Beisbol

Alejandro Kirk, un "fenómeno" que sorprende en Grandes Ligas

A sus 23 años, este pelotero mexicano de complexión robusta jugará este martes 19 el Juego de las Estrellas como cátcher titular de la Liga Americana.
martes, 19 de julio de 2022 · 15:11

Alejandro Kirk alinea en su tercera temporada en Grandes Ligas con los Azulejos de Toronto. A sus 23 años, este pelotero mexicano de complexión robusta jugará este martes 19 el Juego de las Estrellas como cátcher titular de la Liga Americana. “Es un fenómeno extraordinario” con el bat y a la defensiva, que “casi nadie conocía” y que ha sorprendido a los aficionados estadunidenses, dice Guillermo Armenta, el exdirector de desarrollo de la Academia de los Toros de Tijuana, donde Kirk se convirtió en pelotero profesional.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- A Alejandro Kirk su hermano mayor Juan lo contagió de beisbol. Tenía sólo tres años cuando se fue con él y con su papá a la liga Municipal de Tijuana con la intención de jugar, pero la edad no le alcanzaba para entrar a la categoría de los más pequeños; no lo dejaron alinear. Entonces el niñito rubio y regordete recorría todos los campos arrastrando su batecito buscando quien le pichara una pelota. Así creció Alejandro, enamorándose del beisbol.

Tanta era su pasión por el juego que meses después los directivos de la liga lo dejaron participar con el permiso correspondiente firmado de sus padres, quienes asumían la responsabilidad si algo le pasaba al pequeño en la cancha. Quedó inscrito en el equipo Glu-Glu de la categoría biberones con compañeros de cuatro, cinco y hasta seis años, quienes, aunque eran más grandes, no tenían ni una pizca del talento de Alejandro.

Durante 11 años Juan Manuel Kirk fue el manager y entrenador de su hijo Alejandro; otros, como Víctor Arroyo y Jorge Páez, también contribuyeron a la formación de esa joven promesa. Alejandro estuvo en todas las selecciones estatales; acaparaba miradas y dejaba ver sus dotes como futuro pelotero excepcional. Se hizo cátcher porque esa posición le enseñó su padre, la que el propio Juan Manuel jugaba como beisbolista amateur.

Alejandro Kirk ahora tiene 23 años. En su tercera temporada en Grandes Ligas con los Azulejos de Toronto estará en su primer Juego de Estrellas porque los aficionados le dieron más de 3 millones de votos en la primera ronda para que fuera el cátcher titular de la Liga Americana que se medirá con la Nacional el martes 19 en el Dodger Stadium de Los Ángeles.

Kirk es el pelotero mexicano número 14 que integrará un róster en el Juego de Estrellas. Es el primer cátcher en lograrlo. Se une a los jugadores de posición Beto Ávila, Jorge El Charolito Orta, Vinicio Castilla y Adrián González, y a los lanzadores Fernando Valenzuela, Aurelio López, Esteban Loaiza, Joakim Soria, Yovani Gallardo, Sergio Romo, Marco Estrada y Roberto Osuna.

También es el primer cátcher en la historia de los Azulejos de Toronto que será titular en el llamado juego de media temporada. En la segunda ronda de las votaciones superó con 74% de los sufragios a José Treviño, receptor de los Yankees de Nueva York.

“A todos nos sorprendió el número de votos, es un fenómeno extraordinario. Su carisma le ha gustado a los americanos; es muy carismático por su misma complexión (1.73 de estatura y 111 kilos) y por lo que ha hecho (con el bat y a la defensiva). Mucha gente se sorprende porque están acostumbrados a ver peloteros de 1.80 o 1.85 de estatura, y viene este muchacho a quien casi nadie conocía y está pegando jonrones. Es uno de los mejores cátchers que hay ahorita en Grandes Ligas”, dice Guillermo Armenta, el exdirector de desarrollo de la Academia de los Toros de Tijuana donde Kirk se convirtió en pelotero profesional.

Falsas impresiones

Esta temporada, en 79 juegos en los que ha tomado 250 turnos al bat, Alejandro Kirk ha conectado 78 hits –10 de ellos jonrones–, ha producido 33 carreras y su promedio de bateo asciende a .312.

