Semejanzas y diferencias con la "primavera árabe"
Llegaron a la Ciudad de México invitados a la Cumbre Mundial de Indignados, organizada por Enrique Márquez, para exponer sus experiencias como protagonistas de los movimientos ciudadanos que a partir de 2011 sacudieron el mundo árabe y luego se expandieron a Europa… y de ahí al mundo entero. Son los jóvenes blogueros que comparten experiencias con sus pares de #YoSoy132. Proceso entrevistó a varios de estos protagonistas de “un despertar pacífico”, como ellos se definen, y recogió sus principales impresiones.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Reacios a que los llamen protagonistas de la Primavera Árabe –prefieren hablar de insurrecciones o revoluciones ciudadanas–, ellos se saben artífices de los movimientos que desde enero de 2011 derrumbaron como fichas de dominó los gobiernos de Ben Alí, en Túnez, Hosni Mubarak, en Egipto, Moamar Gadafi, en Libia, y han puesto en crisis a la monarquía marroquí de Mohamed VI y a la dictadura siria de Bachar el Assad.
Iniciada en el norte de África, la ola de movimientos cruzó el estrecho de Gibraltar y llegó a la península ibérica. Los integrantes de los distintos colectivos que protestaron en España, a partir del 15 de mayo de 2011, no sólo son Indignados, sino promotores de una democracia distinta en otros países de la Unión Europea que viven graves crisis económicas, como Italia, Grecia y Portugal, donde se han registrado movimientos de protesta similares.
Tanto los árabes como los españoles advierten que son “protagonistas de un despertar pacífico” a nivel global y tienen dos puntos en común: su desconfianza hacia los grandes medios de comunicación y el uso intensivo de las redes sociales como fórmulas alternativas de información y movilización.
Dieciséis protagonistas de esos movimientos llegaron a México, en plena ola de protestas contra el retorno del PRI a la Presidencia de la República. En entrevista colectiva con Proceso coinciden al advertir que la represión policiaca y la provocación vividas el sábado 1 en la Ciudad de México son similares a las registradas en sus países.
“Hay que documentar cómo el poder político y económico utiliza a sus esbirros para reprimir a los movimientos y que entren en pánico”, plantea la española Manuela Sánchez, dirigente del colectivo Estado de Malestar e integrante de la plataforma Democracia Real, Ya, que convocó a las manifestaciones del 15 de mayo de 2011 (15-M) en España.
En una extensa sesión previa a la Cumbre Mundial de Indignados –organizada por Enrique Márquez en la Ciudad de México a partir del viernes 7 en el marco de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas–, los dirigentes de estos movimientos también comparten un mensaje a sus pares de #YoSoy132: “Esto apenas comienza. Entrarán en la misma discusión que nosotros: ¿Qué es más importante: la organización o la manifestación?”.
“El problema fundamental para muchos de los colectivos es cómo articular una respuesta dentro del sistema o fuera del sistema que criticamos”, sintetiza Sánchez.
“Tenemos que pasar del escenario de la no política al de la política. En muchos países árabes los únicos preparados para ocupar el poder tras la caída de las dictaduras fueron los partidos islamistas. Eran los únicos organizados y tienen mucho dinero”, admite Yassim Swehat, bloguero de origen sirio, quien formó parte del Grupo de la República para Estudios de la Revolución Siria.
Las experiencias árabes
Mohamed el Gohary, participante de la revolución egipcia que provocó la caída de Hosni Mubarak, admite que el problema por el que atraviesan su país y otras naciones del mundo árabe es que los movimientos no estaban organizados, por lo que, admite con pesimismo, “nos estamos pisando unos a otros”.
La reciente ola represiva en Egipto reavivó la protesta social. Desde finales de noviembre el presidente Mohamed Mursi, apoyado por la coalición islámica de los Hermanos Musulmanes, pretende implantar una Constitución que le otorgue poderes extraordinarios. Las protestas han provocado más de 5 muertos y cientos de heridos.
Epicentro de las revueltas que motivaron a los grandes medios de comunicación a denominar los sucesos de febrero de 2011 como la Primavera Árabe, Egipto vive un desenlace que, para muchos, es una contrarrevolución.
El Gohary, coordinador del sitio online Global Voices, aclara que el descontento de los jóvenes egipcios no surgió espontáneamente en febrero de 2011, sino de una serie de cuestionamientos graduales a la dictadura de Mubarak, apoyada por Estados Unidos.
