Alejandro Solalinde, quien fuera una de las figuras más emblemáticas en la defensa de los derechos humanos de los migrantes, cree que ya no es posible acompañar a los indocumentados centroamericanos en su empeño de llegar a Estados Unidos. Entrevistado por el diario digital ElFaro.net, asegura que es momento de cerrar filas alrededor del gobierno de México y evitar a toda costa que la migración se convierta en un problema diplomático para la administración de Andrés Manuel López Obrador. Con autorización de ElFaro se reproduce la entrevista.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En febrero de 2007 el sacerdote Alejandro Solalinde fundó el albergue Hermanos en el Camino, en Ciudad Ixtepec, en el sur de Oaxaca. Al principio se trataba de una especie de santuario más allá de lo espartano: piso de tierra, una capilla humilde que servía de dormitorio para migrantes y una galera tembleque, con techo de lámina, bajo la que se apuñaban a diario decenas y hasta cientos de indocumentados. Se cocinaba con leña, colocando una olla renegrida sobre el fogón, para crear monumentales guisos, preparados por los mismos migrantes, con las sobras que donaba una granja de pollos y la verdura por vencer que Solalinde pedía regalada en el mercado municipal.
El albergue estaba situado al lado de las vías del tren y el trajín diario lo dictaba el sonido metálico de La Bestia, que anunciaba la llegada de migrantes, o que era hora de espabilar y seguir la ruta hacia el norte. El lugar se vaciaba y se llenaba en ciclos infinitos.
Aquellos años fueron unos de los más duros para los migrantes: nadie, o casi nadie, llegaba al albergue sin su propia historia de horror: asaltos, humillaciones, palizas, violaciones y secuestros. Entonces, Solalinde se convirtió en una voz enfurecida: acusó al alcalde de Ixtepec, al jefe de la policía local, al gobernador de Oaxaca y al gobierno federal de estar machacando a los indocumentados, de permitir que ocurrieran todos aquellos atropellos y de ser cómplices de los mismos. Aseguró que el Instituto Nacional de Migración (INM) era una “sucursal de Los Zetas” y describía a todos los cuerpos policiales mexicanos básicamente como organizaciones criminales. No era capaz de contener su rabia ante los derechistas gobiernos mexicanos del PRI y del PAN, a los que acusaba de corruptos, de inhumanos, de crueles.
A sus más de 62 años se subió al tren de la muerte para acompañar a los migrantes, encaró a coyotes y a secuestradores, recibió el desprecio de los ciudadanos de Ixtepec, que lo veían como protector de apestados, fue arrestado, golpeado, recibió amenazas de muerte… pero Solalinde era inamovible, inquebrantable.
Desde aquel municipio caluroso y huraño, el sacerdote construyó su imagen, sobre la base de sus hazañas y de sus denuncias descarnadas. Dejó de ser un cura de pueblo para ser una referencia primero nacional y luego mundial de defensa de los derechos humanos y de solidaridad.
“Las cosas cambiaron”
En 2018 llegó a la Presidencia de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a quien Solalinde llamó “esperanza”.
Durante la campaña presidencial, y posteriormente durante los primeros días de gobierno, Solalinde se convirtió en una especie de vocero no oficial de AMLO en temas migratorios. Se llamaron mutuamente “amigos” y también “hermanos”.
–Cuando te conocimos, hace una década, en tu albergue en Ixtepec, que entonces era muy pobre, durmiendo en una colchoneta, o en aquel carrito que tenías, nos pareció encontrar una voz de absoluta honestidad, independiente, pero además con un compromiso inquebrantable con los migrantes centroamericanos. Pero hay voces, Alejandro, que dicen que has cambiado.
–He cambiado porque la vida cambia y hay que seguir a los migrantes de otra manera.
–Hay quienes piensan que has cambiado poniendo en duda ese compromiso, porque has depositado demasiada confianza en el nuevo gobierno.
