Carmen Aristegui

Carmen Aristegui ante la censura, presente y pasada

A través de un repaso a "Silencio Radio", el documental de Juliana Fanjul echa por la borda el argumento de que Carmen Aristegui “siempre fue conservadora”.
viernes, 4 de febrero de 2022 · 18:25

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Hay cuando menos dos formas de censurar a una periodista independiente sin recurrir a la violencia física o amenazas directas en su contra.

La primera es la censura por bloqueo. La idea es aislar la voz de la persona dedicada al periodismo de su audiencia. La forma de implementarla pasa por bloquear el acceso a esta persona a los canales por los que puede expresarse, como medios de comunicación o espacios públicos. Por desgracia, en México este tipo de censura es sobradamente conocido.

La segunda es la censura por ruido. En este esquema la voz de la periodista independiente es sepultada por una cacofonía. Para que esto sea posible es necesario desacreditar a la persona al punto de que lo que diga sea virtualmente irrelevante o, cuando menos, indistinguible de expresiones cómodas para la élite gobernante.

“Silencio Radio”, un documental estrenado en México la semana pasada, es un recordatorio de los intentos de aplicación de la primera forma de censura de los que ha sido víctima Carmen Aristegui. Pero es también una llamada de atención de que las personas que deciden abonar a estos intentos o desestimarlos están siendo cómplices de quienes pretenden censurar a Carmen aplicándole la forma segunda.

Entre quienes han optado por desestimar el historial de censura por bloqueo del que ha sido objeto Carmen Aristegui se encuentran, en primer lugar, el Presidente y algunos de sus seguidores. Apenas hace unas semanas, AMLO afirmó lo siguiente: “Carmen Aristegui pertenece al grupo que apoya al bloque conservador…La gente en nuestro movimiento pensaba que Carmen Aristegui era una periodista de vanguardia… yo tengo otra opinión… [cuando me entrevistaba] buscaba ponerme en entredicho como buena periodista conservadora”.

La premisa detrás de la afirmación del Presidente no es novedosa. En realidad, estamos ante la versión “oficializada” de una narrativa reproducida desde hace años, en distintas formas, por los vectores de amplificación del proyecto de AMLO en redes sociales, que incluye notablemente a algunos intelectuales tornados en clérigos incondicionales. Como es bien sabido, los escupitajos de esta maquinaria son engullidos religiosamente por los cuatro-teístas más dogmáticos.

Quienes aceptan esta narrativa comparten su adherencia a una idea central; a saber, que Carmen Aristegui es enemiga del Presidente y apoya actualmente a los partidos rivales de Morena -es decir al PRI, al PAN, al PRD, o a Movimiento Ciudadano-. Pero aquí una distinción es importante. Dentro de este grupo hay un subgrupo que piensa que este es el caso porque Carmen se alió, en algún momento y de alguna forma, con las élites que apoyan a estos partidos, mientras que otro subgrupo afirman que siempre estuvo aliada con ellos, que siempre fue “conservadora”.

Para todos ellos, la salida de “Silencio Radio” tendría que representar un balde de agua fría. Y es que a través de este documental, Juliana Fanjul, su directora, nos introduce en un ejercicio de memoria y de acceso sin precedentes al interior del espacio de trabajo de Carmen Aristegui. Así, primero se repasa la forma en que Carmen expuso el caso Marcial Maciel y tuvo que aguantar las consecuentes embestidas de una Iglesia Católica mexicana plegada a los entonces todopoderosos Legionarios de Cristo, incluyendo los intentos de censura por bloqueo de sus poderosos empresarios aliados.

También se repasa brevemente el manotazo que Felipe Calderón intentó dar cuando, en cadena nacional, Carmen Aristegui exigió una respuesta clara sobre el rumor de que ese hombrecillo autoritario, un criminalmente irresponsable señor de la guerra y entonces Presidente de México, no estaría en condiciones de gobernar por su supuesto problema de alcoholismo.

Ni que decir del caso de la “casa blanca”, dado a conocer en el programa de Carmen justo cuando Enrique Peña Nieto enfrentaba una crisis sin precedente por la desaparición de los 43 normalistas de la escuela normal Isidro Burgos en Ayotzinapa. Meses después, MVS decidió cancelar su programa más exitoso del aire y, de acuerdo con el documental, terminó recibiendo 80% de sus ingresos del gobierno. El gobierno de Peña Nieto nunca pudo recuperarse del impacto que significó la exposición de su corrupción a través del caso de la “casa blanca”.

