Aristóteles Sandoval y sus expedientes judiciales
Con el respaldo de Enrique Peña Nieto, el alcalde de Guadalajara, Aristóteles Sandoval, se apresta a competir por la candidatura al gobierno de Jalisco. Y todo indica que lo hará a pesar de que, según expedientes judiciales, arrastra una larga historia de presuntos vínculos con la delincuencia organizada que, casualmente o no, alcanzan a personajes envueltos en la complicada trama cuyas raíces se ubican en Washington, D.C.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El próximo 2 de enero el Comité Ejecutivo Nacional del PRI abrirá el proceso de selección del candidato al gobierno de Jalisco, y la lista de aspirantes es encabezada por el presidente municipal de Guadalajara, Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, quien ha dicho que en la segunda quincena de diciembre, después de rendir su segundo informe de gobierno, decidirá su futuro político.
Sandoval Díaz ha construido una carrera política en corto tiempo: antes de ser alcalde de Guadalajara fue activista del PRI y diputado local, pero su historia no está desligada de escándalos que lo mismo lo vinculan con operadores del cártel de Sinaloa que con redes dedicadas al comercio de drogas con el apoyo de la policía municipal.
El primer escándalo que enfrentó ocurrió el 21 de febrero de 2005. Ese día Ignacio Loya Alatorre, identificado por la Procuraduría General de la República (PGR) como operador financiero de Ignacio Coronel –capo del cártel de Sinaloa afincado en Guadalajara y quien murió en un enfrentamiento con la Marina el 30 de julio de 2010–, acudió al estadio Jalisco a ver un partido de futbol.
Horas antes, Loya Alatorre le había pedido a su chofer, Sergio Ocegueda García, que fuera al banco a realizar varios depósitos en efectivo. Luego le dijo:
–Te encargo esos depósitos. Son urgentes, es una orden del patrón.
–Sí, señor –contestó el chofer de Loya.
Loya Alatorre entró al estadio Jalisco, se acomodó en un palco de lujo y, mientras veía el partido entre las Chivas y el Monterrey, realizó varias llamadas con su teléfono celular.
Al finalizar el partido, permaneció sentado en el palco. Salió cuando el estadio comenzó a vaciarse. Tras cruzar la puerta caminó unos metros y de manera intempestiva fue acribillado. Una ráfaga de balas le atravesó el cuerpo. Su muerte fue fulminante.
El caso pronto cobró una relevancia aún mayor cuando la Procuraduría General de Justicia de Jalisco y la PGR comenzaron las investigaciones para identificar al personaje. Horas después, Sergio Ocegueda, chofer de Loya Alatorre, acudió al lugar de los hechos y reconoció a su jefe, cuyo cuerpo estaba tirado en un charco de sangre.
La procuraduría de Jalisco aseguró las pertenencias de Loya Alatorre: una libreta y su teléfono celular. Las indagaciones confirmaron que la libreta de apuntes era una narconómina, en la que estaban anotados los nombres de decenas de personas. También se acreditó que la última llamada que hizo Loya desde el estadio fue al entonces diputado local Jorge Aristóteles Sandoval, con quien tenía amistad.
Tras conocerse el vínculo de Loya Alatorre con el actual alcalde de Guadalajara, éste negó tener alguna relación con él y que recibiera dinero del sujeto, identificado como operador financiero de Ignacio Coronel. Posteriormente aceptó que eran amigos.
Sin embargo, las investigaciones del caso y los datos contenidos en la averiguación previa 029/2007/H.I./A establecen que Loya Alatorre era amigo de Sandoval desde 2005.
De acuerdo con esa indagación y los datos confirmados por Proceso, Sandoval conoció a Ignacio Loya por medio de Alfredo Barba Mariscal, actual secretario del ayuntamiento de Tlaquepaque e hijo de Alfredo Barba Hernández, líder estatal de la priista Confederación Revolucionaria Obrera y Campesina (CROC).
Según las investigaciones estatales y federales, Aristóteles Sandoval recibía financiamiento de Loya Alatorre para sus actividades políticas. En el expediente referido se incluye la información de que uno de los últimos apoyos que recibió fue por 100 mil pesos, aunque el alcalde de Guadalajara negó que él recibiera dinero de Loya y dijo que desconocía las actividades empresariales de su amigo.
El testigo clave
Durante la investigación sobre el asesinato de Ignacio Loya fueron interrogadas varias personas que conocieron las relaciones de éste con el narcotráfico, en particular con la célula del cártel de Sinaloa asentada en Guadalajara.
