Cárdenas Palomino, protector del narco en el aeropuerto
Desde la clandestinidad, dos de los tres policías federales acusados de asesinar a sus compañeros el 25 de junio en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México contactaron a Proceso para dar su versión de los hechos. Aseguran que los otros agentes habían estado presionándolos para que se unieran al narcotráfico, a lo que se negaron. Es más: acusan al jefe de la División Regional de la Policía Federal, Luis Cárdenas Palomino, de ser el principal protector del narco en la terminal aérea.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El tiroteo suscitado en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) el 25 de junio, en el que murieron tres elementos de la Policía Federal (PF), se originó por presiones y amenazas entre distintos grupos policiacos que se disputan el control del tráfico de drogas en ese lugar, afirman en entrevista con Proceso Daniel Cruz García y Zeferino Morales Franco, dos de los tres agentes prófugos acusados del homicidio de tres de sus compañeros.
Ambos sostienen que Luis Cárdenas Palomino, jefe de la División Regional de la PF, protege las actividades del narcotráfico en la terminal aérea y aseguran que sus principales contactos son José Antonio Dighero Medina, comandante en jefe de la PF en el AICM, así como los tres oficiales muertos en la balacera: Enrique de Jesús Pacheco Valdez; Josué Adán Matadamas, jefe de turno del área de vialidad de la terminal aérea, y Fidel Rojas Martínez.
Daniel Cruz García, Zeferino Morales Franco y Bogard Felipe Lugo León están prófugos. Ubicados en un lugar del país donde se encuentran refugiados, los dos primeros contactaron a este semanario con la finalidad, dicen, de dar su versión de lo ocurrido.
La entrevista se efectuó después de la jornada electoral del domingo 1.
Cuando el reportero llegó al lugar del encuentro, Cruz García y Morales Franco estaban sentados en una sala en penumbras. Éste último mantenía la pierna izquierda en vilo y envuelta con una venda; al quitársela se podía ver el orificio que dejó el balazo que le penetró entre la tibia y peroné. A su vez, Cruz García tenía una venda en el antebrazo derecho, una sutura en los nudillos de la mano del mismo brazo y rozones de bala en la espalda.
La charla comenzó con Cruz García, quien expuso que la balacera del 25 de junio se originó porque su jefe inmediato, Enrique de Jesús Pacheco Valdez, llevaba varias semanas presionándolo a él y a su amigo Zeferino para que se involucraran en el narcotráfico. A esas presiones, comenta, se sumaron los oficiales Josué Adán Matadamas y José Antonio Dighero, este último comandante en jefe de la PF en la terminal aérea.
Cuenta Cruz García: “Unas tres semanas antes de la balacera nos comenzaron a chingar; que debíamos hacer lo que ellos nos ordenaran; que no fuéramos pendejos; que lo íbamos a tener todo en charola de plata porque ellos eran los amos y señores en el aeropuerto y estaban bien parados con Luis Cárdenas Palomino; que cualquier pedo ellos lo arreglaban.
“Yo le dije en varias ocasiones que no me iba a meter en nada y que si me seguían chingando los iba a denunciar. Esa advertencia los enojó mucho y las presiones siguieron aún más fuertes. En cualquier punto del aeropuerto donde nos encontrábamos me decía que si no aceptaba trabajar con el grupo me iban a desaparecer junto con mi amigo. Poco a poco se fueron calentando los ánimos entre nosotros.
“En otra ocasión el oficial Pacheco Valdez me dijo que ya no le hiciera al pendejo; que él estaba bien parado con José Antonio Dighero Medina, que era su mano derecha, y que si no aceptaba trabajar con ellos me iban a matar, que lo pensara bien.”
–¿Ustedes qué entendían cuando su jefe les proponía trabajar con ellos? –se les pregunta a Daniel y a Zeferino.
