Lupita González, atrapada entre mentiras

domingo, 16 de junio de 2019 · 10:09
Se agrava el drama de Lupita González, suspendida cuatro años por dopaje. El 24 de mayo último, la marchista presentó a su nuevo abogado, Andrés Charría, y reveló que su anterior defensa, encabezada por Luis Fernándo Jiménez, la obligó a mentir ante autoridades deportivas. En entrevista con Proceso, ambos abogados cruzan señalamientos que la alejan de los Juegos Olímpicos de 2020. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La defensa de la marchista subcampeona olímpica Guadalupe González ante el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS), para tratar de disminuir su sanción de cuatro años, descansa en tres líneas de investigación que su nuevo abogado explora: que la presencia de trembolona obedece a la ingesta involuntaria de carne contaminada, al consumo de un suplemento alimenticio contaminado y/o a las irregularidades en la recolección de su muestra de parte de los oficiales del Comité Nacional Antidopaje. El abogado colombiano Andrés Charría asumió la defensa de la mexicana unos días después de que el juez chileno Juan Pablo Arriagada le impuso el castigo por la presencia de un nanogramo del anabólico trembolona. Por tratarse de un asunto “difícil”, porque se utilizaron pruebas falsas, la probabilidad de éxito es, si acaso, de un 5%. En entrevista con Proceso, Charría revela que posee información documental que indica que la carne en México está contaminada con trembolona. Con eso tratará de demostrar la ausencia de culpa o negligencia de la atleta. Según su dicho, por esta razón el Comité Olímpico Mexicano (COM) retiró de su comedor la carne de res y de cerdo. Ante el TAS presentará esta evidencia para sostener el argumento que la atleta expuso sobre la presencia de dicha sustancia en su cuerpo. Como su defensa ante el TAS se trata de un nuevo procedimiento para tratar de reducirle el castigo, la estrategia de Charría es mantener la versión de que sí comió cinco tacos al pastor, bistec, chorizo y longaniza en el puesto callejero conocido como Las Güeras, en el municipio de Isidro Fabela, Estado de México, pero no el hígado que la atleta declaró en la audiencia por recomendación de su abogado anterior, Luis Fernando Jiménez, argumento que Arriagada calificó como falso. Charría también tratará de que se tome como prueba válida que la cantidad de trembolona en la orina de González está relacionada con su peso (entre 43 y 45 kilos). Según la doctora canadiense Christian Ayotte, testigo de la Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo (IAAF), la sustancia hallada no es acorde con la ingesta de la carne contaminada. Sin embargo, el abogado explica que como se trata de una deportista de talla pequeña la presencia de la sustancia es mayor. “El COM retiró ese tipo de alimento del menú de los deportistas. Eso me dijeron, no hay carne de res y de cerdo porque tienen unos análisis de carne con trembolona en algunas muestras. También hay una tenista mexicana que dio positivo por trembolona (Marcela Zacarías, quien fue absuelta) y tuvo un proceso en primera instancia en la Federación Internacional de Tenis”, dice Charría. Niegan contaminación Consultado al respecto, el presidente del COM, Carlos Padilla Becerra, aclara que no existen tales evidencias. Sí confirma que en el comedor del Centro Deportivo Olímpico Mexicano no se sirve carne roja desde 2016 porque se mandaron a analizar unos lotes a la Secretaría de Salud y a otros laboratorios para confirmar que la carne esté libre de clembuterol, entre otras sustancias, pero asegura que no hallaron trembolona. “El abogado vino a pedirle una constancia a la doctora Viridiana Silva (jefa de los Servicios Médicos del COM) porque eso la ayuda (a Guadalupe), pero no sucedió así. La doctora me preguntó y le dije que no lo hiciera porque nos podemos meter en un problema. Sí retiramos la carne del comedor, pero para evitar los dopajes por clembuterol”, aclara Padilla. Andrés Charría añade que Guadalupe González prácticamente no consume carne de res, dice que su alimentación está basada en pollo, pescado y pavo, que sí es verdad que comió los tacos al pastor y, por lo tanto, existe la duda razonable de que la trembolona entró a su cuerpo por la carne; y que no se la inyectó, es decir, no tuvo la intención de echar mano de una sustancia para mejorar su rendimiento. “Hay inexactitudes y le descubrieron las mentiras. Es lo doloroso. Hubo imprecisiones que la afectaron, pero lo de los tacos es perfectamente válido. Lupita hizo lo que le dijeron los abogados. Inclusive, no sé por qué no fue a la audiencia en Londres, pero sí estuvo en un Starbucks (de la Ciudad de México en una videoconferencia), lo cual es una barbaridad. Se pudo hacer de otra manera. –¿Por qué la atleta aceptó decir lo que le pidieron los abogados a sabiendas de que estaba mintiendo? –Era