Uno de los testigos importantes del caso, y que acreditó la vinculación de Sandoval con Loya, fue Sergio Ocegueda García, el chofer de Loya: en su declaración ministerial confirmó que su jefe tenía vínculos con varios priistas, a quienes les financiaba sus actividades políticas.
En el oficio 921/07, primero, y en la indagatoria 029/2007/H.I./A, después, Ocegueda manifestó que llevaba tres años trabajando con su patrón y que éste poseía un negocio llamado Coordinadora Mexicana de Muebles y Mudanzas, ubicado en Santa María Tequepexpano.
Relató también que Loya tenía una relación sentimental con Teresa López, regidora priista del ayuntamiento de Zapopan, con quien vivía; agregó que su jefe tenía el palco 201 en el estadio Jalisco y que solía invitar a varios amigos a ver los partidos del equipo Guadalajara, su favorito. Ahí mismo detalló que en varias ocasiones vio a uno de esos invitados: el licenciado Aristóteles Sandoval.
De igual forma, Ocegueda asentó en su testimonio que le entregó el dinero a Sandoval: “Esa cantidad de dinero se la envió mi patrón al señor Aristóteles por mi conducto, ya que yo personalmente fui a entregarle el cheque por los 100 mil pesos y el señor Aristóteles me recibió personalmente, y le di el cheque”.
Tras el asesinato de Loya Alatorre, el Ministerio Público aseguró las pertenencias que llevaba. Según la averiguación previa 229/2007/H:I/A, su portafolios contenía “una agenda de color rojo en la que aparecen varios nombres de personas así como números telefónicos y direcciones escritas con color negro y la mayor parte remarcadas con tinta de marcatextos en color amarillo; asimismo encontramos una libreta de color azul… en la que aparecen escritos varios nombres y cantidades con letra y números en color negro”.
En la libreta aparecen varios números telefónicos y anotaciones como las siguientes: “Repitiendo mensaje de parte del 24 que en la noche le manda la información que necesita, si resibe mensaje abise por fabor…Llam. 5231723344, Recipiente 5510989716, de parte del 24 en la noche te entrego la información que necesitas”.
En el cuarto teléfono celular revisado, las autoridades encontraron registro de las siguientes comunicaciones de Loya Alatorre: “Abel Salgado: 52*468224*4, Alex Aero 52*190804*7, Alfredo Barba 52*46824*4, Aristóteles 52*190805*7”, entre otras.
Amistades “importantes”
Ignacio Loya Alatorre no era un personaje menor en el mundo del narcotráfico, según se desprende de su historia y sus nexos criminales. De acuerdo con la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), era primo de Humberto Loya Castro, El Licenciado, operador de Joaquín El Chapo Guzmán en Monterrey, Nuevo León.
Humberto fue el contacto de la DEA y el cártel de Sinaloa para establecer el supuesto pacto de impunidad al que alude la defensa de Vicente Zambada Niebla, hijo de Ismael Zambada García, El Mayo, en el juicio que se dirime contra aquél en una corte de Chicago.
Humberto Loya, el primo de Ignacio Loya, fue el abogado que, según el expediente de El Vicentillo, contactó a altos mandos de la DEA en 2004 para que se dejara de perseguir a los jefes del cártel de Sinaloa y, a cambio de ello, la organización criminal le aportaba a la agencia estadunidense información sobre grupos rivales.
Las declaraciones de El Vicentillo señalan que “en los últimos 11 años diversos funcionarios han sostenido encuentros y negociaciones de impunidad con Humberto Loya, abogado, traficante de drogas y hombre de confianza de la cúpula del cártel de Sinaloa, comandado por Joaquín Guzmán Loera e Ismael El Mayo Zambada”.
Humberto Loya, en efecto, tiene imputaciones por narcotráfico y pagos de sobornos a altos funcionarios de la PGR. Según sus antecedentes, fue “brazo derecho” de Arturo Beltrán Leyva cuando los hermanos Beltrán pertenecían al cártel de Sinaloa.
Tras la detención de Humberto Loya y el asesinato de César Javier Loya Castro el 9 de diciembre de 2005 en Zapopan, Jalisco, Ignacio Loya Alatorre quedó al frente de la red de operadores del cártel de Sinaloa en Jalisco.
Una prima de Loya Alatorre, Clara Loya Castro, estuvo casada con Juan Trejo Huerta, El Teniente Lucas, quien murió el 22 de junio de 1995 en una avioneta que se estrelló en Nayarit y en la que también viajaba Jesús Héctor Palma Salazar, El Güero Palma, en ese tiempo capo del cártel de Sinaloa.
