De la cancha de futbol al campo de batalla por la igualdad
Más allá del Mundial Femenil de Futbol que conquistaron, las jugadoras de la selección de Estados Unidos se han ganado el derecho a soñar por mayor igualdad en el deporte que aman. Figura dentro y fuera de la cancha, Megan Rapinoe se convirtió en una de las mejores jugadoras del mundo y en uno de los iconos feministas del deporte profesional. Su lucha acompaña a la de Ada Hegerberg en Noruega, Mélissa Plaza en Francia y Macarena Sánchez en Argentina, recién amenazada de muerte.
PARÍS (Proceso).- Se consagró campeona, goleadora y mejor jugadora de la Copa Mundial Femenina de Futbol 2019 que se realizó en Francia. La corona conquistada se la regaló a su país: Estados Unidos.
Ella es Megan Rapinoe y se convirtió en una heroína al anotar el primer gol a Holanda en la final que ambas escuadras disputaron el domingo 7. Pero la californiana de 34 años ha conquistado más que un segundo Mundial al hilo…
De un metro 67 centímetros, cabello corto y rebelde –con un tono morado poco convencional para los conservadores–, la número 15 en el dorsal defendió durante todo el torneo la banda izquierda estadunidense. En la cancha actuó con madurez y jerarquía y fuera de ella no ha sido diferente.
“No iré a la puta Casa Blanca”, advirtió sin vacilar al término del partido en el que anotó el doblete que dejó fuera a España, cuando le preguntaron si aceptaría la invitación del presidente en caso de que gane el Mundial.
Días después, Estados Unidos se consagró campeona y Rapinoe, ya en casa, no aflojó la pierna ante la figura de Donald Trump: “Tenemos el pelo rosa y morado, tatuajes y rastas… tenemos chicas blancas y negras, heterosexuales y gays.”
Continuó su discurso emitido en Nueva York durante los festejos por el campeonato: “Tu mensaje (Trump) es excluir a la gente. Me estás excluyendo a mí, excluyendo a gente como yo, excluyendo a gente de color. Estás excluyendo a americanos que podrían apoyarte (…) Creo que nos estás llevando a una era que no ha sido buena para todo el mundo. Quizás América es grande para algunas personas, pero no es buena para suficientes americanos en este mundo”.
No está sola
Rapinoe es vista como la principal figura de las futbolistas contra la desigualdad de género en el deporte, pero no está sola. En diferentes ligas tiene aliadas que han alzado la voz como ella.
En 2014, al equipo francés Olympique de Lyon –justo cuando Megan Rapinoe abandonaba al conjunto galo– llegó una jugadora que le cambió el rostro al futbol femenil mundial: Ada Hegerberg.
A los 23 años la delantera noruega conquistó el primer Balón de Oro femenino, reconocimiento creado apenas en diciembre de 2018. Sin embargo, la mejor futbolista del planeta no jugó el Mundial galo.
Hegerberg (38 goles en 66 partidos con su selección) se negó a participar en el torneo en protesta por la inequidad; Noruega perdió en cuartos de final ante Inglaterra. Para los escandinavos fue como si Argentina jugara sin Lionel Messi.
Ada Hegerberg considera que los federativos del futbol de su país no invierten suficiente en la sección femenina, por ese motivo ha rechazado desde hace dos años todas las convocatorias.
Así manifestó su descontento en 2017 en sus redes sociales: “Se necesita mejorar en varios ámbitos, en planificación, implementación y seguimiento”. Luego, en marzo último, dijo al diario francés L’Equipe: “A nuestro sistema federal no le funciona el futbol amateur”.
“¿Sabes hacer twerking?”
Hegerberg no se cansa de mencionarlo, pide igualdad de género en un deporte en el que los hombres pueden llegar a ganar hasta 100 veces más que las mujeres. “Apoyo el juego igualitario porque deseo que todos, especialmente las chicas, confíen en que el futbol es para ellos”.
Poco a poco se han conseguido avances, como la instauración del Balón de Oro que ella ganó. Con el Lyon conquistó todas las ligas posibles desde 2015 y cuatro ligas de Campeones, el máximo torneo del balompié europeo.
Durante la ceremonia de entrega del Balón de Oro femenino, en diciembre pasado, el DJ Martin Solveig, quién presentaba el evento deportivo, le preguntó a manera de broma: “¿Oye, Ada, sabes hacer twerking?”, refiriéndose a un baile sexy. Hegerberg le respondió un categórico y seco “no”. La respuesta se convirtió en un gesto feminista y Ada fue apoyada por varias estrellas del balompié.
“Ada es una mujer libre”, dice a Proceso Mélissa Plaza, excompañera de Hegerberg en el Olympique Lyon. “La admiro por su feminismo. Pese a su corta edad, no duda sobre lo que puede hacer. Por eso pudo colocarse en la cima del mundo. Desde niña se le ha dicho que todo es posible”.
Plaza, de nacionalidad francesa, también es un estandarte de la lucha feminista en el futbol. Antes del Mundial publicó el libro “¿Para las mujeres no?”; en él relata las prohibiciones que sufrió en torno al futbol cuando era niña, desde el patio de la escuela hasta los campos de las divisiones inferiores del balompié galo.