la único que podía hacer. Le comenté que es reprobable, pero ella no se sacó del bolsillo la idea de que había consumido el hígado. El (anterior) abogado le fue a decir a quien lo vende (al dueño de Las Güeras, Leonardo Granados) “ahora vendes hígado” (lo cual declaró ante el juez Arraigada). “Lupita no fue a pedir las facturas (que fueron hechas a modo). Contrataron a un investigador que descubrió que no hay facturas ni existe un lugar donde comió (Picanha Grill, cuyo dueño, Eduardo Tager Palos, declaró que cerró su restaurante hace cuatro años). A cualquier juez le molesta que lo tomen por tonto. “Hay una línea de investigación y defensa clara: ingesta involuntaria de trembolona. Hay que comprobar cómo comió la carne. El juez decidirá si le parece coherente, pero hay que llegar con argumentos sólidos. Lo que pasa es que ya se agotó una instancia y perdimos credibilidad”, lamenta su actual defensa. Suplemento sospechoso La segunda línea de defensa con la cual podría trabajar Charría tiene que ver con que alguno de los suplementos alimenticios que consume la atleta podría estar contaminado. La Agencia Mundial Antidopaje (WADA) ha advertido a los deportistas que los consuman bajo su propio riesgo. En estos casos si es el argumento de defensa, se debe entregar el suplemento consumido y el lote del cual forma parte para ser analizado y verificar que, aunque la etiqueta no lo diga, la trembolona esté presente. Si se demuestra que la sustancia prohibida está en el suplemento, el atleta recibe una sanción de dos años que comparte con el entrenador y/o el médico o personal de apoyo que le haya recomendado usarlo. Andrés Charría sostiene que González no acostumbra tomar muchos suplementos. En una conferencia de prensa realizada el 24 de mayo último, la marchista reconoció que por recomendación de los médicos de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) toma desde hace varios años una proteína llamada Unipro de la marca Metagenics. En la hoja donde quedó asentado que se levantó su muestra de orina también señaló que toma una bebida hidratante de la misma marca y vitaminas. Como nunca había fallado en un control antidopaje, González explicó que no declaró que la trembolona pudo haber llegado a su cuerpo por el suplemento alimenticio. La atleta confesó que le dijo por escrito a la IAAF que la trembolona estaba en la carne porque cuando fue informada del resultado analítico adverso no sabía ni de la existencia de esa sustancia; entonces, buscó en Google qué es la trembolona y así ella concluyó que la consumió en la carne. En la conferencia aseguró que nadie le recomendó que declarara eso. La tercera línea de defensa posible es la de irregularidades en el protocolo de recolección de la muestra de orina que fue tomada en el COM, el 17 de octubre de 2018. La IAAF ordenó el control antidopaje que fue analizado en el Laboratorio de Montreal, certificado por la WADA. Los oficiales antidopaje que recolectaron las muestras son empleados de la Conade y forman parte del Comité Nacional Antidopaje. “El anterior abogado le dijo que no se defendiera con esto porque no hay pruebas. Y sí hay. La muestra se analizó en Montreal, pero la toma la hizo (el personal de la) Conade y tiene serias irregularidades. La Conade no quiere entrar en esa cadena de anomalías porque ahí no saben de dopaje. “No le pedí mentir” En la opinión del abogado Luis Fernando Jiménez –quien junto con su colega Víctor Espinoza y los españoles Vicente Javalones y Antonio García Alcaraz representaron a Guadalupe González ante el tribunal independiente que le impuso la sanción– no hay elementos para demostrar que el estándar de toma de muestras se realizó fuera de las normas. En entrevista señala que González sí le pidió que este fuera el eje de su defensa porque dice que ella perdió de vista durante 14 segundos los contenedores y que, además, la doctora de la Conade (cuyo nombre no dijo) que siempre recolecta su muestra no fue la misma el 17 de octubre. El abogado descartó ésta como una opción de defensa. Molesto porque en la conferencia de prensa González y Charría lo señalaron como el responsable de la información inexacta o falsa, Jiménez niega haberse aprovechado de la deportista y obligado a mentir. Aclara que él le preguntó hasta en cuatro ocasiones a la marchista si había consumido algún suplemento y ésta le dijo que no, por lo cual le sorprende que ahora pueda ser una línea de defensa. “Si Lupita hubiera confesado que la trembolona estaba en un suplemento, la estrategia de defensa hubiera sido otra. Cuando a nosotros nos llegó su expediente, media hora antes de que concluyera el tiempo para responderle a la IAAF y no habíamos ni acordado los honorarios, ella, por recomendación de alguien, ya había declarado que había comido carne contaminada. “Por eso era la única alternativa de defensa. Ella me dijo que una persona le