Silvia Pinal
Silvia Pinal parte plaza en el Palacio de Bellas Artes
El escritor Miguel Sabido la describe como “diosa de la alegría de vivir, del erotismo inocente y luminoso, del sí a la vida rotundo y estruendoso”. Para el productor Morris Gilbert, ella simboliza “la juventud eterna”.El escritor Miguel Sabido la describe como “diosa de la alegría de vivir, del erotismo inocente y luminoso, del sí a la vida rotundo y estruendoso”. Para el productor Morris Gilbert, ella simboliza “la juventud eterna”. Figura de las pantallas, la radio y el teatro, la actriz y bailarina (protagonista de películas con Luis Buñuel) recibe este lunes un homenaje en el máximo recinto cultural del país, donde su hija Silvia Pasquel, también actriz, leerá una semblanza. A ellos tres, unen sus voces en entrevistas Diego del Río, concertador del acto, el periodista Fabián de la Cruz y los investigadores Rafael Aviña y Eduardo de la Vega.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).–A unos días de cumplir 92 años este 12 de septiembre, la primera actriz Silvia Pinal recibirá un emotivo homenaje en el recinto cultural más importante de México y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, en donde se recordará su paso por el cine, el teatro y la televisión de donde se recordara su paso de más de siete décadas por cine, teatro y televisión.
Contenta a la vez que conmovida, su hija y también actriz Sylvia Pasquel (DF, 1950) se refiere, por teléfono, a la histórica ceremonia que se efectuará el lunes 29 de agosto a las 19 horas:
“Me siento muy orgullosa porque había sido una batalla de tiempo atrás. Se había estado solicitando la presencia de la gran diva en ese destacado espacio cultural y hoy gracias a la sensibilidad de la doctora Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), podremos realizar esta destacada reverencia.”
En el evento, Pasquel dedicará una lectura de aproximadamente 15 minutos en torno a la semblanza de la trayectoria de su mamá:
“Ha sido difícil sintetizarla porque hay tanto por hablar de su carrera y, además, ella ha sido pionera de muchas cosas. Es muy complicado decidir qué poner y qué quitar con el fin de crear un texto entretenido y divertido. De todos modos, es muy importante que la gente joven conozca esa gran trayectoria de la señora Silvia Pinal y cómo ella ha aportado tantos aspectos importantes a la industria del entretenimiento y la cultura.”
La conducción del acto correrá a cargo de Diana Bracho, quien actoralmente compartió con Pinal el escenario del Teatro de los Insurgentes en la obra Amor, dolor y lo que traía puesto en 2012. Se interpretarán fragmentos de las comedias musicales Mame (1971), Annie es un tiro (1976), ¡Qué tal, Dolly! (1996) y Gypsy (1998), que estelarizara con éxito la estrella de cabellera rubia. En estas presentaciones, bajo la dirección artística del coreógrafo Óscar Carapia, intervendrán los cantantes y actores Alan Estrada, Fela Domínguez, Bianca Marroquín y Stephanie Salas, nieta de Silvia Pinal.
Se sumarán la Orquesta Sinfónica Nacional, la Compañía Nacional de Danza y el Coro de Solistas Ensamble de Bellas Artes. La iluminación la elaborará Kay Pérez, de la Compañía Nacional de Teatro. Además, habrá testimonios de diversas personalidades del mundo artístico en torno al legado de la también productora y política.
El director de teatro Diego del Río (Ciudad de México, 1987) escribió el guión del acto y estará a cargo de la parte escénica. El tributo con entrada gratuita al público se transmitirá en vivo por el Canal 22 y vía Facebook del INBAL. Afuera del Palacio de mármol se erguirá una gran pantalla para quienes deseen ver de manera audiovisual la celebración que organiza la Secretaría de Cultura, el INBAL, el Instituto Mexicano de Cinematografía y la Cineteca Nacional, en colaboración con Pasquel.