–Que nos metiéramos al narcotráfico para controlar el movimiento de drogas. Reiteradamente nos decían que ellos eran los amos y que en el aeropuerto se hacía lo que ellos ordenaban.
–¿En realidad tenían mucho poder en el aeropuerto?
–Sí. A pesar de que en la terminal aérea existen restricciones y reglamentos para cruzar a otras áreas, ellos se movían sin ninguna limitación. Entraban y salían de todos lados sin permiso y sin que nadie se los prohibiera.
Presiones mortales
Los expolicías prófugos coinciden al señalar que la balacera se desató porque las amenazas en su contra se hicieron cada vez más recurrentes. “Llegamos al límite de nuestra paciencia y se volvieron a calentar los ánimos”, expone Cruz García.
–¿Por qué? –se le pregunta.
–Me volvieron a presionar y esta vez ya habían dado la orden de que me desaparecieran junto con mi amigo.
Asegura que él y Morales Franco entraron a trabajar el 24 de junio a las siete de la noche. A las siete de la mañana del día siguiente terminaron su jornada y fueron a desayunar al área de comida rápida, en el interior de la Terminal 2.
Ambos refieren que en el trayecto de la sala K al área de restaurantes fueron interceptados por Pacheco Valdez y Matadamas Cota “en un punto ciego”; es decir, donde no hay cámaras. “Nos dijeron que si no cooperábamos nos iba a cargar la chingada”. Momentos después llegó al lugar Fidel Rojas Martínez.
De acuerdo con Cruz García, en ese momento comenzó una fuerte discusión. “Yo les dije que los iba a denunciar, por lo que Pacheco Valdez se encabronó. En ese momento Matadamas Cota sacó su pistola, cortó cartucho y soltó un disparo que perforó la pierna de Morales Franco.
“Casi al instante sacamos las armas, respondimos a la agresión y se desató la balacera. No recuerdo muy bien, pero entre mi compañero y yo hicimos como 15 o 20 disparos y del otro lado soltaron como siete.
“Cuando disparamos salimos corriendo y Fidel Rojas nos comenzó a disparar por la espalda. Él fue el que me dio en la espalda. Afortunadamente la bala rozó a la altura del pulmón derecho y se incrustó en el antebrazo. En la huida sentí un balazo en la mano derecha y fue otro rozón que me rasgó los nudillos.”
–¿Cómo participó Bogard Felipe Lugo de León (el otro agente prófugo) en la balacera? –se les pregunta a Cruz García y a Morales Franco.
Éste responde: “Bogard era el responsable de turno y en el momento de la discusión él iba pasando por el área donde estábamos y nos dijo: ‘cálmense, por favor, cálmense’. Él ni siquiera sabía por qué se había dado la discusión y terminó enfrascado en la balacera”.
–¿Cuánto tiempo duró el tiroteo?
–Poco más de cinco minutos.
En el enfrentamiento cayó muerto Enrique de Jesús Pacheco Valdez, quien ingresó a la Policía Federal en noviembre de 2009 y, de acuerdo con su ficha, realizaba tareas en el cuerpo de seguridad y vigilancia en el AICM. También se desempeñaba como escolta de José Antonio Dighero Medina, quien depende directamente de Luis Cárdenas Palomino, jefe de la División de Seguridad Regional de la Policía Federal.
Los otros dos occisos –Felipe Rojas y Josué Adán Matadamas Cota, también con grados de oficiales– estaban comisionados a la vigilancia de la Terminal 2 y el día de los hechos tenían un par de horas de haber iniciado sus labores.
–¿Las autoridades los señalan como responsables de los tres homicidios? ¿Ustedes los asesinaron? ¿Reconocen ustedes a las personas que murieron como las mismas a las que les dispararon?
–Sí. Y sabemos que vamos a pagar por eso, pero no podemos reconocer otros cargos porque nosotros no nos involucramos en el narcotráfico. Está muy claro quiénes protegían al narcotráfico y quiénes brindaban la protección. Ellos (los occisos) siempre decían que estaban bien parados con el jefe Palomino y que todo lo tenían en charola de plata.
