciembre, del TLCAN al T-MEC… Pero Acosta, quien murió el pasado sábado 4, no sólo fue un periodista crítico, incisivo y riguroso –la perfección era una de sus obsesiones--, también fue el gran ser humano que sus familiares y amigos recuerdan: sencillo, honesto, fraternal, solidario. 

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Carlos Gerardo Acosta Córdova siempre estuvo al filo del cierre de la edición. Perfeccionista con la redacción, sudaba la nota, dejaba secas las colillas de sus cigarros, sufría… Varias tazas de café lo reconfortaban y luego gozaba “haciendo poesía” con los números de la economía del país, sobre la cual informó puntualmente durante 30 años desde las páginas de Proceso.

Un día de 1986, el fundador y entonces director general de Proceso, Julios Scherer García, le espetó al entonces joven reportero:

“¡Qué carajos con usted, don Carlos! ¡Disfrute su trabajo! Lo perfecto es enemigo de lo bueno. Haga cosas buenas y disfrute lo que hace. Su perfeccionismo lo paraliza. Lo hace inútil. Su nota es una chingonería”.

En otra ocasión, en mayo de 1987, don Julio lo mandó llamar para “felicitarlo” por un reportaje sobre el derrumbe del Grupo Industrial Alfa. El propio Carlos Acosta contó la anécdota en enero de 2015 (Proceso 1993):

“--Venga, siéntese aquí--, me dijo, al tiempo que se levantaba y me cedía su silla.

“Incrédulo y nerviosísimo me senté en el lugar del fundador y director general de Proceso. ¡Uf! Perplejo, lo escuché:

--Por ese reportaje usted podría estar allí (en la silla de director) (…) Es una maravilla su reportaje. Qué manera de manejar la información. Qué claridad. Cómo expone usted los datos. Deja muy en claro cómo a Alfa se la está llevando la chingada.

“No creía lo que me estaba diciendo. Pero por dentro estaba yo exultante. Sin embargo, pronto acabó el júbilo interno. Me pidió que me levantara de su silla.

“--Quítese de ahí, don Carlos. Le voy a mentar su madrecita. Es extraordinario su trabajo. Pero es terriblemente frío. No hay seres de carne y hueso. Nadie habla. Nadie expresa su sentir. Son números, datos, cifras; nunca personas. Nadie habla. Muchas gracias, don Carlos.

“Y me despidió con un fuerte abrazo y una risa cómplice. Bajé a mi lugar sintiéndome muy pendejo. Pero aprendí la lección”.

Abriendo brecha

Carlos Acosta, quien falleció el pasado sábado 4 de marzo a los 65 años de edad, tenía una forma única de contar los hechos de la economía nacional y un talento innato para ejercer el oficio del periodismo, el cual fue descubierto en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Acatlán por Rafael Rodríguez Castañeda, quien después de don Julio ocupó la dirección del semanario de 1999 a febrero de 2020.

Horas después de la noticia de la muerte del reportero, Rodríguez Castañeda escribió en su cuenta de Twitter: “Hoy murió Carlos Acosta, miembro de la vieja gran escuela de reporteros de Proceso. En su momento el mejor reportero financiero del país. Alumno mío en la ENEP Acatlán, fue uno de mis grandes orgullos como maestro”.

No sólo fue el orgullo del exdirector de Proceso y actual presidente del Consejo de Administración de CISA –la empresa editora del semanario y del sitio Proceso.com.mx--, sino que Acosta Córdova abrió brecha para que otros jóvenes pudieran probarse en el medio periodístico. Fue el caso de su amigo y compañero de aula Raúl Monge, reportero especializado en la Ciudad de México y exeditor en jefe de la Agencia de información Proceso (APRO).

“Carlos como estudiante no era de excelencia, era introvertido, ensimismado, muy exigente con las clases, si no le gustaban se salía y presentaba un trabajo final o un examen extraordinario. Trabajaba en una farmacia en Azcapotzalco y lo combinaba con sus estudios. Rafael nos daba órdenes de trabajo y las mejores notas se publicaban en el Diario de México. Ahí le vio su talento. Carlos abrió brecha para que varios de nosotros pudiéramos llegar a Proceso y a los medios”, recuerda en entrevista.

Monge agrega que en la vida profesional “Carlos era muy meticuloso, por eso sufría tanto a la hora de escribir. Tenía que plasmar lo que él había concebido y darle, aparte, la interpretación de tal manera que el lector entendiera, porque muchos economistas escriben, pero la gente no los entiende y Carlos trataba de cumplir con ese servicio que es el periodismo, servir a la gente”.

