Billy Álvarez: 'No me voy”
La novela celeste tiene un capítulo más. El director general de la Cooperativa La Cruz Azul y presidente de La Máquina, Guillermo, Billy, Álvarez Cuevas, asegura que uno de sus principales opositores, su cuñado Víctor Garcés, dejó de operar en el equipo de futbol porque la justicia no le dio la razón. En charla con Proceso, denuncia que personas ajenas a la cementera y al club financian a la disidencia y detalla los acercamientos que ha habido por parte de empresarios interesados en el grupo que encabeza.
CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Blanco de polémica y crítica, así como de acusaciones por corrupción y malos manejos, Guillermo Álvarez Cuevas, director general de la Cooperativa La Cruz Azul y presidente del club de futbol profesional de la empresa, habla en entrevista con Proceso sobre los señalamientos en su contra, el presunto intento de venta de la cementera y del equipo, y de la guerra fratricida que lo tiene en tribunales.
Sobre su responsabilidad al frente de la cooperativa y de La Máquina dice que no depende de un solo hombre, sino de la asamblea general de socios. “¿Usted cree que (la permanencia) es por mi propia decisión? ¿Puede un hombre mantenerse en el puesto por sí mismo, porque es un dictador? Mi cargo es por tiempo indefinido y con base en resultados”.
Responsable desde 1988 de una de las mayores cementeras de América Latina, Guillermo, Billy, Álvarez también se anima a hablar un poco de un hipotético sucesor, en caso de que la asamblea general de la cooperativa así lo decida: “Sí tengo una idea de quién podría ser, pero –aclara– no sólo hay una persona”.
Enseguida, esboza el perfil que debe tener el que esté al frente de la cementera y del equipo de futbol: destaca como primer requisito “que tenga la calidad de socio. Esta no es condición sine qua non. Por otro lado, la persona debe tener conocimiento de la industria, del mercado y de cómo están las circunstancias de una estructura financiera sana para que la empresa pueda seguir como hasta ahora: sólida, sujeta a AAA de créditos con las instituciones bancarias”.
Agrega que su cargo exige ser competitivo porque, en el caso de las cementeras, se necesitan grandes inversiones como las que realizan en Oaxaca e Hidalgo. “Estamos hablando de una inversión de 350 millones de dólares en las nuevas líneas de producción”.
Pleito intestino
Billy Álvarez sigue hablando del tamaño del grupo que dirige –“está integrado por 26 empresas en total, incluido el equipo de futbol”– y luego regresa al tema del probable sucesor. Aunque se resiste a identificarlos, acepta que entre ellos está su hermano Alfredo.“Él conoce (los asuntos de la cooperativa y el equipo). Actualmente se encuentra en el Área de Planeación Estratégica, lo cual me ayuda mucho también a tener todas esas ventanas o visiones de lo que puede ser la diversificación…” No habla más sobre Alfredo. Entonces, se le pregunta sobre su cuñado Víctor Garcés Rojo, quien apenas el año pasado promovió una serie de denuncias en su contra, exigiéndole, entre otros asuntos, la rendición de cuentas por el manejo de las finanzas de la cooperativa y del equipo Cruz Azul (Proceso 2237).Este semanario documentó que el director general de la cooperativa enfrenta cinco querellas promovidas por su propio hermano Alfredo y Garcés Rojo, quien cuando se ostentó en 2019 como vicepresidente del equipo le exigió a Guillermo transparencia sobre lo hecho al frente de ambas entidades durante los últimos 25 años. Con Víctor Garcés ya estableció una “sana distancia”, dice Guillermo Álvarez. –¿Cómo entiende que su propia familia lo haya denunciado? –No todos los dedos de la mano son iguales, pero no quiere decir que uno soslaye que en ese momento están queriendo actuar como vicepresidentes del Club Deportivo Social y Cultural Cruz Azul AC. Y lo remarco porque sus papeles lo han sostenido en función de que el licenciado Alfredo Álvarez continúa siendo socio de la cooperativa y no ha dejado de ser vicepresidente del club. En cambio, la situación del licenciado Víctor Garcés es distinta, por los estatutos. –El señor Garcés le pide que rinda cuentas. ¿Ya lo hizo? –No para él. La rendición de cuentas se ha hecho anualmente ante la asamblea general. En las asambleas generales informamos sobre todas las empresas, incluido el Club Deportivo Social y Cultural Cruz Azul. Sobre la posibilidad de que todos sus opositores operen juntos para destituirlo, como el hecho de que su hermano y su cuñado tengan una alianza con la disidencia que encabezan Víctor Manuel Velázquez Rangel y José Antonio Marín, presidentes del Consejo de Administración y del Consejo de Vigilancia, respectivamente, pero recién inhabilitados por un juez federal, Guillermo Álvarez apela a los lazos familiares. “¡Sería imperdonable, eso es impensable! Yo creo que la sangre llama”. –Entonces, ¿cómo interpreta este tipo de acciones legales que emprendieron su hermano Alfredo y su cuñado Víctor? –En el caso del licenciado Garcés, su aspiración es seguir reconocido como socio del club y, por lo tanto, directivo del equipo. –¿Garcés pretende recuperar su calidad de cooperativista? –No me ha externado su deseo de ser cooperativista de nuevo. En estos momentos, la circunstancia estriba en que en los estatutos del Club Deportivo Social y Cultural Cruz Azul no está claramente definido si se deja de ser vicepresidente del equipo cuando se deja de ser socio de la cooperativa. Esa es la disyuntiva. El presidente de La Máquina explica que Víctor Garcés no ejerce alguna función en el equipo desde diciembre último, cuando una resolución no lo favoreció en el pleito legal que entabló en su contra por la vicepresidencia del club. Un juez le negó la demanda a Víctor Garcés porque éste no acreditó su estatus de vicepresidente y, por lo tanto, carece de legitimación. De acuerdo con Álvarez, su cuñado ya perdió ese caso en definitiva; recuerda que Garcés recientemente solicitó a la justicia un amparo indirecto y el juez ya ni siquiera le dio ingreso al requerimiento por falta de legitimación.