Otra estadística que revela su potencial y valor como jugador es el Wins Above Replacement, las Victorias Sobre Reemplazo que calcula Fangraphs, el sitio web de análisis estadístico de beisbol, donde Kirk aparece como líder de todos los receptores de las Grandes Ligas con 2.8. Esta estadística es una aproximación que busca calcular el aporte integral de un pelotero en el terreno de juego sumando lo que hace con el bat, su guante y sus piernas.

El valor de cada Victoria Sobre Reemplazo está calculado en 8 millones de dólares, lo cual significa que el mexicano ha generado aproximadamente 22 millones de dólares en lo que va de la temporada por su producción en el terreno de juego.

En OPS (On Base-Plus Slugging), que mide la cantidad de veces que un jugador se embasa (ya sea dando de hit, con base por bolas o por un golpe) y el número de bases que alcanza con sus batazos, Kirk se ubica en el segundo lugar de los receptores de las Mayores con .878.

Alejandro Kirk casi acababa de cumplir 15 años y su hermano Juan 18 cuando llegaron a un try out al que convocó la Academia de los Toros de Tijuana, un programa de desarrollo de peloteros que creó en 2014 la familia Uribe, propietaria de este equipo de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB).

Guillermo Armenta recuerda que cuando vio las características físicas de Alejandro Kirk su primera impresión fue pensar en que difícilmente tendría la oportunidad de quedarse. Con 1.68 de estatura, 95 kilos de peso y corriendo las 60 yardas en 8.5 segundos –un deportista de alto rendimiento a esa edad lo hace en menos de cinco segundos–, vio lo que cualquier scout hubiera marcado en un reporte: “No atlético”.

“Esa fue mi primera impresión. Cuando empezó a hacer las pruebas, quedé impresionado por su velocidad de mano, con el bat, tenía contacto sólido y con esas cualidades empiezas a invertirle tiempo. Así es como lo aprobé para que se quedara en la academia, pero él estaba bajo en su bateo y velocidad de brazo, entonces también hay que darle mucho crédito al programa de entrenamiento que tuvo con nosotros”, explica Armenta.

Pedro Meré, el manager que tenían los Toros en el equipo de la Liga Norte de México, la filial de la LMB, le pidió a Armenta que le mandara un cátcher de bullpen, el que ayuda a los pítchers a calentar. No dudó en asignarle a Kirk esa labor. Al mismo tiempo, el jugador fue sometido a una intensa preparación física durante las mañanas.

Nunca figuró entre los mejores cátchers de la academia, pero el programa psicológico que llevó lo ayudó a conservar la calma. “Él estaba abajo de todos los cátchers, por eso su historia es muy bonita: de ­resiliencia, saber sobreponerse y su madurez emocional y de competitividad muy marcada”, refiere.

Y es que desde bebé Alejandro Kirk fue un niño llenito. Cuando nació, el 6 de noviembre de 1998, pesó 4.6 kilos. Aún así fue más chiquito que sus hermanos Juan y Andrés, el primero es jugador de los Pericos de Puebla y el segundo es un prospecto de los Sultanes de Monterrey. Su corta estatura y cuerpo fornido no lo hizo acomplejado. De hecho, de esa corpulencia emana su poder.

“Él nunca pensó en eso, al contrario; el que hablaran de eso (de su talla) o lo criticaran le daba más poder para salir adelante, más motivación para demostrarles que podía hacer más. No recuerdo cuánto midió al nacer, pero sí era grande, vamos a decir que un niño llenito; güero, güero; tan güero, que no se le veían las cejas. Era cariñoso y juguetón, muy activo. No era de los que se quedaban quietos. Si se caía, se levantaba, se sacudía y le seguía. Era aguerrido”, cuenta María Magdalena Castellanos, madre del jugador.

Los primeros batazos. Foto: Cortesía Familia Kirk

Los primeros triunfos

En 2015 Alejandro Kirk, ya con 17 años, llamó la atención del scout de los Rays de Tampa Bay, Aarón Acosta, quien se lo llevó a los campos de entrenamiento que esa organización tiene en República Dominicana para mostrarlo. Así como llegó lo regresaron. No le gustó su físico al director de desarrollo de esa organización, Carlos Rodríguez, quien hoy funge como vicepresidente de la novena ligamayorista.

