Odio y racismo, al alza en Estados Unidos
En Estados Unidos se incrementan los crímenes de odio y se multiplican las organizaciones racistas, alentadas por el éxito del discurso antimigrante que ha utilizado el magnate Donald Trump desde su irrupción en la política. Por esa razón, activistas y académicos temen que el tiroteo contra la comunidad hispana del sábado 3 en El Paso, Texas, no sea un incidente aislado sino una consecuencia más del repunte del supremacismo blanco.
SAN FRANCISCO, Cal. (Proceso).- El tiroteo en un Walmart de El Paso, Texas, en el que murieron 22 personas y decenas resultaron heridas, es el peor ataque contra la comunidad hispana en la historia reciente, pero se teme que no sea el último.
El aumento continuo de los grupos supremacistas en Estados Unidos (de 892 a mil 20 en los últimos tres años), así como el de los crímenes contra minorías étnicas o crímenes de odio, se suman a otro factor:
“Lo que es más aterrador es que este ataque masivo, dirigido específicamente contra la comunidad latina tiene el potencial de inspirar ataques similares contra la misma comunidad con un propósito similar”, dice a Proceso William Braniff, director del Consorcio Nacional para el Estudio del Terrorismo y Respuestas al Terrorismo (START) de la Universidad de Maryland.
“Lo que hemos visto en los últimos tres años –puntualiza Braniff– es que el 25% o más de los grupos supremacistas en Estados Unidos han incorporado posiciones antiinmigrantes en su ideología. En el 2014 era un 10% de los grupos, pero para el 2017 subió hasta 38%.”
Esta posición antiinmigrante, dice, se convirtió en una gran parte de la retórica y propaganda de un movimiento de por sí radical y violento.
La organización no gubernamental Southern Poverty Law Center, que monitorea y documenta los crímenes de odio en el país, indica que entre 2000 y 2018 los grupos de extrema derecha que promueven el odio racial, como el Ku Klux Klan, los supremacistas blancos y los neonazis, pasaron de 599 a mil 20. Tan sólo entre 2015, cuando arrancó la campaña electoral en Estados Unidos, y el año pasado, surgieron 236 nuevas organizaciones de ese tipo.
Esto coincide con un aumento de los crímenes de odio en 9% en las principales ciudades de Estados Unidos, según un reporte del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo de la Universidad Estatal de California en San Bernardino (CSUSB).
Brian Levin, director del CSUSB, sostiene que la cambiante demografía en el nivel local, la polarización de la sociedad y el incremento de grupos supremacistas blancos están detrás de esa agudización de la violencia. “Con frecuencia –añade– los crímenes de odio suben cuando surgen conflictos políticos o eventos domésticos o internacionales. El año previo a la elección presidencial los crímenes de odio tienden a subir”.
Para él, “lo que estamos viendo ahora son ataques más extremos relacionados con la inmigración”, pero cree que muchos crímenes de odio pueden quedar fuera de los registros oficiales por el temor de la población migrante a denunciar.
Minutos antes de la masacre en El Paso, el asesino, Patrick Crusius, de 21 años y residente de Allen, Texas, subió un manifiesto a la plataforma de internet 8chan, en el que se refirió a un “desplazamiento demográfico” de los blancos por los hispanos y utilizó términos como “la invasión hispana”, el “genocidio blanco” y la “inmigración ilegal”.
Por ese motivo analistas y políticos demócratas han relacionado el lenguaje del atacante con la retórica antiinmigrante del presidente Trump.
“Veintidós personas en mi ciudad están muertas después de un acto terrorista inspirado por su racismo”, escribió en Twitter el excongresista y aspirante a la candidatura demócrata a la presidencia, Beto O’Rourke. El también precandidato presidencial demócrata y exvicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, acusó a Trump en un acto de campaña de “haber encendido las llamas de la supremacía blanca” en la nación.
Pero Braniff, de START, dice que debe analizarse el tema con mayor amplitud: “Sí hemos visto que muchos de los grupos supremacistas están retomando frases que Trump ha usado en sus discursos y en actos políticos… pero seamos honestos; esto no es de una sola persona. Hay una comunidad muy polarizada, con muchos actores hablando de políticas migratorias. Y lo que hemos visto es una importante figura política (Trump) que de alguna manera hace eco o amplifica los sentimientos antiinmigrantes”.
Es innegable, añade el académico, que los atacantes usan el mismo vocabulario que Trump, pero eso no establece necesariamente una relación de causa-efecto.
Para el Southern Poverty Law Center no hay espacio para la duda.
“Este es un movimiento que ha sido energizado y motivado por nuestro propio presidente, que usa las palabras ‘invasión’ e ‘infestación’ cuando habla de la gente de color –escribió Karen Baynes, presidenta interina de esa organización–. El miedo y el resentimiento hacia la creciente diversidad de nuestra nación está en el centro del odio que está afectando a América.”
Y un reporte del Center on Extremism indica que en los últimos tres años los grupos supremacistas han resurgido en gran parte debido al surgimiento de la derecha alternativa (alt-right), la ola más reciente del movimiento supremacista.
