vicente leñero
"El infierno" en las Grutas de Cacahuamilpa
"Salvo un texto generoso que leyó Víctor Hugo Rascón el día de la presentación del libro –ante un público escaso durante una Feria del Libro de la UNAM– y que luego publicó en Sábado, la edición de mi paráfrasis dantesca fue ignorada por los reseñistas", escribió Vicente Leñero.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– A finales de 1987, Juan Inés Abreu me invitó a participar en un ciclo de lecturas públicas, organizadas por su departamento cultural de la Secretaría de Hacienda (...) yo me atreví a leer un fragmento de mi Infierno: la escena inicial.
Quería calibrar la reacción del público a mi obra, y el público no mostró el mínimo interés. (…) En el Departamento de Literatura de la UNAM, Joaquín Armando Chacón abrió una colección de libros de teatro denominada La carpa –dizque en honor a mi obra, me dijo– y me invitó a publicar el primer libro de la serie. Le envié mi original de El Infierno. Lo editó en noviembre de 1989 con ilustraciones de mi hija Isabel, algunas de las cuales desarrollaría más tarde en óleos magníficos. Salvo un texto generoso que leyó Víctor Hugo Rascón el día de la presentación del libro –ante un público escaso durante una Feria del Libro de la UNAM– y que luego publicó en Sábado, la edición de mi paráfrasis dantesca fue ignorada por los reseñistas. Se fue en blanco.
Intenté darle una última oportunidad a El Infierno cuando Daniel Salazar, a principios de 1990, me pidió participar en una serie de lecturas dramatizadas de teatro latinoamericano organizadas por el Celcit: el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral que dirigía Luis Molina. (…) Marta Luna conjuntó un buen grupo de la Universidad Veracruzana entre quienes descollaba esa magnífica actriz que es Ángeles Marín. El grupo ofreció tres “funciones”: en el teatro Julio Prieto, en el Coyoacán y en el Benito Juárez. Sólo fui al Benito Juárez, con Estela, y el resultado me sorprendió. Pensé encontrarme con una simple lectura a varias voces, plana, informal, y lo que vi en el foro fue casi un montaje en forma. Marta vistió con camisas rojas y pantalones liváis a sus actores, diseñó una iluminación digna de una puesta en escena y trazó movimientos y acciones que daban cuerpo, tensión, continuidad, al recorrido infernal por la historia de México. Más que leer, los actores representaban sus parlamentos con intensidad, y los efectos corales me enchinaron por momentos la piel. Estela y yo estábamos sorprendidos.
Al final de la lectura, bien aplaudida por los espectadores que poblaban una tercera parte de la sala –una entrada magnífica–, fui con Estela a felicitar y agradecer a Marta Luna su trabajo. (…) Marta Luna no creía que mi paráfrasis de Dante mereciera algo más que esas tres funciones de una lectura en atril. Sólo eso: una digna, pero simple, lectura en atril.
Durante la década de los noventa pensaba de vez en cuando, como a ráfagas, en mi versión de El Infierno. En mayo de 1992 conocí a Francisco Ruiz Massieu, gobernador en ese entonces de Guerrero. (…) Aproveché para mencionarle las grutas de Cacahuamilpa. Por la carretera Cuernavaca-Taxco acababa de ver el letrero de desviación a las grutas que de niño visitaba con mis hermanos, y de hombre casado con Estela y las hijas. Se me encendió el foco. También ahí, no sólo en el Espacio Escultórico de la UNAM, se podía montar El Infierno. Era un escenario ideal, impresionante.
En respuesta a mi pregunta sobre el uso de las grutas, Ruiz Massieu habló del desechado proyecto de convertirlo en parque de diversiones… Entonces yo le dije de mi versión de El Infierno de Dante. (…) Después de leer nuevamente la obra me pareció, además de desactualizada, torpe, pedante, fallida. Lo rescatable era el espacio, la posibilidad de utilizar el Espacio Escultórico o las grutas de Cacahuamilpa. A pesar de mi desánimo, Enrique Rentería me propuso intentar el montaje y hacer una propuesta a la UNAM, que en la Dirección de Teatro y Danza tenía a Antonio Crestani como responsable. (…) No se pudo. Su proyecto se fue al bote de la basura, donde quizá debería estar también mi obra, ardiendo en las llamas del infierno. l
(*) Fragmentos finales del texto “El infierno (1990-1999)”, incluido en Vivir del teatro (Col. Letras mexicanas del FCE, 486 p.).