Cuarenta y ocho naciones en lugar de 32. La noticia de la ampliación de equipos para el próximo Mundial de Catar en 2022 no es más que la confirmación de la propulsión definitiva del futbol en una esfera en que el dinero vale más que el deporte. Analistas deportivos consideran que, más allá del simple aumento de ingresos, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, utiliza este mega Mundial con fines políticos.
PARÍS (proceso).- Inicialmente prevista para el Mundial de 2026 en México, Estados Unidos y Canadá, la ampliación del torneo a 48 países, de los 32 anteriores, podría ser realidad en la próxima justa, que se realizará en Catar a finales de 2022. Esa es la nueva idea del presidente de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), Gianni Infantino, que, sin embargo, no fue una sorpresa.
Sobre dicho ajuste se hablaba desde hacía varias semanas en los pasillos de la sede de la FIFA en Zurich (Suiza), y entra de plano en los deseos expansionistas de Infantino. También es impulsada la ampliación de la Copa Mundial de Clubes, que reúne cada diciembre a los campeones continentales.
Según el presidente del máximo órgano rector del futbol, el objetivo de la extensión del Mundial catarí es “seguir desarrollando el futbol y la continua mejora de su calidad”. Pero la razón económica es evidente: con más federaciones involucradas y más partidos la instancia podrá maximizar sus ganancias.
Para Jean-Baptiste Guégan, escritor y profesor en geopolítica del deporte, “16 equipos nuevos son 16 socios nuevos y 16 mercados nuevos”. Y más partidos, más boletos, más derechos televisivos…
Antes del anuncio de la noticia, Infantino mandó a los representantes de las seis confederaciones continentales el resultado de un estudio –realizado por expertos de la FIFA– explicando que este nuevo formato podría generar beneficios suplementarios calculados entre 300 y 400 millones de dólares.
“En términos deportivos, permitiría asegurar el papel de las grandes naciones que fracasan al intentar calificar al Mundial. Es como si en el último torneo en Rusia se añadiera a Italia, Holanda, Estados Unidos, China, Chile… La FIFA garantiza también la presencia de grandes naciones africanas, el segundo territorio más poblado después de Asia”, expone Guégan.
En realidad, razones más complejas explican este agrandamiento decidido de manera precipitada por el exseñor-sorteo de la Unión Europea de Futbol Asociación (UEFA): el contexto geopolítico en Medio Oriente.
Desde el verano de 2017, las relaciones de Catar con Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos se han deteriorado. Sus vecinos le reprochan sus buenas relaciones con el régimen de Irán y lo acusan de apoyar económicamente a varios grupos terrorista de la región. La situación es tan crítica que esas naciones de la Península Arábiga han impuesto un bloqueo comercial y económico al pequeño emirato.
La FIFA como garante de paz
En el caso de que la idea se convirtiera en realidad, ¿como se puede realizar un mega Mundial en un país del tamaño del estado de Querétaro?
Con la ampliación del torneo a 48 participantes el comité organizador catarí tendría la obligación de encontrar un vecino para coorganizar la competencia, pues los ocho estadios en construcción son insuficientes para albergar 80 partidos, en vez de los 64 previstos inicialmente.
El socio a escoger forzosamente entre sus vecinos está entre Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y el sultanato de Omán.
El estudio de factibilidad que envió la FIFA a las distintas confederaciones estipula que “la implicación de estos países en el torneo con Catar llevaría al levantamiento del bloqueo (impuesto por sus vecinos), particularmente al levantamiento de las restricciones de movilidad de personas y bienes entre países”.
Este detalle es relevante, pues además de generar más dinero la modificación del formato del Mundial y una coorganización con uno de los vecinos de Catar le permitiría al presidente de la FIFA ponerse la capa de héroe y jugar un papel pacificador en la región del Golfo Pérsico.
Investigadora en geopolítica del deporte en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas en Francia, Carole Gomez considera que “Infantino sigue con su lógica universalista vía la FIFA y en su búsqueda de resplandor para la federación en los cinco continentes”.
Según Jean-Baptiste Guégan, “Joseph Blatter (su predecesor entre 1998 y 2015) siempre quiso reconciliar los pueblos enemigos. Durante mucho tiempo deseó con mucha fuerza que se le otorgara el Premio Nobel de la Paz por los logros diplomáticos de la FIFA mediante la democratización del futbol. Ese detalle también está en la mente de Infantino”.
El razonamiento de Guégan toma en cuenta que el máximo órgano del balompié mundial constantemente busca la credibilidad después de varios años de escándalos por corrupción, sospechas de anomalías en las designaciones de Rusia 2018 y el propio torneo de Catar 2022. Además, se suma la dimisión de Blatter al trono de la FIFA (Proceso 2171).