Del Río indica en entrevista cómo se le invitó a dirigir el reconocimiento:
“Ha sido una colaboración muy interesante porque se han unido varias instancias. Sobre todo, se planea un repaso de la carrera actoral de Pinal, aunque se nombrarán las otras ramas importantes de su vida. Ser parte de esta honra es algo maravilloso. Sin duda, la señora Pinal es pieza clave para entender el espectáculo, porque ella entreteje las distintas décadas de los siglos XX y XXI. Construyó el camino para que el cine, el teatro y la televisión tengan presencia actualmente. Y es la única actriz mexicana con la Palma de Oro que en 1961 le otorgó el Festival de Cine de Cannes por Viridiana, de Luis Buñuel. Fundamentalmente hay que destacar su vitalidad y la pasión con la que siempre laboró, me atrevo a expresar que en el país no hay persona que no sepa quién es Silvia Pinal.”
A sus 35 años, Del Río ha dirigido clásicos del teatro como La gaviota, El zoológico de cristal o Las tres hermanas; los musicales Rent y Casi normales (premio Metro a la Mejor Dirección de una Obra Musical). Aparte, en la pasada entrega de los Metro, también logró el Mejor Proyecto Teatral en Video por autoría y dirección de Coordenadas sutiles, protagonizado por Sophie Alexander-Katz. A principios de este año dirigió la ópera Juana sin cielo en el Palacio de Bellas Artes y está nominado como Mejor Director de un Musical en los premios ACPT (Agrupación de Críticos y Periodistas de Teatro) por el musical The Prom. En cartelera se halla su pieza Los humanos.
Cinematografía fulgurante
Silvia Pinal, nacida en la Ciudad de México y registrada durante un viaje a Guaymas, Sonora, en 1931, fue hija de María Hidalgo y Moisés Pasquel. . Estudió la carrera de arte dramático en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), teniendo como maestros a Carlos Pellicer, Salvador Novo y Xavier Villaurrutia. Inició en la radio, luego transitó al teatro, el cine y la televisión. Hoy lleva alrededor de 90 películas.
El cine mexicano despuntaba con buenas producciones a finales de los años cuarenta y Pinal debutó en 1948 con la película de Miguel Contreras Torres Bamba. Ese mismo año trabajó en El pecado de Laura (Julián Soler). En 1949 filmó Mujer de medianoche (Víctor Urruchúa), Puerta joven (Miguel M. Delgado), La mujer que yo perdí (Roberto Rodríguez), Escuela para casadas (Miguel Zacarías) y El rey del barrio (Gilberto Martínez Solares). Para 1950 la llamaron a cinco cintas más, como La marca del zorrillo (también de Martínez Solares), y solicitada a granel destacó en Me traes de un ala (filmada en 1952). También Joaquín Pardavé la dirigió en Doña Mariquita de mi corazón y El casto Susano. No paraba, y así resulta duro resumir una vida entregada al arte, dice Silvia Pasquel:
“¡Uf, mi mamá trabajó muchísimo, no paraba nunca! No sé cómo crear una semblanza corta. Eso es difícil con tanta trayectoria y aportes.”
Su carisma conquistó al público al hacer mancuerna con el ídolo Pedro Infante en Un rincón cerca del cielo, realizada justo en 1952 por Rogelio A. González), obteniendo el Ariel a la Mejor Coactuación Femenina (otro título emblemático de la pareja data de 1955: El inocente, de Rogelio González).
Sus mejores años fílmicos continuaron en 1954 con Historia de un abrigo de mink (Emilio Gómez Muriel) y La sospechosa (Alberto Gout); Locura pasional (Tulio Demicheli) obtuvo el Ariel como Mejor Actriz en 1955 y al año siguiente se llevó de nuevo dicha presea por La dulce enemiga (Tito Davison).
