Periodismo
Desde la prensa, desafío al poder
La prensa crítica latinoamericana padece el acoso desde las más altas esferas políticas. En ese riesgoso entorno, un grupo de periodistas colombianos decidió relanzar un semanario, Cambio, que siempre cuestionó al gobierno y que hace años fue propiedad de García Márquez.Los medios de comunicación en América Latina enfrentan el enorme problema de estar satanizados desde el poder. Con diversos matices y gradaciones, la prensa crítica latinoamericana padece el acoso desde las más altas esferas políticas. En ese riesgoso entorno, un grupo de periodistas colombianos decidió relanzar un semanario, Cambio, que siempre cuestionó al gobierno y que hace años fue propiedad de García Márquez.
BOGOTÁ (Proceso).– Justo en un momento en que los medios de comunicación y la libertad de expresión en Colombia, en México y en general en América Latina enfrentan enormes desafíos y una creciente estigmatización desde los centros de poder, un grupo de periodistas encabezados por Daniel Coronell –el columnista colombiano más crítico en su país– prepara el relanzamiento de la revista Cambio, un medio que hace años fue encabezado por el premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.
Coronell sabe que el nuevo proyecto es “como una marcha en contravía de lo que está pasando en el mundo”, donde varios medios cierran o se achican por la caída de ingresos publicitarios y la baja circulación de las versiones impresas, pero él cree que en Colombia hay espacio para hacer periodismo de “otra forma”.
Y esa “otra forma” pasa por dos variables: una línea editorial independiente, sin filiaciones ideológicas y orientada a fiscalizar a los poderes político y económico, y un formato exclusivamente digital.
“El periodismo debe ser, esencialmente, un medio de escrutinio de los ciudadanos frente al poder, y eso es lo que quisiéramos reforzar y para lo que quisiéramos trabajar”, dice a Proceso el columnista y expresidente de noticias de Univisión, la principal cadena de televisión en español de Estados Unidos.
Y esa tarea de escrutinio del poder público, afirma, es aplicable a la prensa de cualquier país, incluidos México y Colombia.
“En general –plantea– no es aceptable que el gobierno de ningún país defina cuáles peguntas quiere responder y cuáles no, porque parte del deber que tiene un gobernante demócrata es responder todos los cuestionamientos.”
Y agrega que “para el caso de México y para todos los países es válido que el papel de la prensa sea ejercer una fiscalización sobre los centros de poder en nombre de los ciudadanos, a pesar de que ha sido tradición que las críticas terminan estigmatizadas por el poder. Pero eso de ninguna manera debe desestimular a los periodistas, porque el trabajo del periodismo es hacerle preguntas difíciles al poder”.
Coronell dice que la nueva revista Cambio se propone cubrir las elecciones legislativas y presidenciales del próximo año en Colombia, ejerciendo “un periodismo que no sea partidista, que no tenga cartas marcadas para jugar y que siempre trabaje en el mejor interés de los ciudadanos”.
Cambio, que se comenzará a publicar en enero, afrontará este reto como un medio “nativo digital”, sin versión impresa, que tendrá un sitio en internet, que usará las redes sociales para divulgar sus materiales y que espera que sus suscriptores le den viabilidad financiera.
El propósito, dice Coronell, es que Cambio utilice las herramientas tecnológicas para contar historias de una manera atractiva y que sirvan a los ciudadanos para estar bien informados y “tomar mejores decisiones”.
De acuerdo con el periodista, “es importante tener una voz que investigue lo que se hace con los dineros públicos y qué decisiones se están tomando desde los poderes públicos y privados y su incidencia sobre los ciudadanos.
“También creo que es importante abrir un espacio para el análisis noticioso, que por las prisas de las épocas recientes ha ido desapareciendo de la mayoría de los medios, y también para reforzar opiniones independientes sobre lo que viene pasando en el país”, asegura.
Coronell, quien será presidente de Cambio, sabe lo que es vivir amenazado de muerte y tener de enemigo al hombre más poderoso de Colombia, el expresidente Álvaro Uribe, cuyos rostros más sombríos se ha encargado de mostrar al país en múltiples columnas.
Uribe lo ha llamado “extraditable” y lo ha acusado de tener “negocios con el narcotráfico”, pero el expresidente se ha tenido que retractar de esas afirmaciones por orden de un tribunal, que las consideró calumniosas.
