AMLO

Un escritor político y un destape prematuro

AMLO nos ha prometido que al terminar su mandato se retirará a su finca en el estado de Chiapas. Es una buena noticia. Su declaración supone que no piensa reelegirse. Eso dio tranquilidad a muchos. Esperemos que cumpla su palabra. 
sábado, 17 de abril de 2021 · 15:37

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- AMLO nos ha prometido que al terminar su mandato se retirará a su finca en el estado de Chiapas. Es una buena noticia. Su declaración supone que no piensa reelegirse. Eso dio tranquilidad a muchos. Esperemos que cumpla su palabra. 

En 2006 dijo que si en ese año no llegaba a la Presidencia, no contaran con él para la otra. Mírenlo donde está. Para algunos se les hace mucho tener que aguantarlo, junto con sus ocurrencias y mañaneras, un poco más de tres años. Ni modo. Así lo dicen las leyes y así fue elegido por la ciudadanía. 

Un escritor político

AMLO nos amenaza con que en su retiro escribirá un libro. Le dedicará tres años, más o menos. Su tema será el pensamiento conservador. Viniendo de él, me temo que no da para un libro, cuando más rinde para un artículo en tres entregas. 

En la actualidad, en México no existe un pensamiento conservador. No lo es el suponer que el poder sirve para hacer dinero, en lo posible no pagar impuestos y para alcanzar posiciones políticas y sociales. En el siglo XIX, lo que fue considerado como el resumen del pensamiento conservador estuvo contenido en la célebre carta que Lucas Alamán dirigió a Antonio López de Santa Anna, de fecha 3 de marzo de 1853. Le doy el dato para que no tenga que buscarlo.

Lo que le pudiera dar tema para una monografía sería el que, con ayuda de su mujer, nos refiera, con pelos y señales, la vida y milagros de algunos de los que han sido tildados de conservadores: Lucas Alamán, Antonio de Haro y Tamariz, Juan Nepomuceno Almonte (hijo de José María Morelos y Pavón), Teodosio Lares o Manuel Gómez Morin. Hay otros.

Al final llegará a la conclusión de que el pensamiento conservador en México es pobre. Se identificaba y hacía propia la doctrina de la Iglesia católica. Amaba lo español, denigraba lo indígena y el sistema federal. Se oponía a la influencia estadunidense y se inclinaba por la cultura francesa. Propugnaba por una economía cerrada, con monopolios, estancos y acaparamientos. Era contrario al voto universal, se inclinaba por el censitario. Se oponía a la desamortización de los bienes eclesiásticos y a la libertad religiosa. Ensalzaba a Iturbide y a Maximiliano. Repudiaba las Leyes de Reforma y a su promotor: Benito Juárez. Detestaba el anticlericalismo de la Constitución de 1917. Con esto lo digo todo: apoyó a Porfirio Díaz y a Victoriano Huerta. Ahora es partidario de la libre empresa, contrario al aborto y a los matrimonios entre personas del mismo sexo. Carece de ideología; tiene intereses.
Mi querido AMLO, por lo que toca al pensamiento conservador, lea a don Justo Sierra, don Emilio Rabasa y Jesús Reyes Heroles. Verá que no tiene nada que agregar, a menos que quiera repetir lo que ellos dijeron y que lo dijeron bien. 

Se me ocurre un tema. Da para mucho, siempre y cuando en él refiera experiencias propias: el alcance que tiene la siguiente frase de Nicolás Maquiavelo y que ha sido mal traducida o no comprendida: “Né mai a uno príncipe mancorono cagioni leggi­time di colorire la inosservanzia.” (Il principe, en Machiavelli, Tutte le opere, Sansoni Editorr, Firenze, 1971, p. 283). Esa frase, tomando en consideración su contexto, ha sido traducida: “Jamás a un príncipe le faltaron razones legitimas para no cumplir sus promesas”.

