Medio Ambiente
Aluar: el secreto del flúor en la Patagonia
En la Patagonia argentina acusan por contaminación con flúor a Aluar, una de las 10 empresas más grandes del Cono Sur y la mayor fábrica de aluminio de América Latina. La empresa niega ser contaminante, pero no aporta pruebas… y el Estado no la controla.BUENOS AIRES.– Cientos de miles de turistas visitan cada año Puerto Madryn, una ciudad de 120 mil habitantes en la provincia de Chubut, norte de la costa patagónica argentina, para ver ballenas, pingüinos y lobos marinos. Pero la ciudad no vive principalmente del turismo, sino de Aluar, la fábrica de aluminio más grande de América Latina. Las chimeneas de esta empresa no se apagan jamás.
Desde hace 30 años un verborrágico ingeniero mecánico de 82 años, Carlos Moreno, denuncia que de esos tubos sale más flúor del permitido: “Por eso tanta gente se enferma en Madryn”, dice. La planta de Aluar da al mar y está al norte de Madryn, basta que el viento sople hacia el sur para que la gente respire lo que sale de las chimeneas.
Las pruebas que Carlos presentó en 1997 ante la justicia provincial no fueron suficientes para un tribunal local que las juzgó. Entre los documentos presentados había informes elaborados por la propia Aluar: están todavía en una carpeta que Carlos Moreno aún lleva en un portafolios verde de cuero a cualquier lugar, como si fueran las llaves de su casa o la billetera. Los papeles son de 1991 y en ellos la empresa reconoce que conforme la medición se acercaba a la fábrica, la presencia de flúor en el aire aumentaba. Los directivos de la empresa fueron absueltos y no pagaron multas. Desde entonces se desconocen públicamente las cifras de las mediciones de impacto ambiental.
Carlos estudió ingeniería mecánica en La Plata, la capital de la Provincia de Buenos Aires, y llegó a Madryn hace cuatro décadas para trabajar en una empresa contratista de Aluar: “Antes, como el flúor sirve para potabilizar el agua, se pensaba que no era contaminante, al contrario, se creía que era recontra bueno”, explica.
Según Carlos, lo despidieron porque empezó a cuestionar el impacto ambiental de Aluar y desde entonces el flúor es su obsesión. Comentó casi todos los videos de Youtube relacionados con la empresa, creó un grupo de Facebook sobre el cáncer en Madryn, usó la “banca del vecino” para denunciar a Aluar en el Consejo Deliberante (el parlamento local), produjo un programa de radio para informar las novedades del caso, se hizo camisetas que dicen en grande “No al flúor”, predica en la plaza central de Madryn con megáfonos y altoparlantes. Busca justicia pero también venganza.
–¿Por qué hace esto a pesar de estar tan solo en la lucha durante tanto tiempo?
–Porque me dejaron en la miseria.