Han transcurrido 14 meses desde aquella medianoche en que la residencia presidencial, tras la salida de Enrique Peña Nieto, fue “invadida” en cuatro horas por 25 mil personas, para convertirse en un espacio público. A partir de entonces se han incrementado las visitas (50 mil un domingo). Ello ha complicado definir sus ejes transversales, a decir de su coordinador, el arquitecto Homero Fernández. quien realiza para Proceso una evaluación integral a partir del principio de austeridad. Al explicar los nuevos proyectos, cuenta cómo distribuirá en ellos los 80 millones de pesos, de los cuales 10 son ya deudas del pasado.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).-
A las 11:40 de la noche del 30 de noviembre de 2018, en sus últimos momentos como presidente de la República, Enrique Peña Nieto dejó la Residencia Oficial de Los Pinos en 18 camionetas Suburban y un helicóptero. Su última cena en el lugar fue con el rey Felipe VI de España, país en el cual volvería un par de meses más tarde a la vida pública.
Al día siguiente, el 1 de diciembre, a las 10:00 de la mañana, las rejas se abrieron para dar paso a largas filas de gente que arribó desde temprano, la mayoría –sin duda– para atestiguar cómo había vivido Peña Nieto y sobre todo su esposa Angélica Rivera, La Gaviota, y sus respectivos hijos.
Para muchos fue un hecho histórico que el actual presidente Andrés Manuel López Obrador renunciara a vivir en la lujosa residencia y decidiera emular al general Lázaro Cárdenas, quien rechazó habitar el Castillo de Chapultepec y se trasladó a Los Pinos. Así, dijo desde la campaña, se distinguiría de la clase política despilfarradora, ostentosa, frívola.
A 14 meses de la
apertura del Complejo Cultural Los Pinos (CCLP), su director ejecutivo, Homero Fernández, relata que en el sexenio anterior apenas tuvieron oportunidad de entrar un par de ocasiones, con el ingeniero Alejandro Esquer Verdugo, particular del presidente, y Alejandra Frausto, ahora secretaria de Cultura. Fueron visitas muy acotadas, no les permitieron sacar fotografías y apenas tomaron apuntes.
Así, mientras Peña Nieto cenaba con el rey, Fernández y sus colaboradores aguardaban en la Quebradora de Chapultepec a que el mandatario se fuera para tomar las instalaciones. Confiesa en entrevista con Proceso:
“Y sólo pensábamos: ‘¿Cómo chingaos le vamos a hacer?’ Porque el presidente nos dijo: ‘No hay presupuesto, abran las puertas’. Le dijimos: ‘Oiga, pero es que van a grafitear’.”
La respuesta de AMLO fue tajante:
“Si eso quiere el pueblo, que eso suceda. Ustedes tienen la labor de abrir. Nada más.”
En sus oficinas, instaladas en el controvertido y costoso edificio de cristal que Peña construyó para ser el despacho de Aurelio Nuño (Proceso, 1976), el arquitecto egresado de la Universidad Iberoamericana y expropietario de Parque Galería, recuerda que pasaron la madrugada metiendo sanitarios portátiles, guías para las filas, y convocaron a amigos y voluntarios de la Secretaría de Cultura (SC) con el fin de recibir a los visitantes que se esperaban por miles. En las primeras cuatro horas entraron 25 mil personas.
¿Cuáles han ido sus avances hasta hoy y qué planes se tienen para consolidar el espacio cultural?, se le pregunta a Fernández, quien señala que para adecuar y mejorar los espacios públicos y brindar mayor accesibilidad, debieron hacer el plano general y un levantamiento de cada uno de los 79 edificios que ahora saben que existen. Se hicieron, para todos, los planos hidráulicos, sanitarios, estructurales y topográficos, porque no había nada:
“Aquí no había transparencia ni nada de eso, por seguridad nacional. Hacían lo que se les pegaba la gana. Peña Nieto ha sido el presidente que más construyó en Los Pinos, antes fueron Felipe Calderón, Vicente Fox y Miguel de la Madrid. Nadie les decía nada. Nos cuentan los militares y los visitantes.”
Cuando fue invitado por Alejandra Frausto a dirigir el CCLP le dijo que tendrían que colaborar los titulares de la SC, para programar y optimizar el presupuesto:
“Yo nunca había trabajado en el gobierno, escuché que teníamos un presupuesto en Los Pinos, hice un ejercicio de programación con ese monto, y cuando se lo entregué se enojó muchísimo, me dijo: ‘No, no somos el sexenio pasado, no debes programar dependiendo de lo que tengas. Además ¿quién te dijo que tienes eso? Yo nunca te lo dije. Tienes que programar con las demás instancias de la secretaría”.
