Atentados terroristas

Impactantes palabras en el Palacio de Justicia

Palabras y frases inolvidables resonaron en el silencio de la Sala de Audiencias de la Corte Penal Especial del antiguo Palacio de Justicia de la Ciudad Luz durante el histórico juicio de los atentados terroristas del 13 de noviembre de 2015.
domingo, 31 de julio de 2022 · 14:21

Frases impactantes –dichas por sobrevivientes o familiares de las víctimas– se escucharon durante el juicio a los autores de los ataques terroristas del 13 de noviembre de 2015 en París: “Me dio gusto estar empapado con la sangre y las tripas del terrorista”. “No tengo odio pero no tengo la fuerza de perdonar”. “Si existiera la pena capital, yo diría que hay que matarlos a todos”. “El rostro bromista y sonriente de mi padre se convirtió en un agujero”…

PARÍS (Proceso).– Palabras y frases inolvidables resonaron en el silencio de la Sala de Audiencias de la Corte Penal Especial del antiguo Palacio de Justicia de la Ciudad Luz durante el histórico juicio de los atentados terroristas del 13 de noviembre de 2015.

Las pronunciaron víctimas y acusados, familiares de víctimas y de acusados, policías y magistrados, psiquiatras y expertos en fundamentalismo islámico, abogados y testigos, historiadores y académicos… protagonistas todos de una auténtica “epopeya” judicial de 10 meses.

Algunas hirieron como puñales, otras se aproximaron a lo indecible. En su mayoría, sin embargo, reflejaron el ansia de preservar lo humano ante todo.

Al inicio del juicio este semanario recogió algunas de ellas (Proceso 2340). Otras merecerían ser escuchadas antes de cerrar el capítulo jurídico de esa terrible noche del otoño de 2015. Se imponen unas.

“Tuve mucha suerte porque no me empapó la sangre de las víctimas. Ahora lo que voy a decir ante la Corte nunca lo dije antes ni lo volveré a decir jamás: me dio gusto estar empapado con la sangre y las tripas del terrorista.”

Arnaut estaba al lado de la escena de la sala de conciertos Bataclan cuando el primer terrorista, herido por los disparos de los policías, activó su cinturón de explosivos.

“En el funeral de Valeria había un obispo, un rabino y un imán. Fue una ceremonia para alejar el odio. Ese día salió el sol en Venecia.”

Luciana es la madre de Valeria, joven italiana acribillada en el Bataclan.

“Debo decir que sigo enojada contra el terrorista que se hizo estallar. Pedazos de él se pegaron a los cordones de mis zapatos. No me di cuenta y los llevé conmigo a mi casa, a casa de mis amigos y al hospital donde fui a visitar a mi esposo (…) Pero me chocó haber dicho ‘está bien’ a mi padre cuando me anunció que todos los terroristas habían muerto, porque nunca deseé la muerte de nadie”. Beatrice sobrevivió a la masacre del Bataclan.

“No tengo odio pero no tengo la fuerza de perdonar”.

Georges perdió a su hija en el Bataclan: "Si existiera la pena capital yo diría que hay que matarlos a todos. Causaron tanto daño . Y ahí están en el banquillo de los acusados. Vivos, bien vestiditos, platicando … Me es imposible borrar lo que llevo por dentro."

Expresó Mohamed,   mesero del café Le Carillon, cuya terraza fue acribillada por uno de los tres  comandos terroristas.

"Los considero a ustedes ante todo y pese a todo lo que viví como seres humanos. Si ustedes están dispuestos a dialogar,  a manifestar remordimientos,  estoy dispuesto a perdonar."

Alcanzó decir  Claude    uno de los supervivientes de la terraza del café La Bonne Bière, también acribillada.

"Una bala en la cabeza... es el aniquilamiento de un ser vivo.  El rostro es el espejo del alma . Cuando se  piensa en  alguien, se rememora su rostro. Pero de repente  ya no hay cabeza… ya  no hay rostro… El rostro bromista  y sonriente de mi padre  se convirtió en  agujero…"

 Confió Anne Flore cuyo padre murió en el Bataclan.

"No pude seguir dictando clases porque no soportaba convivir a diario  con jóvenes llenos de vida."

 Reconoció Dominique cuyo hijo murió en la terraza  del café La Belle Equipe renunció  definitivamente a enseñar historia.

"Cuando regresé a casa  (en la noche del 13 al 14 de noviembre) mi hijita me golpeó la cara con sus puños. Más tarde  un psiquiatra me dijo  que el organismo de  una persona sumamente estresada por el miedo expele cortisol, una hormona con un olor muy fuerte y sumamente desagradable"

Recordó Edith quien se salvó de milagro del Bataclan.

Testigo protegida

“Sonia” jugó un papel capital en la búsqueda y la “neutralización” de dos terroristas –Abdelhamid Abaaoud y Chakib Akrouh– que atacaron las terrazas y huyeron después de que el tercer yihadista hubiera detonado su cinturón de explosivos en el último café atacado el 13 de noviembre..

