Chile

Tres mujeres del gabinete de Boric

En distintos círculos ha sido muy comentado el hecho de que Gabriel Boric, el presidente electo de Chile, haya elegido más mujeres (14) que hombres (10) para integrar su gabinete.
sábado, 5 de febrero de 2022 · 13:44

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– En distintos círculos ha sido muy comentado el hecho de que Gabriel Boric, el presidente electo de Chile, haya elegido más mujeres (14) que hombres (10) para integrar su gabinete. Resulta interesante analizar los perfiles de las designadas, pues todas esas 14 mujeres tienen trayectorias políticas de gran compromiso social; algunas participaron en el gobierno de Michelle Bachelet, otras lo han hecho en organismos de la sociedad civil, y varias vienen de familias de activistas de diversa denominación política dentro del espectro político de izquierda. Sin embargo, por cuestiones de espacio, limitaré mi comentario sólo a tres de ellas

La ministra más joven es Antonia Orellana, de 32 años, periodista de profesión, y aunque hay otras feministas en el gabinete es quien tiene más lazos con los colectivos feministas. Esta militante de Convergencia Social, el partido del presidente electo, a partir del 11 de marzo será la ministra de la Mujer y Equidad de Género. Orellana es una activista feminista que ha sido parte de la Red Chilena contra la Violencia Hacia las Mujeres y ha participado en las movilizaciones feministas, así como en el estallido social de 2019 que logró que el Congreso aceptara la paridad en la Convención Constitucional (propuesta que tanto ella como el propio Boric impulsaron).

Alexandra Benado es muy conocida por tres cosas: por su desempeño como futbolista profesional, por ser la directora de Londres 38 y por su activismo en la comunidad LGBTIQ+. Ha sido directora técnica de algunos clubes y equipos universitarios de futbol, además de haber trabajado con la FIFA como integrante de la Comisión de Futbol Femenino y de la Copa Mundial Femenina, aunque en 2011 se retiró del deporte profesional (hoy tiene 45 años). Es licenciada en educación y pedagogía en educación física, deportes, recreación y futbol.

Benado ha sido coordinadora general de Londres 38, un centro de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina), donde se torturaba durante la dictadura de Pinochet, que se transformó en un sitio de memoria abierto a la comunidad y las organizaciones sociales. Alexandra vivió el horror de la dictadura, pues su madre, Lucía Vergara, una militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) fue asesinada en 1983, lo que llevó a la familia a exilarse en Cuba.

Finalmente, en su activismo LGBTIQ+ Benado ha destacado por su lucha para que las parejas homoparentales con hijos, como la de ella, tengan derechos de filiación y reconocimiento jurídico. Incluso llegó a denunciar al Estado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por ese tema.

La tercera es Camila Vallejo, quien saltó a la fama nacional e internacionalmente en 2011, durante las masivas protestas estudiantiles, convocadas por diversas federaciones estudiantiles a un paro nacional con el lema: “No al lucro en la educación”. Vallejo era entonces la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (la más importante del país), y se convirtió en lo que el periódico británico The Guardian nombró “el personaje del año”.

La escritora chilena Diamela Eltit, que realizó un análisis de esta líder, señala que para sus seguidores o sus detractores, una característica conmocionante de esta joven, hoy de 33 años, fue su belleza, y que lo notable fue que ella no se dejó atrapar por los elogios ni tampoco por las descalificaciones que su físico provocaba; ella desvió todo tipo de preguntas personales y mantuvo un discurso claro, pausado y definido políticamente. Así, escribe Eltit, “con una fortaleza poco frecuente, pudo contener la ola mediática que desencadenó su liderazgo. Lo hizo porque consiguió ejercer con lucidez y serenidad sus capacidades, sin perder jamás el horizonte de la causa que representaba: educación de calidad, pública y gratuita”.

Para Eltit, la líder se ganó la confianza de una ciudadanía que veía en ella a una joven y bella mujer que, con gran carisma y solvencia intelectual, luchaba por ideales colectivos, y que además se asumía como militante del “temible” Partido Comunista. Su llegada a La Moneda consolida una veloz carrera política, en la que pasó de ser dirigente estudiantil a ser dos veces diputada y ahora ministra secretaria general de Gobierno, entre cuyas funciones está la de ser vocera del nuevo gobierno.

En paralelo a las indiscutibles trayectorias de estas tres mujeres, su designación también supone el reconocimiento simbólico a las jóvenes activistas feministas, a las lesbianas y a las comunistas, figuras que transmiten que existen muchas formas de ser mujer y que, lamentablemente, no suelen estar presentes en la visión del poder político en México.

También las trayectorias de las demás ministras y ministros ofrecen un panorama alentador, que expresa que hoy en Chile hay una izquierda nueva, dispuesta a construir puentes y a comprometerse a sacar adelante un programa que beneficie a grandes sectores. Si el miedo a que ganara el candidato de la derecha fue lo que hizo posible la confluencia de posiciones diversas, hoy presentes en las distintas filiaciones políticas de los ministros, ¿será que en México tendremos que pasar por vivir un temor igual para ser capaces de construir un Frente Amplio?  

Artículo publicado el 30 de enero en la edición 2361 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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