“Nosotros pedimos que nos investiguen. Nuestro sueldo era como de 13 mil pesos al mes y no tenemos bienes. Vivimos de nuestro salario, con eso pagamos nuestra renta porque vivimos juntos y compartimos todos nuestros gastos. También pedimos que revisen nuestros expedientes, y verán que no tenemos antecedentes graves reportados.”
El vuelo de Lima
De acuerdo con Cruz García y Morales Franco, la versión de la Secretaría de Seguridad Pública en el sentido de que el 25 de junio se efectuaba un operativo, es tan falsa como el señalamiento de que “nosotros movimos la cámara de vigilancia para que no se grabara la balacera”.
Dice Cruz García que hasta ahora no se explica cómo es posible que su jefe, Enrique de Jesús Pacheco Valdez, acudiera al aeropuerto el 25 de junio cuando había salido de vacaciones tres días antes. Y a pesar de ello, dice, se presentó vestido de civil y con su pistola.
–¿Entonces no hubo un operativo especial para detectar a una red de tráfico de drogas? –se le inquiere.
–No hubo ningún operativo. Ni siquiera agentes del Ministerio Público había y, además, ¿cómo se va a realizar un operativo con tres elementos? Eso es ridículo. ¿Por qué acudió al aeropuerto Pacheco Valdez si estaba de vacaciones? ¿A qué fue? Eso no lo dicen las autoridades ni lo dirán.
Sin embargo, la versión de la SSP coloca a Cruz García, Morales Franco y Lugo de León como piezas clave en el tráfico de drogas dentro del AICM; también los ubica como enlaces de una red de narcotráfico con amplias conexiones en Perú. Ellos niegan los señalamientos.
Según la versión de Cárdenas Palomino, dada a conocer en conferencia de prensa el 28 de junio, los agentes prófugos –por quienes se ofrece una recompensa de 5 millones de pesos a quien aporte información para localizarlos– estuvieron operando un movimiento de drogas poco antes de la llegada del vuelo 019 de Aeroméxico procedente de Lima, Perú.
El funcionario policiaco mostró videos captados por las cámaras del AICM antes y después de que se desatara el tiroteo.
En el tramo del video registrado a las 7:38 horas, el vuelo de Aeroméxico ya había tocado tierra y los pasajeros bajaban de las escaleras en la sala de llegada.
En ese instante se ve que un agente al que se identifica como Morales Franco entra a los baños del recinto migratorio. Transcurridos 11 minutos abandona la instalación y sube, en contraflujo, la escalinata. Se observa que en la mano izquierda sostiene un paquete bajo su chamarra que, según las autoridades, contenía cocaína.
Sin embargo, la PF no incluye ninguna grabación en video de las actividades que realizó el agente entre las 7:49 y las 8:33 horas, a pesar de que en la Terminal 2 del AICM se encuentran en operación 430 cámaras de circuito cerrado.
El director de la División Regional de la PF afirma que Morales Franco pertenece a una red de traficantes de droga del AICM, cuya labor consistía en recoger la droga de las instalaciones sanitarias para posteriormente entregarla a una tercera persona.
Por ello, sostiene Cárdenas Palomino, los agentes Josué Adán Matadamas Cota, Fidel Rojas Martínez y Enrique de Jesús Pacheco Valdez (quienes fallecieron en el tiroteo) interceptaron a Morales Franco en el área de comida rápida.
Asegura que el comandante en jefe de la corporación en la terminal aérea, Dighero Medina, alertó a Matadamas Cota sobre la posibilidad de que Morales Franco fuera quien sacaba la droga en complicidad con otras autoridades. Asimismo, dice, le avisó a otro suboficial para que apoyara en la revisión de Zeferino.