El historiador de cine Eduardo de la Vega Alfaro (DF, 1954), quien forma parte del departamento de sociología de la Universidad de Guadalajara, señala para Proceso:
“Quizá nadie de quienes la vieron en un papel muy secundario como parte del drama folclórico Bamba adivinaron que aquella actricita, de nombre Silvia Pinal, todavía una adolescente, alcanzaría el estrellato, no sólo en el cine sino en otros espacios de la cultura ‘de masas’, como el teatro y la televisión. El caso es que así ocurrió.
“Al margen de su participación en la maravillosa trilogía al lado de Luis Buñuel (Viridiana, El ángel exterminador y Simón del desierto), o de su deliciosa presencia en otras cintas geniales, que veo siempre con sumo deleite (Puerta joven, El rey del barrio, La marca del zorrillo, Me traes de un ala, El inocente, Una cita de amor y La soldadera), debo confesar que de Silvia Pinal me gusta sobremanera otro trío de filmes que en su momento la confirmaron como una actriz madura y con sobradas capacidades para ese tipo de melodrama o comedia clasemediera tributaria de Hollywood, que se producía a raudales en nuestro país durante las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo pasado…”
Se refiere a La sospechosa (1954), Mi desconocida esposa (1955) y Estrategia matrimonio (1966), realizadas “con singular aplomo por Alberto Tito Gout, quien según me contó alguna vez la gran Meche Barba, sufrió el bullying por su condición de homosexual de parte de colegas suyos, como Chano Urueta. Delicadeza y precisión en el encuadre, ritmo perfecto y precisos retratos citadinos del ‘Milagro mexicano’ son apenas algunas de las virtudes de esas cintas en las que realizador y ‘estrella’ reunieron sus respectivos talentos para hacer del cine un juego virtuoso e imperecedero”.
Hacia 1956, Pinal hizo Una cita de amor, dirigida por Emilio El Indio Fernández. Emprendió carrera fílmica a nivel internacional en España e Italia, destacando las cintas Charlestón (España, 1959) de Tulio Demicheli; Pan, amor y Silvia (Italia, 1959), de Giorgio Bianchi, con Vittorio de Sica; Maribel y la extraña familia (España, 1960), de José María Forqué, y Adiós, Mimí Pompón (España, 1960), de Luis Marquina.
Su fama fuera de México se consagró con la trilogía del célebre español Luis Buñuel: Viridiana (México, 1961), con la cual ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes; El ángel exterminador (México, 1962), y Simón del desierto (México, 1964). Otra cinta donde destacó fue la dirigida por José Bolaños: La soldadera (1966), y el único filme donde habla inglés es Arma de dos filos (Shark, México-Estados Unidos, 1967), de Samuel Fuller. Tercera llamada (México, 2013, Francisco Franco) ha sido su más reciente trabajo cinematográfico.
El crítico e investigador de cine Rafael Aviña comenta a este semanario:
“A sus 91 años, Silvia sigue presente en la escena pública, en las revistas de la farándula y en los escenarios fílmicos, teatrales y televisivos. Ya sea como actriz de cine, entusiasta empresaria, bailarina y cantante que continuó montando puestas musicales y teatrales, y que para las generaciones más recientes es recordada como la presentadora de uno de los seriales de mayor éxito en la televisión mexicana: Mujer, casos de la vida real, que se mantuvo al aire más de dos décadas…”
No obstante, Silvia Pinal “fue mucho más que todo aquello, y es que Silvia entró por la puerta más importante que existía en el México de los años cuarenta y cincuenta: la cinematografía nacional, gracias a su talento, su carisma, su simpatía y su belleza, al lado de figuras como Mario Moreno Cantinflas, Germán Valdés Tin Tan, David Silva, Pedro Infante, Arturo de Córdova, Mauricio Garcés y por supuesto Luis Buñuel”.
Gustavo Alatriste, su segundo esposo, fue el productor de los largometrajes que Buñuel filmó con Pinal.
