Grupo Frida: Desenterrando la verdad
Las integrantes del Grupo Frida –creado por Siria Zúñiga el año pasado en Nayarit– han reunido indicios suficientes para identificar los cuerpos localizados por ellas en las fosas de esa entidad a partir del 10 de octubre. Pese a que la Fiscalía General del Estado desdeña de manera sistemática sus aportes, Siria y sus seguidoras continúan la búsqueda. Cada día anotan en su bitácora los nuevos hallazgos, en espera de que las autoridades atiendan sus reclamos.
SAN BLAS, Nay. (Proceso).– Siria Zúñiga Godínez, dirigente del Grupo Frida –dedicado a la búsqueda de tumbas clandestinas– se muestra abatida. Le duele que la Fiscalía General del Estado no recolecte la evidencia de los restos localizados por ella y sus compañeros en esas fosas y en los campamentos de sicarios del 10 de octubre a la fecha.
Zúñiga Godínez lleva un registro de la mayoría de los objetos abandonados. Sabe que cada artículo encontrado es un indicio que puede ayudar a identificar a una víctima o a un victimario.
Desde hace meses realiza lo que en ciencia forense llaman “fijación fotográfica y de video. Recolección y custodia de objetos”. Lleva una bitácora en la cual anota el sitio, la hora y las circunstancias en que el Grupo Frida descubre una fosa o campamento.
Reconocer alguna de las prendas –dice– es una forma en que algún padre que esté buscando a su hijo puede dar con su paradero.
“Creo que no se debe de dejar nada sin registrar porque se contamina o se pierde la evidencia”, comenta a la reportera, al tiempo que muestra sus registros.
Para ella, la búsqueda de tumbas clandestinas comenzó el 12 de septiembre de 2017 a las 22:30 horas, noche negra para los habitantes de esta población costera. Narra:
“Nos encontrábamos reunidos en casa tomando café, cuando escuchamos personas gritando, el sonido de motos para un lado y para otro, vehículos que pasaban a toda velocidad. Cuando salimos, me dijeron que estaban levantando gente, que llevaban muchos.
“Le pedí a mi hermana que me llevara al centro para ver a mi hijo que vive solo. Me llevó. Al llegar al bulevar nos paramos en seco y nos pegamos en el macholito porque en ese momento iba saliendo del pueblo un convoy de 13 camionetas blancas con torretas encendidas. En las puertas traían letras negras con una abreviatura: CJNG.
“Al mismo tiempo, por el arco de piedra que se encuentra a la entrada de San Blas, venían dos camionetas de la Marina: una se quedó en medio de los vehículos y la otra al final. Dentro de las camionetas del CJNG se escucharon gritos. Eran camionetas de doble cabina; algunas completamente cerradas.
“Los de la Marina se quedaron en el pueblo. Después vieron que llegó otro vehículo grande con marinos de refuerzo. El alboroto duró una hora. Llegó la fiscalía de Tepic, hubo mucha movilización hasta las seis de la mañana. Pero no hubo un solo detenido.”
De San Blas, el convoy de sicarios del CJNG se fue a las rancherías aledañas. En todos levantaron gente, sostiene la entrevistada. De La Palma se llevaron a dos muchachos; de Aticama, a un joven de 23 años; de Santa Cruz, a tres personas; de El Llano, a otro adulto; de la Libertad, a otro; de Navarrete, a dos –papá e hijo–, y de San Blas, a 15.
El infierno de Lorena
Una joven levantada la noche del 12 de septiembre de 2017 narró su experiencia a Siria Zúñiga. Le dijo que la confundieron con otra persona y a pesar de que mostró su credencial y les decía “Soy Lorena”, no le creyeron y la subieron a la camioneta junto con los demás.
Los sicarios, narró, se los llevaron a los ranchos aledaños a levantar gente. Luego los regresaron a San Blas y de allí a una huerta de mangos donde los tuvieron amarrados e hincados.
Después los subieron a la camioneta y los llevaron a la fiscalía. “Eran como 15 los levantados que iban con ella, pero a la dependencia sólo llegaron siete. No se sabe dónde quedaron los demás”. Lorena expuso que todo el tiempo escuchó gritos y golpes.
En la fiscalía le dijeron que si no pagaba 12 mil pesos de fianza la llevarían a La Penal por el delito de narcomenudeo. Dos días después sus familiares juntaron el dinero y ella recuperó su libertad. Apenas salió, fue con Siria a contarle su “infierno”.
Siria observó el sufrimiento de las madres cuyos hijos no regresaron. En 2009 su madre murió sabiendo a su hijo perdido. Siria lo buscó y una semana después localizó la fosa en la que había sido enterrado.
