Arquitectura mexicana, de nivel; frente a sismos, corrupción

sábado, 2 de diciembre de 2017 · 07:28
En la UNAM se enseña a los estudiantes cómo hacer un edificio sismo-resistente, y los hechos del 7 y 19 de septiembre son una llamada más para reforzar ese conocimiento, dice el arquitecto Gerardo Oliva, al frente del Laboratorio de Estructuras de la Facultad de Arquitectura. Ahí se han creado dos prototipos desmontables para utilizarse en caso de emergencias, sólo que con el actual presupuesto (600 mil pesos al año) es imposible llevarlos a la realidad. El especialista hace un balance de los avances en materia de prevención y construcción de 1985 a la actualidad. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Sí se ha aprendido después del sismo de 1985 en materia de arquitectura, de acuerdo a Juan Gerardo Oliva Salinas, arquitecto responsable del Laboratorio de Estructuras (LE) de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Sin embargo, lo que ha predominado es la corrupción. Tras los desastres del 7 y 19 de septiembre pasados, Proceso (número 515) le hizo la misma pregunta planteada hace 31 años a su maestro (fundador del LE), el arquitecto José Mirafuentes: “¿Se ha aprendido la lección en materia de sismos?” Tanto éste como Oliva Salinas fueron discípulos del Premio Pritzker de Arquitectura 2015, el alemán Frei Otto, promotor de la arquitectura sustentable, creador de la estructura espacial del estadio de Munich para los Juegos Olímpicos de 1972. Mirafuentes respondió en 1986 que no había avance. Ahora Oliva Salinas, Premio Universidad Nacional 2007 e investigador de tiempo completo desde hace más de 30 años (y que en Proceso 2010 escribió la colaboración “Premio Pritzker: Frei Otto, su legado en México”), dice, seguro de sí mismo: “Sí, sí se ha aprendido”, y muestra el volumen del entonces Departamento del Distrito Federal sobre el Primer Simposio Internacional de los Sismos y sus efectos en las ciudades, realizado del 8 al 11 de septiembre de 1986: “En ese simposio más de 412 países enviaron ayuda técnica, material y humana, Japón principalmente –el 10% de los sismos del mundo ocurren en ese país–. Entonces se fundó el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), se cambió el reglamento de construcción. Y estos sismos que acaban de pasar van a provocar más cambios. “Se aprendió mucho, pero falta conciencia, mi invitación a futuras generaciones de arquitectos, ingenieros, es hacer nuestra labor de la manera más honesta posible, acabar con la corrupción.” Y critica todos los niveles del gobierno: “Lo que fue inconcebible ahora es que el gobierno fuera incapaz de resolver peticiones de la gente que requería cosas elementales como escaleras de diez metros, ¡por favor! El gobierno tendría que tener capacidad de dar respuesta.” La enseñanza –En la UNAM, ¿hay alguna materia relacionada a sismos en arquitectura? –Sí, en las materias de estructuras, esto que sucedió (el 7 y 19 de septiembre) es una llamada más para reforzar ese conocimiento, no me meto con el plan de estudios, pero se enseña cómo hacer un edificio sismo-resistente, probablemente lo vamos a reforzar más. –El arquitecto que egresa de la UNAM, ¿debe salir pensando en concebir una casa, un edificio a prueba de sismos? –Sí, y no sólo de la UNAM, de cualquier escuela debe salir con los conocimientos necesarios de cómo conseguir una estructura sismo-resistente sin hacer ningún cálculo estructural, ni numérico. Simplemente por concepción, el cómo deben ser los muros y la geometría general de un edificio. Y usa de ejemplo el Palacio de Minería: “Es un cuadrado perfecto. A pesar de que tiene hundimientos diferenciales fuertísimos, ahí está el edificio. El problema es cuando empiezas a desafiar las leyes de la naturaleza y viene un sismo… Newton nos enseñó qué ‘Fuerza es igual a masa por aceleración’ (f=m x a). No se debe olvidar eso.” –¿Cómo hacer estructuras más ligeras, más livianas? –Conociendo cómo funciona una estructura. Y menciona el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), cuya tecnología propuesta por el británico Norman Foster, en colaboración con el mexicano Fernando Romero (yerno de Carlos Slim), se basó en un