AMLO
Los zapatos de Andrés y un "as" llamado Adán Augusto
Ahora, con el movimiento político, el presidente equilibró el juego de la sucesión presidencial sumando a otro “moreno legítimo”: Adán Augusto López Hernández.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En casa de Rosalinda se relató la anécdota de cuando su padre, Payambé López Falconi, le compró un par de zapatos a Andrés Manuel López Obrador. Eran tiempos del trajín y la defensa comunitaria.
Con el paso de los años, la familia de Rosalinda siguió caminando al lado de AMLO. En su largo andar por la Presidencia de México defendieron sus ideas desde la Cámara de Diputados, bajo las siglas del PRD; desde el Senado de la República, por el PRD primero, por Morena después; en Tabasco, en el Congreso local y en la gubernatura, y ahora en la que ha sido tradicionalmente la segunda posición más importante después de la Presidencia, la Secretaría de Gobernación.
Ayer, López Obrador movió sus piezas y se reinventó.
Cuando todo parecía que su Presidencia empezaría el declive, dado que no hay fórmula para que la nueva y última legislatura de sus seis años de gobierno pueda obtener las dos terceras partes de votos que logren una reforma constitucional más, que afiance las bases de su cambio de régimen, recuperó el papel de estratega político y reacomodó las piezas rumbo al 2024:
Con un solo movimiento paró en seco al senador Ricardo Monreal, aspirante a la candidatura presidencial. Y le dejó en claro a Marcelo Ebrard, otro que pretende sucederlo, que no es el elegido, pese a su protagonismo de los últimos tres años y hasta inesperado salvador de afganos, y afianzó la posibilidad de que un “morenista legítimo” y no un “neo morenista” tiene más posibilidades de pelear la candidatura.
También puede ser que no pretenda frenar la carrera de los aspirantes, sino más bien equilibrar la contienda. Me explico.
Dentro de Morena hay dos grupos, los “morenos legítimos”, que son quienes han caminado con AMLO desde aquel 1994, cuando denunció fraude electoral en Tabasco y lanzó su éxodo por la democracia --de esa entidad a la Ciudad de México--, más los que se le sumaron durante su paso por la jefatura de Gobierno del Distrito Federal en 2000.
Estos últimos aguantaron de todo: insultos, noches en la avenida reforma en 2006, durante el plantón, y un largo etcétera en el Congreso de la Unión, cuando eran aplastados por la mayoría panista y la suma de los priistas.
Luego están los llamados “neo morenos”, como Marcelo Ebrard, a quien no le tocó construir Morena, y tienen una gran alianza, coincidencias y lealtades con López Obrador. Quizá aquí podría incluirse a Ricardo Monreal Ávila, otro político que ante el vendaval sabe reinventarse.
Estos dos llevaban su carrera por la candidatura presidencial a todo galope. Ebrard salvando a México y al mundo, consiguiendo vacunas y rescatando afganos; Monreal, corrigiendo la plana a los diputados federales y sacando desde el Senado las reformas constitucionales del presidente.
Por el lado de los “morenistas legítimos”, Claudia Sheinbaum, que más que correr parece caminar y, por si fuera poco, lo hace bajo la sombra del presidente, desdibuja su figura ante los otros dos.
Ahora, con el movimiento político, el presidente equilibró el juego de la sucesión presidencial sumando a otro “moreno legítimo”: Adán Augusto López Hernández --hermano de Rosalinda e hijo de Payambé López, el hombre que compró un par de zapatos a AMLO--, al nombrarlo secretario de Gobernación.
Pero no sólo eso, el presidente frenó abruptamente el poder de Ricardo Monreal en el Senado al momento en que Olga Sánchez Cordero retomó su curul y quedó como presidenta de la Mesa Directiva. Quizá Monreal no desayune tanto en Palacio Nacional y su lugar sea ocupado por la ministra en retiro.
AMLO parece haberle puesto un alto al zacatecano, pero no al grado de humillarlo, aunque el mensaje llegó sin duda al oído y perspicacia de Ebrard.
Equilibrada la contienda por la candidatura presidencial morenista, de paso el presidente se afianza para operar. Las grandes reformas se hicieron en los primeros tres años, con la legislatura saliente, ahora toca fortalecerlas y operarlas en el trienio que le queda. Para ello, López Obrador parece apoyarse más en los “morenos legítimos” que en los “neo morenistas”.
Los “morenos legítimos” son los fieles a toda prueba, como por ejemplo el grupo Tabasco. Hoy la figura principal de este grupo es Adán Augusto López Hernández, el nuevo secretario de Gobernación. En la operación está su hermana Rosalinda, quien relató la anécdota de los zapatos y quien desde el inicio del gobierno ha ocupado la poderosa posición de administradora general de la Auditoria Fiscal Federal del Servicio de Administración Tributaria (SAT).
En el grupo está su esposo, el gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, pero también forma parte del grupo Tabasco Fernando Mayans Canabal, esposo de Silvia López Hernández. Dicen, quienes saben, que Fernando Mayans es un buen operador, y su cuñado, Adán Augusto, podría llevárselo de asesor externo a Gobernación.
Destacan igualmente el hermano de Fernando, Humberto Mayans Canabal, quien desde 2019 es consejero independiente de Petróleos Mexicanos (Pemex), o Javier May, secretario de Bienestar Social; pero también está Octavio Romero Oropeza, director de Pemex. Todos juntos conforman el poderoso grupo Tabasco o, si se quiere, el grupo de “morenos legítimos”, que son en quienes más confía López Obrador.
Y aunque el presidente de la República dejó en claro a Ricardo Monreal --acusado por morenistas legítimos de la debacle de partido en la delegación Cuauhtémoc, el pasado 6 de junio-- que su poder no es tanto, debiera pensar antes de eliminarlo de los desayunos de Palacio. Recordemos que Gabriel García Hernández, el súper, súper delegado, el que tuvo el control sobre miles y miles de servidores de la nación, fue degradado a senador.
Él tiene el padrón de los servidores y, si aún lame las heridas que le dejó el desalojo del poder, podría unirse a Monreal en el Senado. Una alianza entre ambos podría poner en jaque nuevamente la caminata de Claudia Sheimbum por la Presidencia de México, o hacer trastabillar a Adán Augusto López Hernández, el nuevo jugador en esta adelantadísima carrera presidencial.