Huellas en el teatro
Morris Gilbert, con más de 45 años como productor teatral, asegura:
“Es una de las grandes estrellas de los musicales, basta mencionar sus maravillosas actuaciones en Hello, Dolly! y Gypsy. Siempre recordaré que en el segundo acto de Mame (montaje que Silvia llevó a escena en 1972, y con Gilbert en 1985 y 1979) hay un número titulado ‘Yo soy la juventud’, que el público le ovacionaba largamente de pie. Más que merecido, pues ella es precisamente eso: la juventud permanente, eterna. Con todo lo que implica: entusiasmo, fuerza, alegría, talento, pasión…”
Y detalla:
“Por si fuera poco, Silvia ha brillado no únicamente como actriz, sino también como productora; detrás de materialmente todas sus actuaciones teatrales, televisivas e incluso cinematográficas ha estado su mano, siempre atinada, férrea y orientadora. Creo que por coincidir en la fecha de nuestros cumpleaños, 12 de septiembre, somos muy parecidos en muchas cosas, especialmente en nuestro amor al teatro, que nos permitió trabajar juntos durante más de un año en la comedia Adorables enemigas (2008). Nada me daría más gusto que tener el privilegio de producir algo nuevo para ella… ¡y ya estamos en eso!”
Fabián de la Cruz Polanco, periodista y especialista en teatro musical, enfatiza que Pinal es la primera mujer productora de teatro en México. Y refiere que “el primer montaje teatral en la que la actriz apareció fue como extra en Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare… en el Palacio de Bellas Artes”, en 1947, año cuando “Jorge Laverne le ofreció su primer estelar en Los caprichos de Goya, dirigida por Rafael Banquells, quien después se convertiría en su primer esposo”.
Fue “de las actrices más solicitadas”, y cita dos montajes de 1950 y 1953, respectivamente:
“(En) Don Juan Tenorio… interpretó el papel de Doña Inés. Y el montaje de El cuadrante de la soledad, de José Revueltas, la primera obra en cooperativa de la intérprete. Tal puesta tuvo decorados escenográficos de Diego Rivera, música de Silvestre Revueltas y la participación de artistas de renombre, como Prudencia Griffel.”
Dice que la actriz incursionó en la comedia musical con ¡Ring, ring! Llama el amor, producida en 1958 por Emilio Azcárraga Milmo, Luis De Llano Palmer y René Anselmo, en el Teatro del Bosque, con Guillermo Rivas El Borras, Luis Gimeno, Manuel El Loco Valdés y Armando Pascual. Resalta:
“Una asociación importante en el teatro fue con Manolo Fábregas, el Señor Teatro. Y el amor que ella tiene por el teatro la lleva a ser propietaria de dos espacios escénicos; el primero llevaba su nombre, ubicado en la colonia Roma y que hoy se ha convertido en templo cristiano. El segundo, el Diego Rivera, es el Nuevo Teatro Silvia Pinal en la colonia Juárez, donde escenificó apenas en mayo pasado Caperucita ¡Qué onda con tu abuelita! El musical.”
Conquista la televisión
Pinal fue de las primeras figuras requeridas por la pantalla de cristal, como parte de los teleteatros realizados por Manolo Fábregas y Fernando Soler.
Formó parte del elenco en programas como Fiesta musical Ford, donde según Fabián de la Cruz Polanco, ella “realizó involuntariamente el primer semidesnudo en la televisión mexicana, debido a que bailando se le cayó la parte superior del vestido y no traía nada abajo provocando un escándalo del cual hablaron todos los medios de la época”.
Otras series cómico-musicales en que participó fueron La hora Chrysler, Festival Corona, La hora Raleigh y Revista musical Nescafé. Más tarde, formó equipo con el actor, productor y director argentino Raúl Astor en series como Sólo para caballeros, con minicomedias musicales. Para Silvia y Enrique compartió escena con su entonces tercer esposo, el cantante Enrique Guzmán; actuó en Los especiales de Silvia Pinal y Sorpresas, por mencionar algunos. E igual en Y ahora Silvia, bajo la producción de Miguel Sabido, dramaturgo y director de teatro.