El papel de Arabia Saudita en este asunto también es relevante. “El reinado ha invertido cantidades importantes de dinero en el mundo del futbol en los últimos meses”, menciona Carole Gomez. “Recientemente los sauditas se acercaron a la FIFA y tratan mucho con Infantino”, añade Jean-Baptiste Guégan.
Al ver las sospechas que rodean la atribución de la Copa del Mundo a Catar, cuando Joseph Blatter era presidente del gremio, el pequeño emirato debería de tomar en cuenta los deseos de Infantino y su nuevo amigo saudita y poner buena cara aceptando su deseo de extender el Mundial 2022, consideran analistas. “Tal vez lo hará, pero no hasta aceptar que Arabia Saudita lo organize junto a él”, considera Guégan.
Solución neutral
Sin embargo, otros especialistas, como James Dorsey, periodista e investigador en la Rajaratnam School of International Studies de Singapur, advierten que “Infantino sueña demasiado. El futbol no tiene tanto poder ni tanta influencia para resolver los problemas diplomáticos, como una Guerra Fría. La FIFA y el futbol son actores independientes. Son útiles en el panorama, pero no toman las decisiones”.
Frente a ese panorama, varios pronósticos son posibles. Para James Dorsey, la expansión del Mundial en el pequeño emirato no se ha decidido ni firmado todavía. Es más, piensa que no se realizará la expansión de participantes.
“Los cataríes no quieren este Mundial con 48 naciones. Pese al bloqueo de parte de sus vecinos no es un país tan aislado como se cree. Tiene aliados, sus relaciones exteriores son muy buenas con Estados Unidos y Europa. Este Mundial de 48 nació muerto.”
Al contrario, considera que Arabia Saudita es el país debilitado porque “está implicado en la guerra en Yemen. Es muy criticado por violaciones a los derechos humanos y, sobre todo, por los derechos a las mujeres. Además, está en una posición desfavorable después del asesinato de Jamal Khashoggi, un periodista muy crítico del régimen del reinado islámico”.
Jean-Baptiste Guégan cree que si el presidente de la FIFA mandó hacer la encuesta “es que forzosamente tendrá las conclusiones que él querrá y el Mundial ampliado será realidad a partir de 2022. Infantino no puede arriesgarse a hacer esta declaración y después fracasar y no ganarse el premio gordo, el del dinero. La FIFA quiere utilizar a Catar sin traicionarlo tampoco porque si estás en problemas con Catar, lo estás con Alemania, Francia y Gran Bretaña”.
Entonces se debe considerar una decisión que le convenga a todas las partes: que el emirato realice el torneo junto con Arabia Saudita o los Emiratos Árabes Unidos. Si no, hallas una solución mucho más diplomática con una nación neutra en la crisis del Golfo, como es Kuwait u Omán.
“El trato con el comité organizador de 2022 puede ser este: les proponemos hacer las paces y establecer el Mundial con Arabia Saudita o con los Emiratos. Sabemos que a Catar no le va a gustar la idea de dirigirlo junto con un país con el que tiene relaciones congeladas (los cataríes llegaron a proponer a Irán, pero es imposible debido a la situación política y a los enemigos que tienen). Entonces, la solución podría ser Kuwait u Omán”, apuesta Guégan.
Oportunidad para Infantino
En su lógica de enriquecimiento, la FIFA y su presidente elegirán la estrategia del “todos ganadores”. En esta película los diferentes actores encontrarán su papel respectivo y todos podrían salir felices, considera el especialista de política del futbol.
“Paz, ingresos generados, colaboraciones futuras… Con un coorganizador más neutro, Catar obtendría aliados en este proyecto. Por su parte, los Emiratos y Arabia Saudita tomarían una revancha simbólica porque Catar ya no sería el dueño único del torneo. Sería un ‘Mundial árabe’; todo el mundo es ganador en este cuento”, dice.
El presidente de la FIFA lo entiende perfectamente. Un aumento de los países en un Mundial también es ganarse el respeto y las voces de las naciones susceptibles de formar parte de estos 16 nuevos invitados. “Además, el voto se organiza a mano levantada en la asamblea. Así, Infantino puede ver quién está con él y quién no”, agrega Guégan.
La decisión de transformar el torneo más visto en el mundo no se tomará a la ligera e Infantino sabe organizar las cosas en el momento oportuno: el voto para ampliar el número de participantes en el Mundial se realizará en París, el 6 de junio, es decir, un día después de su reelección como presidente de la FIFA… Será el único candidato.
Este reportaje se publicó el 21 de abril de 2019 en la edición 2216 de la revista Proceso