–En Andrés Manuel López Obrador. Sí, sí, en él, y te voy a decir lo que yo veo: mira, la manera como yo acompañé y como he acompañado a los migrantes es según las necesidades: me vi en la necesidad de subirme a los trenes y me subí, me vi en la necesidad de poner un albergue y lo puse, de encarar y enfrentar a migración y a los gobiernos corruptos y lo hice.
“Pero las cosas cambiaron. Fíjate, te voy a decir cómo cambiaron: no cambió la manera de darle tanta importancia a los migrantes, eso no cambió; no cambió la situación fundamental de personas muy vulnerables. No cambió la forma como yo quiero caminar con ellos… la forma sustancial de caminar con ellos. Pero hoy caminar con ellos ya no significa subirme a los trenes, ni siquiera esperarlos en el albergue. Están llegando muy pocos. Los migrantes ya están en otro lado. Las cosas cambiaron.
–Hay Guardia Nacional, por ejemplo.
–No, espera, espera… Escúchame primero, porque esto de Guardia Nacional también lo voy a explicar si quieres, pero quiero explicarte por qué del cambio. Yo aprendí con ellos, hace muchos años, que hay que caminar con los migrantes, no obligar a que los migrantes caminen con nosotros. Por eso yo puse el albergue exactamente enfrente de las vías donde ellos llegaban. A partir del 3 de octubre del año pasado, las cosas empezaron a cambiar. No digo que no hay migrantes que siguen saliendo de Centroamérica, porque las condiciones en los lugares de origen desgraciadamente no han cambiado mucho: la violencia, la corrupción, el empobrecimiento… pero para nadie es extraño que hubo una gran manipulación masiva de la migración desde octubre (de 2018) para acá. Organizaciones, pero también un chorro de polleros que los fueron llevando y haciendo el gran negocio con ellos. Además llevaban droga, porque llevaban droga y armas blancas.
–¿Estás hablando de las caravanas?
–De las caravanas, claro. Se empezó a ver ahí mano negra.
–¿Qué mano negra, Alejandro?
–Mano negra de alguien que está financiando esos desplazamientos masivos.
–Yo acompañé la primera caravana desde Guatemala hasta Tijuana y en Tijuana permanecí todavía un tiempo con ellos. Te sé decir que la gente que yo vi es gente que estaba huyendo: o muerta de hambre o de miedo.
–¿En qué te basas para decir que había mano negra detrás de esa gente?
–¿No viste videos de eso? ¿De cuando están repartiendo dólares a las mujeres?
–¿Quién les reparte dólares?
–¡Pues lo puedes ver en YouTube! Salió en YouTube todo eso y ya van repartiendo dólares desde Honduras, billetes, dólares, a las mujeres.
–Alejandro: tú, mejor que nadie has visto a los migrantes llegar a tu albergue deshechos, con los pies desollados, con…
–¿Hace cuánto tiempo?
–Alejandro, ¡es la misma gente! Es la misma gente… ¿tú crees que caminarían esa cantidad de kilómetros y de riesgos con tres bebés a cuestas, por unos pesos?
–No, no… Yo vi la primera caravana, yo no te discuto de eso. Pero de que hubo manipulación, hubo manipulación.
–¿De quién?
–De “Pueblo Sin Fronteras (PSF)”. ¿Para qué te haces? Tú lo sabes, Carlos. No me digas que PSF son los grandes héroes que llevan a los migrantes y los acompañan hasta la frontera.
“Traidores a México”
A partir de este momento, Solalinde dedica una larga diatriba contra la organización Pueblo Sin Fronteras, cuyo fundador, Irineo Mujica, encarna, según el sacerdote, todos los vicios posibles en el manejo y acompañamiento de la migración.
