Quizá sólo los lectores que han seguido a Proceso desde su origen saben que por más de tres años Julio Cortázar, cada vez más involucrado con la política y el periodismo, publicó aquí más de un centenar de cuartillas, y que por lo menos otro tanto igual se le han dedicado en el curso de los años. Esta nota recuerda, en el centenario de su nacimiento el próximo 26 de agosto, cómo el gran Cronopio se convirtió en un amigo de la casa.
I
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Del 3 de noviembre de 1980 al 16 de enero de 1984, Julio Cortázar colaboró de manera regular en las páginas de
Proceso.
Había sido colaborador del diario Excélsior tiempo antes, a mediados de los años setenta, cuando Julio Scherer García lo dirigía.
Cortázar vino a México por primera vez en febrero de 1975 para participar en las deliberaciones del Tribunal Bertrand Russell, entre el 18 y el 21 de ese mes, que se disponía a denunciar internacionalmente al régimen militar chileno.
Durante su estadía, Vicente Leñero le contó que muy poco antes de su llegada, por casualidad, Editorial Novaro había puesto a circular una edición de la popular historieta titulada Fantomas cuya trama era especialmente divertida: un grupo de escritores, desesperados por una serie de atentados incendiarios internacionales contra bibliotecas y librerías, reclamaba el auxilio del héroe epónimo para detener a los responsables. Entre esos escritores se encontraban Alberto Moravia, Octavio Paz, Susan Sontag y el propio Cortázar.
El autor del argumento de ese y otros números de Fantomas era el escritor Gonzalo Martré, quien cuenta el episodio con todo detalle en su libro Los símbolos transparentes.
Por sugerencia de Julio Scherer, Leñero le hizo llegar un ejemplar a Cortázar, quien quedó encantado con la historieta y decidió usar algunas de sus páginas como base para elaborar un pequeño libro, absolutamente distinto de todo lo que había hecho antes: un híbrido –usó para su descripción algunos de los señalamientos hechos por el filólogo valenciano Jaume Peris Blanes–(1) entre novela gráfica, relato verbal e informe de denuncia; un extenso relato, de casi ochenta páginas, que mezclaba la narración verbal con las páginas de un cómic y con las actas reales de la segunda sesión del Tribunal Russell. El libro se llamó Fantomas contra los vampiros multinacionales. Una utopía realizable narrada por Julio Cortázar, y se publicó a mediados del 1975 bajo el sello editorial de la cooperativa Excélsior, PEPSA.
Esto fue posible gracias a que Octavio Paz, a la sazón director de Plural, asimismo impresa por el diario Excélsior, presentó a los dos Julios, que de inmediato hicieron buenas migas.
Scherer invitó a Cortázar para que continuara colaborando con el periódico, pero Cortázar no escribía artículos periodísticos sino muy esporádicamente.
Volverían a verse en septiembre de 1979, tres años después del golpe de Luis Echeverría contra Scherer, cuando
Proceso y la editorial Nueva Imagen, dirigida por Guillermo Schavelzon convocaron a un concurso de novela, ensayo y fotografía con el tema “El militarismo en América Latina.”. Cortázar y Scherer fueron miembros de un jurado compuesto además por Jean Casimir (Haití), Ariel Dorfman (Chile), Theotonio dos Santos (Brasil), Gabriel García Márquez (Colombia), Pablo González Casanova (México), Carlos Quijano ((Uruguay), René Zavaleta Mercado (Bolivia) y Augusto Roa Bastos (Paraguay).
II
A comienzos de 1978, Ramón Luis Acuña, que acababa de ser nombrado director de la agencia española EFE en París, logró convencer a Cortázar para que esa casa distribuyera internacionalmente algunos de sus artículos y textos, y firmaron un contrato.
Cortázar nunca entregó artículos a EFE con una periodicidad fija –es decir, semanal o quincenalmente–, pero sí con regularidad suficiente. En lo que sí variaba mucho era en cuanto a extensión. Sus textos podían tener desde dos hasta doce cuartillas.
Acuña cumplió eficazmente su tarea en EFE. Tanto, que para sorpresa del propio Cortázar sus artículos llegaron a aparecer en periódicos con los que él habría preferido no colaborar, como el diario chileno El Mercurio, uno de los periódicos que más alentaron el golpe militar contra Salvador Allende.
Algo similar sucedía con el medio que había contratado los servicios de EFE en México. Cuenta Julio Scherer en Los Presidentes:
“Fechada en la Ciudad de México el 2 de septiembre de 1980, recibí de Julio Cortázar copia de la carta que reproduzco:
Señor Ramón Luis Acuña
Agencia EFE, París
Querido amigo:
Confío en que haya recibido el texto que le envié hace un par de semanas, pues el correo es tan aleatorio en estas latitudes que uno no está nunca seguro de que los mensajes vayan a llegar a su destino.
En ese mismo envío iban unas líneas para pedirle que me diera noticias sobre las posibles novedades concernientes a la cuestión con El Mercurio de Santiago. No he recibido respuesta suya, pero lo atribuyo a las razones antedichas, de modo que no me preocupo demasiado.
Hoy quiero dejar en claro otra cuestión bastante enojosa para mí.
Después de pasar dos meses en México y seguir de cerca sus diversas publicaciones, he llegado a la conclusión de que de ninguna manera puedo seguir apareciendo como colaborador (dentro de los servicios de EFE, claro está) en el diario Excélsior. La política de este diario con respecto a mis compatriotas exiliados y los exiliados en general, la xenofobia rabiosa que se desprende de frecuentes artículos editoriales, vuelven imposible toda participación, aunque sea dentro de una distribución general de textos hechos por la agencia, en lo que me concierne.
En ese sentido, y luego de hablar con el señor Julio Scherer, director del excelente semanario Proceso, he sabido que dicha revista tendría sumo placer en recibir y publicar los textos míos que EFE destina a México. Esto significa que para la agencia no habría ningún perjuicio de tipo económico, pues Scherer está dispuesto a adquirir esos textos dentro de los mismos términos que EFE mantiene con Excélsior. Si me estoy expresando con claridad, todo consiste en cerrar inmediatamente el trato, cosa a la que mi amigo Scherer está plenamente dispuesto.
Él mismo le enviará, creo, unas líneas para establecer un contacto directo. Yo me voy ahora al interior del país y luego a California, pero cualquier noticia suya puede enviármela a la dirección que le dejé al irme…”
III
Julio Cortázar publicó en
Proceso veintiséis artículos. Gran parte de ellos relativos a los problemas que entonces asolaban a América Latina: la guerra contra la población civil en El Salvador y Guatemala; el exilio que empobrecía a media docena de países; el terrorismo impuesto por grupos paramilitares; la desaparición, tortura y asesinato de opositores en Chile y en Argentina; el apoyo estadunidense a la contrarrevolución en Nicaragua… sólo tres o cuatro de ellos son piezas literarias, como el que ahora se reimprime en estas páginas, y que aún en su aparente ajenidad no dejan de tener un timbre político. Vivió sus últimos años transido y esperanzado por lo que sucedía en Hispanoamérica.
Se sabe que los últimos artículos que escribió le costaron un enorme esfuerzo. Su salud ya estaba muy mermada. Murió en París el domingo 12 de febrero de 1984, cuatro semanas después de la publicación del último de ellos.
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(1) En su ensayo “
Cortázar: entre la cultura pulp y la denuncia política”, pp. 95-112, Revista de Estudios Filológicos de la Universitat de Valencia, número 50; España, 2012.