Para ese centro, que es parte de la Anti-Defamation League, el fortalecimiento de los grupos supremacistas está ligado al arribo de Trump a la política estadunidense. “Es innegable que la campaña de Trump, aun sin ser intencional, ayudó a la derecha alternativa a cohesionarse y crecer”, indica en su reporte New Hate and Old: The Changing Face of American White Supremacy.
“La ideología de la moderna supremacía blanca está centrada en la creencia de que la raza blanca está en peligro de extinción debido a una oleada creciente de gente no blanca que está siendo manipulada y controlada por los judíos. Ellos creen que cualquier acción para salvar a la raza blanca se justifica”, indica el reporte.
Según el documento, aunque algunos aspectos de la derecha alternativa datan de 2008, fue la entrada de Donald Trump a la elección presidencial en 2015 lo que le inyectó energía. Después de los comicios esa tendencia política trascendió el activismo en línea y creó organizaciones que se involucraron en las universidades y otros ámbitos.
La llegada de Trump a la presidencia coronó los esfuerzos de esos grupos supremacistas por figurar en el plano público. “Si Trump gana, nosotros podremos decir legítimamente que él está asociado directamente con nosotros, con la palabra R (racista) y todas esas cosas. La gente tendrá que reconocernos”, le dijo Richard Spencer, líder de la derecha extrema y fundador del National Policy Institute, a la revista Mother Jones en octubre de 2016, días antes de la elección.
El Counter Extremism Project, una organización internacional no lucrativa dedicada a combatir el surgimiento de ideologías extremas, tiene identificados a ocho grupos supremacistas “especialmente virulentos” que actúan en Estados Unidos.
Grupos neonazis como National Socialist Movement (NSM), Hammerskin Nation y Atomwaffen Division (armas atómicas en alemán), creen que la raza blanca es superior a otras y su ideología incluye componentes antijudíos y homofóbicos propios del nazismo. Estos grupos tienen presencia en varios estados, como California, Texas, Arkansas, Colorado y Ohio.
Otros grupos como League of the South e Identify Evropa –ahora conocida como American Identity Movement (AIM)– propagan sus ideas bajo el manto del nacionalismo étnico blanco, el cual más que hablar de superioridad de raza subraya las diferencias de la identidad blanca, que suponen amenazada por los inmigrantes. AIM tiene presencia en Oakdale, California, mientras que la League of the South la tiene en Alabama.
Otros grupos identificados por CEP son American Renaissance, Traditional Worker Party –que apoyó la candidatura al Senado del exlíder del KKK, David Duke, y Vanguard America o Patriot Front, con sede en Nuevo Mexico y Texas, que ataca directamente a afroamericanos, judíos y latinos.
“La mayoría de estos grupos están formados por jóvenes entre los 20 y 30 años y reclutan principalmente a través de las redes sociales. Grupos como AIM, Atomwaffen Division y Vanguard America se mueven en campus universitarios, mientras que el National Socialist Movement y la League of the South han creado capítulos juveniles y membresías estudiantiles”, indica el reporte.
Presencia en el ciberespacio
En los sitios o “foros de discusión” como 8chan, donde Crusius publicó su manifiesto antilatino, los participantes suben comentarios de manera anónima, con un lenguaje racista y ofensivo.
Brian Levin, director del CSUSB, indica que, si bien las plataformas están lidiando con contenido de odio racial, los grupos que lo promueven han migrado a otros servicios donde pueden difundir libremente sus mensajes.
“El internet ha permitido no sólo a grupos extremistas nuevos mantener una presencia pública. También ha dado a extremistas no afiliados y solitarios una herramienta para congregarse, radicalizarse y transmitir no sólo mensajes intolerantes, sino también anunciar sus actos de violencia masiva antes de cometerlos”, dice.
Como otros analistas, Levin cree que una mayor regulación de internet tendría un efecto nulo sobre estos sitios de propaganda: “Únicamente los fortalecería y buscarían migrar a otros sitios”.
Coincide con ello Braniff, de la Universidad de Maryland; afirma que cualquier regulación sería superada de inmediato por los veloces cambios tecnológicos y sería difícil de implementar por las fuerzas del mercado, que promueven mensajes cifrados o codificados para garantizar la seguridad del consumidor.
“Muchas plataformas están dispuestas a interrumpir el servicio si el contenido viola los términos de uso… y aunque no es una solución perfecta, sí limita la capacidad de esas organizaciones para usar la plataforma –dice Braniff–; sin embargo, hay que pensar en soluciones no tecnológicas, donde amigos, colegas, maestros, empiecen a poner atención en amigos y colegas, e intervengan cuando vean situaciones de riesgo.”
Para Baynes, presidenta interina del Southern Poverty Law, el ataque cometido contra los hispanos en El Paso lamentablemente no será el último:
“La fiebre del nacionalismo blanco no se acabará por sí misma… Le toca a la gente decente y de buena voluntad a lo largo de Estados Unidos trabajar junta para crear una agenda de amor, esperanza, oportunidad y justicia verdadera,”
Este reportaje se publicó el 11 de agoto de 2019 en la edición 2232 de la revista Proceso