Custodios que laboraban en la cárcel federal de Puente Grande, en Jalisco, cuentan a Proceso los problemas causados con su cierre. Entre los conflictos mencionados está el riesgo de que el autogobierno que existía en el Cefereso 2 se traslade al Cefereso 17, en Michoacán. “El tumor se cambió a otro brazo del mismo cuerpo”, advierten. También denuncian que ellos serán trasladados de cárcel y que con el cambio corre riesgo su vida y han padecido abusos laborales.
GUADALAJARA (proceso).– Luego del anuncio del 28 de septiembre último sobre el cierre del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) 2 en Puente Grande, custodios denuncian despidos injustificados, aumento de los riesgos laborales y advierten sobre el traslado del autogobierno penitenciario a Michoacán. Además, familiares de los internos desconocen el destino de sus esposos e hijos.
Antes del amanecer del día 29, bajo un fuerte dispositivo de seguridad de la
Guardia Nacional, el primer grupo de reos a trasladar salió en un camión blindado hacia la Base Aérea Militar en Zapopan, para luego ser enviados a otra prisión federal. La misma operación se repitió al día siguiente.
El 19 de enero de 2001 Joaquín Guzmán Loera, entonces líder del Cártel de Sinaloa, escapó oculto en un carrito de lavandería del mismo penal de Puente Grande; por ese hecho, la opinión pública le impuso el mote de “Puerta Grande” al centro de reclusión que comenzó a operar en 1993, como parte de un proyecto de cárceles de máxima seguridad para albergar a los reos considerados de alta peligrosidad.
En sus últimos días de apertura, este penal federal tenía 376 internos, según el “Cuaderno Mensual de Información Estadística Penitenciaria Nacional” que fue actualizado hasta julio último.
El Cefereso 2 era el segundo más grande de México, después del penal federal de El Altiplano, en el Estado de México, de donde Guzmán Loera también escapó, el 11 de julio de 2015, a través de un túnel.
Amenaza para la seguridad
De acuerdo con custodios de Puente Grande, cuya identidad se resguarda por motivos de seguridad, Miguel Ángel Treviño, El Z-40, quien fuera líder del cártel de Los Zetas, es quien gobernaba la penitenciaría federal que acaba de cerrar.
Ahora con su traslado al Cefereso 17, en Michoacán, advierten los entrevistados, Treviño podría hacer lo mismo: tomar el control del penal.
“Ya le dan concesiones, ya le llevan a un interno para que le toque con mariachi, para que lo amenicen; también logró que le duplicaran el dinero para la compra en tiendas (...) El tumor se cambió a otro brazo del mismo cuerpo”, aseguran.
Fragmento del reportaje publicado en la edición 2292 del semanario Proceso cuta versión digital puedes adquirir aquí.