Mano negra
El 13 de enero último, Guillermo Álvarez Cuevas fue increpado por un grupo de personas que era encabezado por Víctor Manuel Velázquez y José Antonio Marín frente a las puertas de Palacio Nacional. En un instante, los disidentes se fueron a empujones y gritos de “¡Fuera Billy, fuera Billy…!” contra el director general de la cementera. Álvarez pudo entrar al edificio debido al apoyo de los militares que custodian la entrada.“Iba a Palacio Nacional por un asunto de trabajo para el proyecto del Tren Transístmico, todo ese desarrollo que viene ahora y en el que estamos contribuyendo con la inversión. También estamos participando en Dos Bocas, en toda la zona del Tren Transístmico Coatzacoalcos-Salina Cruz”.–¿Qué impresión le dejó el incidente? –Nunca pensé que después de tantos años de conocer a varios de ellos, los conozco desde niños al igual que a sus padres y abuelos, pueda haber ese sentimiento de odio y rencor. Sinceramente, eso no cabe en mí hacia ellos. –¿Identificó a todos los cooperativistas? –Hubo gente enquistada. Me precio de conocer a la gran mayoría de las personas, había rostros que no pertenecen a la cooperativa. –¿Qué pudo llevarlos a este desencuentro? –La falta de diálogo. –¿Por qué no ha habido diálogo? –No. En su momento se rompió por sus acciones, llegaron a irrumpir en el edificio de las oficinas corporativas o a clausurar las oficinas de la dirección general. Para mí eso es estar viendo mucho el espejo retrovisor. No ayuda en nada para dar soluciones. –¿En sus planes está el regreso al diálogo? –Para bailar tanto se necesitan dos. Entonces, si alguien está dispuesto al diálogo, el otro también tiene que estarlo. Una cosa es que vean madurez, serenidad, asertividad, pero que no se confunda con debilidad de carácter. Esto es de cabeza serena –golpea el escritorio– o mente fría y pies calientes. –¿Cómo cree que el grupo disidente supo que iría a Palacio Nacional? –Uno no tiene que estar diciendo ‘ahorita vengo, voy a Palacio Nacional’. Pero tres personas asistíamos a esa cita de trabajo con el responsable del corredor del Istmo, Rafael Marín Mollinedo, y solamente sabían ahí o en la oficina de donde fueron las otras personas que me acompañaron: el gerente de Concretos y el gerente de la Planta de Oaxaca, Joel Vázquez y Pablo Reséndiz, respectivamente. –¿Sospecha usted de ellos? –En absoluto. –¿Habrá una reacción a este episodio a título personal o institucional? –Hay acciones que no he emprendido yo, pero sí otras personas que se han sentido lastimadas. En su momento hice una denuncia con fe de hechos, no que haya habido agresión, sino señalamientos. –¿Qué tipo de señalamientos? –En una ocasión un grupo de mujeres se manifestó en el Senado. Una de ellas es mi sobrina, es hija de un primo hermano, se trata de Giuliana Reynoso (esposa de Víctor Manuel Velázquez) ¿A ellas les tiene uno que rendir cuentas, a las señoras que no forman parte de la sociedad? Sobre los señalamientos en su contra de que opera sin planeación, Guillermo Álvarez dice: “Si en los últimos 22 años la empresa ha crecido 450%, ¿usted cree que esto es obra de la casualidad o que nunca hubo planeación? ¿Por qué recibimos dos plantas cementeras? No es lo mismo hacer expansiones o modernizaciones que hacer plantas en otro lugar donde hay que crear infraestructura, no sólo tener yacimientos de materia prima”. –¿Tiene idea de dónde provienen los recursos que sostienen el movimiento contra usted? –Esos recursos son de terceros, de personajes que no tienen nada que ver con la organización. Indudablemente (la disidencia) tiene algunos que otros contactos. Se está manejando más políticamente con intereses raros. ¿No que todos los asuntos se manejan internamente? ¿Por qué tenemos que recurrir a externos? Y eso, porque usted lo sacó a colación, pero el tema de los recursos para mí también es una incógnita, porque no es como comprar chicles. –¿Le queda claro que los enemigos no sólo los tiene en casa? –Sí. Nadie es monedita de oro para caerle bien a todos. (Están) apoyados por alguien externo. –¿Sus detractores se han excedido en sus formas? –Sí. Probablemente no se quieran ni entre ellos mismos. Únicamente están unidos por esta circunstancia –hace un ademán de dinero– y después se pelearán entre ellos.