Finalmente, “Silencio Radio” revisa detalladamente el impacto del caso de Cuauhtémoc Gutiérrez, líder del PRI en la ciudad de México, conocido por sus peligrosas formas mafiosas, De acuerdo con este documental, justo cuando investigaba la red de prostitución tendida por este líder, un grupo de hombres ingresó por la fuerza a las oficinas de Carmen Aristegui y su equipo. En esos días, los reporteros y Carmen, basados en la CDMX de Cuauhtémoc Gutiérrez, comenzaron a recibir amenazas y discurso de odio en redes sociales, lo cuál no es menor en el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo.

A través de este repaso, el documental de Juliana Fanjul echa por la borda el argumento de que Carmen Aristegui “siempre fue conservadora”. Permítame ponerlo con todas sus letras: si es conservador implica enfrentarse a los intentos de censura por bloqueo y a los riesgos que implica confrontar a la jerarquía católica y sus protectores, a dos Presidentes conservadores en el poder y al peligroso cacique local del PRI en su ciudad de residencia, entonces la definición de conservadurismo de AMLO y sus seguidores claramente no es la comúnmente aceptada.

Una mirada a “Silencio Radio” basta también para sepultar el argumento de quienes afirman que Carmen Aristegui fue una periodista independiente y que ahora ha pactado con las élites conservadoras.

¿En serio debemos creer que la periodista que se enfrentó a dos presidentes, que fue bloqueada por los medios de comunicación audiovisuales y que, en vez de plegarse, emprendió un proyecto desde cero con sus propios ahorros decidió, justo cuando estos grupos dejaron el poder y perdieron acceso a recursos y a sus medios de censura, aliarse con ellos y enfrentarse a otro Presidente?  El sinsentido resulta evidente.

Lejos de haber cambiado, durante los últimos tres años Carmen ha mostrado consistencia en su crítica e independencia. Sin importar cualquier afinidad posible, esta periodista y su equipo tampoco se han plegado a López Obrador y a su gobierno. De lo anterior se desprende que la existencia una narrativa contra Carmen impulsada por algunos sectores de la Cuarta Transformación y sus aliados sólo puede deberse a que esta periodista no ha sido incondicional al Presidente.

Quienes repiten esta narrativa desestiman años de periodismo valiente e independiente que se ha enfrentado a una indignante cadena de intentos de censura por bloqueo. Así, muestran la ingratitud de los desmemoriados y la miseria de los convenencieros.

Pero quienes regurgitan esta narrativa también convalidan de facto un intento de desacreditar a Carmen Aristegui para que su voz sea virtualmente irrelevante o, cuando menos, indistinguible de la de los periodistas históricamente acomodaticios con la élite gobernante; es decir, respaldar el claro intento de algunos grupos de poner a Carmen en las condiciones para poder aplicarle la censura por ruido. Y en un país donde los periodistas independientes y críticos son fácilmente intimidados y asesinados, diluir la voz de su más notable representante implicaría hacerla vulnerable a represalias.

Después de ver “Silencio Radio” no debe sorprender que Carmen Aristegui y su equipo se hayan mantenido firmes ante esta nueva embestida. Quienes forman parte de su equipo tienen plena conciencia de lo que está en juego y no están dispuestos a claudicar en su compromiso con el buen periodismo. En palabras de Juan Omar Fierro, talentoso periodista de Proceso “trabajar con Carmen implica vigilancia constante, no sólo del gobierno sino “una vigilancia mediática para ser descalificado todo el tiempo por periodistas que son más proclives al gobierno o más proclives al poder”.

Lo que sí debe sorprender es la mezquindad de los cuatro-teístas más dogmáticos, empezando por sus clérigos-intelectuales. Lo verdaderamente sorprendente en esta historia es la traición de quienes se solidarizaron contra la censura por bloqueo a Carmen Aristegui cuando les resultó conveniente, pero que hoy están dispuestos a aceptar que se le censure por ruido con tal de no escuchar una sola crítica al Presidente; con tal de no tener a la voz de Carmen ahí como un recordatorio, siempre doloroso y presente, de su obvia renuncia a la crítica, a la independencia y a la inteligencia.

 

 

*Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo)

Twitter: @asalgadoborge

Facebook: Antonio Salgado Borge

 

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