De esta manera, asegura, se han logrado proyectos “consolidados y muy económicos... nos hemos ahorrado mucha lana”. Han colaborado el Centro Cultural Helénico (CCH), el Sistema Nacional de Fomento Musical (que está instalado en la casa Adolfo Ruiz Cortines), y el Programa Alas y Raíces. Se abrió una convocatoria, mediante la cual estas instancias pagarían a los talentos, y el CCLP “pondría los fierros y el espacio y todos ganamos, se va generando público, que ha sido lo más difícil”.
Se debe recordar que muchos de los artistas que participaron el año pasado no recibieron sus pagos a tiempo. Se movilizaron y organizaron plantones frente a Palacio Nacional durante las conferencias mañaneras de AMLO. Y hasta el pasado 5 de febrero, Frausto se reunió con la comunidad artística para ofrecer disculpas y comprometerse a solucionar los atrasos.
Hasta ahora, el CCLP ha recibido tres millones de visitantes, según cifras de Fernández, aunque reconoce que el morbo o la curiosidad por saber cómo vivían los expresidentes sigue siendo una razón de peso. Ellos buscan cambiar esa motivación por un concierto, obra de teatro o exposición, porque además la mayoría de los visitantes “nunca se había enfrentado a una expresión cultural y estamos aprovechando eso”.
Cuenta con dos equipos principales, uno para programación y otro para exposiciones. Durante 2019 se organizaron mil 600 actividades y tres exposiciones. Está conformando un tercer equipo de comunicación, con el apoyo de 30 jóvenes del programa Construyendo el Futuro, que inicialmente eran “facilitadores de espacio, pero recibieron capacitación para convertirse en guías, tanto del complejo como de cualquier otro museo. Varios de ellos son historiadores, por lo cual elaboraron un guion para las visitas con el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.
Entre las exposiciones de 2019, menciona De lo perdido, lo que aparezca, conformada por el conjunto de obras que el expresidente Carlos Salinas de Gortari encargó en 1993 a 33 artistas, entre ellos Francisco Toledo. El pintor oaxaqueño escribió una carta a López Obrador para señalar que su pintura no se encontraba. Así dieron con unas bodegas de Presidencia ubicadas en Constituyentes, donde estaban las obras, se restauraron y se armó la exposición, cuyo título fue propuesto por el propio Toledo.
“La cabaña del perro”
La noche del 29 de marzo de 2018, la ahora diputada Tatiana Clouthier y Frausto lanzaron una convocatoria para que la ciudadanía propusiera usos para Los Pinos, en https://lospinosparatodos.wordpress.com/2018/03/30/20/. Se le pregunta a Fernández qué pasó con las propuestas, si se consideró alguna o los funcionarios decidieron hacer el complejo cultural:
“No, como que era intrínseco que iba a ser cultural. Creo que fue importante abrir la página, se llamaba ‘Los Pinos para todos’, para tener el pulso de lo que pensaba la gente. Lo que no queríamos es que fuera un segundo Castillo de Chapultepec, con los muebles ahí, unifilas donde ni pudieras ver, todo estático, eso no nos parecía.”
Aunque hubieran pensado en exhibir los muebles, cuando entraron se dieron cuenta de que los anteriores inquilinos vaciaron las casas, los salones. Apenas habían dejado algunas muebles y objetos. Por ejemplo, en la casa Miguel de la Madrid, construida por Peña, había una “faraónica sala de juntas de gabinete”, con muebles a los que se integraban aparatos electrónicos “impresionantes” y en sus paredes colgaban los retratos de los presidentes. El mobiliario se trasladó a Palacio Nacional, y con ello se abrió un espacio nuevo “porque son 79 edificios, pero no hay espacios para exponer, están los salones, pero es casi lo único”.
Ahí en la Miguel de la Madrid se montó una exposición sobre 1968, “por la memoria, porque aquí se dio la orden de la matanza y tenemos que dejarlo vivo en la conciencia, aprovechando el flujo de gente que viene con el mayor interés”.