La personalidad de Charly, como le decían sus compañeros en la fuente financiera, tenía matices. Resaltaban sus cualidades humanas: honesto, solidario, buen amigo. Era bromista y rebosaba carisma. Como periodista era riguroso, crítico, incisivo…

A lo largo de su carrera cubrió hechos que cambiaron la economía mexicana, como la elevada inflación en la década de los ochenta, la depreciación del peso, la ola de privatizaciones en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, la crisis del llamado “Efecto Tequila”, la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el Fobaproa…

Atestiguó el cambio de régimen y la llegada de los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón. Realizó reportajes sobre el “catarrito” de la economía que se volvió “pulmonía” en 2008. Crítico del pobre crecimiento en el sexenio de Enrique Peña Nieto. En sus textos describió la creciente desigualdad a costa del enriquecimiento de la clase dominante y a falta de políticas económicas que se reflejaran en el bolsillo de la gente de a pie, pese a la “estabilidad macroeconómica”.

Destaca su cobertura del salinato. En un texto dedicado a Julio Scherer después de su muerte, Carlos relató:

“Resulta que Salinas, cuando andaba de gira por algún estado de la República –en promoción de Solidaridad, su programa de combate a la pobreza--, siempre pasaba la noche, deliberadamente, en un jacalón expresamente destinado para ese propósito. Y para que, al amanecer del día siguiente, las cámaras de Presidencia, de video y fotografía, captaran a un presidente “entregado al pueblo”, que convive con la gente más necesitada del país, saliendo de la casucha con la gente que realmente vivía allí”.

Lo que no captaban las cámaras, denunció, eran los momentos en que elementos del Estado Mayor Presidencial desmontaban el interior del jacal, fumigaban, hacían una limpieza profunda y colocaban otro mobiliario.

“Tampoco cuando, en cuestión de minutos, también gente del Estado Mayor Presidencial armaba un galerón para ubicar la cocina donde se preparaban los alimentos del presidente y sus acompañantes. Era irritante ver por detrás del jacal el movimiento febril de un gran equipo de chefs y cocineros con impecables filipina y gorros blancos”, narró Acosta.

El “profesor”

La grabadora de Carlos Acosta fue un baúl de voces de personajes a quienes entrevistó, como del exgobernador del Banco de México Guillermo Ortíz; secretarios de Hacienda como Francisco Gil Díaz y José Antonio Meade; el negociador en jefe del TLCAN, Jaime Serra Puche; empresarios, como el presidente de Grupo Carso, Carlos Slim; líderes de los bancos, como Luis Robles Miaja; el ahora subgobernador del banco central, Jonathan Heath; Alfonso Romo, quien coordinó en gran medida el plan económico y las relaciones con empresarios en la actual administración de López Obrador.

En el día a día las reflexiones incisivas del reportero de Proceso sorprendían a los compañeros reporteros, que, por ejemplo, año con año cubren la Convención Nacional Bancaria, el máximo evento financiero del país. Todos esperaban que Acosta tomara el micrófono para poner en aprietos a los banqueros.

“Era genial. Durante las conferencias de prensa se aventaba primero una conferencia magistral y luego hacía la pregunta”, recuerda a este semanario Agustín Vargas, exreportero de Proceso y cercano a Acosta Córdova.

“‘Muy bien, Carlos. Sus conocimientos son perfectos. Entiende muy bien los temas. Pero ¿cuál era la pregunta?’, le dijo el presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM) en una Convención Bancaria ante las risas y aplausos de los presentes en el salón de actos.

“Ya todos los compañeros sabíamos que iba hacer una pregunta de alguna manera incómoda porque él no se autocensuraba. Todos los compañeros esperábamos con avidez sus preguntas, a veces muy extensas, pero siempre acertadas. Para la fuente sus preguntas eran las que daban la nota. Tenía un gran bagaje cultural e histórico”, señala Israel Rodríguez, exreportero de La Jornada en entrevista telefónica.

Va más allá: “Aunque era un reportero muy sencillo y prestigiado, nunca se negó a ayudar a los reporteros jóvenes en estilo, en consejos.  Fue un maestro en toda la extensión de la palabra”.

No en balde Julio Scherer García le saludaba con el mote de “profesor” en los pasillos de Proceso, donde Carlos Acosta dejó sus mejores años como reportero, aunque también laboró en Notimex y fue coordinador de Sociedad y Reportajes Especiales en El Universal e impartió la clase de Periodismo Económico en la escuela Carlos Septién García.

Después de leer los textos de Carlos Acosta, el fundador de Proceso de plano le reconoció, al igual que sus lectores, que “cada vez que lo leo, aprendo algo y entiendo de economía, profesor”.   

Reportaje publicado el 12 de marzo en la edición 2419 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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