Presas

Presa Anzaldo: Ecosistema en demolición

El destino de la presa Anzaldo, en el sur de la CDMX, es incierto ante la voracidad inmobiliaria y burocracia. A casi tres años de que un juez ordenara la demolición de un edificio de oficinas –propiedad de Banca Mifel y erigido en terrenos federales– por daño ambiental, la obra negra sigue en pie.
viernes, 15 de abril de 2022 · 06:11

El destino de la presa Anzaldo, en el sur de la CDMX, es incierto ante la voracidad inmobiliaria y la burocracia. A casi tres años de que un juez ordenara la demolición de un edificio de oficinas –propiedad de Banca Mifel y erigido en terrenos federales– por daño ambiental, la obra negra sigue en pie. Mientras tanto, el grupo inmobiliario sigue construyendo viviendas de lujo por toda la ciudad.

CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Los automóviles son artefactos voladores en el segundo piso del Periférico Sur. Los motores avanzan a velocidades expertas, con rascacielos que se elevan como espigas metálicas sobre el horizonte. El Edificio de Oficinas Periférico 3042, construido sobre la presa Anzaldo, aguanta el inquebrantable ruido de la vía rápida. Su sombra metálica devora el tránsito en ambos sentidos del camino. En las alturas, desde un decimotercer piso inconcluso, se asoma una grúa roja que apunta hacia el norte, como si fuera el aspa de una gran nave abandonada.

En la lateral del Anillo Periférico, donde el smog se incrusta en los postes y en las superficies de los autobuses, un policía local cuida la mole dentro de una covachita tapiada con madera, donde pasa sus días custodiando el inmueble para que los emisarios de la empresa o personas ajenas al gobierno ingresen. Lo acompañan varios sellos de clausura del Instituto de Verificación Administrativa.

“Aquí ya no pasa nada, ni demolición, ni construcción”, asegura el vigilante, que transcurre su jornada debajo de esa aleación de cemento y vigas de acero, construida por Asjufi Soluciones Inmobiliarias, SA de CV.

Periférico 3042. Ni demolición ni construcción. Foto: Alejandro Saldívar

El 4 de julio de 2019 la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México determinó la demolición del inmueble –de una inversión de 402 millones de pesos– y la imposición de multas por más de 91 millones de pesos, por encontrar diversas irregularidades, entre ellas el incumplimiento del Dictamen de Impacto Urbano, la falta de Manifestación de Impacto Ambiental, además de que el desarrollador erigió la obra en zona federal.

El proceso de demolición programado –60 días– por la Dirección General de Evaluación de Impacto y Regulación Ambiental se ha eternizado como un vestigio de la corrupción inmobiliaria en una ciudad que experimenta un crecimiento desordenado, generando más problemas de infraestructura y contaminación.

El 6 de noviembre de 2020 la Consejería de la CDMX publicó un video donde aparecían hombres con overoles fosforescentes martillando la losa de los últimos pisos; sin embargo, a principios de diciembre de 2020, la desarrolladora promovió un juicio de nulidad en contra de la demolición ante el Tribunal de Justicia Administrativa de la Ciudad de México, lo que permitió continuar con la construcción algunos meses.

Asjufi Soluciones Inmobiliarias, SA de CV, se constituyó como sociedad en abril de 2018. Héctor Mondragón Olivares, accionista mayoritario y administrador de la empresa, acusó a los funcionarios de la alcaldía Álvaro Obregón de impedir realizar obras de mitigación de riesgo, debido a que algunas estructuras de acero estaban sin soldar. Asimismo, en el Registro Público del Comercio aparece registrada Asjufi Desarrollo Integral Jurídico, constituida en junio de 2021 por Érika Graciela Villena Mondragón, quien también figura –al igual que otros siete familiares– como accionista de Asjufi Soluciones Inmobiliarias.

