Desprotegido, se extingue el tiburón en México
Pobrísima investigación, falta de aplicación a la ley, sobre-explotación de los mares (hasta saqueo de barcos chinos en el Pacífico), son algunos de los factores que aceleran la extinción de diversas especies del tiburón. El de punta blanca se ha abatido en un 99%, y la migración de martillo a Baja California ya no existe. En el contexto del encuentro mundial sobre el tema en Tailandia, especialistas mexicanos encaran este enorme problema.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Después de haber escrito en 1974 el bestseller Jaws y su adaptación al cine para la saga Tiburón, Peter Benchley quiso contrarrestar la paranoia que desató Hollywood hacia estos peces cartilaginosos.
Responsable de historias inverosímiles que hacía pasar como ciertas, el autor dedicó el resto de su vida a dar conferencias y pláticas al lado de agrupaciones como Greenpeace, en el ánimo de contrarrestar el daño que le generó a tiburones y a humanos con sus historias pletóricas de fantasía y sucesos absurdos que, por desgracia, arraigaron profundamente en el abrupto terreno del irracional miedo a lo desconocido.
Reunidos del 5 al 14 de marzo en Tailandia a 39 años de la aparición del libro, científicos, defensores de la naturaleza, representantes gubernamentales y especialistas en conservación de todo el mundo discutieron sobre la extinción total de los elasmobranquios –nombre científico del grupo de los tiburones– con la decisión, unos, de incorporar varios de ellos en los apéndices de regulación obligada, y otros con la intención de disuadirlos.
En el debate sobre el tema de protección a los tiburones, algunos científicos mexicanos apuntaron la importancia de controlar de inmediato al menos tres especies más –dos de ellas mexicanas–: el puntas blancas, el salmonero, el pez martillo y, si se puede de una vez, a las mantarayas. Se lograría con ello el primer peldaño hacia el cuidado de los especímenes que son la cúspide de la cadena trófica (alimentaria). Mientras tanto la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesa y Alimentación (Sagarpa) y el Instituto Nacional de Pesca (Inapesca), responsables de cualquier iniciativa sobre el tema, si bien votaron a favor de la propuesta de control “permanecen como siempre en la abulia total”.
Desiertos mares
“Es más fácil que te pegue un pesero a que en alguna ocasión nadando o en barco te encuentres con un tiburón”, dice Rodrigo Medellín, doctor en ciencias del Instituto de Ecología de la UNAM.
Premio Rolex, Premio Volksvagen, entre otros reconocimientos internacionales por su apoyo a la conservación de la biodiversidad, el investigador habló con Proceso antes de viajar a Tailandia como delegado oficial para “empujar” la moción que tiene como objetivo regular la pesca del tiburón en México.
“No entiendo cómo pueden existir organizaciones no gubernamentales que defienden a los perros de Iztapalapa y no se apoye el impedir que los tiburones desaparezcan de México”, dice desconcertado.
Según explica, existe una enorme ignorancia sobre la importancia de los tiburones para el desarrollo de la biodiversidad; a tal grado, que en un miedo aberrante hay personas que preferirían su extinción.
Desde su perspectiva, la pesca exacerbada del tiburón en México es resultado de que los mares del Pacífico del Sur han sido sobreexplotados. Es prácticamente imposible hacer pesca comercial. Pues no hay ya tiburones en la zona:
“En los países asiáticos la sopa de aleta de tiburón es un platillo muy apreciado. Si analizas cuántos millones de chinos existen y cómo se ha expandido su comida en el mundo, es fácil entender que se busque al tiburón de manera furtiva e ilegal, pero es una desgracia porque no se reproduce con tantas crías ni tan rápido como para ser considerado un recurso inagotable.
“Agotados las mares asiáticos, los chinos han vuelto su mirada hacia nosotros y vienen a pescar aquí. Esas pesquerías se están trasladando a nuestras aguas y nosotros no tenemos la capacidad de detenerlos. Es un delito internacional, pero pon a la Marina mexicana a perseguir barcos pesqueros gigantescos que son Factory Ships (Barcos procesadores). A esos no los detiene nadie.
