Unión Soviética
Gorbachov fracasó en su idea de salvar a la URSS y al sistema; lo destruyó su propia tormenta
Gorbachov quiso humanizar y salvar el sistema soviético; nunca quiso su destrucción. Ellos quieren prosperidad e independencia, no la salvación del sistema. Y ese fue su gran fracaso. Lo dijo él mismo: "Si las reformas emprendidas conducen a la desintegración de la Unión Soviética, habré fracasado".Reportaje publicado el 30 de diciembre de 1991 en la edición 791 de la revista Proceso. Lo publicamos este martes por considerar que es de interés para nuestros lectores a raíz de la muerte de Mijail Gorbachov.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En 1985, Mijail Gorbachov, reciente todavía su ascensión al poder, le dijo a su esposa Raisa: "Nuestro país no puede seguir viviendo así. Yo tengo que hacer los cambios. Ese es mi destino".
Dice Gromiko en sus Memorias: "En el Pleno del Comité Central de abril de 1985 se produjo un viraje decisivo en la historia de nuestro partido. Una de sus tesis –las tesis de Lenin de abril de 1917 acuden inmediatamente a la mente– exige la valoración de nuestro desarrollo social, con el fin de aumentar la productividad y reestructurar la economía y, así, mejorar nuestros problemas sociales. Esta tesis, que Gorbachov presentó al Pleno en forma detallada, fue desarrollada en su informe político ante el Vigesimoséptimo Congreso del Partido, y era profundamente marxista en su concepción".
Es lo que defiende Gorbachov en su libro Perestroika: su carácter profundamente revolucionario y marxista, la vuelta a los orígenes, porque –dice– "empezó una erosión gradual de los valores ideológicos y morales de nuestro pueblo".
En 1991, apenas a seis años de haber iniciado los cambios; Gorbachov declaró: "La misión de mi vida se ha cumplido. Las ideas centrales de la perestroika se han solidificado. Ya no hay lugar para mí en la Comunidad de Estados Independientes".
En ese mismo momento, el presidente de Estados Unidos, George Bush, confundido ante los acontecimientos y sin saber todavía cómo interpretar el futuro de la URSS, hizo un llamado de ayuda para el pueblo ruso "confuso y desorientado".
Gorbachov recuerda: "Me volví disidente en 1953, cuando me surgieron las primeras dudas. Las cosas no andaban bien en nuestro país".
Pero mantuvo sus dudas bien guardadas durante 30 años, hasta que subió al poder. Y entonces se convirtió en un hombre con prisa. Levantó expectativas y emprendió reformas que condujeron al colapso del comunismo, de la Unión Soviética del poder central de su país y de su destrucción como líder nacional, arrastrado por su propia tormenta.
Gorbachov ha sido siempre un comunista de corazón, honesto, sincero, bien intencionado, que siempre creyó en la posibilidad de salvar a la Unión Soviética como tal, por medio de la transformación del comunismo hacia sus verdaderos ideales: libertad política, libertad espiritual, humanización, democracia, respeto a las culturas. La realidad soviética distaba mucho de ser lo que Gorbachov concebía.
Andrei Gromiko, que fue por años el arquitecto de la política exterior de la Unión Soviética, describe así a Gorbachov en sus Memorias: "Era manifiesto el gran talento de Gorbachov como estadista notable y sagaz, como político astuto y prudente y como hombre de mente aguda y fuerte. Así precisamente es como lo ven el partido y el pueblo. Durante casi diez años lo he visto trabajar, y no precisamente como espectador. Hemos trabajado estrechamente en el Politburó y muchas veces hemos tenido intensas discusiones sobre los más variados aspectos de política nacional y exterior. Debo decir que tiene ese raro don de ser capaz de convencer a la gente. Si está seguro de que su postura es correcta, sabe cómo exponer una serie de argumentos, desplegándolos uno tras otro en orden de importancia".
