Por un Museo del Muralismo... e incluso una escuela

sábado, 22 de diciembre de 2018 · 09:21
El sueño de un recinto que concentre la historia y muestre lo más representativo del muralismo mexicano está más cerca que nunca de hacerse realidad, según expone el artista Ariosto Otero, quien presentó ya un proyecto al secretario de Cultura del gobierno capitalino, Alfonso Suárez del Real. La idea tiene el respaldo del presidente López Obrador, y podría ser su sede la actual Secretaría de Educación Pública.     Así lo dice el artista Ariosto Otero al referirse a un posible Museo del Muralismo: “Nos lo debemos como mexicanos y lo debemos al mundo.” El proyecto que el ahora presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) adelantó a los medios de comunicación el mes pasado –siendo aún electo–, bajo la idea de un “Museo Muralista Mexicano”, tendría como fecha límite el año 2021 y como sede el actual edificio de la Secretaría de Educación Pública (SEP), dijo, pues ésta se mudaría a Puebla. El anuncio corrió paralelo durante la conferencia de prensa cuando AMLO dio a conocer la creación de la “Memoria Histórica y Cultural de México”, proyecto encabezado por Beatriz Müller, periodista, doctora en teoría literaria y esposa del ejecutivo federal. “No quiero adelantar nada, pero sería extraordinario recuperar cosas que están en museos extranjeros”, dijo también. Al respecto Otero, reconocido muralista y promotor cultural, cuyas obras han sido plasmadas en México y el extranjero, explicó en entrevista a Proceso que cuando escuchó la noticia en voz de López Obrador “se me iluminó el corazón”: “Pensé: ‘eso es lo que entregué, esa es la respuesta’, y es una idea que tengo desde hace años porque México es la cuna del muralismo universal, nace con los antiguos mexicanos (detesto decir prehispánicos), pero sostengo que el muralismo debe tener unos tres mil ochocientos años cuando menos en nuestro país, sin contar el arte rupestre, que es otra cosa. “A partir de (José) Vasconcelos se encumbró una fuerza creativa en el muralismo que hasta ahora fue menospreciada por las diversas administraciones, jamás ha existido un museo sobre el muralismo, y ni qué decir de una escuela por la que tanto preguntan los extranjeros al ver lo que tenemos. Nos lo merecemos, tenemos todos los méritos, nos lo debemos y lo debemos al mundo.” El artista contó que dicho proyecto lo ha presentado desde hace varios años a diversas autoridades, y que una vez culminadas las elecciones presidenciales del 2018, decidió hacérselo llegar a las autoridades de la transición. Especialmente al ahora secretario de Cultura capitalino, José Alfonso Suárez del Real. Comentó: “Me acerqué porque es un hombre sensible y le emocionó el proyecto, que además no para ahí, pues la idea es que sea sede de clases y talleres, y con miras a una escuela, un museo y una escuela que irían de la mano, y eso también le pareció una maravilla.” Suárez del Real confirmó a Proceso que, en efecto, el presidente de México tuvo pleno conocimiento del proyecto, y la posibilidad de realizarlo sería cuestión de acuerdos: “Estamos valorando esa posibilidad, que en cuanto las oficinas de la SEP se muden se pueda concretar, sería cuestión de ponernos de acuerdo con Alejandra Frausto (secretaria de Cultura federal) y Lucina Jiménez (directora del Instituto Nacional de Bellas Artes).” La idea El artista, quien hace dos semanas fue reconocido con un diploma por su “brillante trayectoria en el arte del muralismo y su incansable labor en su difusión” por el Colegio de Bachilleres Plantel 33 Xochimilco-Tepepan de esta ciudad, en el marco del 40 aniversario de la institución, informó que la idea del Museo Nacional del Muralismo fue expuesta hace dos años a Miguel Ángel Mancera, entonces jefe de gobierno capitalino y ahora senador. El acercamiento se dio cuando trabajaba en el mural El despertar mexicano, ubicado en la Sala de Conago del Palacio del Ayuntamiento, una obra de 85 metros cuadrados que fue concluido en mayo del año pasado que se encuentra en el ala norte donde están las oficinas del Gobierno de la CDMX, y por ello no se puede apreciar, a diferencia del lado sur –sitio que aloja el Salón de Cabildos–, que se abrió al público de manera oficial la semana pasada a semejanza de la residencia de Los Pinos, ahora Complejo Cultural Los Pinos. Rememora el artista ese acercamiento: “Cuando el año pasado estaba haciendo el mural en el palacio de los virreyes, situado en el primer piso, un día se acercó Mancera a ver el avance, porque su oficina está justo a un costado. Y ahí, entre plática, le dije: ‘¿Por qué no creamos el Museo Nacional de Muralismo?’