Pelé

La leyenda del gran Pelé

"Por motivos que son explicables gracias al desarrollo tecnológico en la comunicación, Pelé surgió en el momento histórico preciso", escribió en 1977 Francisco Ponce para la revista Proceso.
jueves, 29 de diciembre de 2022 · 19:28

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Desde que aquél adolescente de 17 años de edad fue el niño prodigio en el Mundial de Suecia en 1958, las nuevas generaciones comenzaron a olvidar a los antiguos jugadores que construyeron lo que ahora se ha convertido en el pasatiempo favorito del mundo. El futbol comenzó a girar, desde entonces, en torno a Pelé. El dintel del pasado y el futuro: Perola Negra en Brasil, La Tulip Noire en Francia, El Peligro en Chile y en Italia II Re.

Así el futbol puede ubicarse antes y después de Pelé: para muchos, le dio trascendencia al futbol. Sin embargo, han surgido jugadores de igual o mayor calidad que El Rey, como Di Stéfano, Garrincha, Didí Zito, Labruna, Kocsis, Puskas, Beckenbauer, Matthews... Toda una galería de superlujo.

Pero por motivos que son explicables gracias al desarrollo tecnológico en la comunicación, Pelé surgió en el momento histórico preciso. Sus defectos fueron atenuados en beneficio de sus virtudes. Y, en el ocaso de su carrera, Estados Unidos se convirtió en el hogar adoptivo del hombre que por 7 millones de dólares decidió volver a las canchas, "por mi cariño hacia el futbol", según frase publicada por The New York Times el 4 de junio de 1975.

La sociedad norteamericana se dedicó a promover el nombre e imagen del exniño pobre que nació el 23 de octubre de 1940 en Tres Coracoes, cuyas calificaciones hasta el cuarto año de primaria que cursó fueron deficientes. Abandonar la escuela le permitió dedicarse al futbol y, a los once años, fue descubierto por un amigo de su padre, Waldemar de Brito.

Al término de su carrera, Edson, primogénito de Dondinho y Celeste de Nascimento, participó en 1,253 partidos, anotó 1,216 goles y condujo a Brasil a tres de los cuatro títulos en la Copa del Mundo. Y paralelamente, su sonrisa amable, su generosidad al repartir autógrafos, su imagen impecable ante los periodistas...

Para octubre de 1974, cuando se retiró oficialmente, Pelé era ya un hombre de empresa: además de sus negocios –Pelé Assessoria Aduaneira– tenía contratos de publicidad. Y la gente le reprochó que a Alemania fuera no con los colores de Brasil, sino con el rojo, blanco y azul de una firma refresquera. Aquí radica lo que muchos calificarían como la otra cara de O Rei: prefirió no exponer su prestigio ante un eventual fracaso del seleccionado. El chivo expiatorio fue Zagallo.

En la cancha, Pelé no fue un modelo de decencia según algunos críticos. Pedro Geraldo –jugó con el Monterrey– y el mexicano Mario Ochoa, del América, entre otros, fueron fracturados por Pelé. Y después del Mundial de México, los jugadores italianos se quejaron de las señas obscenas del Rei.

Sus detractores insisten en que Pelé no ganó tres mundiales: en 1958 entró en el tercer partido de Brasil (al lado de Nilton Santos y Didí); en 1962, en chile, actuó en sólo dos juegos (sin él, pero con Garrincha, Zito y Amarildo, Brasil ganó la final). Únicamente en 1970, Pelé actuó como verdadero Rey, siempre con la colaboración de Gerson, Tostao, Clodoaldo, Jair, Rivelino...

Sus críticos aseguran que los goles anotados por Pelé no se pueden contar y se preguntan: ¿qué hubiera sido de Pelé si no hubiera jugado al lado de supercracks?

Sin embargo, la leyenda creció y es indeleble. Gran parte de los aficionados se sienten orgullosos: "fuimos una generación afortunada porque nos tocó ver jugar a Pelé..."

Texto publicado el 12 de septiembre de 1977 en la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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