“La transformación fue paulatina, desde principios de 2000, cuando ocurrió la segunda intifada en los territorios palestinos ocupados por Israel y después con la invasión de Estados Unidos a Irak. En 2005 comenzaron a organizarse grupos de resistencia y en forma paralela también surgieron las redes sociales”, relata el joven egipcio.
Otro país emblemático de las protestas fue Túnez. Ahí surgieron las primeras manifestaciones que desembocaron en la caída del régimen de Ben Alí.
Nadia Khiari, dibujante y profesora de la Facultad de Bellas Artes de Túnez, hizo popular un dibujo animado: Willis, un gato que se convirtió en el vocero y símbolo de los acontecimientos en su cuenta de Facebook.
“En Túnez no se resolvieron los problemas sociales. Todos los que antes apoyaban a Ben Alí se convirtieron en islamistas. El problema es que en las elecciones recientes 1.5 millones votaron por una coalición islámica y 1.5 millones por distintos grupos ciudadanos”, sintetiza Khiari.
A diferencia de países como Siria o Libia, ella subraya que la censura en los medios no ha sido eficaz en Túnez, pero los grupos islamistas se quieren mantener en el poder “a como dé lugar”. De Túnez también participa en la cumbre el periodista Jerome Benoit, quien formó un colectivo de artistas de grafiti.
En el ámbito internacional, la revuelta en Túnez se identifica con la inmolación de Mohamed Bouazizi, un joven desempleado de 26 años que se prendió fuego en protesta por la falta de oportunidades. Su gesto lo convirtió en héroe y generó un movimiento que desembocó en la caída de la dictadura de Ben Alí, quien llevaba 23 años en el poder.
Khiari y Benoit aclaran que en realidad fueron “más de 2 mil las inmolaciones durante la dictadura de Ben Alí. La diferencia es que el caso de Bouazizi se propagó a través de las redes sociales.
En Marruecos, el movimiento denominado Primavera Marroquí inició cuando 12 mil jóvenes convocaron en Facebook a una jornada de protestas el 20 de febrero de 2011. Demandaron que Mohamed VI derogara la Constitución, tomara medidas contra la corrupción y liberara a los presos de conciencia.
Una semana antes de las movilizaciones, el 12 de febrero de ese año, se inmoló un joven de 26 años en la ciudad de Ben Guerir. El gobierno intentó desvincular su muerte de la jornada de protestas.
El 20 y 26 de febrero hubo manifestaciones en varias ciudades marroquíes. El movimiento islamista Justicia y Espiritualidad se sumó a las jornadas en un intento por capitalizar lo sucedido. La Primavera Marroquí limitó las funciones de la monarquía, incorporó a la Constitución los derechos de minorías étnicas e incluso generó una apertura en los medios informativos.
Así sintetizan los avances en Marruecos las periodistas Yasmina Touma, bloguera e impulsora del Proyecto en el Espacio Asociativo, de Rabat, y Chama Darchoul, quien desde 2007 impulsa en medios digitales un sitio para sus colegas marroquíes.
De Libia participa Malik Sahad, músico y opositor al régimen de Gadafi. Su canción Salute Libia se convirtió en la primera expresión de protesta en contra de la dictadura.
“Nadie va a ponerle atención a tu protesta si no eres simpático con tu causa. A mí me hicieron pasar por farsante, mentiroso y hasta por muerto. Eso es lo que el dinero de Gadafi lograba”, afirmó Malik el viernes 7, durante la primera jornada de conferencias que concluyen el lunes 10.
En Siria “ahora impera el caos”, dijo Yassin Swehat. La dictadura de Bachar el Assad “es un cáncer” y su régimen ha logrado aislar a grupos de activistas. “La efectividad de Estados Unidos es nula y el apoyo militar de Rusia al régimen sirio juega un papel fundamental”, expuso.
La experiencia española
Más cercano a la experiencia mexicana, el M-15 de España, bautizado como Spanish Revolution por los medios anglosajones, o movimiento de indignados, por la prensa europea, ofrece distintos ejemplos y testimonios.
En la Cumbre Internacional participan activistas como Manuela Sánchez, César Roano, joven arquitecto que estuvo en las protestas de Plaza Cataluña, en Barcelona, y Luis Ramón García Hevía, integrante de Democracia Real, Ya!, quien reside en Avilés, al norte de España.
Roano relata que entre los ciberactivistas de redes sociales se generó una protesta en Cataluña, al querer imponer la Ley Sinde para limitar el libre flujo de la información en internet.
“Comenzó a gestarse una revolución ciudadana espontánea, a raíz de la crisis de la burbuja inmobiliaria y la proliferación de los empleos precarios entre los jóvenes”, lo secunda García Hevía.