No es el único antecedente de este tipo que tiene Jorge Aristóteles Sandoval. El más fuerte aspirante del PRI a la gubernatura de Jalisco también está relacionado con José Luis Duarte Reyes, Tony Duarte, ligado al cártel de Sinaloa y al robo de autos, quien fue asesinado en Puerto Vallarta el 20 de septiembre de 2011.
Uno de sus hermanos, Juan Jorge Duarte Reyes, fue detenido en 2003, cuando la SIEDO le aseguró un cargamento de tres toneladas de precursores químicos para elaborar drogas sintéticas, según consta en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/084/2003.
Los hermanos Duarte, refieren las investigaciones federales, fueron importantes en el financiamiento de la campaña de Sandoval a la presidencia municipal de Guadalajara. Un enlace clave entre los Duarte y el priista es Claudia Delgadillo, amiga cercana de Tony Duarte y actual secretaria de Desarrollo Social del ayuntamiento de Guadalajara. Ella es una fuerte aspirante a suceder a Sandoval cuando éste solicite licencia para competir por la gubernatura.
Los hermanos Duarte tienen en Guadalajara concesiones para operar estacionamientos públicos y bares como El Siete Pecados y El OMS, que manejan con la protección de Roberto López Lara, secretario del ayuntamiento de Guadalajara y cuyo hermano, Carlos López, fue asesinado el 17 de febrero pasado. Carlos participaba con los hermanos Duarte en presuntos negocios ilícitos. Tony Duarte, quien fue amigo de López Lara, también estuvo involucrado en el robo de autos antes de ligarse al narcotráfico, según se asienta en el expediente 333/2002.
Durante los gobiernos panistas en Jalisco, que se extienden por tres sexenios, el narcotráfico se había mantenido bajo control, pero en junio de 2010, con el asesinato de Ignacio Coronel, se recrudeció la guerra que había comenzado aproximadamente un año antes por el control de la plaza.
En 2009 se aliaron el cártel del Milenio y el de Sinaloa. Orlando Nava Valencia, El Lobo, era el jefe de la plaza en Guadalajara, pero esta alianza se rompió tras la detención de El Lobo y el asesinato de su hermano (conocido como El Tigre Valencia) en 2009.
La ruptura dio origen a dos cárteles más en la capital tapatía, ambos ligados a la organización de El Chapo Guzmán: La Resistencia y el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG). El primero lo comandaba Manuel Torres García, El Pipirrín, amigo y socio de Tony Duarte, cuyo hermano, Juan Luis Duarte, fue asesinado en Puerto Vallarta, Jalisco. Él se dedicaba a distribuir drogas en bares y table dance de Guadalajara.
Actualmente, La Resistencia y el CJNG se disputan la plaza de Jalisco con Los Zetas, que han desatado una creciente violencia al acercarse el fin de las administraciones municipales y la estatal.
Listo para la elección
Como presidente municipal de Guadalajara, Sandoval Díaz colocó en el ayuntamiento tapatío a personas que también estuvieron ligadas con Ignacio Loya Alatorre. Es el caso de Teresa López, quien fue amiga de Loya y actualmente encabeza el Instituto de las Mujeres del municipio.
El 18 de mayo de 2007 los padres de López fueron ejecutados. Las investigaciones revelaron que las víctimas estaban viviendo en un departamento de Ignacio Loya.
De igual forma sobresalen los vínculos de Jorge Aristóteles con un personaje de apellido García Quevedo, propietario de una casa de cambio y a cuyos familiares se les han encargado diversas obras para remodelar calles en Guadalajara. García Quevedo enfrenta un juicio en Estados Unidos por lavado de dinero.
No es todo: los escándalos por presunto consumo de drogas persiguen al alcalde de Guadalajara desde que era candidato a la presidencia municipal. En junio de 2009 se sometió incluso a una prueba antidoping. Se le tomaron muestras de cabello en un laboratorio, pero después fue sorprendido cuando robaba las muestras de su propio cabello.
El entonces presidente del Comité Estatal del PAN en Jalisco, Eduardo Rosales, declaró: “Nos preocupa sobremanera que el candidato del PRI se haya robado las pruebas que inicialmente había aceptado tomarse y que después, con nerviosismo, las toma y sale del lugar como un delincuente”.
Pese a estos señalamientos y a sus presuntas ligas con personajes del crimen organizado, Sandoval asegura estar listo para contender por la gubernatura de Jalisco y terminar con la hegemonía política del PAN.
Según el calendario del PRI, en enero empieza el proceso de selección de candidatos. El alcalde de Guadalajara encabeza las preferencias en las encuestas, lo que es visto con buenos ojos por el aspirante presidencial Enrique Peña Nieto, quien ya le dio su visto bueno.