Coronell, en cambio, ha publicado en sus columnas pruebas documentales, audios y videos que vinculan a Uribe con narcotraficantes, paramilitares y con delitos que investiga la Corte Suprema de Justicia en 28 procesos contra el expresidente, como masacres y manipulación de testigos. Por este último cargo, el político ultraderechista estuvo en prisión domiciliaria dos meses el año pasado y hoy sigue proceso en libertad.
De “Los Danieles” a “Cambio”
En abril del año pasado Coronell fue despedido de la revista Semana tras 15 años de desempeñarse como el principal columnista de esa publicación. El cese se lo comunicó a través de un mensaje vía WhatsApp la gerente del Grupo Semana, Sandra Suárez, ministra de Vivienda y de Medio Ambiente en el gobierno de Uribe y persona muy cercana al exmandatario.
En su última columna en Semana el periodista había criticado a esa revista –que entonces era propiedad a partes iguales del grupo financiero Gilinski y del empresario de medios Felipe López– por “incumplir el deber de separar sus intereses corporativos de su misión periodística”.
De acuerdo con Coronell, en varias notas publicadas en marzo de 2020 Semana había “disfrazado de información relevante y de interés público” una caída accionaria del grupo español Prisa, propietario de la emisora colombiana W Radio, que días antes había reportado el despido de unos 250 trabajadores de esa revista.
En solidaridad con Coronell, el columnista Daniel Samper Ospina también salió de Semana y ambos fundaron el portal digital Los Danieles, que desde abril del año pasado publica cada semana las columnas de ambos periodistas y de otros más, como los veteranos exdirectivos del diario El Tiempo Enrique Santos y Daniel Samper Pizano o la joven abogada y analista Ana Bejarano Ricaurte.
En noviembre anterior, el Grupo Gilinski adquirió 100% de las acciones de Semana y ese medio, que durante 38 años destapó casos emblemáticos de corrupción, paramilitarismo y crímenes de lesa humanidad –como las miles de ejecuciones extrajudiciales por parte de militares en el gobierno de Uribe– sufrió un viraje en su línea editorial.
El empresario Gabriel Gilinski, cuyo referente es la cadena ultraderechista estadunidense Fox News, asumió el mando total del medio y salieron en desbandada el director, Alejandro Santos, el reportero de investigación Ricardo Calderón y varios periodistas más.
Gilinski nombró como directora a Vicky Dávila.
“Los dos convirtieron a Semana en una publicación uribista, de ultraderecha y alineada con el gobierno del presidente (Iván) Duque (cuyo mentor político es Uribe). Renunciaron al periodismo de investigación”, asegura el investigador de temas de comunicación de la Universidad Nacional de Colombia, Fabio López de La Roche.
De acuerdo con el doctor en estudios literarios de la Universidad de Pittsburgh, lo ocurrido en Semana consolida en Colombia “la supremacía” de la propiedad empresarial de los medios de comunicación tradicionales, en los que “en general, aunque hay excepciones, hacer un periodismo comprometido con los intereses de la ciudadanía se ha convertido en una tarea muy ardua, o imposible, para los periodistas que trabajan ahí”.
La abogada Ana Bejarano Ricaurte, quien codirige la ONG de defensa jurídica de periodistas y de la libertad de expresión El Veinte, dice que la reaparición de Cambio es una respuesta de un sector del periodismo colombiano que siente que los grandes medios y los medios tradicionales necesitan, en general, aunque con honrosas excepciones, “una mirada más crítica”.
El surgimiento de la nueva revista, asegura, se produce en un contexto en el que el gobierno de Duque “incurre en actos de censura, persigue judicialmente a sus críticos y está empeñado en un soliloquio despótico”.
El Veinte lleva unos 20 casos de defensa de periodistas que, según explica la abogada, han sufrido acoso judicial del gobierno y la Fiscalía, y hasta el veto del presidente Duque, como fue el caso del columnista Daniel Samper Ospina, a quien el mes pasado el mandatario se negó a contestarle una pregunta en un programa de Caracol Televisión, porque el año pasado reveló el uso de un avión oficial para trasladar a sus hijos a una fiesta de cumpleaños. “Con Duque se ha deteriorado el clima de libertad de expresión”, señala Bejarano Ricaurte.