En 2015 “Sonia” se convirtió en la única testigo protegida de Francia. Lleva casi siete años viviendo con su familia en drásticas condiciones de seguridad. Se expresó ante la Corte Penal Especial por videoconferencia, con el rostro cubierto y la voz distorsionada.

Amiga de una prima de Abaaoud que buscaba ayudar a los prófugos, “Sonia” conoció a éste la noche del 15 de noviembre, sin saber quién era.

Contó: “Abaaoud llegó. Me estrechó la mano y se presentó. Le dije: ‘¿Usted participó en los atentados?’ Me contestó: ‘¡Sí. Las terrazas soy yo!’. Me quedé helada. Tenía ganas de cortarme la mano. Me sentí traicionada, sucia. Como uno se siente cuando estrecha la mano de un asesino… fue como si yo misma hubiera matado a inocentes. Es una vergüenza. Una cicatriz que conservaré toda mi vida. Hoy todavía me da por lavarme las manos con detergente.”

El 16 de septiembre “Sonia” contactó a la policía. Se acabó su vida normal.

Humor involuntario

Por asombroso que parezca, esporádicas frases llenas de humor, voluntario o no, surgieron como estrellitas fugaces entre relatos tenebrosos.

Las primeras sorprendieron a la audiencia al inicio del juicio.

–Señor Abdeslam, levántese e identifíquese –exigió con voz neutra Jean-Louis Périès, presidente de la Corte Penal Especial.

–Me importa primero dar testimonio de que no hay otra divinidad que Alá y que Mohamed es su servidor y su mensajero –contesta Abdeslam exaltado.

–Eso lo veremos más tarde –replica el presidente con la misma voz neutra.

Tras obligar al acusado a precisar su fecha de nacimiento y otros datos personales, Périès lo interroga sobre su profesión.

–Dejé toda profesión para convertirme en combatiente del Islam –proclama Abdeslam desafiante.

Périès mueve una hoja y siempre con voz neutra advierte: “Aquí tengo apuntado ‘trabajador interino’…”

Brotan risas en la audiencia.

Meses más tarde, muy serio, Mehana Mouhou, abogado de varios demandantes, termina una de sus intervenciones diciendo: “En conclusión, yo diría que Alá se volvería ateo si viera lo que se hace en su nombre”.

Sonrisas y miradas irónicas en la audiencia.

Desgarraron el silencio de la Corte Penal Especial no sólo palabras y frases contundentes, sino también testimonios enteros, como el de Marc Trévidic, destacado integrante de la Fiscalía Antiterrorista entre 2006 y 2015, atormentado por las masacres que los responsables policiales y judiciales no pudieron prevenir.

“A partir de 2013 el sistema (antiterrorista) se traba. Estamos perdidos, rebasados”, reconoció. “Es imposible tratarlo todo. Estamos en la inseguridad más completa: 3 mil 300 franceses se fueron a Siria. Algunos se iban, otros volvían. Otros se iban y volvían varias veces sin que lo supiéramos. Podían cometer atentados sin problema alguno.”

Resonó con fuerza particular el denso testimonio del profesor Daniel Zagury, eminente psiquiatra francés que examinó a Salah Abdeslam y recordó a la audiencia la gran lección que sacó Hannah Arendt de los juicios de Núremberg.

“Nos tropezamos de inmediato con la banalidad del mal, es decir la brecha inmensa entre la enormidad de los crímenes perpetrados y la banalidad de Salah Abdeslam. No se requiere ser un enfermo grave ni un gran psicópata para participar en proyectos terroristas”.

Inquietante también sonó la plegaria de Orly Rezlan, defensora de Mohamed Bakkali, quien alertó sobre el peligro del arsenal jurídico y penal antiterrorista del que se dotó el Estado francés en los últimos años.

“Resistió el estado de derecho. Francia evitó la deshonra de Guantánamo, pero su Corte es la emanación de un Estado que fue atacado por actos terroristas. Es algo que la hace diferente de las demás cortes de justicia.

“Nuestro Estado creó una legislación específica contra un crimen específico: el crimen terrorista. Es por lo tanto inevitable que ustedes se posicionen como un instrumento de lucha en el marco de lo que fue presentado como una guerra. Ustedes constituyen un elemento de la contraofensiva. ¿Qué se puede esperar de ustedes en semejante contexto? ¿Cuál es su margen de maniobra?”, preguntó a la Corte.

Aun hoy, después del juicio, se sigue percibiendo el eco de la voz sobria y firme de Camille Hennetier, una de los tres fiscales generales de la Corte:

“Por supuesto, ese juicio fue cargado de símbolos, esperanzas e interrogantes. De un juicio no siempre sale LA verdad sino UNA verdad. Una verdad judicial. Pero quizá una verdad judicial no sea suficiente. La verdad judicial no permite necesariamente comprender el mal, la fe, la barbarie, el terror… Sólo permite aproximarse un poco…”

*Periodista independiente, Brigitte Devaux cubrió íntegro el juicio de los atentados del 13 de noviembre de 2015.

Reportaje publicado el 24 de julio en la edición 2386 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

Comentarios