Relata:
“Es lamentable ver a tanta madre llorando. Ellas tienen miedo por eso no denuncian y muchas también temen salir a buscarlos, pero tienen la certeza de que, por todos los cerros de San Blas hay gente enterrada. El fiscal general incluso habla de 400 desapariciones.”
La tristeza de las madres de los desaparecidos la llevó a crear una organización a la que todos los agraviados decidieron denominar Grupo Frida. Pronto se le unieron don Santiago Pérez Becerra, de Tepic, la señora Rosa Jara de Mazatlán (Proceso 2151).
La mamá de Julio Alexis Ortega Martínez –quien fue levantado por tres encapuchados la noche del 17 de septiembre de 2017 en la entrada de San Blas– también se les unió. La hermana de José Fabián e Israel Zúñiga Meza, quienes desaparecieron el 24 de agosto del año pasado, también participa en el grupo de buscadoras.
José Fabián e Israel, dice, “vivían a un lado de mi casa. En la madrugada escuché ruido de vidrios y fui a ver de qué se trataba. Vi cuando cuatro hombres los subieron a una camioneta blanca y se los llevaron. Avise a mis papás y hermanos. El mismo 24, a las 10 de la mañana fui a Tepic a poner una denuncia ante la fiscalía. Conocí a Siria y me integré al grupo. Buscamos por cerros y huertas.
“El 15 de noviembre los encontramos por el lado de La Virgen, en Las Cañadas. La fiscalía sacó los cuerpos y no nos dejaron verlos. Al día siguiente a las dos de la tarde me dijeron que eran mis hermanos. En esa zona había dos fosas; cada una tenía cuatro cuerpos.”
Las primeras fosas
El 10 de octubre, semanas después del levantón en San Blas y las rancherías aledañas se detectó la primera fosa clandestina en el predio El Carrizal, en la localidad La Libertad, a 10 kilómetros de San Blas.
Tenía cuatro cuerpos masculinos. Las buscadoras no supieron quiénes eran porque, asegura Siria, la fiscalía se los llevó sin levantar ninguna evidencia.
Sin embargo, las integrantes del Grupo Frida encontraron en el lugar collares, partes de una motocicleta, carros quemados, dos uniformes –uno de doctor y otro militar–, un impermeable de niño rosa, carteras, cachuchas, sandalias, ropa de mujer, unos guaraches de piel.
También recogieron documentos mojados, un libro con mapas impresos del estado de Nayarit, cintos, muchas sogas con las que los sicarios amarraban a sus víctimas, cinta canela, un comal y varias ollas.
“Este campamento era como de dos hectáreas. En la casa –una choza de lámina y palma sin paredes– había mesas y muchas cobijas. Creo que no se debe de dejar nada en el lugar para evitar que se contaminen o pierdan las evidencias”, comenta Siria.
En ese momento empezó a tomar registro de la mayoría de los objetos abandonados. No sabe si pertenecen a las víctimas o a los victimarios.
El grupo cambió el rumbo de la búsqueda y el 13 de octubre encontraron un auto Honda como a un kilómetro del campamento, en el predio Carlos Luna: también encontraron partes de motocicleta tiradas, varias prendas –incluidos un zapato, una camisa y un pantalón– y un celular quemado, que Siria muestra a la reportera. Ella quiere que la autoridad lo abra para que analice su memoria.
Debajo de los árboles de lichi había bolsas con residuos de comida en vasos y platos desechables que utilizaron los victimarios. “Nada de eso analizó la fiscalía”; todo se fue a la basura, dicen las buscadoras.
Cerca del lugar estaba otro campamento. Ahí localizaron dos autos, colchonetas, dos uniformes militares y uno de marino, latas, mucha ropa de mujer, cosméticos, bolsos, maletas. Pantalones colgados de los árboles de mango. Allí dormían debajo de los árboles.
Cinco días después, el 18 de octubre, Siria y sus compañeras encontraron otra fosa en El Catrín, incluso entrega a la reportera un video con que registra el hallazgo.
Personal de la fiscalía exhumó los restos de una persona del sexo masculino; estaba cubierto por una cobija roja tipo catalana: “No pudimos anotar sus características. Encontramos un campamento con muchas prendas, partes de vehículos, un cuchillo con cacha blanca, cobijas, un botín amarillo.
El 31 de octubre, a 60 metros de la primera fosa, el Grupo Frida encontró otra fosa.