Informa que están “a nada de que nos den la cartera de inversión” para hacer algunas modificaciones en lo que fuera la cancha de tenis, donde ensayan jóvenes de Fomento Musical, como parte del Programa Los Pinos Suenan. El presupuesto será de 80 millones de pesos, menos 10 millones con los cuales deben cubrir adeudos del pasado. Con los 70 restantes habilitarán espacios y organizarán alguna exposición parecida a la de cerámica que presentaron hace unos meses.
Muestra en el plano general algunos de los espacios por recuperar. En la “casita” que José López Portillo le construyó a su mamá (hay que recordar que su hija Carmen Beatriz López Portillo, casada entonces con Rafael Tovar, también vivió en una casa aparte en Los Pinos), planea una biblioteca.
De las 79 construcciones, se han habilitado cerca de 26. Agrega el funcionario que no paran de “abrir nuevos espacios, resignificarlos y redignificarlos”. Regresa al mapa: “Estas eran bodegas y talleres de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), aquí es una lavandería, y aquí un pozo de agua, es pura pero sólo surte a Los Pinos, También es un edificio”.
Marca un cuadrado más:
“Éste era para perros”.
–¿Ahí los entrenaban los militares?
–¡No! Eran perritos falderos de la familia Peña Nieto. Aquí los cuidaban, los atendían, los bañaban, pero es una casa. La conocemos internamente como la Cabaña del Perro, le vamos a cambiar el nombre, pero ahí cabe, por ejemplo, un taller entero de serigrafía y ya los han impartido los de Alas y Raíces, porque la idea es aprovecharlo.
Las casetas de vigilancia, que son de grandes dimensiones, también serán reasignadas. Al lado del antiguo Molino del Rey (donde se creará el Museo del Maíz por el arquitecto Óscar Hagerman y guion de Cristina Barros), planean hacer un restaurante especializado en el grano. Y otro más en la caseta de Constituyentes que sirva para la colonia San Miguel Chapultepec.
Su idea es crear un polo en el jardín del lindero con la avenida, aunque por el momento no es bello porque tenía plantas exóticas, africanas, que estaban maltratando el entorno. Planean sustituirlas por plantas endémicas, con el apoyo del botánico Jerónimo Reyes, del Jardín Botánico de la UNAM, especialista en magnolias mexicanas en peligro de extinción. Indica que antes trabajaban en los jardines 600 jardineros de la Sedena, ahora tienen solamente seis.
El arquitecto recuerda que cuando López Obrador decidió recuperar la cuarta sección y se creó el Proyecto Chapultepec con el artista Gabriel Orozco como director, el CCLP se incorporó al planteamiento general, pero su presupuesto de 80 millones de pesos no se suma ni se resta a la inversión global de todo el bosque, que es de 1 668 millones de pesos para este 2019.
Detalla que para Orozco “una institución clave en el proyecto, es la Casa Lázaro Cárdenas, pues es el origen de Los Pinos”. El lugar pertenecía a la familia Del Río, ahí se casó la actriz Dolores del Río. Había sido expropiado por Venustiano Carranza, pero cuando Cárdenas se va a vivir ahí, decide pagarle a la familia.
Orozco, sigue, plantea hacer un museo de sitio de la vida y las acciones del general, por ejemplo, su papel con el Exilio Español. El guion está a cargo del historiador Salvador Rueda Smithers, director del Museo Nacional de Historia, ubicado en el Castillo de Chapultepec. Planean inaugurarlo el 19 de octubre próximo.
Pedestal vacío
Otros proyectos son una sede para el Fondo Nacional de Fomento a las Artesanías (Fonart) en la Galería Histórica del Estado Mayor Presidencial. Y fundamental para Fernández, sería una Casa de la Cultura Política.
Se le comenta que muchas de las actividades podrían haberse mantenido en sus espacios habituales, como las obras teatrales con el Centro Cultural Helénico o los conciertos de Fomento Musical, de no abrirse Los Pinos. Pareciera que, al encontrarse con un espacio tan grande, piensan en “llenarlo de eventos”, pero no definen a qué plan maestro obedece todo. Es decir, ¿cómo se inserta en el Programa Nacional de Cultura?, que aún no ha dado a conocer Frausto.
Responde que no es ansiedad por llenar espacios, sino por la cantidad de gente que puede llegar hasta 50 mil personas en un domingo. Y se puede hacer mucho con ellas. Añade:
“Justo lo que nos ha costado más trabajo es entender cuáles serían los ejes transversales y cuál es el programa. La exposición del 68 se me hace muy lógica porque cumple con varios de ellos: apertura, inclusión, darle voz a los que no la tenían, como este gesto de haber tomado el espacio. Y cosas también actuales como la perspectiva de género, la vinculación con otras instituciones.”