Sin embargo, en 1991, la mayoría de los soviéticos, agradecidos ciertamente por el papel histórico que desempeñó Gorbachov al transformar el sistema totalitario de la URSS, lo culpan por haber dislocado la perestroika, se aburren con sus peroratas y no entienden –ni les importan– sus finuras intelectuales. Gorbachov quiso humanizar y salvar el sistema soviético; nunca quiso su destrucción. Ellos quieren prosperidad e independencia, no la salvación del sistema.
Y ese fue el gran fracaso de Gorbachov. Lo dice él mismo en su libro Perestroika: si las reformas emprendidas conducen a la desintegración de la Unión Soviética, habré fracasado. Quiere "un nuevo concepto de centralismo democrático", al que dedica la parte segunda del capítulo segundo de Perestroika. "Todas nuestras repúblicas y todos nuestros pueblos deben sentirse en iguales condiciones y con iguales oportunidades para el desarrollo. Allí está la garantía de estabilidad para la sociedad soviética y por eso no debe debilitarse el papel del centro, porque perderíamos las ventajas de la economía planificada."
Su gran idea para el mundo es un futuro de paz. Su gran idea para la Unión Soviética es la reestructuración económica y social que resuelva los problemas acumulados. "La carrera de las armas, las realidades militares y políticas del mundo y las tradiciones persistentes del pensamiento prenuclear impiden la cooperación entre las naciones y los pueblos, que hoy es indispensable si queremos sobrevivir".
Gorbachov se vuelve al pensamiento de Lenin para "despojarlo de los dogmatismos en que lo han encajonado y encontrar allí la inspiración de un socialismo renovado, auténtico, fresco". El programa de la perestroika no es una declaración pomposa ni una improvisación. "Es un programa cuidadosamente preparado. Hace tiempo, mucho antes del Plenario de abril, un grupo de líderes del partido y de funcionarios del Estado empezó hacer un análisis exhaustivo de la situación económica. Su análisis se convirtió en la base de los documentos de la perestroika. Se acumuló un arsenal de ideas constructivas".
Fue lo que Gorbachov propuso en la reunión plenaria de abril de 1985, de la que habla Gromiko. Hacia un mes apenas que había muerto Chernenko. No perdió el tiempo. Quería salvar a la Unión Soviética socialista.
"La economía ha sido y sigue siendo nuestra preocupación principal. Pero al mismo tiempo nos hemos propuesto cambiar la situación moral y psicológica de la sociedad. Ya desde 1970, mucha gente se dio cuenta de que no podríamos seguir adelante sin cambios drásticos en el pensamiento y en la psicología, en la organización, en el estilo y en los métodos de trabajo en todas partes, en el Partido, en la maquinaria estatal y en los estratos superiores".
Empezó a transformar el Comité Central del Partido, el gobierno y todo lo demás. Cambios de personal por "gente que entiende la situación y que tiene idea de lo que se debe hacer". Se trata de despertar "a los que se han quedado dormidos", de "activar el factor humano", de "asegurar que todos y cada uno se sientan como si fueran los amos del país, de su empresa, de su oficina o de su instituto. Eso es lo principal". Y llegó al extremo, en consecuencia lógica con su propuesta: renunciar a la hegemonía del partido sobre el poder. Nadie se podía sentir amo y dueño de su patria, mientras el partido tuviera el monopolio del poder.
"En principio puedo decir que el resultado final de la perestroika está claro para nosotros. Es una renovación total de todos los aspectos de la vida soviética. Es darle al socialismo las formas más avanzadas de organización social. Es exponer en su totalidad la naturaleza humanista de nuestro sistema social en sus aspectos cruciales: económico, social, político y moral".
No sólo. Gorbachov tiene otro libro: El siglo venidero de la paz, en el que expone, paso por paso, su plan para un mundo sin armas nucleares y cómo conseguirlo en una década y media. El plan no es sólo para la Unión Soviética y para Estados Unidos, sino para todas las naciones que tienen armas nucleares. Y echó a andar ese plan. Fue otro de sus grandes triunfos, el que acabó con la guerra fría.
