Nazar Haro, el guardián feroz, paranoico, prepotente...
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Gente del sistema, implacable represor y torturador legendario, un viejo y acabado Miguel Nazar Haro, exdirector de la Federal de Seguridad, murió la semana pasada. Pese a que su estrella decayó hace más de 30 años y estuvo brevemente preso dos veces, nunca fue cabalmente castigado por los crímenes de lesa humanidad que cometió durante los años de la guerra sucia, en gran medida gracias a la protección que le dieron los gobiernos del PRI (que lo crearon) y del PAN.
Feroz guardián del régimen del PRI, Miguel Nazar Haro murió el pasado jueves 26 a los 87 años bajo la protección del gobierno panista. Su profundo sentido de omnipotencia y frialdad, sus rasgos paranoides y su tendencia a manipular lo llevaron a justificar la actuación violenta que lo caracterizó como uno de los de más temidos represores durante la guerra sucia en México.
La tortura, secuestro y desaparición forzada de personas que pesaron sobre él a su paso por la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS) y de la organización paramilitar Brigada Blanca las pudo superar no sólo por su “coeficiente intelectual superior al promedio” –según su perfil criminológico– sino por la protección que recibió de los “gobiernos del cambio y del combate a la delincuencia” del PAN.
Los numerosos testimonios sobre sus actuaciones en los setenta y ochenta en defensa de la seguridad del sistema político del PRI se diluyeron en las oficinas de la Procuraduría General de la República (PGR).
Su principal protector fue el general retirado Rafael Macedo de la Concha, quien como titular de la PGR durante el gobierno de Vicente Fox anuló a una inoperante Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp). Lo hizo a través de su coordinadora general de Investigación, Marisela Morales Ibáñez, actual titular de la Procuraduría, a propuesta de Felipe Calderón.
No fueron los únicos que participaron en su exoneración. El camino a la impunidad se lo allanó la Secretaría de Seguridad Pública federal, que en 2004 elaboró un peritaje que lo clasificó como una persona con “baja capacidad criminal y alta adaptabilidad social”.
A pesar de identificar rasgos narcisistas y paranoides y un profundo sentido de grandiosidad y omnipotencia, su “baja peligrosidad” fue el principal argumento que aportó el gobierno de Fox para terminar con los nueve meses de prisión que pasó en el penal de Topo Chico, acusado del secuestro y desaparición, en 1975, de Jesús Piedra Ibarra, hijo de la activista y actual senadora Rosario Ibarra de Piedra.
“Baja peligrosidad”
El perfil criminológico era necesario para sacarlo en definitiva de la cárcel. Mientras purgaba prisión preventiva en el penal de Topo Chico, una sospechosa reforma al artículo 55 del Código Penal Federal fue aprobada en la Cámara de Diputados. La modificación estableció que los mayores de 70 años pueden cumplir la prisión preventiva o definitiva en su domicilio, siempre y cuando no sean peligrosos ni prófugos.
Elaborado en noviembre de 2004 por el Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social de la SSP federal, el peritaje fue benévolo con el expolicía que entonces tenía 80 años y quien llevaba décadas identificado como uno de los principales actores de la represión política en México.
Hijo de inmigrantes libaneses que llegaron al país hace casi un siglo, en 1920, Miguel Nazar Haro nació en Pánuco, Veracruz el 26 de septiembre de 1924. Estudió la secundaria en una escuela católica, el Instituto Potosino, en San Luis Potosí. Acabó el bachillerato y se quedó en los primeros estudios de medicina y derecho.
De acuerdo con su perfil psicológico siempre buscó ser una persona reconocida y poderosa. Encontró el camino en 1950 cuando ingresó al entonces Servicio Secreto de la Policía del DF. Tres años antes había sido creada la DFS, la policía política del régimen priista con la que tanto se identificó.
Su primera tarea como policía fue infiltrar a la oposición al régimen. Lo hizo especialmente en 1952 durante la campaña presidencial del general revolucionario disidente del régimen Miguel Henríquez Guzmán, quien compitió contra el candidato oficial, Adolfo Ruiz Cortines.
Desde fines de esa década estableció una estrecha relación con el gobierno de Estados Unidos, que lo capacitó en The Institute for Law Enforcement Admnistration (ILEA). En 1960 se incorporó a la DFS y fue asignado a la seguridad de los padres del entonces secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz. La DFS formaba parte de la estructura de la Secretaría de Gobernación.
En 1965, con Díaz Ordaz recién llegado a la Presidencia de la República, el entonces director de la DFS, el capitán Fernando Gutiérrez Barrios le dio la encomienda de infiltrar a los movimientos subversivos. Luis Echeverría Álvarez había sustituido a Díaz Ordaz en Gobernación.