“Esa sopa ha sido una fuente de pérdida de tiburón en todo el mundo. Además hay que saber lo que hacen esas embarcaciones de pesca, que como no tienen suficiente espacio sacan al tiburón, lo aletean, o sea le cortan estando vivo las aletas, y así vivo y sin aletas lo tiran de nuevo al mar donde sufre una muerte terrible, dolorosa y lenta. Está prohibido en México hacerlo, pero aquí nadie respeta esa ley. Eso ha determinado que las poblaciones de tiburón martillo, que afirman son de muy alta calidad por su sabor, se vayan para abajo espantosamente.”
El experto apunta que si bien México ha tenido grandes pesquerías de tiburón, eso pertenece al pasado:
“Había una muy célebre migración de tiburones martillos que se suscitaba en la primavera en la península de Baja California. Ya no existe. ¿Te acuerdas que en la Bahía de La Paz se juntaban grandes números de hembras de pez martillo? Son vivíparos y llegaban a esas aguas someras y ahí daban a luz. Desgraciadamente eso es historia.
“La sobrepesca acabó con ellos. Porque mataban a las hembras que llegaban a parir y a las crías. A los animales reproductores y a las crías, eso es una receta para el desastre.”
Dice que a lo anterior se agrega la presión del mercado por el aceite, perlas de hígado de tiburón y otros subproductos que se cotizan muy fuerte porque al ser este animal el punto más alto de la cadena de alimentación, se le considera poseedor de poderes especiales en la sexualidad, salud y curación de ciertas enfermedades.
“Son mitos, muchos de ellos nacidos de la imaginación popular y surgidos de películas como Tiburón. En la realidad los tiburones blancos, los tiburones ballena y los peregrinos están en peligro de extinción y se encuentran bajo la regulación de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES por sus siglas en inglés) en lo que se llama Apéndice I.
“Ahora bien, insisto, si México no apoya mociones para el establecimiento de vedas y el cumplimiento de la ley, no se encontrarán más tiburones ni de esos ni de otros. El Instituto Nacional de Pesca y la Comisión de Acuacultura y Pesca (Conapesca) apuntalan como justificación que la gente está muerta de hambre y la obligación es proporcionar alimento. Hay muchos intereses de por medio.
“En esta temporada que es vigilia tratan de salir al paso. Cuando se hizo la propuesta de Apéndice II de Cites para ciertas especies, no quisieron dar sus datos sobre poblaciones tiburoneras porque decían que eran datos de seguridad nacional. Se obtuvieron por el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) y se evidenció su negligencia.”
Por eso considera que es fundamental que el Inapesca y Conapesca regresen a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat):
“Si siguen en la Sagarpa vamos a la ruina, al día de hoy continúa dando créditos para el desmonte, a la erosión de los recursos y al no desarrollo sustentable. Tratan de mediar con un problema ocasionando uno más grave. Los funcionarios no tienen una visión más allá de seis meses o dos años cuando mucho. No hay planeación a largo plazo.”
En su lectura el primer paso hacia la recuperación de los mares mexicanos (no sólo para intentar recuperar las poblaciones de tiburón, sino de otras especies altamente cotizadas que prácticamente ya no se encuentran, como el robalo, mero, huauchinango, pargo, pez vela, pez espada, marlin y pez sierra), debe de ser la educación del consumidor.
“Falta muchísimo por hacer. Hay una actitud de ‘a mí no me importa de dónde viene mi comida’. La gente no pregunta de dónde vienen sus alimentos. De dónde provienen sus pescados, sus camarones, sus pulpos. Se van en muchos casos sobre lo más barato.
“Pero si te gusta comer bacalo el fin de año y te quejas de que está muy caro, pues está caro porque ya no hay. Hay que buscar alternativas y pagar el precio para que las pesquerías sean sustentabes y los pescadores tengan una entrada económica digna, justa y que los ayude. Ellos los que salen al mar y se ponen unas friegas espantosas de cinco días trabajando sin parar, y cuando regresan, les pagan cualquier cosa porque los intermediarios son los que ganan todo.
“Es lo que se llama la tragedia de los comunes, el dejar de lado el valor que realmente tienen los recursos naturales para quienes los producen y quienes los consumen. Los medios masivos no ponen atención en este tipo de circunstancias. Pero ve los precios, y verás el reflejo directo de la disponibilidad de recursos. Los pocos existentes se los están llevando las pesquerías ilegales.”