“Álex siempre supo de sus limitaciones físicas entre comillas, porque no es una persona con el prototipo del atleta, él no es eso ni ahora estando en Grandes Ligas. Se perdió tiempo porque muchos scouts no le hicieron caso. Tampa lo tuvo en sus manos, y muchos otros equipos también, pero a veces los scouts queremos al típico atleta, y es muy difícil encontrarlo a esa edad por el desarrollo tardío y las propias condiciones físicas de los jugadores”, explica Guillermo Armenta.

Un año después fue el de su consagración. Jugando para Toros de Tijuana-Saraperos de Saltilo, en la Academia de la LMB en El Carmen, Nuevo León, Alejandro Kirk ganó la Triple Corona de bateo con un porcentaje de .415, 10 cuadrangulares y 55 carreras producidas. También fue líder de hits (90), carreras anotadas (58), slugging (.673) y fue tercero en bases robadas (22).

“Fue el mejor jugador de esa generación. Todo el mundo se acuerda de él, de todo lo que hizo a la ofensiva, pero agrega ahí el número impresionante de bases robadas. Yo lo defino como un muchacho con un instinto impresionante para jugar beisbol. Nunca había visto algo así. Lo comparo con Pete Rose o Rickey Henderson, con ese instinto de avanzar una base extra, romper un doble play, barrerse de esa forma; que tenga tan marcada la agresividad a sabiendas de que era limitado corriendo y en velocidad. En instinto difícilmente vamos a ver un pelotero mexicano en los próximos años como él”, destaca Armenta.

El asistente del gerente general de los Medias Blancas de Chicago, Marco Paddy, se sorprendió con el talento de Alejandro y quiso firmarlo, pero tampoco pudo. “Me dijo: ‘Memo, este muchacho va a batear en Grandes Ligas. Si yo tengo dinero te lo voy a firmar’, pero ya no tenían presupuesto”, añade.

Ese mismo 2016, Toros de Tijuana realizó un showcase para que los scouts de Grandes Ligas observaran a sus jóvenes prospectos. Ahí fue cuando, ya trabajando para los Azulejos de Toronto, Aarón Acosta firmó por fin al pelotero tijuanense a cambio de un bono de 30 mil dólares (poco más de 500 mil pesos). Kirk se convirtió así en el primer mexicano formado en el sistema de desarrollo de Toros de Tijuana en llegar a las Mayores.

“Él estaba un poco triste porque a varios de sus compañeros cuando los firmaron les pagaron cuatro o cinco veces más, y nos comentó: ‘Me dieron muy poquito’. Ese fue más su enojo porque sabía que tenía las armas. Nosotros le dijimos: ‘M’ijo: ya estás ahí, ahora lo tuyo depende de lo que hagas y quieras ganar’”, cuenta Juan Manuel Kirk.

Alejandro Kirk estuvo en el sistema de Ligas Menores de los Azulejos de Toronto entre 2017 y 2019 en la Liga Rookie y en Clase A. En 2020 fue invitado al Spring Training con el equipo grande, donde llamó la atención del manager boricua Charlie Montoyo, un entrenador al que le fascina desarrollar jugadores y darle oportunidades a los más jóvenes.

El 12 de septiembre del año en que inició la pandemia del covid-19 debutó ante los Mets de Nueva York en el encuentro que los Azulejos jugaron como locales en la ciudad de Buffalo porque no tenían permitido abrir su estadio en Canadá.

Entre otras cualidades que tiene para batear, Alejandro Kirk se poncha menos que 99% de los bateadores de las Grandes Ligas. Recibe más bases por bolas que ponches, es capaz de batear todo tipo de bolas rápidas: lo mismo prende el cutter que el sinker y la recta de cuatro costuras. Además, no le tira a picheos malos. En ese departamento es mejor que 71% de los bateadores haciendo swing.