“Me decían que no podía jugar. Pero patear la pelota era una manera de expresarme, independizarme, de demostrar mi carácter y emanciparme como mujer”, comenta. Ella pasó de jugar con sus amigos, para huir de un ambiente familiar hostil, a vestir la casaca azul de la selección francesa.
Mélissa Plaza se retiró de las canchas mas no del futbol, mucho menos de la lucha por la igualdad. En 2015 se graduó como doctora en psicología social; hizo su tesis sobre los estereotipos de género en el deporte francés.
En sus investigaciones descubrió que los estereotipos de género –como vestir de azul a los niños y señalar que el futbol es para ellos; vestir de rosa a las niñas y que la gimnasia es para ellas– “influyen sobre la continuidad, el placer y el desempeño deportivo”.
Fuera de la cancha, Plaza acude a las escuelas y a mesas de debate para hablar de su trabajo con el objetivo de liberar la voz femenina y promover la igualdad.
“Vas a morir”
A la par de la lucha de Ada Hegerberg en Europa está la de Macarena Sánchez en América del Sur. Esta joven de 27 años es un icono feminista en su país; se ha enfrentado a la poderosa Asociación del Futbol Argentino (AFA).
En enero último, el equipo del UAI Uruquiza en el que militaba le informó que ya no iba a jugar. Sánchez, cuya familia incomodó a la Junta Militar en la dictadura argentina de los años 70 y 80, está convencida de que esa decisión fue tomada por sus exigencias en favor de mejores condiciones en el futbol femenil.
Igual que el rostro de Frida Kahlo en su brazo, Maca tiene tatuada la lucha de género y el deseo de igualdad.
En Argentina, a diferencia de los hombres, las futbolistas no tienen contratos y, por consecuencia, derechos. Para el diario Clarín, Sánchez es “el rostro de una revolución que lucha por un futbol feminista, disidente y profesional”.
Como en la mayoría de los países sudamericanos, las mujeres no tienen cobertura médica y tampoco fisioterapeutas en sus equipos de futbol. “¡Tienes que hacer tres veces más esfuerzos que un hombre! Una jugadora de tal nivel no debería de tener una vida cotidiana como esa”, lamentó Sánchez a la revista francesa Society.
Entre los pocos futbolistas argentinos que se han manifestado en favor de la lucha de Sánchez está el portero de los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Nahuel Guzmán.
En febrero, a unos meces del arranque de la Copa del Mundo, Macarena Sánchez publicó en su cuenta de Twitter un mensaje que refleja el peligro que corre: le enviaron la foto de un hombre muerto, pistola en mano, con la leyenda: “Maca, hay muchas personas enojadas por tus denuncias. Hay bastante dinero por tu cabeza... Vas a morir muy pronto”.
La delantera se espantó, pero trató de tomarlo de la mejor manera: “Es raro decirlo, pero pienso que eso nos dio visibilidad. Eso demostró que lo que pedía molestaba a mucha gente”.
La batalla de Sánchez también acompaña al movimiento #NiUnaMenos que lamenta un feminicidio cada día en Argentina.
El 8 de marzo reciente, en el Día Internacional de la Mujer, Macarena se manifestó en las calles de Buenos Aires donde miles marcharon con un pañuelo verde con el lema que traspasó fronteras: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.
La AFA cedió antes del Mundial Femenil, quizá por la presión política o por la de la Federación International de Futbol Asociación (FIFA) que pidió avances en favor de las mujeres si las federaciones deseaban seguir percibiendo las ayudas financieras.
Las autoridades del futbol argentino anunciaron el inicio de una liga profesional para mujeres en junio de 2019 y prometió que les prestará más atención con la creación de un centro de alto rendimiento en Buenos Aires.
La pelota como arma
La situación de las futbolistas también mejoró en Noruega. En diciembre de 2017 los capitanes de las selecciones femenil y varonil lograron un acuerdo y cada equipo recibió 726 mil dólares en salarios durante las convocatorias de 2018. Sin embargo, Ada Hegerberg aún mantiene su desacuerdo con la federación noruega de futbol.
Mélissa Plaza expresa sus esperanzas para que el Mundial que recién concluyó inspire a las nuevas generaciones. Sobre el hecho de que algunas marcas y gobiernos quieran aprovechar su movimiento, considera que no es un problema grave: “Si hay que pasar por ese camino para que tengamos más dinero, ¿por qué no?”.
Durante los festejos en las calles de Nueva York por el campeonato estadunidense, los fanáticos celebraron a Rapinoe. Su carisma ha llegado a tal grado que públicamente le pidieron que contendiera en las próximas elecciones presidenciales contra Donal Trump.
La capitana confesó durante la ceremonia que era un honor liderar el equipo. “No hay otro lugar en el que me gustaría estar, ni en la carrera presidencial. Lo siento, estoy demasiado ocupada”, sonrió.
En realidad, Rapinoe sabe que mediante el futbol se pueden lograr grandes avances, como en Brasil en los años 80 cuando la democracia corinthiana del jugador Sócrates desafió a la dictadura militar, o cuando el equipo del Frente de Liberación Nacional de Argelia tuvo un enorme papel en la independencia de ese país.
Junto con Ada, Mélissa y Macarena, Megan sabe que la lucha por la igualdad de género se puede hacer en los estadios y con un balón en los pies.
Este reportaje se publicó el 14 de julio de 2019 en la edición 2228 de la revista Proceso.