–¿Por qué finalmente las movilizaciones en España terminaron por beneficiar a la derecha, al Partido Popular? ¿Hay alguna similitud con lo sucedido en los países árabes donde los beneficiarios han sido los movimientos islámicos radicales? –se les pregunta a los españoles.
–En España no vivimos una democracia, sino una dictadura bipartidista. No es que las movilizaciones beneficiaran a la derecha, sino al partido que en ese momento no estaba en el poder, que es el PP. Este fenómeno es resultado de nuestro sistema electoral, pero, en realidad, está ganando el abstencionismo –responde Manuela Sánchez.
En las elecciones recientes de Cataluña, donde se convocó a un estatuto de mayor autonomía frente a Madrid, perdieron los grupos de la derecha nacionalista y avanzaron nuevas organizaciones y partidos ciudadanos, que antes no estaban en el escenario electoral.
A partir del 15-M se ha discutido mucho en varias autonomías de España si los activistas deben presentarse a las elecciones como candidaturas de unidad popular, reflexionan los activistas españoles.
La huelga general convocada con la llegada de Mariano Rajoy al poder y las protestas reprimidas en Madrid han avivado de nuevo a los colectivos participantes en el 15-M.
“Madrid es el banco de prueba de la derecha, mientras Cataluña es el banco de prueba de las izquierdas, aunque suene un poco esquemático”, resume Manuela Sánchez.
El lunes 3 se estrenó en Madrid un nuevo documental denominado 15-M: excelente, revulsivo, importante. El objetivo es demostrar que no hubo “un movimiento 15M” sino “muchos 15Ms” en España.
Uno de estos movimientos que se potenció con el 15-M fue la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, las organizaciones de internautas y muchos otros colectivos que llenaron las plazas durante varias semanas.
Queremos “viralizar” el mundo
Un elemento unificador en todos los casos es el protagonismo de las redes sociales. De hecho, en algunos casos, como en Siria, la protesta avanzó más rápido que el movimiento hasta que la dictadura volvió a cerrar los espacios. En Libia fueron algunos videos, sobre todo en YouTube, los que despertaron la protesta contra Gadafi.
“El éxito de los movimientos es su viralidad en internet. Ha traspasado el ancho de banda. La naturaleza de los distintos movimientos es traspasar la parte viral de internet y llegar a las plazas. Queremos viralizar el mundo”, reflexiona César Ruano, quien actualmente se dedica a construir edificios autosustentables.
Yassim Swehat, bloguero sirio, quien actualmente reside en Santiago de Compostela, España, adelanta que se busca crear una “red de comunicación que interconecte a todos los movimientos”.
“El problema es que el mundo árabe no está interconectado entre sí. Hay redes en diferentes niveles, pero no están comunicados. En Túnez y Egipto no se identifican con lo que está sucediendo en Siria, por ejemplo. En Bahrein se acalló el movimiento y lo presentaron como una revuelta sectaria”, ejemplifica.
Rami Alhames, también de origen sirio, ahora trabaja en la plataforma de internet Global Voices, donde participa Mohamed El Gohary, de Egipto, cofundador de The Workshops.
Entre las naciones árabes la red social con mayor número de usuarios es Facebook. Un total de 43 millones de usuarios, hasta septiembre de 2011, estaban interconectados. En Egipto 8.8 millones; en Túnez, 2.7 millones; en Marruecos, casi 4 millones; en Siria, 1.4 millones, y en Irak, 1.1 millones.
–¿Están de acuerdo en que a su movimiento se le denomine la “Revolución de Facebook? –se le pregunta al egipcio El Gohary.
–Fue un catalizador de la revolución. Facebook facilitó la movilización, pero la organización se realizó desde antes.
En España, los grandes medios de comunicación fueron hostiles en un principio a las jornadas de protesta del 15-M. “Cuando llegó la revuelta a España se generó información en contra de los manifestantes”, recuerda César Roano.
El objetivo de ponerle un nombre, como el de Indignados, “era para diferenciarlos de las revueltas árabes y no generar una sensación similar a la de los colapsos de los regímenes de Túnez y Egipto”, advierte Manuela Sánchez.
En la primera jornada de exposiciones, el viernes 7, Malik Sahad recordó a los asistentes de la cumbre que al principio era reacio a utilizar el Facebook, “pero cuando me di cuenta de su relevancia, abrí una cuenta y luego 15 más”.
“En Libia dejamos de usar el Bluetooth para invitar a salir a una chica y empezamos a usarlo para la revolución”, sintentizó Malik.