Frío y distante, según su perfil psicológico, Nazar Haro buscaba la perfección y ascenso laborales. En 1970 dio un paso importante cuando fue designado subdirector de la DFS y responsable del “grupo especial” de la policía política, ya en el gobierno de Echeverría. En 1976 ese grupo especial operativo se convirtió en la Brigada Blanca, una fuerza de más de cien efectivos de distintas corporaciones policiales y militares para “combatir” a los grupos subversivos, urbanos y rurales, surgidos tras las matanzas estudiantiles de 1968 y 1971.
En 1978 ya en el gobierno de José López Portillo, asumió la dirección de la DFS. Fueron años de su esplendor como de policía del régimen. Ahí permaneció hasta enero de 1982, tres años antes de que la corporación desapareciera derruida por el narcotráfico y la corrupción.
Él mismo contribuyó a su destrucción. En 1982 el FBI lo acusó formalmente de formar parte, desde 1975, de una banda integrada por agentes de la DFS dedicada al robo y contrabando de autos. La justicia estadunidense emitió una orden de arresto en su contra. Su permanencia en la DFS era insostenible. Renunció en enero de ese año y en abril fue detenido en San Diego por el FBI. Salió bajo fianza de 200 mil dólares.
La prensa estadunidense publicó que Nazar Haro pudo regresar a México porque había sido informante de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) mientras dirigió la DFS.
Autoritario, rígido y patriarcal, el policía que trabajó para el régimen autoritario del PRI era frío y distante, incluso con su familia, reveló el perfil psicológico al que este medio tuvo acceso (Proceso 1466).
Siempre tuvo la convicción de que los demás no podían realizar ciertas tareas y funciones. El peritaje lo definió como una persona con un sentido de grandiosidad y omnipotencia, que buscó el éxito ilimitado y el poder con frialdad emocional; con poca o nula empatía; con una autoestima elevada al grado de sentirse único.
El paranoide
En sus rasgos paranoides su perfil lo describió como una persona desconfiada hacia los otros, con problemas de celopatía y preocupación por los actos de su esposa, hijos y amigos, a quienes vigiló de manera estrecha.
También lo identificó como reacio a relaciones personales íntimas. Por el contrario, buscaba ser parte de grupos sumamente cerrados y altamente cohesionados. “El sujeto mostró una gran actitud defensiva… tratando de mostrar una autoimagen convencional, negando defectos individuales e intentado aparecer como una persona libre de conflictos personales”.
A sus 80 años su perfil psicológico indicaba que su escala paranoica evidenciaba “a una persona que actúa con buena dosis de desconfianza hacia las actividades de los demás”, mientras que en sus relaciones interpersonales manifestaba “una gran dificultad para establecer relaciones que se caractericen por ser profundas, afectivas y duraderas”.
El peritaje de la SSP federal anotó que el expolicía “intentó manipular la entrevista psicológica, desvirtuándola al hacer comentarios como: ‘mejor platiquemos’ o ‘¿de dónde viene usted?’
Cuando sentía que las cosas se salían de su control reaccionaba violentamente. Los médicos que lo examinaron reportaron que cuando no lograba controlar la entrevista “sus impulsos se mantienen subcontrolados… con el riesgo de que ante un evento que él perciba como desestabilizador o estresante, corre riesgo de manifestar un acto abrupto”.
Refirieron que eso pasaba durante la aplicación de las pruebas cuando se levantaba de forma brusca después de sentir que no avanzaba y “aventaba el lápiz sobre la mesa”.
Acostumbrado a ejercer el control, mantenía la calma cuando, sin previo aviso, era sometido a las evaluaciones. Cooperaba con los médicos, pero cuando le hacían preguntas comprometedoras se mostraba evasivo, pretextando problemas de oído.
Pero en todo momento justificó sus actos como policía. Así quedó establecido en su perfil: “El ambiente laboral donde se desempeño contribuyó a satisfacer su necesidad de reconocimiento y ambición de poder, donde ejerció acciones severas y rígidas, sin importar los medios para lograr sus fines, racionalizando todo ello para justificar su proceder”.
Tras dos meses prófugo, fue detenido en febrero de 2004 en la Ciudad de México e internado en el penal de Topo Chico, en Nuevo León, acusado de la desaparición de Jesús Piedra Ibarra. Nueve meses después, a fines de noviembre de ese año fue liberado bajo el beneficio de prisión domiciliaria y trasladado a la Ciudad de México.
El titular del juzgado Cuarto de Distrito en Materia Penal de Nuevo León le otorgó el beneficio. Sin considerar a la Femospp, la PGR –a cargo entonces de Macedo de la Concha– apresuró el traslado. La mañana del domingo 28 de noviembre de 2004 envío un avión de la institución por el expolicía. Nazar Haro regresó a su casa del Distrito Federal escoltado por agentes de la AFI.
Marisela Morales declaró que si no lo hubieran hecho de inmediato, el titular de la PGR habría caído en desacato judicial. Su fidelidad al régimen autoritario del PRI le fue compensada por los gobiernos del PAN.