Chile
La ciencia lo confirma: Neruda fue asesinado
La confirmación científica apuntala lo que el secretario del poeta, Manuel Araya, reveló a Proceso en mayo de 2011 y que detonó la apertura de una investigación judicial: que al Nobel lo asesinó el régimen de Pinochet.A medio siglo de ocurrida la muerte de Pablo Neruda, un panel científico acaba de determinar que su deceso no obedeció a causas naturales: en sus restos estaba la bacteria clostridium botulinum, que no se “contagia” ambientalmente. Esta confirmación científica apuntala lo que su secretario, Manuel Araya, reveló a Proceso en mayo de 2011 y que detonó la apertura de una investigación judicial: que al poeta lo asesinó el régimen de Pinochet.
VALPARAÍSO, CHILE.- “En resumen, entendemos que del trabajo (de la Universidad) de MacMaster y del Laboratorio de Copenhague queda demostrado que había clostridium botulinum (C.bot) en la pulpa del molar (sitio estéril)” y “que esta bacteria estaba presente desde antes de su muerte (endógena), que pertenece a C.bot del grupo I y II que son cepas altamente patógenas para humanos (…) Estas cepas de C.bot no integran la microbiota natural del ser humano y sólo pueden ingresar por vía hematógena…”.
Ésta es la principal conclusión del Tercer Panel Internacional de Expertos “Genómico Proteómico” del caso Neruda –según el resumen realizado por los peritos revisores técnicos, la doctora en microbiología e ingeniería genética Maria-Paz Weisshaar y por Romilio Espejo (doctor en química, biología molecular y genética, además de Premio Nacional de Ciencias de Chile)– y que Proceso presenta en exclusiva.
Lo concluido por los expertos implica que la bacteria encontrada fue ingresada (o ingresó) al cuerpo de Neruda previo a su muerte y no vía contaminación posterior ni del ambiente; que es de una cepa letal (Alaska E43), que ha sido utilizada como bioarma o bioterrorismo y que pudo causar la muerte de Neruda.
También que es posible que fuera inyectada en la zona del abdomen pocas horas antes de la muerte de Neruda (22:30 horas del 23 de septiembre de 1973), tal como informó el secretario personal del poeta, Manuel Araya, a este semanario (Neruda fue asesinado, Proceso 1801, 8 de mayo de 2011) que determinó la apertura de la investigación judicial.
El hecho que sea una bioarma y no un arma química implica que la muerte de la víctima no es inmediata sino que puede tardar horas o días.
“Esta arma es altamente efectiva cuando el huésped es una persona inmunodeprimida, como era el caso Neruda”, según señaló un miembro del panel que prefirió resguardar su identidad, dada la prohibición de informar emanada por la juez Paola Plaza y que se respalda en lo dispuesto en el Código de Procedimiento Penal.
Pese a estas conclusiones centrales, en el panel no hubo unanimidad. De hecho, en las propias conclusiones de los doctores Heindrik y Debi Poiner, ellos reconocieron que, con lo conocido, no se puede confirmar con 100% de certeza que el eventual homicidio de Neruda haya podido ser realizado con la señalada bacteria.
Este tercer panel (de carácter híbrido o semipresencial) comenzó el 24 de enero y se prolongó hasta el pasado viernes 3. Y tras dos postergaciones, el miércoles 15 la coordinadora de este panel, la médico chilena Gloria Ramírez, entregó las conclusiones a la ministra Plaza, quien sustancia esta causa desde 2020.
De acuerdo con la resolución de la señalada magistrada Plaza, de 12 de enero, en la que fijó las funciones del panel a la tarea de “búsqueda y determinación de vestigios moleculares mediante tecnología Next Generation Sequencing (NGS)” quedó a cargo de los doctores Debi y Hendrik Poinar, del Centro de ADN antiguo de la Universidad de MacMaster. Los doctores Niels Morling y Marie Louise Kampmann, del laboratorio de genética forense de la Facultad de Medicina de la Universidad de Copenhague, estaban a cargo de las pericias complementarias con lo obrado con MacMaster, pero en materia de genética forense.
Los expertos en NGS Espejo y Weisshaar fueron designados como revisores independientes de los informes y conclusiones de MacMaster y Copenhague.
Dicha tecnología (NGS) se destaca por permitir obtener grandes cantidades de datos de secuencia de ADN que posibilitan la identificación del origen de la muestra y la presencia de ADN en organismos extraños en ella, aunque se trate de tejidos que han sufrido extensa degradación.
El doctor Charles Brenner –consultor en matemática forense– tenía por misión entregar un informe denominado “razón de verosimilitud” de la hipótesis en relación con la microbiología genética estudiada en el caso Neruda. Sin embargo, no entregó su informe.