El investigador explica que su interés es el de que se apliquen las normas jurídicas establecidas para la veda de la pesca del tiburón y se empiece a regular su pesca:
“Ni siquiera he llegado al terreno de pedir que se prohíban cierto tipo de pesquerías que son muy dañinas. El tiburón puntas blancas está abatido en un 99%. Por lo pronto represento la iniciativa de que se contemple la regulación de la pesca, que se respete la ley, las vedas y que se inicien las condiciones para proteger nuestros recursos. Siendo realista tengo claro que hay que comenzar por ahí, pero mientras no exista una mejor preparación o sensibilidad para entender la magnitud del problema no habrá salida.”
Para él, el mundo ha vivido muchos años de la fauna de los recursos marinos que incluyen peces invertebrados, camarones y moluscos, entre otros:
“Toda la evidencia que tenemos disponible hasta hoy absolutamente indica que estamos sobreexplotando los mares. Ciertamente hay todavía gente que depende de la pesquería del tiburón, es urgente encontrarles una manera de sobrevivir, porque no hay suficientes tiburones para mantenerlos.
“Es entendible que esto sea muy complejo para una persona que toda su vida ha sido pescador. Pero el 80% de los peces marinos grandes ya no existe.”
En la calle
Otros especialistas universitarios sobre el tema de la conservación de los tiburones mexicanos coinciden en que las especies del mar territorial del país “se encuentran en riesgo de desaparecer si no se implementan medidas concretas para su preservación.”
Aunque algunos de ellos dicen tener “sentimientos encontrados, porque saben que son sustento y vía económica de pescadores”, asumen que de no tomarse medidas precautorias que incluyan desde la modificación de ciertos hábitos culturales de consumo y hasta la implementación de cuerpos colegiados de investigación sobre el tema, los tiburones serán parte de la historia mundial de la infamia hacia la vida silvestre.
Pero no sólo eso, el director del Instituto de Biología de la UNAM, Víctor Sánchez-Cordero, apunta el páramo en el que se encuentra ese campo de estudio:
“La investigación sobre tiburones mexicanos es muy limitada, no existen grupos dedicados al entendimiento del tema como lo hay en Estados Unidos, Sudáfrica, Australia, entre otros lugares, y el tema además de la protección es algo que no puede separarse del problema de definir claramente y legislar sobre las áreas protegidas submarinas. Mucho se hace en función de lo terrestre y con muchos logros en ocasiones, pero en el tema del mar hay que trabajar mucho.”
Para el doctor en ciencias por la Universidad de Michigan, es crucial que las instituciones dedicadas a la regulación de la pesca del tiburón tengan “cuando menos un diagnóstico de lo que sucede en los mares mexicanos”.
Por su parte, Héctor Espinosa, director de la Colección Nacional de Peces del Instituto de Biología de la UNAM afirma “tener sentimientos encontrados ya que es un recurso que sí se explota por la gente necesitada, muy en particular en Baja California”.
Señala que las poblaciones de tiburones “se han abatido”, por lo que la protección es necesaria, pues explica que junto al miedo irracional y hasta repulsión a los escualos, en México hay lugares de tradición de comer pan de cazón, machaca de raya y otros platillos así”.
Agrega que además que en Inapesca no hay quien cuide ese recurso:
“También están los aspectos económicos, el embargo del atún mexicano afectó gravemente a los exportadores nacionales. Decían que para pescar el atún mataban a los delfines. Pero curiosamente el mercado de atún de los Estados Unidos repuntó. Todo esto tiene que ver con que en México estamos en pañales en cuanto a la investigación de los tiburones.
“Es un tipo de investigación muy cara y es una tristeza porque hay muchos estudiantes preparados para poder hacerla, pero no hay la infraestructura. Porque quien mantiene a un grupo de investigadores, contrata embarcaciones y compra el equipo.
“Estados Unidos tiene la mejor escuela para el estudio de los tiburones cerca de Miami, con personal expreso para monitorear. Aquí en México apenas si tenemos un libro sobre tiburones con inventarios.”
Cita otro caso de extinción:
“Los peces sierra están extintos del territorio mexicano, tenemos más de treinta años que nadie ha visto uno solo. Desaparecieron de las aguas de México. Los pescadores nos han reportado que ya sólo se les conoce por fotos”.