“El suboficial de apoyo a la operación se comunicó con el titular de la Policía Federal en el aeropuerto y le informó que ya estaba con el sospechoso y que procedería a revisarlo. Mantuvo abierta la comunicación de radio con el titular, quien escuchó al suboficial ordenarle en dos ocasiones a Morales Franco que se abriera la chamarra. En ese momento el jefe de la operación le confirmó por radio que era positivo; es decir, que Zeferino traía la droga. Respondió entonces el titular del aeropuerto que procediera a detenerlo”, externó Cárdenas Palomino en conferencia de prensa.
Los videos extraños
El reporte oficial indica que el tiroteo comenzó a las 8:33 de la mañana; no obstante y de manera extraña, las cámaras del AICM no registraron el momento de la balacera, por lo que la Policía Federal, apoyada en peritajes, supone que los tres agentes pretendían realizar la detención de Morales Franco cuando Cruz García comenzó a dispararles por la espalda.
En cambio, el video sí registró cuando comensales y peatones se protegían de las balas y captó también el momento en que los agentes Cruz García y Morales Franco corrieron hacia la escalera que se encuentra cerca del estacionamiento, descendieron por ella y llegaron a la gasolinera ubicada en avenida Hangares y Santos Dumont, donde abordaron un taxi.
Las cámaras del aeropuerto también permitieron identificar, a las 8:37, minutos después del incidente, cuando Lugo de León, jefe de Cruz García y de Morales Franco (y también jefe de turno), sale de manera intempestiva del aeropuerto en una camioneta.
En la entrevista, Morales Franco comenta que no es él la persona captada por las cámaras del AICM al momento de entrar al baño y que sale con un paquete bajo el brazo. “No soy yo. Es otra persona que ignoro quién sea”.
Y añade: “Insisto en que es falso que haya habido un operativo ese día. La realidad es que nos querían involucrar en el tráfico de drogas que ellos manejan en el aeropuerto. Si se va a investigar, que se investigue bien y a todos”.
–Ustedes están siendo buscados por la Policía Federal y se ofrece una recompensa de 5 millones de pesos por su captura. ¿Qué piensan hacer? ¿Van a seguir escondidos? ¿Han pensado entregarse a las autoridades?
–Nos vamos a entregar, ya lo tenemos decidido, pero no ahora. Esperaremos a que concluya esta administración porque actualmente no tenemos ninguna garantía ni creemos que vayamos a tener un juicio justo. Sabemos que tenemos que pagar por lo que hicimos, pero sólo por eso, no por delitos que no hemos cometido. Otra cosa: Nos vamos a entregar pero no a la Policía Federal. No le tenemos confianza –responde Cruz García.
–¿A qué le temen ustedes?
–Sabemos que si la Policía Federal nos encuentra no nos va a detener. Nos van a matar. Así actúan ellos y conocemos bien cómo opera la corporación.
–¿Entonces ante qué autoridad piensan entregarse?
–Quizás al Ejército.
La tarde va cayendo y una luz mortecina ilumina la sala donde se efectuó la charla. Los entrevistados aceptan tomarse las fotos para ser publicadas y al término de la sesión toman gasas, alcohol y proceden a curarse las heridas.
Morales Franco muestra el agujero de su pierna izquierda y Cruz García el balazo que le perforó el antebrazo.
–¿Qué sientes al ver tus heridas? –se le pregunta a Cruz García.
–Que Dios es muy grande y que todavía no me tocaba.
Otra versión del tiroteo difundida el viernes 6 por el diario Reforma indica que se debió a una disputa entre elementos de la PF supuestamente por un botín de dinero, luego de la llegada del vuelo 019 de Aeroméxico que procedía de Lima, Perú, presuntamente con un cargamento de cocaína.
De acuerdo con esa información, el día de la balacera no hubo ningún operativo, como afirmó Cárdenas Palomino, sino que el pleito se generó entre al menos 10 elementos de la Policía Federal que ese día se coludieron para proteger el cargamento de droga y repartirse una suma millonaria.