AICM
El caso AICM llega al gobierno de Estados Unidos
Raether Palma, integrante del Colectivo Ciudadano Más Seguridad Aérea Menos Ruido, envió una misiva a Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México, explicándole los efectos negativos del rediseño del espacio aéreo del Área Metropolitana de la Ciudad de México.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El caso del rediseño del espacio aéreo realizado en el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador ha llegado a instancias de Estados Unidos.
Debido a que considera que el gobierno federal ha ignorado el peligro que se cierne sobre más de 2 millones de personas de 150 colonias ubicadas bajo el tráfico aéreo del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, Gricha Raether Palma –presidente de la Asociación de Colonos de La Herradura, integrante del Colectivo Ciudadano Más Seguridad Aérea Menos Ruido, organismo que ha venido denunciando el riesgo– acudió en marzo último ante el gobierno estadunidense.
El 25 de marzo pasado Raether Palma envió una misiva a Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México, explicándole los efectos negativos que el rediseño también representa para las aerolíneas estadunidenses en territorio nacional.
En la carta que Raether Palma comparte con Proceso se señala que hace exactamente un año comenzó a operar un diseño completamente nuevo del espacio aéreo del Área Metropolitana de la Ciudad de México.
En su escrito, asegura que el rediseño carece de un análisis adecuado tanto en temas de seguridad como en implicaciones de salud, y ha resultado en preocupaciones serias de seguridad donde los aviones pasan excesivamente cercanos entre sí, así como en las operaciones de aterrizaje y despegue.
Indica que la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, la cual representa a 290 aerolíneas, expone en una carta que “el rediseño fue mandado para acondicionar el aeropuerto AIFA, que, como usted sabe, ha comenzado a tener operaciones limitadas hace apenas unos días.
“En este primer año de operación del nuevo espacio aéreo se han tenido por lo menos 17 incidentes de proximidad al suelo, dadas por alarmas de advertencia sistemáticas para aviones arribando al Aeropuerto Internacional Benito Juárez en la Ciudad de México (AICM)”, dice en la misiva.
Además, pilotos y controladores de espacio aéreo han presentado documentos oficiales en los que ponen énfasis en incidentes de seguridad, así como en aviones que aterrizan con bajo nivel de combustible luego de haber sido forzados a circular de manera inesperada o a cambiar sus rutas hacia otros aeropuertos debido a los retrasos excesivos. Los pilotos han comunicado declaraciones sobre “importantes” alertas sistemáticas de proximidad de suelo, incluyendo un choque apenas evitado.
En adición a esto, dicen al embajador Ken Salazar, reguladores estadunidenses han bajado el rating de seguridad de la aviación de México. La Administración Federal de Aviación encontró que la habilidad de México para supervisar sus aerolíneas cae lejos de los estándares impuestos por la Organización Internacional Civil de Aviación de las Naciones Unidas.
Estos estándares cubren un rango muy amplio de problemas, incluyendo el nivel de habilidad técnica de los reguladores, los procedimientos de inspección y la custodia de los registros.
“Nuestra preocupación es la seguridad de los pasajeros y tripulantes entrando y saliendo del espacio aéreo de la Ciudad de México en aerolíneas establecidas en Estados Unidos, así como las personas que viven debajo de las rutas de aproximación recién diseñadas para el nuevo aeropuerto, aquellas vidas que están en un grave peligro de que una colisión ocurra sobre sus hogares, escuelas, lugares religiosos y trabajos.”
Así, solicitan a Ken Salazar que la embajada de Estados Unidos en México informe a las aerolíneas establecidas en EU y a sus pasajeros de las “peligrosas” condiciones a las que se enfrentan al volar a la Ciudad de México, de manera que puedan tomar una decisión informada sobre aceptar el riesgo o no.
También le comunican que esperan una cooperación cercana entre gobiernos extranjeros, aerolíneas, pasajeros y la sociedad mexicana, incluyendo asociaciones de dueños de hogares como la que él representa, para que puedan convencer en conjunto a las autoridades mexicanas de regresar el espacio aéreo a la anterior configuración, la cual ha operado por 30 años.
La carta enviada al gobierno de Estados Unidos es una de varias que la organización que Palma representa pretende enviar a gobiernos de otros países.