López de La Roche dice por su parte que “tampoco ayuda el hecho de que existan grandes medios claramente alineados con el gobierno y con la extrema derecha uribista”.
El autor del libro Cultura, medios y sociedad señala que también hay medios colombianos tradicionales que, a pesar de ser propiedad de grupos empresariales, como es el caso del diario El Espectador, “tienen una línea editorial plural, han jugado un papel en defensa de la paz y hacen un periodismo de denuncia”. Pero afirma que “el giro editorial de Semana dejó un gran hueco en el periodismo de investigación”.
Proceso quiso comunicarse con la directora de Semana, Vicky Dávila, para conocer su versión, pero no obtuvo respuesta.
Periodistas al mando
La revista colombiana Cambio surgió en 1993 como Cambio 16, filial de la publicación española del mismo nombre. Los accionistas –entre quienes figuraba la periodista Patricia Lara Salive– la vendieron cinco años después al escritor Gabriel García Márquez y otros socios.
García Márquez la renombró Cambio y llevó la revista a México, donde la editó en sociedad con Televisa entre 2001 y 2004 bajo la dirección del periodista colombiano Roberto Pombo.
En 2006 la edición colombiana de Cambio fue vendida por su directora y accionista, Patricia Lara Salive, a la Casa Editorial El Tiempo, empresa que decidió cerrarla cuatro años después tras una investigación de la revista que reveló un fraude de más de 500 millones de dólares en el gobierno de Uribe con fondos para campesinos desviados a terratenientes cercanos al régimen.
Lara Salive calificó el cierre como “un acto de censura” ya que Cambio “era una piedra en el zapato del gobierno de Uribe porque estaba destapando asuntos de corrupción muy comprometedores”.
La nueva revista Cambio que presidirá Coronell tiene hasta ahora tres socios inversionistas: Patricia Lara Salive, el industrial y exalcalde de Cali, Maurice Armitage, y el político liberal y empresario Gabriel Silva.
De acuerdo con Coronell, los dueños de la publicación “no van a mandar, porque las decisiones editoriales las tomaremos los periodistas”.
El director de Cambio será Federico Gómez Lara, exreportero de Semana e hijo de Lara Salive, y los columnistas de Los Danieles publicarán en la nueva revista digital, sin que el portal fundado el año pasado desaparezca.
Coronell dejó en agosto pasado la presidencia de noticias de Univisión dentro del proceso de fusión entre esa cadena estadunidense y la mexicana Televisa. Fue reemplazado por Leopoldo Gómez, quien fue durante más de dos décadas vicepresidente de noticias de Televisa.
El periodista colombiano señala que una cláusula de confiabilidad que firmó al salir de Univisión le impide hablar de ese tema.
Coronell señala que son épocas difíciles para ejercer el periodismo en Colombia porque los reporteros sienten que en muchos casos “no hay el suficiente acceso al poder para ejercer una labor de escrutinio periodístico”.
Y, por otro lado, muchas coberturas periodísticas están reflejando “el punto de vista de los poderosos y no el de los ciudadanos”, lo que hay que revertir.
En el estallido social que vivió Colombia en mayo y junio pasados, el gobierno de Duque minimizó en forma reiterada las violaciones masivas a los derechos humanos, que se evidencian en las decenas de muertos y desaparecidos a manos de la fuerza pública, lo que ha sido documentado por ONG independientes.
En cambio, el presidente, voceros de su gobierno y el ultraderechista partido oficial Centro Democrático estigmatizaron como “criminales” a los manifestantes por los cierres de vías y por enfrentar a la fuerza pública, y criticaron a los medios que dieron cobertura a los abusos de la policía.
“El presidente Duque –dice Coronell– ha ido empeorando su relación con la prensa crítica y en esa medida han empeorado las condiciones para ejercer el periodismo en Colombia. Es importante que el presidente reflexione y entienda que libertad de prensa no es defender los privilegios de unos reporteros, sino el derecho del ciudadano a conocer la verdad.”
Los gobernantes “de aquí y de allá, y el presidente Duque entre ellos, tienen la tendencia a volverse vanidosos, a envanecerse con el poder y a pensar que nadie les debe preguntar nada que les moleste y que las cosas deben verse bajo la óptica de ellos”, asegura el periodista colombiano.
Reportaje publicado el 17 de octubre en la edición 2346 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.