En noviembre de 1985, la editorial Richardson & Steirman publicó otro libro de Gorbachov, Un Tiempo para la paz, en el que dicen los editores. "Son la sinceridad de Mijail Gorbachov y su visión del futuro las que distinguen esta nueva mirada contemporánea sobre la Unión Soviética, sobre Estados Unidos y sobre el mundo".
En ese mundo suyo, en ese sueño socialista renovado, la empresa libre, la propiedad privada, la democracia multipartidista, la independencia de las repúblicas, los gobiernos locales autónomos, no fueron conceptos que le hicieran gracia.
Gorbachov liberó a los países de Europa del Este, permitió la reunificación de Alemania, puso fin a la guerra fría, marcó la historia al iniciar en el mundo una nueva era. Dentro de la Unión Soviética, rompió cadenas, destruyó el sistema totalitario, estrenó democracia y libertad de expresión y le dio a su país la posibilidad de reinventarse a sí mismo. En ese proceso, desató las fuerzas que él mismo temía y que llevarían a la desintegración de la Unión Soviética. Su intento de reformas hizo posible el cambio total. Su fracaso fue su éxito.
Georgi Shajnazarov, asesor de Gorbachov: "Ninguno de los grandes reformadores de la historia previó los resultados de sus acciones. Echaron a andar el proceso porque sabían qué era lo que había que hacer".
A pesar de su concepción visionaria Gorbachov no tenía el bagaje intelectual para llevar adelante la tarea. Supo iniciarla, pero no le fue posible llevarla a buen término y consolidarla.
Su educación universitaria abarcó leyes y agricultura. Zhores Medvedev científico ruso, disidente, expulsado de la Unión Soviética, biógrafo de Gorbachov: "Gorbachov tenía dos problemas. Uno, era el jefe del Departamento de Agricultura en el Comité Central. Y la agricultura era un fracaso. Lo había sido desde su nombramiento en 1978. La de 1983 había sido, sin interrupción, la quinta cosecha extremadamente pobre, y ya le costaba mucho trabajo echarle la culpa al mal tiempo. No por cinco años seguidos, los cinco años de su administración. Ese fracaso agrícola había sido definitivo para su exclusión después de la muerte de Andropov y para la elección de Chernenko. El segundo problema era la `campaña anticorrupción' que Andropov había emprendido y que amenazaba a muchos de los 300 miembros de la máxima élite soviética. Con Chernenko o con algún otro de la facción Brejnev se sentían seguros. No con Gorbachov.
Chernenko había comprendido la importancia de la agricultura para hacer y deshacer líderes. Y dejó a Gorbachov al frente del imposible Programa Alimenticio que él, Chernenko, había ayudado a crear. Mientras más tiempo permaneciera allí Gorbachov, más débil sería su posición. Y le salió bien la jugada: 1984 fue el peor año agrícola de todos y el sexto para Gorbachov. No sólo por eso. En 1984, noviembre, murió Marshal Ustinov. Su muerte para Gorbachov, significó la pérdida de uno de sus mejores y más experimentados amigos y de su más fuerte partidario".
Gorbachov nació en el campo, de padres campesinos. Toda su educación preuniversitaria fue rural. Medvedev: "En un golpe de audacia, pidió su admisión en la Universidad de Moscú y en la carrera de leyes. Los exámenes de admisión, para los alumnos rurales, eran muy difíciles, porque su educación era inferior. La admisión, por tanto, era restringida para ellos. La carrera de leyes tenía poco prestigio y poca aplicación. Nadie sabe por qué escogió Gorbachov esa carrera que nada tenía que ver con su pasado". Leyes y agricultura. Y la burocracia del partido. Eso era lo que constituía su experiencia y su bagaje.