PSF fue la organización que acompañó a la primera caravana migrante, que partió de Honduras el 18 de octubre del año pasado y que atravesó México durante más de un mes de recorrido, en el que su presencia –y su declarada intención de entrar de forma irregular a los Estados Unidos– produjo una crisis diplomática entre el gobierno estadunidense de Donald Trump y sus pares de México y Centroamérica.
Los activistas de PSF se convirtieron en la práctica en voceros de aquella romería: los acompañaron desde Chiapas a Tijuana, trazaron la ruta que seguirían, canalizaron parte de la ayuda que recibieron, los ayudaron a organizarse para que nombraran a sus propios líderes y procuraron además jornadas de asesoría jurídica.
Solalinde los acusa de tener una agenda política destinada a desestabilizar el gobierno de López Obrador y de estimular la creación de caravanas migrantes con el fin de poner a México en aprietos diplomáticos. Relata episodios en los que la gente de PSF se “llevaron” a migrantes a los que él pastoreaba. Los acusa de no escucharlo a él. Pero también los acusa de actos criminales: asegura que PSF fue tolerante ante la presencia de droga –llega a precisar que los migrantes trasladaban marihuana en las carriolas de los bebés–; que Irineo Mujica era el organizador de una red de tráfico de personas y que su organización realizaba cobros de hasta 8 mil dólares.
Dice además que Mujica abandonó a su suerte a algunos migrantes, pese a que ellos habían pagado ya la cuota que cobraba. Menciona a algunos de los activistas con nombre y apellido. Pero las pruebas en las que sustenta sus acusaciones son todas del tipo “dos migrantes me llamaron y me dijeron que…”; “unos videos en YouTube” y “yo lo vi”.
En suma, dice que PSF y otras organizaciones que trabajan por los migrantes son unos “traidores a México” y se pregunta incluso si reciben dinero del gobierno de Trump para desestabilizar al gobierno de AMLO.
–En este punto me quiero detener…
–Pero no he terminado, quiero terminar y después yo te contesto lo que quieras. Y les reclamé a ellos dos por ser traidores a México y porque no les importaba México, pero también le dije: ‘Irineo ya es el colmo: una familia completa me habló denunciando que te dieron 8 mil dólares’. Y él lo siguió negando. Pasó el tiempo y todavía me volvió a llamar Irineo: me pedía que yo interviniera para ayudar a desplazarse a los migrantes en forma masiva, que yo interviniera ante el gobierno para que ellos pudieran pasar como antes. Le dije: ‘Irineo, yo no voy a hacer eso’, y él me dijo que yo los había abandonado. Le dije: ‘No, discúlpame, no puedo contribuir a que se siga traficando a las personas. No es lo mío: lo mío es ayudar a los migrantes, pero no prestarme a eso y menos a ocasionarle a mi gobierno, que es legítimo, un problema internacional con Donald Trump’. Y cierro con esto: yo he seguido acompañando a los migrantes, pero obviamente no puedo apoyarlos en su derecho de ir al norte, porque tienen derecho de ir al norte, pero no puedo apoyarlos en este momento.
–¿Por qué?
–Porque ellos son muy importantes, pero la prioridad es México.
–¡!
–Fíjate lo que te digo. ¡Claro que sí! Y te lo digo con todas sus letras: México ha sufrido demasiados años la corrupción de regímenes que nos han postrado y yo digo: si no rescatamos México, no habrá ni para Centroamérica ni para los migrantes ni para América Latina ni para nadie… Este es el punto. Yo sí creo en este presidente, Andrés Manuel López Obrador. También creo que la política que está llevando no es política pública, son bandazos desastrosos, en cuanto a la política migratoria. Claro, pero lo entiendo, porque ni Andrés Manuel sabe, ni la Secretaría de Gobernación, ni tampoco la Secretaría de Relaciones Exteriores, ni ninguno de los dos comisionados de Migración anteriores, excepto el primero (Tonatiuh Guillén), teóricamente, ni Alejandro Encinas (subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración) saben de migración. Entonces el error de ellos ha sido ignorar a las organizaciones de la sociedad civil, porque el año pasado hicimos un trabajo extraordinario con 12 mesas de trabajo, con propuestas de políticas públicas y lo tiraron a la basura: no le hicieron caso.
