Reforma al Poder Judicial

El paro judicial y sus efectos

El paro judicial podría, irónicamente, reforzar la narrativa de AMLO sobre la necesidad de una reforma judicial a fondo. Para mí, seguir el camino de Sísifo, como propone Camus en su mito de la rebelión sin triunfo, no es lógico.
miércoles, 21 de agosto de 2024 · 09:55

CIUDAD DE MÉXICO (apro).-El debate social de estos días se ha centrado en dos líneas principales: el paro judicial (parcial, con salvedades y sujeta a que se “deseche la reforma”) del Poder Judicial de la Federación y la narrativa sobre la sobrerrepresentación (ya menguada por la esperable resolución del Instituto Nacional Electoral de seguir su propio criterio ratificado en las elecciones de este año) que, con nuevos bríos abstractos y filosóficos, han puesto en escena quienes ven amenazada su visión del modelo institucional de la vida pública. Este es un tema fascinante, digno de un análisis razonable, sin prejuicios ideológicos o políticos. Veamos.

  • Primero. La sobrerrepresentación es un modelo inadecuado, incorrecto e injusto, pero está previsto en el artículo 54 constitucional, en la legislación secundaria, en la normativa interna y en la práctica del organismo electoral, así como en los criterios orientadores del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Es posible, aunque improbable, que los magistrados del TEPJF cambien de opinión en el último minuto. Ir en contra de las prácticas establecidas y las decisiones ya tomadas para las elecciones de 2024 sería inusual. Las reglas del juego en esta materia fueron aprobadas por el Instituto Nacional Electoral y ratificadas por unanimidad por los magistrados actuales del TEPJF. La figura de héroes que cambiarían las reglas del juego en pleno partido por razonamientos interpretativos de nuevo cuño no encaja con la naturaleza pragmática de la cultura jurídica mexicana. Los incentivos para un cambio de paradigma interpretativo son mínimos y existen, por el contrario, fuertes razones metajurídicas para cumplir la Constitución al pie de la letra. Zygmunt Bauman, en Modernidad líquida (FCE, 2015), nos recuerda que el héroe tradicional, animado por valores elevados, es ahora una figura en desuso. Las certezas se han disuelto, los vínculos son frágiles, y la identidad como nación se ha desintegrado. ¿De verdad alguien cree que estos magistrados del TEPJF harán historia cambiando las reglas a mitad del juego a cambio de sentirse bien con la parte que perdió las elecciones?
  • Segundo. El paro judicial contra la reforma constitucional está (y estará) teniendo varios efectos: a) El paro intensifica la polarización en la sociedad mexicana. En un contexto donde las reformas judiciales ya dividen la opinión pública, esta decisión de jueces y magistrados se percibe como un acto que exacerba el conflicto entre el poder judicial y el ejecutivo. El efecto polarizador puede ser contraproducente, consolidando las percepciones negativas hacia la judicatura, en lugar de atraer apoyo popular; b) Para una gran parte de la población, la protesta del Poder Judicial puede parecer una defensa de intereses personales, más que una lucha por el estado de derecho o la independencia judicial. La narrativa de AMLO, que promueve un cambio en el origen y estamento social de quienes juzgan, encuentra terreno fértil en la falta de pensamiento crítico preexistente. Convencer a la sociedad de que los movilizados del poder judicial actúan por el bien de México y no por la defensa de sus remuneraciones o estatus, parece una tarea casi imposible, y c) La movilización puede ser vista como un desahogo emocional, una catarsis personal, sin una estrategia clara ni posibilidades reales de éxito, hasta donde veo. Al percibirse como un acto en defensa de intereses particulares, el paro podría alienar a la sociedad civil, resultando en una falta de apoyo popular. Esta desconexión debilitaría aún más la posición de los paristas, llevándolos al aislamiento político.
  • Tercero. Desconozco al equipo de consultoría política detrás de esta cruzada judicial y su estrategia para desmontar la reforma de la 4T. A mi entender, el paro judicial, el intento de redefinir las reglas del juego electoral a mitad del partido y neutralizar la base popular de López Obrador es un simple "wishful thinking", un pensamiento ilusorio basado en emociones. Coincido con Ayn Rand, quien sostiene que la persona racional "no actúa por caprichos, deseos o ilusiones, sino por su razón, eligiendo sus valores y acciones en función de su juicio de lo que es verdadero y real" (La virtud del egoísmo). Aunque es cierto que los medios han dado voz al paro judicial, AMLO ha sabido utilizar eficazmente las redes sociales y su conferencia matutina para moldear la narrativa, presentando a la judicatura como una élite corrupta y distante. El paro judicial podría, irónicamente, reforzar la narrativa de AMLO sobre la necesidad de una reforma judicial a fondo. Para mí, seguir el camino de Sísifo, como propone Camus en su mito de la rebelión sin triunfo, no es lógico. Es su estrategia dejar testimonio, aunque no impacte en la realidad aquí y ahora. Yo hubiera negociado algo, ubicado en la circunstancia de lo posible, en lugar de arriesgarlo todo y acabar perdiéndolo...si no se cumplen los resultados de la estrategia para desactivar a la 4T. No falta mucho para ver quién saldrá airoso en este diferendo para bien o para mal, según quien la parte que lo interprete.

@evillanuevamx
ernestovillanueva@hushmail.com

Comentarios