. La idea le agradó mucho, me dijo que sí y dio la instrucción al entonces Oficial Mayor, Jorge Silva Morales. Éste me pidió un proyecto y en un corto tiempo me senté a redactarlo, justifiqué el por qué, para qué serviría y como se formaría, todo.” Otero planeó que sería a través de una fundación, e incluso como arranque propuso donar toda su obra: 100 bocetos (de 74 murales de México y otros países), cerca de mil apuntes y 80 proyectos de murales, más su biblioteca. El obstáculo Sin embargo, hubo trabas, sostiene el pintor: “Empezó a pasar el tiempo y se fueron complicando las cosas. Lo más difícil era el lugar, busqué espacios pero en Patrimonio Inmobiliario de la Ciudad al final me dijeron que no. La otra opción era partir de cero en un espacio para construirlo, hasta el arquitecto Michel Rodkin dijo que haría el proyecto arquitectónico sin cobrar y lo ideó de manera que pudiera recorrerse por fuera con bicicleta… Hubo opciones, pero al final no hubo nada.” La copia del plan, entregada a Proceso, justifica que se trataría de un museo abierto a la investigación y análisis de la obra mural. Se lee: “Un museo didáctico narrativo, épico, escenográfico y arquitectónico como la misma obra, que invite al visitante al reencuentro con la historia nacional a través d la obra mural y sus creadores; recogerá los bocetos, apuntes y proyectos de muralistas de otras latitudes que deseen donar…” Y: “Es importante mantener las rutas teórico-prácticas de un arte humanista que contrarreste la agresión de un mundo manipulado por los grandes capitales, donde sólo permanece el consumismo bajo el lema de la globalización, en donde el hombre puede perder su ruta y de esta manera entrar en el milenio de la oscuridad, mutilando de cuajo el arte para el pueblo”. Interrogada sobre el tema, Guillermina Guadarrama, investigadora del INBA y compañera de lucha de Otero en la defensa de los murales del antiguo Centro SCOP (ver Recuadro) –hoy sede de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes–, dijo a Proceso: “Me parecería perfecto siempre y cuando fuera, como anunciaron, en el edificio de la SEP, qué mejor espacio y tan emblemático para un recinto de ese tipo.” El inmueble histórico de Educación Pública ocupa gran parte de la manzana situada entre las calles de República de Venezuela, Luis González Obregón, República de Argentina y República de Brasil (Proceso número 1945), y se compone de varios edificios de diferentes épocas: El exconvento de la Encarnación, compuesto por el Patio del Trabajo, de las Fiestas (llamado así por ser el tema de los murales de Diego Rivera), y de los Lavaderos. El extemplo de la Encarnación, que data de 1648 y aloja el actual Salón Hispanoamericano. La exaduana de Santo Domingo, construida entre 1730 y 1731, en donde se encuentra el mural-escultura Educación en acero de Manuel Felguérez. Y una escalera cuya cúpula ornamentada es trabajo de David Alfaro Siqueiros. Así como dos inmuebles enmarcados entre el exconvento y la exaduana. Uno de ellos, la Casa de los Adelantados de Nueva Galicia, marqueses de Villamayor, que data de 1530, y la casa del tres veces gobernador y capitán general de la Nueva Galicia, don Cristóbal de Oñate, construido en la misma fecha. Dice Guadarrama: “Recuerdo un día que fui a guiar un recorrido por las obras y llevaba un pequeño altavoz, y el asistente del entonces secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, salió a callarme y le respondí que servía también para que el secretario aprendiera… Ni terminamos el recorrido. “La idea es buena no sólo por toda la producción que se puede rescatar de los grandes muralistas, sino de las obras que no se pueden ver de manera tan pública. Por ejemplo, en la oficina del secretario hay un mural de Roberto Montenegro. “Una de las vertientes actuales es el ‘muralismo comunitario’, y para entender un mural hay que vivirlo un poco, involucrarse, exponer el proceso, ver sus etapas, y hasta hacer talleres, entonces un museo del muralismo me parece bueno, y en el edificio de la SEP mucho mejor”, explicó. La Escuela A la fecha, la única universidad del mundo que tiene una carrera sobre la técnica mural es la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de la Plata en Buenos Aires, Argentina, en donde incluso Ariosto Otero ha sido profesor invitado en posgrado: “Me pareció maravilloso, pero me ha hecho pensar en por qué nosotros no tenemos una carrera así. Recuerdo que propuse una escuela hace treinta años cuando hacia un mural en Milpa Alta, no conseguí apoyos y quedó parado el proyecto. Eso también se lo comenté a Suárez del Real y se emocionó porque un Museo Nacional del Muralismo y una Escuela del Muralismo van completamente de la mano. “Se trataría de una carrera que podría ser completamente autosustentable. ¿Se imagina usted si abrieran una carrera así?, ¿cuánta gente no querría venir a México a estudiar? ¡Si es lo que siempre me preguntan fuera de México! que si hay una escuela, si hay un museo del mural, y se sorprenden cuando les digo que no. Y pues parte del proyecto del museo es que sea sede de talleres con miras a una escuela, donde puedan venir jóvenes de otros países y dejar su trabajo en México.” Abunda: “La técnica del mural tiene una gran variedad. Según Orlando Suárez debe haber más de cien, pero sólo usamos diez. Hay mucho bagaje cultural que se puede impulsar. Sería una escuela para México, para el mundo, vendrían de todos lados, porque si hay algo que emociona de la cultura mexicana es el muralismo, nos corre por las venas, pero no hay una formación académica.” Otero comentó que la semana antepasada iba a reunirse con Sergio Mayer, presidente de la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados, pero se canceló a última hora. Al igual que una próxima con Suárez del Real, quien se encuentra atendiendo sus deberes iniciales como secretario de Cultura de la ciudad. “Voy a seguir empujando el proyecto del museo, buscaré que se haga, que se haga sin mí incluso, pero que se haga. Repito, nos lo debemos.” Este reportaje se publicó el 21 de diciembre de 2018 en la edición 2198 de la revista Proceso.

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