Nuevos indicios
A Siria Zúñiga le llama la atención que en todos los campamentos haya medicamentos para la gastritis, como omeprazol, o para la tos, ambroxol y pastillas de naproxeno.
“Siempre hay bolsitas con semillas de girasol. Ahora, cuando llegamos a un campamento por primera vez, me fijo en sus características y cuando descubro prendas de vestir, medicamentos y semillas de girasol, hay que darle, dice.
El grupo regresó al Carrizal el 19 de octubre, donde nueve días antes encontraron la primera fosa. Lo hizo por el lado de La Libertad, donde descubrieron otra fosa a 80 metros de la anterior, con cuatro cuerpos.
“Regresamos por la evidencia. Tenemos la idea de que si encontramos muchas prendas en el campamento vamos a encontrar fosas. Siempre vamos con la esperanza de que alguna prenda sea reconocida por algún familiar. Es como una intuición, si hay prendas damos con las fosas.
“Ese día localizamos las batas de doctor, guantes con sangre y aún olía feo. También había vasos desechables, jeringas y llaves de esposas, zapatos, cachuchas, carteras, impermeables de niño rosas, muchos calcetines y tres collares”, dice Siria.
El día 20 las buscadoras caminaron hacia La Guinea, el primer indicio fue el hallazgo de una camioneta blanca con redilas con un logo de la palabra “Novillo”. En el cristal del lado izquierdo “había un casco nuevecito, partes de moto nuevas, tenis de doctor, una lona verde, un pico, una pala y un serrucho. Encontramos muchos uniformes de la policía de Nayarit. Ese mismo día hicimos el reporte a la fiscalía. Los agentes llegaron hasta el 25 de octubre.
“El 22 de octubre regresamos a La Guinea, por la entrada a El Manguito, para ver si la fiscalía había recogido las camionetas. Al revisar el lugar vimos que salían muchos gusanos de la tierra –Siria muestra a la reportera los videos del hallazgo–.
“Además, donde había tierra revuelta, mi hermano movió la tierra con la mano y a unos 50 centímetros de profundidad estaba la cara de un hombre.”
Al final, ella y sus compañeras localizaron otro cuerpo. Nuevamente presentaron un reporte a la fiscalía nayarita. Poco después, el grupo se enteró de que uno de los cuerpos era el de un comandante de la Policía estatal.
El día 25 la fiscalía quedó de llegar a las ocho de la mañana al lugar: arribaron dos horas después: los del Servicio Médico Forense lo hicieron a las 11. Y aunque llevaron perros rastreadores –gracias a los cuales localizaron dos fosas más–, los peritos reportaron que no encontraron indicios.
Siguen las desapariciones
Grupo Frida es independiente. Sus integrantes suelen desplazarse en motocicletas prestadas o pidiendo aventón.
El 25 de octubre terminaron con la extracción de los cuerpos y continuaron su búsqueda. Encontramos más indicios en otros campamentos.
“Antes de llegar a Singayta –dice Siria– detectaron dos camionetas blancas. Allí había un saco azul muy fino, ropa de doctor, un collar con caracoles, zapatos y calcetines. Tenemos que regresar a buscar fosas.”
El día 29 encontramos sólo prendas, en otro campamento, así como camisas, pipas de fumar, envolturas con mota, documentos de una camioneta con el nombre de Aldo Medina Víctor expedida en San Blas. Lo notificamos a la fiscalía, pero no supimos más de esos documentos.
Y continúa: “El día 31 de octubre regresamos a El Catrín, donde habíamos estado el día 18. Localizamos una fosa con una persona de pelo negro con playera azul. Estaba de lado. A él, como a muchos, lo amordazaron con un pedazo de su propia camisa. Se recuperó el cuerpo por la noche. Otro día, personal de la fiscalía regresó con los caninos, pero éstos no detectaron más fosas.
El 6 de diciembre las integrantes del Grupo Frida encontraron el cuerpo de un maestro de la escuela de Sacualpan en el predio llamado Potrerillos. Estaba a la intemperie.
Un mes después, el martes 9 de enero en el predio La Loca localizaron un tenis al pie de una brecha. Al revisar el lugar descubrieron el par dentro de una fosa, donde también había un antebrazo y los dedos de una mano y otro par de tenis.
Los dueños del predio sospechan que hay más fosas y le piden a Siria que regrese.
Al cierre de edición, Siria envió a Proceso información sobre las 11 personas desaparecidas la noche del jueves 25 de enero; de ellas cinco fueron asesinadas en menos de dos horas. Del resto no se sabe nada.
Este reportaje se publicó el 28 de enero de 2018 en la edición 2152 de la revista Proceso.