Las conclusiones
El Centro de ADN Antiguo de la Universidad McMaster es uno de los cinco en el mundo, con experiencia en la caracterización meticulosa y recuperación de ADN de restos forenses, arqueológicos y paleontológicos. “Hemos estado a la vanguardia del desarrollo y análisis de métodos, incluido el primer ADN de heces, sedimentos, el primer uso de secuenciación de próxima generación (NGS) en animales extintos y el primer uso de enriquecimiento dirigido para la captura de patógenos que conducen a la muerte de víctimas de la peste negra”, como señala Poiner en la presentación de su informe.
En las páginas 12 y siguientes –de su informe de 33 páginas– los Poiner abordan el tema que más importa de esta investigación: la microbiología contenida en las áreas estériles (no contaminadas) de los restos óseos de Neruda. Allí se encuentra el apartado “A la caza de un arma biológica” donde se preguntan:
“¿Hubo alguna otra bacteria presente (aparte del estafilococo dorado encontrado en los restos de Neruda en el panel de expertos de 2013 y que según se comprobaría posteriormente correspondían a una contaminación externa) que podría haber sido utilizada como arma biológica?”
Responden los Poiner:
“ 1. C. botulinum está presente en recuentos de lecturas relativamente “altos” en las muestras (…) 3) Los patrones de daño sugieren endogeneidad. 4) Las lecturas asignadas muestran una distancia de edición característica de la autenticidad y 5) C. botulinum se ha utilizado históricamente como arma biológica en varios países en el pasado, incluso antes y durante el periodo de tiempo que rodeó la muerte de Pablo Neruda.”
Agregan: “Es extremadamente importante tener en cuenta que C. botulinum es normalmente una bacteria que habita en el suelo y es ubicua en muchos entornos. Sin embargo, la toxina asociada con C. botulinum es a menudo responsable del botulismo mortal y es un arma biológica conocida. Por lo tanto, se requeriría una investigación a nivel genómico para discernir la(s) cepa(s) específica(s) de C. botulinum que están presentes en los restos de Pablo Neruda, y mostrar cómo esta cepa puede o no diferir de las cepas encontradas. en los sedimentos alrededor de su tumba, o dentro de su ataúd”.
Al final del documento, en el resumen de datos científicos se concluye, entre otros puntos:
“El perfil de C. botulinum Tipo II encontrado en el molar de Neruda es de una sola cepa. Esto implica que hay un caso sólido de que la C. botulinum es endógena a Pablo Neruda.
“La cepa de C. botulinum Tipo II en el molar se agrupa filogenéticamente, con un 100% de certeza, con una cepa de C. botulinum previamente secuenciado llamada Alaska E43, que fue aislada de huevos de salmón. Se sabe que esta cepa es tóxica
“A diferencia de Alaska E43, la cepa de C. botulinum en el molar solo parece tener un único gen de virulencia (botR) y no el gen canónico (boNT) asociado con la neurotoxina botulínica. Debido a las limitaciones del tamaño del cebo sólo pudimos reconstruir una parte del genoma de C. botulinum que se encuentra en el molar de Neruda, lo que resultó en una serie de genes centrales faltantes.”
Todos estos puntos tienden a confirmar la posibilidad del crimen por bioterrorismo, pero al final de su informe los esposos Poiner instalan tres conclusiones que llaman a dudas:
“Es posible que las cepas de C.bot encontradas en los restos de Neruda sean cepas no tóxicas de alimentos contaminados ingeridos antes de morir (…)
“A pesar de ser endógena al molar de Neruda, no está claro si esta cepa pudo haber sido la responsable de su muerte. Se podrían realizar pruebas de virulencia de la cepa en ratones para evaluar su letalidad.
“De salir a la luz otras cepas de C. botulinum, como las que se usaron para envenenar a siete reclusos de la antigua cárcel pública de Chile en 1981, sus secuencias podrían compararse con el borrador del genoma reconstruido a partir de los restos de Pablo Neruda.
“Esto se explica en el hecho de que no pudieron detectar toxina por cuanto ésta se degrada y no es un material genómico si no que proteómico”, como nos señala experto consultado miembro del panel.
A mayor abundamiento, la doctora Weisshaar expresó en el transcurso del panel: “Que no es normal que un C. botulinum esté presente en un organismo humano sin tener graves consecuencias, incluida una alta mortalidad; que todos los C. botulinum producen toxina botulínica, clasificada por letras de la A a la H. En este caso de C. botulinum Alaska E43 produce este la toxina botulínica E; que la toxina es altamente degradada post mortem (por proteasas) y por lo tanto no es esperable encontrar vestigios de toxina a nivel forense; que, sin embargo, el genoma es más resistente y que si bien un porcentaje puede estar dañado, es recuperable con tecnologías de última generación, como las empleadas en este caso (NGS); que dichas tecnologías incluyen en el resultado, el cálculo matemático de muestras y controles.