–Vamos paso por paso: durante un montón de tiempo defendiste la idea de que los valores humanos, tú decías cristianos, estaban por sobre gobiernos y por sobre fronteras, pero ahora te parece que la prioridad es México, el gobierno de México.
–Y es que ahí están los derechos humanos de los mexicanos y de los migrantes también. O sea, a ver, tú dime qué es prioridad: ¿prioridad es defender un desplazamiento masivo para que sigan ocasionando un problema internacional?
–¿Ahora los migrantes te parece que son “un problema internacional”?
–No ahora, lo ocasionaron el año pasado, con ese desplazamiento irresponsable masivo de las caravanas. Que te digan a ver si no había negocio, que te digan a ver si no había polleros.
–Recuerdo, Alejandro, que a ti te acusaron de lo mismo: te arrestaron, te acusaron de pollero, te acusaron de traficante…
–Pero nunca me lo probaron.
–Tampoco a Irineo. Ahí anda libre.
–Anda libre porque ese juez tuvo miedo y es corrupto.
–Hace años te hacían a ti los mismos señalamientos.
–Mira, a mí no me compares con PSF, ¡no me compares! No te confundas. Si tú tienes mucha fe en ellos te acepto que tengas fe. Pero la prioridad para mí es salvar mi país, aquí se está gestando un cambio muy legítimo.
“AMLO está haciendo tiempo”
–¿Salvar tu país incluso de los migrantes indocumentados que pretenden atravesarlo?
–Discúlpame, los migrantes no son un estorbo y la prueba está en que los estoy ayudando. Quiero que visites uno de esos centros donde yo estoy ayudando. Estoy logrando que ellos se asienten: tienen todo el apoyo del gobierno: papeles, tienen trabajo, tienen atención médica con sus familias. Claro, en forma incipiente, porque ellos están insertándose. Nunca he estado de acuerdo con que los lleven al norte. Cuando ellos llegaron aquí en 2014, en aquella caravana migrante del Viacrucis, yo les hablé y les dije: “¿Para qué van allá? ¿Para qué quieren ir a Estados Unidos? Ahí los va a estar esperando el crimen organizado”.
–Más o menos por estas mismas fechas te entrevisté en tu albergue de Ciudad Ixtepec el año pasado, y me decías: “Si algo he aprendido es que uno no puede decidir el destino de los migrantes. Hay que acompañarlos”.
–Y lo sigo pensando.
–Pero ahora ya no crees que ellos van, sino que se los llevan.
–Iban engañados. Ellos mismos lo dijeron, ya que les habían engañado porque les prometieron llevarlos a la frontera y a la mera hora no les cumplieron, porque no los pudieron pasar (a Estados Unidos).
–Esa gente iba en dirección a Estados Unidos desde que salió de Honduras. No necesita que nadie los engañe para llevarlos ahí.
–Siempre han ido a Estados Unidos, tienen todo el derecho del mundo, pero que los aprovechen para hacer negocio es otra cosa y que los organicen para traficarlos es otra cosa. No puedes negar que hay tráfico de personas. No lo niegues.
–Claro que lo hay. ¿Tú sigues pensando que el INM es la principal organización de tráfico de personas?
–No, ya no.
–Me decías hace un año exacto que el INM era básicamente una organización criminal y los principales traficantes de personas. ¿Eso desapareció en cuestión de un año?
–Es que tenemos un nuevo gobierno. ¿Sabes cómo está hacia dentro el INM?
–Cuénteme.
–Este INM, como está podrido todo, se está viendo si se queda o no se queda, pero por lo menos está militarizado ya. Al delegado de Veracruz lo quitaron por corrupto, vino otro igual de corrupto, ahora lo quitaron y ahora está un oficial del Ejército. Y el secretario personal del comisionado de Migración es un oficial, un mayor. Y así está militarizado prácticamente el INM para asegurarse que no van a caer en actos de corrupción.
