Barras de futbol

Violencia en los estadios: La extinción de las porras no es la solución: Salvemos al Futbol

El Estado debe intervenir en el fenómeno de las porras violentas en los estadios, como ocurrió en países como Inglaterra y Argentina, pero no con un enfoque de represión, considera Fernando Segura Trejo, integrante de la organización Salvemos al Futbol.
domingo, 27 de marzo de 2022 · 10:44

El Estado debe intervenir en el fenómeno de las porras violentas en los estadios, como ocurrió en países como Inglaterra y Argentina, pero no con un enfoque de represión, considera Fernando Segura Trejo, integrante de la organización Salvemos al Futbol y quien ha asesorado en ciudades inglesas, brasileñas y argentinas para pacificar a los grupos de fanáticos. En entrevista, el también doctor en sociología habla de las recientes medidas de la Liga MX y advierte: la prohibición de las porras visitantes no detuvo la violencia en Argentina.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– En México el futbol siempre ha estado disociado del Estado y mientras así sea no se podrán sentar las bases para resolver el problema de la violencia en los estadios y evitar hechos como los del partido entre Gallos Blancos de Querétaro y Atlas, donde integrantes de las porras –también conocidas como barras– se enfrentaron salvajemente el sábado 5, con un saldo de 26 heridos.

“El Estado debe tomar cartas en el asunto; así lo hicieron Inglaterra, Alemania, Colombia y Argentina. No se puede dejar un problema así en manos únicamente del futbol. Claro que las autoridades del futbol tienen que asumir responsabilidades que deben ir más allá de las sanciones que se están dando, porque éstas son una respuesta a la presión de los medios”, explica Fernando Segura Trejo, integrante de la organización Salvemos al Futbol, creada en Argentina en 2006.

Segura, doctor en sociología, comenzó a estudiar el fenómeno de la violencia en el futbol en ese 2006. Es un mexicano criado en Argentina que después se trasladó a Brasil para trabajar con los aficionados y con la policía militar en el estado de Goiás y en Río de Janeiro. Sus investigaciones se han concentrado en capacitar a los cuerpos policiacos responsables de la seguridad en los partidos y en analizar el comportamiento de los aficionados más radicalizados.

“Las decisiones que se toman sin considerar al aficionado están destinadas a fracasar. El aficionado es parte de este espectáculo, las barras y el que no forma parte de las barras”, advierte.

Aunque explica que no existe “una receta” para contener la violencia en el futbol, Segura Trejo considera que reprimir a las porras bravas no es el camino. El primer paso que debe darse en México es que el Estado se involucre y haya un acompañamiento con estos grupos de animación.

“En México no está este debate en los medios de comunicación ni en el discurso de las autoridades del futbol. El Estado no sé qué va a hacer, qué va a anunciar, cómo va a dialogar, cómo va a intervenir en el futbol. Yo empezaría por mesas de concertación, diálogo y decisión; y luego evaluar esas experiencias, ver cómo funciona y corregir sobre la marcha.

“Y eso exige muchos esfuerzos. No sé hasta qué punto se está dispuesto a llevar este camino, y a invertir porque hay que invertir. Lo han hecho en Inglaterra, Colombia, Alemania. En Alemania, por ejemplo, en el proyecto de políticas públicas de los mediadores en los estadios de futbol invierte el Estado, invierte el equipo de futbol, invierte la federación, hay muchos actores invirtiendo”, añade.

Enfatiza que la solución no descansa en aumentar la seguridad privada o pública que existe en los escenarios de futbol o alrededor de ellos, sino en que esos cuerpos estén capacitados para saber lidiar con quienes asisten a los espectáculos masivos y conflictivos, como el futbol. “La clave de la seguridad es tener mejor preparación”, agrega.

No hay que olvidar que, por los antecedentes conflictivos entre las porras del Querétaro y del Atlas, el partido del sábado 5 en el estadio La Corregidora era de alto riesgo, pero la directiva no lo consideró así. La seguridad privada (Grupo de Seguridad Élite K9), contratada tres días antes del juego, estaba en manos de “una empresa fantasma básicamente”, dice el investigador.

“¿Dónde estaba la seguridad pública en un partido de alto riesgo? Entonces, exijo una planificación más cuidadosa, más trabajo anterior. En la Ciudad de México entiendo que se reúnen las porras con los operativos de seguridad, que conciertan los lugares por donde se va a entrar, por donde se va a salir; igual así puede haber riesgos. Igual así el año pasado hubo un altercado en el Estadio Azteca, entre Pumas y América. Vuelvo a insistir, en los países que han intentado esto todos ya hacen capacitaciones profesionales con la seguridad pública y la privada.