Era un producto del sistema soviético y no lo podía repudiar. Dijo: "¿Debemos denunciar a toda una generación, como si hubiera vivido en vano? No creo que debamos minar lo que nuestros padres y nuestros abuelos han venido haciendo por décadas".
Rov Medvedev, historiador, hermano gemelo de Zhores: "Gorbachov no escucha. Siempre que he tenido una audiencia con el, él solo es el que habla". Sus audiencias eran monólogos. "Era ridículo desperdiciar el tiempo del presidente para dictarle una lección a una sola persona". Tampoco se rodeaba de gente capaz. Cuatro de cada cinco de sus asesores le hacían un mal servicio. Ni siquiera después del golpe de Estado –que le dio su gente de confianza, el 19 de agosto– supo rodearse de gente capaz.
Konstantin Lubenchenko un legislador, se lo reclamó: "¿De qué clase de gente te estás rodeando?". El sólo dijo: "Ya es muy tarde".
Tampoco logró entender que la unión de la URSS era forzada y, en consecuencia, no comprendió las fuerzas nacionalistas que la iban a destruir, desatadas por él mismo. Es decir, no comprendió que la URSS no era una federación voluntaria bajo las mismas leyes, cultura, tradiciones, intereses y valores, sino que era un imperio construido por la fuerza sobre múltiples pueblos, razas, lenguas, historias y culturas, y sostenido en gran medida por la represión, por la impotencia y por el miedo. No comprendía a los pueblos distintos al suyo. Nunca había vivido en ninguno de ellos. Ni siquiera comprendía los sentimientos contra el Kremlin mismo, que el poder central, totalitario, represor, había ido acumulando por años en el alma de todos esos pueblos incluido el ruso.
La liberación de Europa del Este, uno de sus grandes triunfos históricos, fue una de sus grandes derrotas domésticas. La línea dura soviética lo atacó amargamente por ello y lo obligó a dar traspiés. Fue cuando Gorbachov empezó a perder su habitual agilidad táctica. En 1990 empezó a sentirse acorralado. Se redujo su espacio de maniobra. Y se fue reduciendo cada vez más.
Primero, empujado por las presiones de los duros, se alineó contra el plan económico de los 500 días, de Stanislav Shatalin, que antes había endosado y dio lugar en su gobierno a varios conservadores. En enero de 1991 permitió el uso de la fuerza contra Lituania. En abril volvió al lado de los reformadores y permitió el acuerdo de poder participado de las 15 repúblicas. Ya era tarde y ya era poco. Gorbachov ya iba siempre detrás de sus propios vientos.
Para entonces, ambos campos desconfiaban de él. No era ya parte de ninguno de los dos. Su popularidad bajó enormemente. Ya no controlaba, ni siquiera comprendía las fuerzas que había soltado y cuyas consecuencias no podía predecir. Era el hombre que había cambiado al mundo y que había pasado a la historia, pero que no preveía ni comprendía los resultados de su misión.
* * * * *
El día de Navidad, 25 de diciembre de 1991, Mijail Gorbachov presentó ante su pueblo su renuncia a su cargo de Presidente de la URSS. Murió oficialmente la Unión Soviética. Nació oficialmente la Comunidad de Estados Independientes. Resucitó oficialmente Rusia (Federación Rusa), que sustituye a la Unión Soviética en sus responsabilidades y en sus puestos de las Naciones Unidas y en el control del armamento nuclear soviético.
Gorbachov lo reconoce en su discurso de renuncia: "He abogado por la independencia de los pueblos, por la soberanía de las repúblicas;, pero simultáneamente, por la preservación del Estado y la integridad del país. Los acontecimientos siguieron otro camino. Predominó el rumbo hacia el desmembramiento del país y la desintegración del Estado, con lo que no me puedo conformar.
Su gran éxito y su gran fracaso. Su triunfo y su derrota. Su poder y su impotencia. Y su actitud de siempre: la fuerza y los principios por un lado, la debilidad y la conciliación por el otro lado.