Precisamente Sabido (Ciudad de México, 1937) cuenta en entrevista a Proceso haber “conocido físicamente” a la intérprete de la época de oro del cine mexicano en 1969, “cuando Ernesto Alonso me pidió que le escribiera la telenovela histórica Los caudillos”, si bien le ganó el corazón mucho antes:
“Porque Silvia era mía desde que en 1951 la vi en Divorciémonos, luego en ¡Ring Ring! Llama el amor y cuando bailaba rumba en la película Mis tres viudas alegres, de 1953. ¡Ella es la diosa de la alegría de vivir, del erotismo inocente y luminoso, del sí a la vida rotundo y estruendoso!
“Me pagaron por aquellos capítulos de Los caudillos; pero los hubiera hecho gratis con tal de estar cerca de ella y dejarme bañar por su tono luminoso.”
Pasó el tiempo, continúa Miguel Sabido:
“Y un día vi un programa absolutamente repugnante. Apenas la reconocí, convertida en el patiño más vergonzoso: chimuela y vestida como payaso. Le pregunté, alarmado, a Ernesto (Alonso): ‘¿Qué pasa?’, y solamente se alzó de hombros. No lo podía creer, era el tono más soez y tonto que había visto en la televisión. Finalmente, un día la encontré en los pasillos de Televicentro. Una vez más venía radiante y luminosa. Me contó: ‘Emilio Azcárraga me dio un programa nuevo, ¿lo quieres producir?’.”
Encantado, Sabido aceptó.
“Todo lo hice tratando de convertirla a ella en la dominante del tono. Contraté a un magnífico director de orquesta, Pocho Pérez, para que la cuidara musicalmente, le pedí a David Antón que asesorara la escenografía y busqué invitadas muy finas, como Lucy Gallardo y Manoella Torres. Silvia cuidaba todo: las pelucas, los vestidos, las coreografías. Siempre en el tono de Silvia.”
Emilio Azcárraga convocó a Sabido:
“Me manifestó: ‘Están bajos los ratings, pero el programa está muy bien para Silvia… Nomás súbele tantito’. Se me ocurrió llamar a Irma Serrano, La Tigresa. Cuando se lo dije a Silvia soltó la carcajada. Fui a ver a Irma y la convencí de que saliera con un discretísimo traje negro hasta el cuello, con un hilo de perlas y un chongo, en tanto que Silvia la recibía con la famosa minifalda de tehuana de Irma, los lunares y una peluca enorme encrispada. Todos nos divertíamos infinitamente, hasta Irma.
“Y sobre todo, el público que disfrutó el tono lúdico desarrollado por Silvia. Llegamos al rating deseado y a los 26 programas terminó la serie. La última imagen fue la prodigiosa sonrisa de tres dientes adorada por el público. Silvia había rescatado a Silvia Pinal.”
De 1985 a 2007 ella produjo Mujer… Casos de la vida real, donde expuso maltratos o diferentes tipos de abusos, ya fueran físicos o psicológicos. Fue un triunfo de la diva.
En cuanto a telenovelas, además de actuar en Los caudillos al lado de Enrique Lizalde, produjo Mañana es primavera, Carita de ángel (reemplazando a Libertad Lamarque), Aventuras en el tiempo, Amarte es mi pecado, Amor sin maquillaje, Fuego en la sangre, Soy tu dueña, Una familia con suerte, Mi marido tiene familia, El corazón nunca se equivoca y Eclipse (ésta, protagonizada por Joaquín Cordero y Ofelia Guilmáin, fue censurada por verbalmente desmenuzar temas eróticos, como la homosexualidad).
Un mediodía de mayo de 2017, Silvia Pinal se presentó al ciclo de lecturas Leo, luego existo en la sala Manuel M. Ponce de Bellas Artes repasando pasajes de su autobiografía Esta soy yo (Editorial Porrúa), con prólogo de Mara Patricia Castañeda. Dijo entonces:
“A mí me gustan los homenajes en vida; recibirlos cuando uno ya murió, no tienen la menor importancia”.