Osorio, el filósofo de las tundas
Juan Carlos Osorio ha desarrollado una magnífica teorización acerca del futbol, basada en rotar alineaciones. A veces incluso le ha funcionado. Pero cuando el sistema del entrenador colombiano falla, lo hace de modo espectacular. El último tropiezo fue la goliza 4-1 que Alemania le propinó a México en la Confederaciones. En este contexto –un proyecto claro pero con duros tropiezos recurrentes, con una defensa de caricatura– México se alista para el Mundial de Rusia…
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Las rotaciones de Juan Carlos Osorio lo definen. Pero ese sistema tiene sus riesgos y lo mismo retribuye que golpea con severidad: el entrenador de la Selección Mexicana perdió ante Alemania (1-4) en la Copa Confederaciones Rusia 2017 (y un año antes cayó 0-7 contra Chile en la Copa América), pero tiene a México en la antesala de la Copa del Mundo del próximo año.
Considerado el pionero de este peculiar sistema en el futbol en América, Osorio es un obsesivo director técnico que desprecia las tradicionales reglas que seguían los estrategas y que está decidido a imponer su propio método. Así lo ha hecho en los últimos 20 meses en el representativo tricolor: en 28 juegos no ha repetido una formación titular y ha colocado a jugadores en posiciones distintas a las que están habituados.
“La rotación no es un principio de juego. Es un principio de vida aplicable a cualquier escenario. Fundamentalmente buscamos dar participaciones a todos los integrantes del plantel, del colectivo”, plasma el entrenador en el libro La libreta de Osorio, mi modelo de gestión (2015), escrito por el periodista colombiano Jorge Andrés Bermúdez y publicado por la editorial Librofutbol.com.
“Las rotaciones, la polivalencia y la versatilidad táctica no dan lugar a la monotonía y te hacen indescifrable para los rivales. Siempre vas a encontrar algo nuevo, algo distinto, algo diferente. Siempre habrá sorpresas. Además, mantienes a todos los jugadores atentos, listos y preparados, porque en cualquier momento se les llama. De igual manera, mantienes a todos implicados y a todos los haces sentir partícipes del proyecto. Evitas que haya jugadores aburridos y jugadores oxidándose en el banquillo al no ser tomados en cuenta”, se lee en el tomo de 214 páginas.
El entrenador asegura que piensa en el futuro y en la carrera de los atletas, porque las rotaciones, dice, ayudan a estirar la vida deportiva del futbolista; le dan más años de actividad profesional.
Osorio, de 56 años, eligió su sistema con el principio de que “en el futbol y en cualquier actividad de la vida, el ser humano, para sentirse parte de, tiene que participar, en este caso jugar para contribuir a la consecución de los objetivos grupales. No hablamos de titulares o suplentes, pero indudablemente hay unos jugadores más importantes que otros”.
En La libreta de Osorio el colombiano fundamenta que “el factor, quizá más importante, es que no rotamos por rotar. Al momento de aplicar este principio analizamos al rival, el grupo nuestro y las interacciones que se pueden presentar. Aunque no modificamos nuestro modelo, los principios de juego y nuestra metodología de entrenamiento, decidir quién juega o no termina siendo un arte, en definitiva, el arte de saber rotar”.
El técnico aclara que no es simplemente ceder la oportunidad a determinado jugador. Es identificar, refiere, si el futbolista se encuentra en el escenario propicio y con todas las posibilidades de desempeñar bien su tarea en interacción con los demás elegidos.
Mientras Osorio trabajó para el Manchester City aprovechó para espiar (entre las sombras de los árboles o sobre el techo de alguna vivienda) los entrenamientos del Manchester United, que dirigía el mítico Alex Ferguson, el primero al que le escuchó el término rotación. Luego, en algunas charlas, Ferguson le explicó a Osorio que los futbolistas profesionales juegan por dos cosas: el dinero y la gloria, y que al momento que los sueldos se equiparan el jugador desea participar y recupera el espíritu amateur de sus años juveniles.
Es precisamente el concepto que el colombiano aprovechó de Ferguson: “seleccionar un grupo de jugadores de calidad, sí, pero fundamentalmente un colectivo con humildad, con espíritu competitivo, que entiendan que el triunfo no depende únicamente de un individuo, sino de un grupo y del aporte de todos”.
