De los señalamientos plasmados en estas páginas se desprende que sigue vigente la declaración de guerra de la insurgencia indígena –que dio especial peso a la mujer–, dado que se mantienen la pobreza, explotación, despojo, violación a los derechos humanos, impunidad y desplazamientos forzados, por citar ejemplos. 

Es decir, a tres décadas del surgimiento de un nuevo rostro contra el neoliberalismo, todo cambió para seguir igual... o peor con la remilitarización del estado y la aparición de “un enemigo” que por igual desgarra al resto del país: el narcotráfico. 

Los señalamientos de los entrevistados también ponen el acento sobre los conflictos internos del movimiento insurgente –causados por los errores de sus dirigentes y el fenómeno de la migración– y su necesidad de evolucionar para mantenerse vigente. Asimismo exponen especial interés en 2005, año en que identifican la ruptura entre el zapatismo con el movimiento político de Andrés Manuel López Obrador, quien ya en la presidencia – denuncian– buscó minimizar al zapatismo “con sus programas sociales”. 

Fragmento del reportaje publicado en la edición 0007 de la revista Proceso, correspondiente a enero de 2024, cuyo ejemplar digital puede adquirirse en este enlace.