“Si se quiere realmente controlar la violencia, es un trabajo preventivo a mediano plazo, como en Colombia. Requiere años de trabajo, requiere mesas de trabajo, concertación, diálogo, sanciones, idas y vueltas porque puede haber un trabajo preventivo y después un accidente que tire por la borda todo. Cuesta mucho”, dice.

–¿Cómo se capacita a los elementos de la seguridad pública y privada?

–En Brasil observaba cómo trabajaba la policía militar y pude sugerir algunos cambios. Me permitieron dialogar con los aficionados más radicales, con los que no siempre se puede llegar. La policía tenía un diálogo con ellos. Eso era interesante porque su enfoque era bastante represivo; yo no lo comparto, pero ellos me decían que era la forma en la que lidiaban con el problema, es decir, dialogaban con las torcidas organizadas –que son el equivalente a las porras–, tenían acuerdos, y si no se cumplían, reprimían. Ellos tenían un diálogo frecuente, por momentos hasta amigable.

Segura Trejo añade que durante 2018 y 2019 también hizo esta observación de campo en Inglaterra, donde le tocó hablar con la policía de Chester y Leicester. Toda esa experiencia la utilizó con la policía de Argentina, que también era muy represiva; de manera frecuente había enfrentamientos que ocasionaron varias muertes.

“En Argentina identificamos que de las 341 muertes (de 1922 a enero de este año) que analizamos, entre 5 o 6% fueron causadas por enfrentamientos con la policía que reprimía y mataba a un aficionado, como pasó en 2003 con uno del Lanús y a partir de ahí se prohibió el público visitante hasta este año (hace unas semanas) que volvió a los estadios.

“Nosotros (Salvemos al Futbol) le presentamos a la policía de Argentina diferentes enfoques, entre ellos estos casos de Colombia, Brasil e Inglaterra, y lo de los mediadores entre los aficionados y la policía en Alemania. Los propios policías argentinos comenzaron a ver que podían incorporarse y algunos las han implementado en la provincia de Córdoba o en la de San Juan.”

La prohibición de las barras visitantes en Argentina tampoco detuvo la violencia. De junio de 2013 a enero de 2022, 66 aficionados argentinos han perdido la vida (dos de ellas, mujeres: una era una niña de dos años, hija de un integrante de la barra del equipo Quilmes), como consecuencia de enfrentamientos entre porras rivales o entre facciones de un mismo grupo de fanáticos. Sólo dos de esas muertes fueron causadas por un enfrentamiento con la policía.

Llama la atención el caso de Diego Villa, un aficionado que murió el 22 de diciembre de 2014 en una pelea entre las facciones Villa España y La del Bueno, del Berazategui, un club de la provincia de Buenos Aires con fanáticos conflictivos que desde dos años atrás ya jugaba sin público por los continuos incidentes violentos.

Sumar a las mujeres

En México, tanto la Federación Mexicana de Futbol como la Liga MX anunciaron la prohibición indefinida del acceso a los estadios de las porras visitantes, y también el veto de un año para que el club Gallos Blancos de Querétaro juegue sin gente como local, ya sea en el estadio La Corregidora o en cualquier otra sede. La experiencia indica que estas medidas tampoco evitan la violencia.

“Prohibir no ha funcionado a largo plazo. En Argentina no ha funcionado, en Brasil tampoco ni en Colombia. Tenemos que decir que Inglaterra transformó todo el futbol: es un nuevo espectáculo, mucho más caro. ¿Estamos dispuestos también a elevar los precios? En México te dejaría muchos estadios con muy poco público. En Inglaterra ir a un partido de Segunda División vale 35 libras, es una locura. No es una receta para México, Colombia, Argentina ni para Brasil.”

La mayoría de las 66 muertes mencionadas son homicidios que fueron cometidos con arma de fuego, por apuñalamientos o a consecuencia de los golpes recibidos en una refriega. Cuatro sujetos murieron porque cayeron o fueron arrojados al vacío desde las gradas.

“Apenas regresó la afición visitante (a los estadios argentinos) después de estar años prohibida, cosa que no dio resultado. La violencia siguió, las agresiones a jugadores siguieron, la violencia se metió a las mismas barras bravas: se pelean diferentes facciones por el control. En Argentina, por primera vez se están comenzando a utilizar acciones preventivas porque las represivas no funcionaron.

“Soy más de la idea de ver esos esquemas preventivos, de negociación. Hay muchos ejemplos: en Alemania, Bélgica y Colombia, donde se trabaja con los grupos de animación más radicales y se les hace un acompañamiento. Es mejor tenerlos cerca que pelearse con ellos; expulsarlos es completamente imposible. Además, ¿con qué criterios jurídicos vas a expulsar a alguien que tal vez tiene antecedentes (de violencia)? ¿Lo vas a expulsar porque uno decreta que no puede haber fanáticos ultras? Bueno, es complejo.”