De esa manera el jugador entiende que, con el fin de participar en la rotación, debe prepararse de la mejor manera.
Según el entrenador, cuando un futbolista participa frecuentemente en el primer equipo, “es indiscutido y nunca es cambiado”, se corre el riesgo de que se entrene mal y compita mediocremente al sentirse más importante que el resto. “La rotación, aparte de darle la oportunidad y que implica a todos, también los responsabiliza.
“En definitiva, en la rotación todos tienen los mismos derechos, las mismas oportunidades y las mismas responsabilidades. Gracias a este principio, los logros deportivos en la élite se pueden lograr con la contribución de todos y no solamente con el rendimiento individual.”
Los extremos
Su sistema es criticado porque en México no ha conseguido nada con él y ha provocado, en contraparte, humillantes derrotas. El primer ejemplo fue su fugaz paso por el Puebla, que terminó tras una racha de cinco tropiezos en fila: Osorio dirigió 11 partidos en el Clausura 2012, sólo ganó dos, empató dos y perdió siete en menos de tres meses. Dejó al equipo en el antepenúltimo sitio de la clasificación general.
Con el sabor amargo de su fracaso en Puebla, Juan Carlos regresó a Colombia para dirigir al Atlético Nacional, con el que se proclamó campeón en 2013 en la Superliga de Colombia, en la Copa Colombia en dos ocasiones, el Torneo Finalización y el Torneo Apertura, también dos veces.
Además, consiguió la mayor cantidad de puntos (en la clasificación general en cada una de las competencias), más goles anotados, menos goles admitidos, mayor cantidad de juegos ganados y menos partidos perdidos. El entrenador “dio cátedra de cómo se gestiona una plantilla completa y no solamente a 11 jugadores”, se señala en La libreta de Osorio, texto de carácter previsiblemente laudatorio.
Juan Carlos se fue a dirigir al Sao Paulo, uno de los grandes clubes del futbol brasileño, y después el azar lo puso en el banquillo de la Selección Mexicana en octubre de 2015, luego de la imprudencia de Miguel El Piojo Herrera, quien en un berrinche golpeó a un comunicador de TV Azteca.
Osorio fue mesero y albañil en Nueva York. Inició su formación como entrenador en 1990, al titularse en Ciencias del Ejército Físico y del Rendimiento Humano en la Universidad de Connecticut. Seis años después obtuvo la licencia de Director Técnico tipo A, el mayor grado que otorga la Unión Europea de Futbol Asociado (UEFA) por medio de la FA League, de Inglaterra, donde estudió Ciencias Superiores del Futbol en la Universidad de Liverpool.
Su estreno formal en el banquillo fue en 1998, como asistente técnico del Staten Island Vipers, de la National Premier Soccer League en Nueva York. Y en 2000 se desempeñó como asistente técnico del ecuatoriano Octavio Zambrano en el Metro Stars de la Major League Soccer (MLS).
Pero su real aprendizaje comenzó un año después como preparador físico, primero, y posteriormente como auxiliar del Manchester City, de la Liga Premier. Esto le permitió observar de cerca los sistemas de los equipos Liverpool y Manchester United.
Osorio se estrenó formalmente como entrenador con Millonarios de Colombia, al que sólo dirigió una temporada (2006-2007). Y regresó a Estados Unidos para encargarse de la dirección técnica del Chicago Fire (2007), donde dirigió a Cuauhtémoc Blanco.
El sudamericano se marchó de ese club tras aceptar una oferta del Red Bull New York, y en 2009 se hizo cargo del Once Caldas, de su país, al que condujo al título en 2010. Con esas credenciales, en 2012 aterrizó en Puebla.
El método Osorio –se expone en el libro– se fundamenta en la periodización táctica del entrenamiento y en las rotaciones “para implicar a todos, dosificar a todos, y conservar las energías y el físico de todos”.
El peor fiasco de su sistema lo padeció el 18 de junio de 2016. Ese día, la Selección de Chile destrozó a la de México 7-0 en la fase de cuartos de final de la Copa América Centenario, que se disputó en Estados Unidos.
