José Solé y el movimiento del 68
La valiente actitud que asumió José Sole al frente de la Escuela de Arte Teatral del INBA durante el movimiento estudiantil de 1968 es evocada por sus discípulos actores Luisa Huertas y Arturo Beristáin, los investigadores Arturo Díaz Sandoval y Rodolfo Obregón, así como por su viuda, María Teresa Calderón. Figura señera del teatro nacional, Solé falleció el miércoles 15, a los 87 años.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Actor, dramaturgo, docente, director y fundador de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) y del Centro de Investigación Teatral Rodolfo Usigli (CITRU), José Solé dejó al morir un enorme legado al arte nacional en más de seis décadas de trayectoria, incluyendo su valiente apoyo a la Escuela de Arte Teatral del INBA que dirigió de 1965 y hasta 1968, cuando fue encarcelado y cesado en el cargo.
Aquel episodio en respaldo al movimiento estudiantil previo a la masacre del 2 de octubre de 1968 es recordado por sus alumnos los actores de la CNT, Luisa Huertas y Arturo Beristáin; Arturo Díaz Sandoval y Rodolfo Obregón, director y exdirector del CITRU, respectivamente, y la socióloga María Teresa Calderón, su viuda.
Esto a casi un mes de que se realice su homenaje el 27 de marzo, Día Internacional del Teatro, según anunció María Cristina García Cepeda, secretaria de Cultura federal, sobre quien fuera Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes, Medalla Bellas Artes, y Creador Emérito del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 2008.
Huertas, también cofundadora y actual directora general del Centro de Estudios para el Uso de la Voz (Ceuvoz), evocó para Proceso ese momento aciago de agosto de 1968 cuando los policías militares arrestaron a Solé:
“El maestro siempre fue respetuoso de nuestra organización interna, teníamos una sociedad de alumnos que dirigía José Anaya Sarmiento. Yo estaba en el segundo año de la carrera cuando los estudiantes de la UNAM y del Poli convocaron a huelga. Hicimos una junta para consultar a nuestra comunidad y se acordó participar en la huelga.
“Estábamos en una de esas reuniones en la que se aprobó la participación en la Sala Xavier Villaurrutia, cuando de repente empezamos a escuchar ruidos en la entrada, y de pronto vimos unas puntas detrás de una bardita en la entrada de la sala que resultaron ser bayonetas; en segundos nos vimos rodeados por la policía militar, y se fueron sobre los que estábamos en el escenario, la mesa directiva. Nos jaloneaban y estaban sacando a todos, ahí apareció el maestro Solé y les gritó:
“–¡Señores!, ¿pero qué es esto?
“El que estaba al mando de la policía militar le dijo: ‘¿Y usted quién es?’.
“–Solé respondió –el director de la escuela.
“–Pues usted también, ¡jálele!’–. Y lo sacaron con todos sus discípulos. Cuando salimos fue impresionante porque había dos tanques ligeros y perros; el maestro estuvo con nosotros, nunca nos dejó. Sin duda fue un hombre de ideas avanzadas, con él esa generación tuvo el mejor programa escolar que incluía además de actuación, voz y dicción, y danza, sociología, psicología, esgrima y acrobacia, a la fecha no tengo conocimiento de una escuela de teatro así.”
A su vez, el actor Arturo Beristáin, miembro desde 2008 de la CNT y del Sistema Nacional de Creadores, recuerda:
“Fue muy importante para nosotros sus alumnos la posición del maestro José Solé en el 68. Durante una asamblea de estudiantes, entró al auditorio la milicia que estaba reclutada en el Campo Marte, en Guardias Presidenciales, atrás de la Unidad del Bosque, para sacarnos a todos por disolución social. Y que sale el maestro Solé gritando: ‘¿A dónde llevan a mis alumnos?’. ‘Están haciendo un acto de subversión…’. ‘¡No, de ninguna manera!’ –replícó Solé–. ‘¿Ah, no? ¡Pos a usté también nos lo cargamos!’.