“El beisbol ya lo traía en la sangre porque no lo ves que se esfuerce de más, es natural lo que él hace. Lo que siempre le alabaron es que tenía muy buen ojo para ver la pelota, muy pocas veces fallaba en el swing, siempre le daba a la pelota. Inclusive él fue un bateador de pelotas malas porque nunca le pichaban en la zona de strike porque le tenían miedo, entonces se enojaba mucho porque como todo niño quería batear”, recuerda su padre.

Armenta. "Tiene una madurez excepcional". Foto: sintesistv.com.mx

Un muchacho “muy callado”

2022 ha sido un año de ensueño para Alejandro Kirk con el madero. El 7 de junio pasado conectó cuatro hits en el juego contra los Reales de Kansas City. El 24 de junio, frente a los Cerveceros de Milwaukee, bateó 4-4 con jonrón, dos carreras anotadas y dos producidas. Ese cuadrangular fue su tercero en juegos consecutivos.

Asimismo, el 1 de mayo se voló la barda dos veces en un mismo juego, en la paliza de los Azulejos 13-4 frente a los Bravos de Atlanta. En ese encuentro, el mexicano remolcó cuatro carreras y recibió una base por bolas.

A su poder con el bat hay que sumar la defensiva de Alejandro Kirk, que es inteligente y analiza el juego, que sabe llevar a los lanzadores correctamente porque habla un inglés muy fluido y ha sufrido una transformación en todas aquellas herramientas, como la velocidad de su brazo, donde tuvo porcentajes bajos cuando fue visto por primera vez.

“Era un muchachito poniéndose el uniforme y ahora es una superestrella. ¡Imagínate!, un muchachito de 21 años que llega (a las Mayores) y se pone a hablar de tú a tú con lanzadores experimentados, a guiarlos, a seguir las instrucciones que tiene en su muñequera. Es una persona sumamente inteligente, superdotado de instinto y un carácter increíblemente resiliente con una madurez excepcional. Ese es Alejandro Kirk, sostiene Armenta.

Y añade: “A veces es hasta muy serio. Es una persona de muy pocas palabras y hasta mal querido por sus compañeros por su forma de ser tan seria y agridulce; es del tipo de muchachos que no sonríen fácilmente, pero afuera del campo es una persona muy agradable. Cuando jugó en Texas con el estadio lleno porque ya no había restricciones lo metieron a cachar y cuando hablé con él le pregunté cómo se sintió y me dijo: ‘Memo, me estaban temblando mis piernas’. En la televisión no se veía eso, todo lo contrario”.

Juan Manuel Kirk confirma que Alejandro es así. Ahora que va a estar en el Juego de Estrellas lo único que ha dicho es que está muy contento y agradecido con el número de votos que recibió. Por teléfono les dijo a sus padres que se sentía emocionado, “pero en cuestión de preparación no sabría decirte qué está haciendo. Él es un chamaco muy callado, no dice nada; no expresa mucho sus sentimientos”.

Alejandro Kirk es el noveno cátcher mexicano que llega a Grandes Ligas. El primero fue Francisco Paquín Estrada con los Mets de Nueva York en 1971. Le siguieron Sergio El Kalimán Robles (1972-1973, 1976), Álex Treviño (1978-1990), Noé Muñoz (1995), Gerónimo Gil (2001-2005, 2007), Humberto Cota (2001-2007), Miguel Ojeda (2003-2006) y Román Alí Solís (2012, 2014).

También es el noveno tijuanense que llega a las Mayores. El primero en lograrlo fue Benjamín Gil (1993-2003), después Andrés Berumen (1995-1996), Esteban Loaiza (1995-2008), José Silva (1996-2002), Rigo Beltrán (1997-2004), Jorge Campillo (2005-2009), Óscar Robles (2005-2007) y Freddy Sandoval (2008-2009).

“Alejandro Kirk va a terminar siendo un cátcher de muchos años, un ídolo, un jugador franquicia en Toronto. Yo le doy a la parte mental el crédito absoluto. Su misma seguridad lo ha llevado a ser tan hábil, porque la técnica se aprende, pero el poder mental difícilmente. Para él viene lo mejor, sin duda va a ser de los mejores peloteros mexicanos pagados en la historia. Llegará un gran contrato para Álex en su momento”, asegura Guillermo Armenta.  

Reportaje publicado en el número 2385 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 17 de julio de 2022.

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