Oaxaca
Oaxaca: Fugas de amoniaco, hedor a muerte e indolencia oficial
Los habitantes de Donají, localidad de Matías Romero, en Oaxaca, se sienten engañados y molestos con las autoridades de los tres niveles de gobierno y con Pemex debido a las constantes fugas de amoniaco.Los habitantes de Donají, localidad de Matías Romero, en Oaxaca, se sienten engañados y molestos con las autoridades de los tres niveles de gobierno y con Pemex debido a las constantes fugas de amoniaco que los obligan a pasar noches en vela para reaccionar ante una emergencia o para dejar sus casas por miedo a una tragedia, como la ocurrida en 2013, cuando una fuga del químico mató a nueve personas y lesionó a cien más. Y pese a que las autoridades del estado aseguran que nunca han desprotegido a los habitantes, la realidad es que no hay equipos cercanos para responder a contingencias de tal magnitud.
OAXACA, Oax. (Proceso).- El silbido del gas y el olor nauseabundo encienden las alarmas en la comunidad de Donají. El del amoniaco es también un hedor que despierta el miedo.
La irritación en la piel y ojos, el ardor en la garganta, la tos, náuseas y hasta la dificultad para respirar son síntomas que expulsan a los pobladores de su comunidad. La naturaleza se muere.
Los habitantes de Donají tuvieron que vivir casi todo diciembre último en un albergue, tras la enésima y prolongada fuga de amoniaco que comenzó el viernes 9 de ese mes en el ducto de Pemex que pasa por el poblado. Se dicen hartos de la indolencia de la petrolera y de las autoridades municipales, estatales y federales.
Rafael Castillejos Fuentes, agente municipal de Donají, dice en entrevista: “Pemex se robó la Navidad”.
Para quienes viven en esta localidad del municipio de Matías Romero, en la zona norte del Istmo de Tehuantepec (a unos 170 kilómetros de Salina Cruz), las constantes fugas de amoniaco o de hidrocarburo son una preocupación cotidiana, pues en cualquier momento puede ocurrir una tragedia, como ya pasó en 2013.
En aquel año una fuga de amoniaco en la zona de Chivaniza y Campo Nuevo, perteneciente al municipio de El Barrio La Soledad –colindante con Matías Romero–, causó la muerte de nueve personas y la intoxicación de al menos cien más.
“No queremos vivir ese mismo proceso, nos dio mucho miedo oler nuevamente este gas que nos causa ardor; por eso nos salimos de la casa… No regresaremos hasta que pase el peligro”, dice Valentina, afectada de Donají y delegada de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (Ucizoni).
Además de la conducción de amoniaco, en esta zona también están instalados ductos de isobutano, gasolina y petróleo crudo.
La gente duerme “con el Jesús en la boca” y el teléfono activo, aseguran. Los mismos operadores de las ambulancias de la comunidad duermen sentados en su vehículo, esperando el llamado de emergencia, relata el agente municipal vía telefónica.