En ese libro usted pudiera explicarnos: ¿Por qué habiendo prometido meter al Ejército a sus cuarteles, sacó a los soldados que aún estaban en ellos y los convirtió en policías o en los más grandes empresarios y ello sin poner nada de capital propio? ¿Por qué militarizó la Guardia Nacional? ¿Por qué, habiéndonos prometido darnos seguridad pública, nos hallamos en los tiempos de mayor inseguridad en la historia? Hay muchas más interrogantes. Díganos: como dice Maquiavelo, ¿a usted, como gobernante, tampoco le faltan razones legítimas para no cumplir sus promesas? 

En su libro también pudiera señalarnos el camino a seguir para acabar con el estado de derecho, el principio de división de poderes, el respeto a las resoluciones judiciales, la autonomía de las entidades federativas y para destruir la economía de un país.

Un destape prematuro

AMLO, en su declaración, aludió a un relevo generacional; lo que significa que, siguiendo la tradición priista, en la que él se formó y de la que conserva sus usos y costumbres, va a designar como su sucesor a alguien que no haya nacido en la década de los cincuenta. Ello implica que están descartados quienes son sus contemporáneos o anteriores. Esto excluye, de inicio, a la secretaria de Gobernación, doña Olga María del Carmen Sánchez Cordero Dávila de García Villegas.

Aludió a que Morena, su partido, cuenta con cuadros de hombres y mujeres aptos para sucederlo, contrariamente a lo que pasa con los restantes partidos. Ello implica dos cosas: una, que no ha decidido si su sucesor será hombre o mujer; la otra, que da por descartado que la oposición y sus adversarios políticos cuenten con algún candidato, y que estén en posibilidad de levantarlo de aquí a 2024. 

Lo anterior implica que, desde su punto de vista, Ricardo Anaya, como candidato, no levantará, aunque visite los mil municipios que prometió y por más que ande durmiendo en casa ajena. A don Ricardo le pasa lo que se dice en mi tierra: “Es como las guajolotas, que se duermen donde les ‘agarra’ la noche”. 

Javier Corral, que apuntaba como viable, por no haber resuelto favorablemente su sucesión en Chihuahua, todo apunta a que está descartado como elemento que aglutine a la oposición.

El que AMLO haya aludido a que Morena cuenta con hombres y mujeres capaces para sucederlo implica que Claudia Sheinbaum sigue viva en el juego de la sucesión, y eso a pesar de su mal desempeño el 8 de marzo, día de las mujeres. La pobre no quiere acordarse de lo que pasó ese día. Hay algo cierto, ingresará a la historia por algo muy importante: haber cambiado el nombre de la avenida Puente de Alvarado por el de México-Tenochtitlan.

Para aquello de la sucesión, hasta ahora nadie ha volteado a ver para el lado de las secretarías de la Función Pública, del Trabajo y Previsión Social, de Energía y otras. Sólo sirven para hacer montón. Algunos piensan que ni para eso les da. Eréndira Sandoval, como dijo Vicente Fox, “No es capaz de sacar un puerco de una milpa”. Ella y su marido no pudieron llevar adelante la candidatura de su hermano Pablo Amílcar Sandoval para la gubernatura del estado de Guerrero. A pesar del asesoramiento de su papá, tampoco ha brillado por su desempeño María Luisa Alcalde; no ha podido poner en orden a ningún líder sindical. La secretaria de Educación le tira a la gubernatura del Estado de México.

No me atrevería a descartar a la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier Carrillo. Ella tiene lo suyo y se le cocina aparte. Su candidatura quitaría banderas a los panistas y a los empresarios. Habrá que observar su desempeño y sus movimientos. 

De todos los hombres del gabinete no se hace uno, con la salvedad de Marcelo Ebrard, que ha demostrado que tiene oficio y sabe cuidar las espaldas. Algunos mencionan a Ricardo Monreal. Él se apunta para todo. Esperemos que no se muera el actual cardenal primado de México, le tiraría a sucederlo.  

Artículo publicado el 11 de abril en la edición 2319 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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