Los expertos
El colectivo en el cual Raether Palma figura cuenta con la asesoría de expertos, como María Larriva, conocida en el mundo de la aviación nacional. En 1977 se convirtió en la primera mujer controladora de tránsito aéreo en México. Cuenta con más de 27 años de experiencia, 35 como instructora y asesora de aviación; además es investigadora de accidentes aéreos por la Universidad del Sur de California, en Estados Unidos, y ha participado en diversas investigaciones de accidentes e incidentes de aviación.
En entrevistas con este semanario, el 6 de febrero último y posteriormente en marzo pasado, Larriva habló sobre la presentación de seis videos donde hubo riesgo de colisión, “debido a la ineficiencia de los controladores aéreos y a la ineficacia del rediseño (del espacio aéreo)”; en uno de esos incidentes estuvo implicado un avión de la Guardia Nacional, y en otro, un avión de Aeroméxico y uno de Air France.
El colectivo también cuenta con la asesoría del capitán Jaime Leonardo del Río, con estudios en Nueva York y en la Ciudad de México, quien trabajó durante cinco años en la aviación ejecutiva, 25 años en Mexicana de Aviación y finalmente nueve años en Interjet. Jubilado desde 2020, tiene experiencia en diferentes equipos de vuelo y con diversos tipos de aviones, como los de la familia Airbus 320, los A-321 y los Boeing 727-200.
Cálculos de un desastre
Otro asesor es Alfredo Acle Tomasini, economista, maestro por la Universidad de Manchester, Reino Unido. Consultor en materia de planeación estratégica y en temas organizacionales en México, Centroamérica y el Caribe.
Acle Tomasini explica que el rediseño del espacio aéreo definitivamente es ahora mucho más amplio y complejo, “simplemente pensemos que el número de carreteras aéreas que pasan por la Ciudad de México se duplicó”.
Quiere decir que la cifra de personas que están debajo de ellas también creció más o menos en esa proporción, incluso más, por el tema de la densidad. “Estamos sujetos a un mayor nivel de ruido por el paso de los aviones y a un mayor riesgo porque pasan sobre nuestras cabezas; o sea que queda muy claro que en el rediseño del espacio aéreo el ser humano fue lo último que contó”.
Considera que las autoridades corrieron un riesgo innecesario porque “está mal gestionado el espacio aéreo y porque se hizo un diseño mucho más complejo. Nadie quiere un accidente, de ninguna manera, pero si se llegara a presentar, el asunto sería sumamente grave. Por eso es que pedimos a las autoridades que reconsideren y acepten que se equivocaron al deshacerse de un diseño que funcionaba. Es urgente que actúen”.
Pone como ejemplo una hipotética colisión de aeronaves:
“El primer impacto que tendríamos sería en las líneas aéreas; o sea, los dos aviones, la tripulación y los pasajeros. En el segundo impacto, si tomamos el caso del avión francés de Air France –que mencionó María Larriva– despegando y el avión de Aeroméxico aterrizando, tendríamos más o menos a 500 pasajeros.”
Señala que, de acuerdo con el convenio de Montreal, si llegara a pasar un accidente de ese tipo, por cada pasajero de un vuelo internacional tendrían que pagarse 3 millones 600 mil pesos de indemnización. Y en el caso de uno nacional, atendiendo a la Ley de Aeronáutica Civil, serían 2 millones 700 mil pesos. “Si esto lo multiplicamos por los pasajeros que podrían estar implicados, serían cerca de mil 700 millones de pesos. Sumen 7 mil millones del costo de los aviones”.
Pero falta considerar otro tipo de problemas, los de la parte de abajo, en tierra:
“Por ejemplo, la alcaldía Venustiano Carranza tiene más de 13 mil habitantes por kilómetro cuadrado; es decir que en un incidente en el que tuviéramos más de 200 toneladas chocando, desintegrándose y cayendo sobre las personas, además del combustible, sería muy probable que en tierra hubiera fallecidos o heridos, lo que implicaría también gastos médicos, casos de invalidez…
“Todo ese material cayendo produciría además daños materiales a propiedades públicas y privadas. También habría pérdidas consecuenciales, porque muchos negocios ya no podrían seguir trabajando. Y habría que remover escombros. Nadie sabe la magnitud que eso pudiera tener”, alerta.
El gobierno federal debería preocuparse de todos los elementos que están afectando la seguridad aeronáutica del país y, por ende, del riesgo aeronáutico, considera Tomasi.
“Desafortunadamente estas críticas las esconden detrás del tema de Santa Lucía. Es decir, quejarse del ruido es quejarse de Santa Lucía, quejarse de la seguridad es quejarse de Santa Lucía, y no es así. No es así.”