Documental

El infortunio de los policías, docudrama de Ruizpalacios

El docudrama de 107 minutos muestra que los miembros de esta instancia de seguridad enfrentan la desconfianza de la población, reciben bajos salarios, se hallan mal equipados y peor capacitados, sufren la corrupción interna.
domingo, 7 de noviembre de 2021 · 13:55

México es el país latinoamericano donde los uniformados son el grupo salvaguardia del orden social en el que la ciudadanía menos confía, sólo por debajo de Venezuela. Convencido de que el cine promueve la reflexión y el cambio, Alonso Ruizpalacios decidió meterse a su vida diaria y ponerse en sus botines para entender qué enfrentan. Así filmó la premiada Una película de policías, destacando los testimonios de los agentes María Teresa Hernández Cañas y José de Jesús Rodríguez Hernández, y las actuaciones de Mónica del Carmen y Raúl Briones.

MORELIA, MICH.- Sin disimulos, el destacado director de cine mexicano Alonso Ruizpalacios pone en evidencia las precarias condiciones de trabajo del cuerpo policial en México con su tercer largometraje Una película de policías, donde combina documental y escenas de ficción.

El docudrama de 107 minutos muestra que los miembros de esta instancia de seguridad enfrentan la desconfianza de la población, reciben bajos salarios, se hallan mal equipados y peor capacitados, sufren la corrupción interna –ya que ponen dinero de su bolsillo para costear gastos del trabajo– y deben encarar distintas formas de racismo.

Conocido por las ficciones Güeros (más de 40 premios en todo el mundo, incluyendo Mejor Ópera Prima en La Berlinale 2014) y Museo (Oso de Plata al Mejor Guión también en Berlín, pero de 2018), Ruizpalacios (Ciudad de México, 1978) explica en entrevista con Proceso el camino de desarrollo en este proyecto:

“Empezó como una película en torno a los ministerios públicos. Investigamos un año, y de pronto vimos que el interés inicial terminaría en una historia muy aburrida, por lo cual empezamos a orbitar hacia el mundo de la policía, y charlamos con muchos policías, hasta que encontramos a los protagonistas del filme.”

En Una película de policías destacan los testimonios de los uniformados María Teresa Hernández Cañas y José de Jesús Rodríguez Hernández, conocido como Montoya, y las actuaciones de Mónica del Carmen y Raúl Briones. Así, el realizador volvió al Festival Internacional de Cine de Berlín el pasado marzo y la cinta logró el Oso de Plata a Mejor Edición (Yibrán Asuad).

Después, el filme se presentó en San Sebastián, España, y Lima, Perú; compitiendo en la sección de Largometraje Mexicano durante la 19 edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) que inició física y virtualmente el pasado 27 de octubre y termina el lunes 1 de noviembre. Además, Una película de policías se proyecta desde el jueves 28 en varias salas del país, y para el primer viernes de noviembre ocupará la plataforma Netflix.

La desprestigiada “tira”

Para Ruizpalacios resultó desafiante observar a esta institución, de la cual “todos tenemos opiniones muy fuertes y nada favorables”, toda vez que no es fácil “voltear a mirarla con empatía ni con ganas de comprenderla”.

No obstante, ésta era justo la película que deseaban realizar, “ya que me parecía que valía la pena”, acentúa:

“Una película de policías fue un proceso de dos años de investigación y dos años más para crearla. Entrevistamos a muchos especialistas, académicos en el tema de seguridad pública y de política pública, pero llegó la hora de tomar las decisiones de cómo íbamos a crear el filme. Me pregunté cuál es el punto de laborar sobre algo que ya sabemos, que leemos en periódicos y revistas; sin embargo, el cine da para algo más: conectar y hacer viajes emocionales. Y pensé en una cinta que nos metiera a las vidas de los policías para entender qué enfrentan y cómo viven el día a día. Fue muy fuerte.”

–¿Tuvo sentimientos encontrados en algún momento al mostrar lo que sufre esa fuerza de seguridad?

–¡Sí, todo el tiempo, porque todos hemos pasado malas experiencias con la policía! La figura de un policía es la frontera entre la ley y la ciudadanía.

En el filme, producido por la compañía No Ficción, estremecen las palabras de Hernández Cañas, de 37 años de edad y 17 de policía, al hablar de la corrupción del organismo donde labora:

Para  salir a trabajar, mínimo en mi bolsa debo de llevar como 400 pesos diarios. Todos los días son 10 pesos para que me den un chaleco limpio, 10 pesos para traer una buena pistola, otros 10 pesos para obtener una patrulla, etcétera. Ya libres vengo cobrando a la quincena como mil 100 pesos…

Interviene Montoya en la misma escena, quien es pareja sentimental de Teresa:

…Y con esos mil 100 pesos debes mantener a tu familia.

De inmediato reina el silencio en la cinta.

–¿En qué momento decidió que la película ameritaba ser un documental  con ficción? –se le interroga a Ruizpalacios.

–Fue algo que fuimos encontrando… Creo que las propuestas formales de esta película son soluciones a problemas específicos, pero que hubiera actores no fue una premisa que tuviésemos desde el principio, nació de la necesidad de las cuestiones: ¿Cómo vamos a retratar estas entrevistas?  ¿Cómo vamos a mostrar todo esto de lo que hablan Teresa y José de Jesús? ¿Cómo diablos vamos a poner en la cámara la relación tan desgastada entre la ciudadanía y los policías y el racismo con el que se les trata?

Ahí optaron por hacer uso de la ficción, si bien “yo no quería perder las voces de Teresa y José de Jesús, porque son parte de lo que más me atrajo de este proyecto. Poseen una forma de narrar muy entretenida, divertida, ácida e incisiva. Y no falta la crítica hacia la corporación ni la autocrítica”.