tema ampliamente conocido por Oliva Salinas: “Foster mostró el principio de la ‘cadena colgante’, que no es nada nuevo. Lo usó el español Antoni Gaudí (1852-1926), y antes el inglés Christopher Wren (1632-1723). Esos cascarones reticulados los armó Frei Otto, mi tesis de doctorado es sobre cascarones reticulados, así que lo de Foster no nos impresiona. Qué bueno que lo usó.” –¿Que se requiere para que la investigación y nuevos proyectos se concreten en casas y edificaciones? –Creer más en nosotros mismos y darnos oportunidad. No digo que estemos desprotegidos, la UNAM tiene un proyecto que proporciona dinero cada año, aproximadamente 600 mil pesos, pero falta más. También la sociedad mexicana es reacia al cambio, pero hay tecnologías desarrolladas en México que son buenas y viables. Los Proyectos  Creador en la UNAM del seminario de Mecametría, fusión de mecánica y geometría con aplicación al diseño arquitectónico y estructural, Oliva Salinas explica que como resultado del trabajo del Laboratorio de Estructuras hay dos prototipos desmontables que se pueden utilizar en caso de emergencias en el país: el MODUNAM y “una estructura de tíjera”. El primero es una carpa, cuya cubierta es una membrana plástica (de cuatro arcos parabólicos) de 250 metros cuadrados aproximadamente, que puede servir como centro de acopio, clínica de emergencia, aula o vivienda. Es de fácil armado y transporte, y que ya se ha utilizado en diversas ocasiones tanto en la UNAM como fuera de la ella. Y el segundo, una estructura de tijeras que se puede desplegar y funcionar como clínica de emergencia o vivienda temporal. “Es una membrana que se infla y queda de pie, requiere de una bomba y fuentes de energía y por lo mismo ha resultado difícil, tenemos el mobiliario de esa clínica pero no es tan fácil de manejar, sería más un prototipo para uso del ejército.” El trabajo del Laboratorio de Estructuras se puede ver en entidades de la UNAM a través de proyectos de cubiertas velarias (amplias lonas tensadas) en el Instituto de Biología, en la Dirección de Obras y Conservación, en la Facultad de Derecho, en el Instituto de Ingeniería y en la Facultad de Ingeniería. Así como la cubierta ligera para la sala del pleno del Tribunal Federal Electoral; el cascarón reticulado para el vestíbulo de la Facultad de Arquitectura; para el patio del Museo del Palacio “Espacio de la Diversidad” en la ciudad de Oaxaca, y el mencionado Palacio de Minería de esta ciudad. Actualmente Oliva Salinas trabaja con jóvenes estudiantes y egresados en proyectos de arquitectura sustentable (prototipos de vivienda) con bambú y materiales reciclables. Organizador a través de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, estuvo al frente del encuentro de la sexta edición del Congreso Mundial de Ingeniería Estructural –SEWC, por sus siglas en inglés–, que se efectuó del 14 al 17 de noviembre en Cancún, Quintana Roo, centrado en el tema “Diseño arquitectónico y estructural para enriquecer el hábitat construido”. Se realizaron conferencias magistrales como las de William Baker (creador de la torre Burj Khalifa en los Emiratos Árabes Unidos), Enzo Siviero (desarrollador de puentes en Italia), y Sergio Alcocer Martínez Castro (sobre el comportamiento de edificios en los pasados sismos en la CDMX), así como los arquitectos Benjamín Romano (al frente del proyecto arquitectónico de la Torre Reforma), y Víctor Legorreta, cuyo despacho diseñó la Torre Bancomer. En el congreso bianual participaron arquitectos e ingenieros nacionales y de Alemania, Brasil, Camerún, Chile, China, Estados Unidos, India, Japón, y Turquía. El encuentro de 2019 será en Anatolia, Turquía, y el de 2021 en Shangai, China. –¿El arquitecto debe emular a la naturaleza en sus creaciones? –se le cuestiona, toda vez que, desde una computadora, con pasión y energía, explica las fotos de los proyectos concluidos, rodeado de sus discípulos. –No, no debe copiarla, pero sí aprender de ella, buscar entenderla. Y sacarle el mejor provecho a partir del desarrollo científico. Este reportaje se publicó el 26 de noviembre de 2017 en la edición 2143 de la revista Proceso.

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