“Él se fue a los separos con sus alumnos y que los meten a la cárcel. Estuvieron dos días enteros; pero gracias a las influencias políticas que tenía el maestro y a la gente que protestó, lograron sacarlos. Estaban por terminar los cursos justo en el 68 y no entré porque cerraron la escuela que dirigía Solé.”
Miembro del PC
Rodolfo Obregón, crítico teatral de este semanario de 1999 a 2003, titular del CITRU de 2003 a 2012, y autor de Sin ensayar (2016), citó que Solé habló del 68 en el libro 60 años de la Escuela Nacional de Arte Teatro del INBA, de Socorro Merlín (coedición INBA/CITRU, 2008), donde se lee:
Díaz Ordaz creía que todo era un movimiento comunista, por eso cuando apresaron en la escuela a todo mundo, y uno de ellos llevaba un libro de Stanivslavski, “¿tienen otros?” preguntaron, “sí, en la biblioteca hay muchos”. Subieron y se los llevaron. Yo estaba muy enojado pero muy temeroso. .. Dentro de esas cosas ridículas me llevaron a la asamblea, pero cuando dijeron “están ahí los granaderos”, bajaron al Salón de Danza y como estaban haciendo un entrenamiento de pantomima… se los llevaron también… Nos llevaron a (los separos de) Tlaxcoaque.
Asimismo, Solé afirmó que por única vez se sintió orgulloso “de haber estado en la cárcel”, máxime porque “la escuela fue solidaria con el movimiento”. A decir de Arturo Díaz, actual director del CITRU, la intervención del dramaturgo habla de la relación que tenía con sus alumnos y el gremio teatral:
“Apoyaba al movimiento de 1968, respaldaba y creía en sus alumnos, en la juventud, fue solidario y esa era una característica del maestro Solé con la comunidad teatral; en muchas ocasiones acudimos a él para que nos apoyara en actividades, como ex funcionario que fue para el CITRU, siempre estuvo cerca de los creadores, una de sus principales características definitivamente fue esa: la solidaridad.”
Explicó que como parte del homenaje a Solé el 27 de marzo, el CITRU publicará ese mismo día un apartado en su página web (www.citru.bellasartes.gob.mx) con aportes sobre su labor en el teatro.
Por su lado María Teresa Calderón, su viuda, comentó a Proceso que José Solé le platicó en varias ocasiones que al detenerlos, entre otras cosas, los acusaron de tener armas:
“Y sí, eran armas, ¡pero de utilería! Al salir de los separos, le preguntaron de diversos medios de comunicación que qué pensaba sobre la detención, y él dijo: ‘Pienso que Díaz Ordaz es un fascista’, y fue esa la razón por la que lo cesaron de la dirección de la escuela. Siempre había infiltrados en los medios, y eso no se publicó; pero se llegó a saber”.
También recordó que en 2003, a raíz de un trabajo suyo de investigación como directora de Comunicación Social en el Instituto Politécnico Nacional para entender de dónde y por qué se originaron los porros ahí, dio con unos videos del luchador social y político Gilberto Rincón Gallardo (1939-2008) sobre el movimiento del 68.
“Fue de las pocas veces que vi llorar a mi marido. Cuando se dio cuenta de la masacre que orquestó Echeverría, pues él siempre pensó que la culpa era sólo de Díaz Ordaz, se soltó a llorar. Él era miembro del Partido Comunista desde 1960 y decía que esa generación, si no regresaba a casa con el hocico rojo, no había hecho algo. Pepe fue un hombre honesto. Cuando la Revolución cubana él fue a cortar caña en la isla unos 15 días, le dieron un diploma donde se le reconocía su aportación, y cada que podía lo mencionaba en su currículum.
“Si algo tuvo, aunque no fue muy fiel a sus mujeres, lo fue a sus ideas, a su ideología y al teatro por supuesto, absolutamente cierto.”
Este texto se publicó en la edición 2104 de la revista Proceso del 26 de febrero del 2017.