Además, Una película de policías muestra cómo Teresa y Montoya se enamoraron y lo difícil que fue para ella entrar a esta institución por ser mujer e incluso tuvo que convencer a su papá, quien también trabajó de policía años atrás.

Ardua labor actoral

Antes de conocer el guión, los actores Mónica de Carmen (Oaxaca) y Raúl Briones (Ciudad de México), quienes recrean unas partes de la charla de Teresa y Montoya, ingresaron a tres academias de policía. Es decir, estudiaron 100 días para ser policías.

Se metieron a una tercera academia en Sinaloa, donde estuvieron internados varias semanas; mas esa parte no sale en la película “por razones creativas”, detalla Ruizpalacios. El mayor riesgo para los actores, explica, fue cuando de verdad se incorporaron con los policías reales en una patrulla, para efectuar recorridos en la calle.

En una proyección privada del docudrama, organizada por No Ficción días antes de que empezara el FICM –al cual fue invitada esta reportera–, Mónica del Carmen expresó respecto a las fuertes revelaciones de cómo son tratados y lo que padecen en el cuerpo policial Teresa y Montoya:

“Ellos están muy conscientes de lo que implica esta película y también de lo que se va a mover. Nosotros deseamos que se agiten muchas cosas porque, al menos yo, sí creo que el arte sirve para cambiar las situaciones y poseemos una industria cinematográfica tremendamente poderosa. Deseo con todo el corazón que se generen conversaciones y las corporaciones se hagan preguntas, para que todos juntos busquemos respuestas. Una película de policías es contrastante con todo este clima de violencia que estamos viviendo en el país, por lo que debemos hacer algo desde nuestra trinchera.”

La experiencia emocionante y conmovedora de “subirse a una patrulla y vivir en la calle las circunstancias que enfrenta tu personaje, es algo que te marca como ser humano más allá de ser un actor o una actriz”.

Problemática compleja

A Raúl Briones se le ve en el filme desesperado cuando entra a estudiar para policía e inclusive exhibe su enojo de estar ahí.

 “Ingresar a esas escuelas –resaltó el actor en la proyección especial– fue un desgaste físico y emocional. Cambió mi percepción respecto a lo que yo creía que la policía era el Estado, y cuando estuve involucrado con los cadetes hombres y mujeres me di cuenta de que las instituciones se componen por personas. Empecé a entender que la situación de la policía era algo mucho más compleja. Me di cuenta que detrás de ese uniforme había personas.”

El año pasado la empresa de análisis estadunidense Gallup publicó que México es el segundo país de Latinoamérica donde se desconfía más de la policía, detrás de Venezuela. Actualmente existe un debate entre varios especialistas mexicanos porque el presidente Andrés Manuel López Obrador supuestamente apoya más a la Guardia Nacional, una extensión de la Secretaría de la Defensa Nacional, olvidándose de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

José Antonio Ortega, presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, A. C., ha declarado a varios medios que “no hay presupuesto ni un objetivo claro del gobierno federal de ayudar y de rescatar a las policías estatales y municipales”. El abogado confirmó que los policías en la nación tienen sueldos muy bajos y carecen de prestaciones. Para él, “las condiciones con las que los policías hacen su trabajo son muy precarias, y me refiero no nada más a los de municipios alejados, sino también a los de las grandes ciudades, como Guadalajara, Monterrey y CDMX.”

Sin embargo, Ruizpalacios es optimista:

“Existe un par de casos en los que el documental ha tenido un impacto directo y concreto más allá de la romantización que podamos poseer. Hay una cinta del caso Randall Adams, La delgada línea azul, y se utilizó directamente como evidencia a favor de Adams para de nuevo investigar su asunto, que es sobre una injusta sentencia de asesinato. Es decir, la película motivó a cambiar el fallo.”

Reflexiona:

“El cine tiene allí una influencia concreta, no metafórica. Una película de policías aborda un problema más institucional que social, aunque sí modifica la perspectiva de quien la ve… a nosotros nos pasó al hacerla.”

Espera que el largometraje abra los debates sobre la condición humana del policía, y expone dos propósitos con la cinta:

“Uno, el principal, es que desde el principio se pensó que este filme se iba a acompañar con una campaña de impacto que lleva Alexandra Zapata, una de nuestras productoras, pretendiendo que se discuta en distintos foros, tanto en academias de policías como en universidades generales y juntas vecinales; que sirva como una herramienta para entender muchos problemas sistémicos.

“Y segundo, como director lo único que espero es que se vea la película, que tome su curso y cobre vida... Morelia es muy importante para nosotros porque es como la entrada a México, y ya después, con Netflix, la podrá ver muchísima gente en más países. Y eso nos entusiasma muchísimo.”

No Ficción es una compañía fundada en 2017 por Daniela Alatorre, Elena Fortes y Cinépolis. Su meta: levantar contenidos de no ficción para múltiples plataformas con énfasis particular en documentales de temas sociales de alto perfil para una difusión vasta. Actúa también como plataforma con el fin de descubrir y apoyar nuevos talentos, dar vida a proyectos y brindar tutoría y recursos a futuros narradores, para ingresar a la arena global. Sus producciones premiadas incluyen:

Lorena, la de pies ligeros (Premio Ariel al Mejor Cortometraje Documental) de Juan Carlos Rulfo, Retiro (Mención Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Morelia) de Daniela Alatorre, y Familia de medianoche (Premio del Jurado a la Mejor Fotografía en el Sundance y más de 40 reconocimientos) de Luke Lorentzen.   

Reportaje publicado el 31 de octubre en la edición 2348 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace

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