Presenta un borrador de tres páginas, con la aclaración de que sigue trabajando en él, con la Misión y Visión del CCLP y los ejes transversales: Perspectiva de género; Inclusión social; Vinculación institucional; Arte popular; Arte y tecnología; Difusión de la cultura y las artes; Medio ambiente; Memoria histórica, política y social; Niñas, niños y jóvenes; y Vinculación comunitaria.
Pero sus propósitos no distinguen a la 4T de Programas Nacionales de Cultura de otros sexenios: facilitar manifestaciones artísticas y culturales de calidad a todo el pueblo de México; respetar la diversidad cultural, la memoria histórica y social del país; contribuir al pleno ejercicio de los derechos culturales; establecer acciones que brinden la misma oportunidad de acceso a hombres y mujeres; y reconocer las desigualdades por razón de sexo, origen étnico, edad, condición de discapacidad, condición social, entre otros.
Fernández acepta que uno de los públicos más difíciles de atraer, pese a que se rompe la cabeza pensando cómo lograrlo, son los jóvenes. Y otro reto es acercar a la gente de los barrios, pues aunque está San Miguel Chapultepec enfrente, no van. Reflexiona una posible causa:
“Chapultepec se le negó a la gente de bajos recursos, históricamente. Si ves el mapa en la parte norte, la zona más pobre, hay una barrera de nueve kilómetros que es Constituyentes. ¡Es terrible que haya pasado eso y nadie se diera cuenta! Y si ves al sur, ves que el parque entra a los jardines de las casas de los ricos. Literal sucedió así. Pedían concesiones de jardines y luego se iban robando cada vez más el parque. Es una división, y la idea es que ahora sea un motivo para unir a la sociedad.”
Evoca a un diseñador urbano de Nueva York que consideraba al Central Park como el único lugar “donde una judía rica se puede enamorar de un negro pobre, porque esa es la magia del espacio público”, y dice que eso podría pasar aquí.
–La apertura de Los Pinos también se ha visto como una especie de revanchismo de clase social, reforzado por el discurso de los fifís.
–Más que un revanchismo hacia la clase social, era un revanchismo hacia la clase política y una lógica con su discurso.
Narra que cuando Fox ganó la presidencia fue a una comida en casa de Jacobo Zabludovsky, donde estaba el arquitecto Alberto Kalach, quien le dijo: “Si tú eres el cambio, no vivas en Los Pinos”. Su interpretación fue a medias: No vivió en la casa Miguel Alemán, pero construyó una cabaña, de “ultralujo”.
Y agrega:
“López Obrador sí cumplió al no meterse aquí, ni a una cabañita, ni a nada. Por eso insisto en que no es hacia la clase social, sino hacia la clase política o hacia ese tipo de clase política.”
Se le pregunta cómo ve el CCLP dentro de cinco o seis años. Responde que “cuando López Obrador se vaya debe estar física y moralmente tan apropiado por el pueblo, que su apertura sea irreversible, que a nadie se le ocurra –ni por las modificaciones que le hagamos al espacio público ni en la psique de la población– que esto regrese a ser una casa cerrada o una casa de gobierno, eso ya pasó a la historia”.
Luego, anticipa que los días sábado 22 y domingo 23 de febrero se llevará a cabo la 1ª Jornada “Rumbos para la inclusión en Los Pinos”, con un amplio y diverso programa de actividades. Se le pregunta para concluir:
–¿López Obrador ya vino a ver lo que están haciendo?
Niega con la cabeza.
–¿No?, ¿cómo es posible?
–No, está muy contento, atento a lo que sucede aquí, pero le da mala vibra venir.
–Él pidió que cambiara y está cambiando, ¿no? Podría venir a un concierto.
–Ese sería el mayor reto del sexenio, que esto cambie tanto para que no tenga marcha atrás, pero también para que Andrés Manuel venga.
Vuelve su vista al mapa general, y señala con el índice el paseo de los presidentes, donde están las esculturas de cada uno de los que vivieron en Los Pinos. Dice que ya está el pedestal para la figura de AMLO, pero vacío:
“Y así se va a quedar, eso se me hace muy poderoso.”
Este reportaje se publicó el 16 de febrero de 2020 en la edición 2259 de la revista Proceso