–¿Cómo se dialoga con un fanático violento?

–Más simple de lo que uno se imagina. Me ha tocado dialogar con varios en Brasil, gente que tenía antecedentes serios, incluso de asesinatos. También he dialogado con miembros de porras que son universitarias, una de ellas, en Medellín, Colombia, que hoy es mi amigo y está haciendo un doctorado. No tiene antecedentes y está trabajando por la paz, está realizando capacitaciones para los muchachos del barrio. Pude ver los trabajos del barrismo social en Bogotá, apoyado por la alcaldía en un proyecto que se llama Goles por la Paz, en Medellín.

“El fenómeno de las barras es esencialmente de juventud en donde puedes tener elementos que no son deseables, pero el resto encuentra en el futbol un espacio de pertenencia que no tiene en otros lugares. Por eso no hay que estigmatizar a todos, porque también hay mujeres; esto yo lo vi en Colombia. En Medellín están trabajando en la idea que las mujeres tengan voz en un sistema tan patriarcal como es el futbol, darles un espacio a quienes han estado ligadas a las barras por sus papás, hermanos, primos, novios o por sus hijos. Las posibilidades que nos ofrece el futbol y las políticas públicas son un campo que en México podría dar resultados y que nadie está pensando.

–Recientemente uno de los líderes de La Rebel, porra de Pumas, dijo en una entrevista con el diario Récord que pidieron audiencia en la Federación Mexicana de Futbol y les contestaron que ellos no son parte del futbol… ¿Usted dice que sí deben escucharlos y atenderlos para frenar la violencia?

–Sí, muchos de ellos ya lo tienen claro. A largo plazo no les convienen las formas de violencia, de relacionarse así con la sociedad. Si los estigmatizas, si vuelves a las porras un enemigo social, vas a tener un foco de conflicto más grande. La barra no es sólo la figura que los medios construyen o la figura que vimos en Querétaro: no todos los miembros de las porras en México, ni en Colombia ni en Argentina, son esos individuos que vivimos en Querétaro; el resto son jóvenes que pueden aportar algo positivo a la sociedad.

–Los clubes no deben patrocinar a las porras y tampoco pueden permitir que hagan negocios alrededor del futbol…

–No en este momento, pero en el futuro pueden apoyar algún proyecto social donde se mejore la vida de los individuos, ¿por qué no? Tampoco hacer esos negocios en el estadio ni alrededor del futbol porque se pueden prestar a ilícitos y corrupción. Cuando me refiero a tener algún tipo de incentivo económico es para crear un proyecto social.

–¿Cómo se lidia con estas personas para quienes la violencia es su forma de vivir?

–Ha sido hasta ahora una forma de construir entidades, lazos y solidaridad entre ellos; de construir masculinidad, porque es una forma de expresarse “a lo macho”.

“Una forma de ‘o haces esto, o no me respetas, pues nos vamos a los madrazos’. Los antropólogos, algunos contemporáneos míos, han estudiado a los hooligans y veían esta cuestión de la virilidad. Parte de estas luchas es tratar de quitarle legitimidad a la masculinidad exacerbada.

“No se tienen que comportar como machos, es difícil porque tienes que cambiar la mentalidad de las personas. También hay que trabajar con las nuevas generaciones, porque estos jóvenes que hoy pueden amenazar, no siempre van a estar en las tribunas; entonces más vale trabajar con los que vienen, con los chavitos de nueve o 12 años para que no reproduzcan esa mentalidad, y puedan disfrutar el futbol como una fiesta, porque no necesitan demostrar su machismo para sentirse alguien.”

Finalmente dice que la gran aportación que ha hecho Salvemos al Futbol es producir datos, estadísticas y análisis con datos para demostrar que ciertas políticas no estaban funcionando y que era necesario cambiar de paradigmas. Fueron los gobiernos estatales y federales los que los buscaron para pedirles ayuda, porque piensan desde las ciencias sociales en formas más efectivas de controlar la violencia.

“No digo que lo hayamos conseguido, pero dialogamos con algunas barras, con algunos individuos, más con la policía, y Salvemos el Futbol se volvió un actor de consulta. Hasta antes del episodio de 2019 entre las barras de Boca Juniors y River (que por la gravedad obligó a que la final de la Copa Libertadores se jugara en terreno neutral, en Madrid) eran muy pequeños nuestros pasos, y ahora en Argentina hemos podido dialogar con el Estado, con diferentes provincias. Hemos tenido resultados, pero es muy temprano para que yo te diga que son contundentes. Ha sido muy difícil, el futbol argentino ha sido muy violento y quizás ahora tiene la oportunidad de tener un cambio.  

Reportaje publicado el 20 de marzo en la edición 2368 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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