Otro miembro del panel señala: “La detección del C. botulinum en una zona habitualmente estéril como es la pulpa de un molar, es un hallazgo de la mayor importancia: se demostró su endogeneidad (es decir la presencia ante mortem) en Neruda, ya que su llegada sólo puede explicarse por vía sanguínea, y en este caso con una eventual puerta de entrada a través del epiplón (rico en vasos sanguíneos, linfáticos y grasa), hace altamente probable su causa de muerte por esta bacteria en cuestión de horas”.
La versión de Urrutia
Este tercer panel de expertos, abocado a lo “genómico proteómico”, surgió luego que en el segundo panel –que operó entre 2015 y 2017– se encontrara ADN de Clostridium botulinum en la bulba de un molar, haciéndose necesario determinar el carácter homicida o no de éste.
En dicha instancia –que tuvo su encuentro final y decisivo en el Hotel San Francisco, de Santiago, en octubre de 2017– se concluyó también la no validez del certificado médico de defunción emanado el 24 de septiembre de 1973 que establecía la caquexia por cáncer metastásico de próstata, como causa de muerte.
Tanto las fotografías tomadas a Neruda a poco de morir, como los análisis óseos realizados por el toxicólogo de la Universidad de Murcia Aurelio Luna y hasta una pericia realizada al cinturón de Neruda (Proceso fue el primer medio en revelar la importancia de “esta pieza clave), lo demostraban.
Nótese que el certificado médico de defunción fue elaborado el 24 de septiembre de 1973 por el médico tratante de Neruda, urólogo Roberto Vargas Salazar, quien no estuvo presente en la clínica al morir el poeta… ni en las horas posteriores.
Diversos testimonios recogidos por este reportero, además del proporcionado por Manuel Araya, como el del hoy extinto embajador de México en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá, así como los de las enfermeras Patricia Albornoz y Elena Gallo (que obran en el expediente) y el de la propia Matilde Urrutia coinciden en señalar que Neruda no se encontraba grave ni mucho menos previo a su muerte en la clínica Santa María. De hecho, el poeta trabajó allí en sus memorias junto a su secretario (asesinado posteriormente) Homero Arce.
“(A Neruda) Le gustaba tener algunos peluches en su cama, juguetes de peluche y ahí tenía algunos… hacía bromas… conversaba”, según nos señaló el embajador Martínez Corbalá en entrevista que aparece consignada en el libro El doble asesinato de Neruda (Ocho Libros, 2012).
Esto es importante recalcar, puesto que la versión oficial respecto de la muerte del poeta, sostenida por la Fundación Pablo Neruda (entidad de la que no participan ni sus descendientes ni respeta la voluntad del autor expresada en los estatutos de la Fundación Cantalao, hoy olvidados) se basa en el libro autobiográfico de Matilde Urrutia, Mi vida junto a Pablo Neruda (Seix Barral, 1985).
Éste se publicó 10 meses después de la muerte de su autora y fue revisado y editado por miembros de la Fundación Neruda, lo que no se revela en ninguna parte. Allí Urrutia aparece sosteniendo una versión muy distinta a la dada en diversas entrevistas, en relación con las últimas horas y días en la vida del autor de Canto General.
Tras la muerte de Neruda, Urrutia fue consistente en señalar (denunciar) que el cáncer que lo afectaba no se encontraba en fase terminal, como expresó en el programa “A Fondo”, conducido por Joaquín Soler Serrano, el 24 de octubre de 1976: “Los doctores me habían asegurado a mí, un poco antes que muriera (Neruda), que Pablo viviría lo menos seis años”.
Como sea, la ministra Plaza deberá determinar en las próximas semanas si Neruda fue o no asesinado. Para definirlo, no sólo tendrá que evaluar el informe del reciente panel, sino también el conjunto de antecedentes que obran en la causa.
Y estos son claros en mostrar que Neruda estaba bien de salud, totalmente operativo, y próximo a salir de Chile con rumbo a México, donde instalaría su base para derrotar a la Junta Militar de Pinochet, tal como nos reveló Manuel Araya.
También deberá considerar especialmente los exámenes realizados a Neruda en vida, que confirman que no tenía un cáncer avanzado (si es que lo tenía), y evaluar los errores cometidos en el panel de expertos de 2013, que pretendió establecer que tenía una avanzada metástasis al momento de morir.