Ahora bien, hoy la Selección Mexicana está a un paso de amarrar la clasificación a la Copa del Mundo Rusia 2018 y mostró algunos momentos de buen futbol durante su reciente participación en la Copa Confederaciones Rusia 2017, algunos incluso ante Alemania –campeón mundial–, al que enfrentó el jueves 29 por el pase a la final pero ante el que perdió, de nuevo, de manera contundente (1-4).
En cuatro partidos disputados en la Copa Confederaciones 2017, Osorio utilizó a 22 de los 23 jugadores inscritos en la competencia rusa. El único que no tuvo minutos fue el tercer portero, Rodolfo Cota. Según el entrenador colombiano, estas rotaciones le permiten dosificar las cargas de trabajo y con ello evitar la fatiga, pero igual se lesionaron Héctor Moreno y Diego Reyes por sobrecarga de trabajo, al parecer.
Los endebles pilares
Osorio se refiere a tres pilares metodológicos en los que fundamenta su sistema de juego: rotaciones, polivalencia individual y versatilidad táctica colectiva. De acuerdo con el estratega, las diferentes valencias de cada futbolista multiplican sus probabilidades de participar y de ser elegido por el técnico, mientras que la versatilidad táctica aumenta las posibilidades estratégicas del equipo, además de generar confusión en los oponentes.
Bajo estos principios, agrega Osorio en su libro, casi todos o todos los miembros de la plantilla participan y ayudan a desarrollar y a ejecutar el modelo de juego. “Muchos, o varios futbolistas, lo hacen en distintos sectores del campo, ejecutando tareas diversas, y las estructuras del conjunto varían en función de las necesidades y circunstancias”.
Durante los partidos, el seleccionador suele utilizar una libreta en la que realiza apuntes con dos bolígrafos –uno azul y otro rojo. Y también cree en el diálogo. Suele charlar con gente de futbol, con la que intercambia ideas y pide explicaciones. “¡Y todo lo escribo! Mi padre siempre dijo: ‘Es mejor un lápiz corto y no una memoria larga’”.
En el volumen La libreta de Osorio hay un apartado titulado “Polivalencia individual”. Ahí abunda en su “atrevimiento” para entrenar a jugadores en otras posiciones, “porque les hemos identificado capacidades para cumplir con otras tareas en otras zonas del campo. Obviamente, sin llegar al extremo. Por ejemplo, un portero jugando de wing (delantero)”.
Para el entrenador colombiano, este procedimiento es puntual y sencillo: lo más importante es identificar las características propias de cada futbolista, valorar y analizar la posición o las posiciones en la que puede desempeñarse y, finalmente, prepararlos para escenarios predeterminados. “Todo esto nos permite no entrar en el mundo del azar y la adivinación”.
Luego, el cuerpo técnico corrobora durante el entrenamiento si el jugador en cuestión se desenvuelve con la misma eficiencia y determinación que como lo hace en su posición original.
Por todo ello, las rotaciones son asumidas con absoluta naturalidad tanto en los entrenamientos como en los partidos. “El equipo que consigue ser versátil, tácitamente tiene ventaja porque puede ajustarse dentro del juego sin necesidad de hacer cambios nominales; con los mismos 11 que fueron al campo se pueden realizar variantes estructurales y guardar las tres sustituciones que permite el reglamento para el remate del juego”.
Al final, según Osorio, la idea de juego y los principios no se modifican.
Para estructurar su modelo de juego y método de entrenamiento, el entrenador colombiano ha aprendido de Alex Ferguson, Louis van Gaal, Marcelo Bielsa y Pep Guardiola. “Pero indudablemente lo que consolidó mi pensamiento fue el hecho de haber nacido y crecido bajo la idea de jugar con extremos (…) esto es muy importante aclararlo: nuestra idea de juego no solamente se basa en los extremos y el juego posicional. Nuestro modelo está compuesto por otros registros que se presentan en las diferentes fases del juego”.
Juan Carlos Osorio Arbeláez nació en Santa Rosa de Cabal, Risaralda, Colombia, el 8 de junio de 1961.
Este reportaje se publicó en la edición 2122 de la revista Proceso del 2 de julio de 2017.