El guardaespaldas de Solalinde, que ha estado presente en buena parte de la entrevista, le dice que es hora de irse.
–Hay que acelerar esto. Me decías que la gente vinculada al tema migratorio es gente que no sabe de migración.
–No saben.
–¿No es irresponsable de parte del presidente poner en esos puestos a alguien que no sabe de migración?
–Mira, Carlos, tú eres salvadoreño. Tú no sabes las necesidades que tenemos en México, desconoces el proceso de emergencia que tenemos. Ahorita tenemos la posibilidad de una nueva independencia. Tú nunca lo vas a comprender. Aquí en México necesitamos liberarnos de los poderes fácticos capitalistas. Tú nunca vas a entender el proceso que llevamos.
–¿Mi sola nacionalidad me hace incapaz de comprender cosas?
–Tú no vives aquí, no eres mexicano. Nosotros entendemos la angustia que hemos vivido por años, de opresión y de corrupción. Tenemos que liberarnos de ella y tenemos la presión de Estados Unidos. Tú no tienes la presión de Estados Unidos.
–¿No?
–La tienes a través de tus gobernantes que siempre han sido peleles, como los nuestros, que han sido gobernantes peleles.
–¿Dirías que AMLO no se ha comportado como un pelele?
–No, él no.
–El presidente Trump definió a los mexicanos como violadores y traficantes de drogas; luego amenazó a México con imponer aranceles si no cumplía su voluntad en el sur. AMLO cedió a sus presiones. ¿Eso no lo convierte en un pelele, sino en alguien que libera a su país de la influencia estadunidense?
–Por supuesto que sí. Ahí es donde muestras tu ignorancia. AMLO está haciendo tiempo.
–¿Eso es lo que está haciendo?
–Sí. Tú no puedes entenderlo porque no tienes al otro lado a Estados Unidos. Tú no eres vecino de Estados Unidos.
–No hace falta, por su influencia en Centroamérica.
–Sí hace falta. A ti no te han quitado más de la mitad del territorio y no has tenido la intervención continua todo el tiempo.
–Alejandro… ¿Calificarías la actuación de AMLO frente al gobierno de Estados Unidos como digna y soberana?
–Digna y soberana, por supuesto.
–Mencionaste la palabra “bandazos”. Él pasó de recibir a los migrantes centroamericanos con visas humanitarias a militarizar la frontera sur. Porque la Guardia Nacional son militares con un gafete que dice GN.
–Sí.
–Me dio la impresión de que ese bandazo no se le ocurrió a él sino que fue producto de las amenazas de Trump.
–No. Discúlpame. Esos son unos prejuicios terribles que tienes. Tú habrás visto lo que quieras, pero tus ojos no ven unas cosas. La Guardia Nacional no se puso por los migrantes.
–¿Dices que la Guardia Nacional no se creó para frenar la migración en el sur de México?
–Claro que no se puso por eso. Se puso porque tenemos un problema de seguridad interior. ¿Que coincidió lo de la presión de Trump? Claro. Coincidió. Te voy a hacer una pregunta: ¿Cuántos migrantes ha matado la Guardia Nacional en estos meses? ¡Contéstame!
–Alejandro…
–¡Contéstame!
–A ninguno, hasta donde yo sé.
–Ahí te tapo la boca.
–¿Hay que matar gente para molestarte?
–Tienes prejuicios. Tú nunca vas a entender porque no estás viviendo lo que estamos viviendo en México. Ningún extranjero lo va a entender. Si tienes ese anhelo de liberación latinoamericana lo vas a entender, pero no tienes esa mentalidad.
Esta entrevista se publicó el 8 de diciembre de 2019 en la edición 2249 de la revista Proceso