De acuerdo con el Sistema Abierto de Información Geográfica de la CDMX, el predio que corresponde al lugar donde se construyó el edificio cuenta con una superficie de 2 mil 605 metros cuadrados, con una construcción de 988 metros cuadrados, con un valor del suelo por más de 14 millones de pesos, exclusivo para áreas verdes; a pesar de eso, se proyectó la construcción del proyecto inmobiliario que albergaría las oficinas de Banca Mifel, propiedad de Daniel Becker Feldman, actual presidente de la Asociación de Bancos de México.

La presa Anzaldo es el último eslabón de un sistema hidráulico de presas diseñado en la década de 1920. A este lugar van a parar las aguas contaminadas del río Magdalena, que nace en el cerro de San Miguel y atraviesa el Parque Nacional los Dinamos hasta llegar a la presa, que funciona como un vaso regulador en época de lluvias.

La presa Anzaldo forma parte del paisaje de la zona exclusiva de Jardines del Pedregal, donde los escoltas son dueños de banquetas intransitables, si acaso por empleadas domésticas, paseadores de perros esponjosos y hombres con botas de hule que embellecen los arbustos en exuberantes fachadas dignas de una nobleza casi invisible. Sus calles, con nombres de elementos que recuerdan a la naturaleza, resguardan obras faraónicas como en la calle Nubes, donde una casa réplica del Partenón guarda el misterio de la Atenea que lo habita.

La presa está rodeada por fraccionamientos residenciales y otros grandes edificios en proceso de construcción, como Park Pedregal, ubicado en Periférico Sur 3580, en la alcaldía Álvaro Obregón, y construido por Sordo Madaleno Arquitectos, presidido por Javier Sordo Madaleno Bringas. A pesar de que el Pedregal es rocoso, a un costado corre el río Magdalena, lo que genera problemas hidráulicos en la zona, como sucedió en julio de 2018, cuando una estructura de la plaza Artz Pedregal –diseñada por el mismo despacho arquitectónico– se derrumbó.

Park Pedregal promete un estilo de vida privilegiado: gimnasios, cines y centros comerciales a pocos pasos de habitaciones que van de los 60 a los 180 metros cuadrados, desde los 4 hasta los 10 millones de pesos. Afuera de este multifamiliar de lujo, Mario barre la tierra junto a un montículo de arena. “De algo hay que vivir para comer”, dice resignado mientras aspira profundamente la tierra que hace un momento barrió, pues sabe que no le alcanza la vida para vivir con esas amenidades. Le llevaría 70 años de trabajo tratando de contener el polvo afuera de la obra para poder ser el orgulloso propietario de uno de esos departamentos con carril de nado, sauna, business center y cubiertas de mármol.

Debajo de los puentes peatonales los autobuses disparan de sus escapes nubes aceitosas sobre los pasajeros que esperan su ruta, mientras obreros con overoles azules cargan plafones, tabiques y vigas, entre el repiqueteo de los taladros y los cláxones inquietos en una colonia donde se construyen con celeridad numerosos desarrollos comerciales.

Asjufi Soluciones Inmobiliarias tiene un amplio historial de clausuras en la alcaldía Miguel Hidalgo. En febrero pasado vecinos organizados de Polanco denunciaron los trabajos de construcción en Arquímedes 32, donde se erige la torre de departamentos Equia, que promete una “vida F3”, que consiste en “vivir tres vidas en una” (food, fun & fashion), “sky-bar, gym y estacionamiento inteligente”, desde la módica suma de 8 millones de pesos. En la acera hay dos árboles envueltos con anuncios de compra-venta.

En septiembre de 2021 el director Jurídico de la alcaldía Miguel Hidalgo, Gustavo García Arias, denunció amenazas de un constructor: “Quiero que dejen de estar clausurando mis obras, si no, voy a empezar a chingar”, le dijeron vía telefónica.

Reportaje publicado en la edición 2371 del semanario Proceso, cuya versión digital puedes adquirir aquí.

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