dijo que dijera lo de la carne, pero no voy a revelar el nombre. Me explicó que le pidieron que declarara que había comido carne tres días antes del control antidopaje. Es absurdo que ahora diga que concluyó que fue la carne porque lo googleó”, refiere. Jiménez aclara que él no obligó a González a que mintiera, y que el investigador privado que contrató la IAAF en México proporcionó información falsa y se hizo pasar por médico y abogado de la atleta. Cuestiona que el juez Arriagada haya creído su testimonio a pie juntillas. –¿Entonces, la atleta sí comió carne en Picanha Grill, acompañada de su amiga Brenda Rivas, y sí comió tacos de pastor, bistec e hígado en Las Güeras y usted no le dijo que declarara eso? –Esos temas serían muy complicados tratarlos porque no sé si vayan a usarlos en el TAS y será mejor no tocarlos. En su momento se dirá qué pasó, pero lo que se dijo es lo que la defensa junto con la atleta estableció con base en una historia. “No creo que una atleta se sienta obligada a hacer lo que los abogados le recomiendan si no le parece lógico o no le parece que le va a generar un beneficio. Yo no obligué a su amiga a testificar.” –El informe dice que Picanha Grill cerró hace cuatro años… –Es mentira. Hubo muchas omisiones en el juicio que no fue imparcial. Fue otro lugar al que hizo referencia el investigador privado, quien mintió en eso y en otros temas. Él investigó un restaurante que estuvo hasta hace cuatro años ahí. El dueño de Picanha Grill tenía ese y otros restaurantes y un food truck. “Lo que reportó es falso porque presentó tres hojas con declaraciones idénticas, escritas de su puño y letra, y firmadas por tres personas que dijeron que el lugar ya estaba cerrado cuando Guadalupe comió ahí. –¿Puedo ir hoy a Picanha Grill y existe el lugar? –No. Cerraron el negocio de restaurantes a finales de 2018 y ya se dedican a otra cosa. Ya tampoco tienen el food truck. –¿Por qué presentaron facturas de dos puestos informales que no dan factura y las fabricaron para ustedes? –A ver… Nadie guarda los recibos de los tacos que se comió y menos de un food truck. ¿Se trataron de generar las pruebas que acreditaran para que constara que comió ahí? Pues sí. ¿Hubo inconsistencias en las pruebas? Pues sí. Lo que se trataba de acreditar era la versión que Lupita dio. “No podíamos ir a una defensa y decir que mintió en el hecho de que comió carne. Si ella declaró que comió carne, teníamos que demostrar ese hecho agotando todas las posibilidades. Queríamos darle congruencia a la declaración. Ahora hablan de una defensa fallida, pero lo que hicimos fue tratar de darle credibilidad con documentos a lo que ella declaró. Lupita comió en Las Güeras, el dueño la conoce desde hace años; él y el dueño de Picahna Grill trataron de ayudarnos con el recibo, cosa que les agradezco. –Pero el juez resolvió que son falsas, que las armaron a modo… –Ni el juez ni la parte acusadora pudieron probar eso. De hecho, la evidencia de Las Güeras puede servir ante el TAS y el dictamen del doctor (Héctor Martínez, exdirector de Medicina y Ciencias Aplicadas de la Conade) sobre cómo se maneja la carne en México, que fue invalidado y no lo tomaron en cuenta. El juez manejó el caso como si México tuviera un excelente control de calidad de la carne y todo funcionara perfecto. “Tampoco creyó que comió en Las Güeras porque una atleta de élite sin equipo multidisciplinario no puede comer en esas condiciones. Le dijo: ‘¿Cómo es posible que no tengas nutrióloga?’ Y Lupita respondió: ‘La veo una vez al año y me toma medidas y me pesa’. “A mí nunca me habló de la nutrióloga. Son cosas que ella omitió; si no, hubiéramos ido con la nutrióloga y hubiera solicitado su testimonio. En la conferencia dijo que sí tiene nutrióloga (dijo que se llama Adriana que trabajó en la Conade y que la atiende en su consultorio particular) y es mentira. Yo acepto el fracaso de esa situación, lo que no acepto son las mentiras que se dijeron en la conferencia de prensa.” El adeudo El abogado Jiménez dice que la atleta aún le debe un porcentaje del pago establecido por su defensa, el cual definieron en un monto por la primera instancia y otro si llegaban ante el TAS. Agrega que no puede revelar quién es la persona que lo contactó para representarla, pero aclara que Guadalupe no lo despidió, sino que simplemente alguien más decidió traerle otro defensor. También adelantó que él no está interesado en cobrar la parte del dinero que le corresponde, pero que su socio, Víctor Espinoza, le debe sus honorarios a los abogados españoles Javalones y García. Si la atleta no paga, será demandada. Mediante Andrés Charría se solicitó una entrevista con Guadalupe González. Hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta. Este texto se publicó el 9 de junio de 2019 en la edición 2223 de la revista Proceso

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