En entrevista con Proceso, el magnate Olegario Vázquez Raña relata cómo sentó en su oficina al dirigente de la Conade, Alfredo Castillo, y al presidente del COM, Carlos Padilla Becerra, para que se pusieran de acuerdo como ya se los había indicado el presidente Enrique Peña Nieto después del desastre de los juegos de Río. Como resultado de ello, y con el apoyo público de Vázquez Raña a Padilla para que se reelija por segunda vez en el COM, Castillo no tuvo más opción que ceder ante los barones de las federaciones, a los que prometió volver a otorgarles fondos públicos.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El martes 20 de septiembre, el empresario mexicano Olegario Vázquez Raña se reunió en su oficina del hospital Ángeles del Pedregal con el director de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), Alfredo Castillo. Un día antes lo llamó para pedirle que fuera a verlo y, sin dudarlo, el funcionario dijo que sí.
Tras unos minutos de plática entre ambos, a las tres de la tarde apareció en la reunión el presidente del Comité Olímpico Mexicano (COM), Carlos Padilla Becerra. Castillo se quedó helado. Un par de horas antes Vázquez Raña le había pedido a Padilla que se presentara en su oficina, sin decirle que el director de Conade estaría ahí.
“Es que había mucho descontento, muchos problemas de Conade con las federaciones, y después de que el señor presidente de la República pidió tanto a Conade como al COM que se unieran, a mí como representante del Comité Olímpico Internacional se me ocurrió tener una reunión con ellos”, narra Vázquez Raña a Proceso.
El empresario –el único mexicano de los 39 miembros honorarios del Comité Olímpico Internacional (COI)– se refiere a la petición que Enrique Peña Nieto hizo al terminar el encuentro del pasado 26 de agosto con la delegación olímpica que participó en Río 2016.
Ese día Peña Nieto ratificó como director de Conade a Castillo, quien ya se veía fuera del organismo después de los desastrosos resultados en los Juegos Olímpicos y el vendaval de críticas que recibió. En esa ocasión el presidente rompió el protocolo: les pidió a Castillo y a Padilla que se acercaran y les dijo que, por el bien del deporte nacional, trabajaran en armonía.
En su oficina, Vázquez Raña también se dirigió a los dos representantes de organismos deportivos: “El presidente convocó a la unidad. Mi obligación, de acuerdo a lo que establece la Carta Olímpica, como representante del COI, es que los comités olímpicos nacionales busquen la mejor relación con el deporte gubernamental. Hay una instrucción del presidente a Alfredo Castillo y un exhorto al COM para que trabajemos en armonía”.
Castillo se apresuró a responder: “Don Olegario: para mí, las órdenes del presidente se cumplen. Estoy aquí para que me diga cómo cumplimos”. Vázquez Raña no titubeó: “Necesito que no haya ataques al Comité Olímpico Mexicano, a sus dirigentes ni a las federaciones”. Castillo dijo: “Está bien”.
El encuentro se prolongó dos horas. Castillo, Padilla y Vázquez Raña plantearon volver a dotar de recursos públicos al COM y a las federaciones. Alfredo Castillo fue dócil como nunca.
“Fue una conversación muy amable. Él cambió, eso es lo importante. Creo que el licenciado Castillo estaba cometiendo algunos errores, pero rectificó. Veo su rectificación como el fin de los problemas. Creo que se dio cuenta de que las cosas no estaban bien y que al deporte mexicano hay que ayudarlo; porque cuando el jefe dice: ‘Hay que ir unidos’, pienso también que así debe ser. Es un cambio muy fuerte, pero este cambio lo dio el presidente”, comenta Vázquez Raña.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 2083 de la revista Proceso, ya en circulación.