La sombra de ilegitimidad en el Consejo de la Judicatura de Jalisco
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La controversia en torno a la decisión de una jueza federal de ordenar el pasado 1 de julio la liberación de un presunto líder de Guerreros Unidos por falta de elementos probatorios para procesarlo por delincuencia organizada y el asesinato del juez federal Uriel Villegas y su esposa el pasado 16 de junio han puesto los reflectores en el Consejo de la Judicatura Federal. Estos dos episodios ilustran dos funciones fundamentales de los consejos de la judicatura: la vigilancia, investigación y eventual sanción de los funcionarios judiciales, así como la preservación de su seguridad e independencia.
Es porque los consejos de la judicatura tienen la responsabilidad de estas —y otras— tareas tan importantes para el Estado de derecho y la democracia que, como ya lo hemos comentado en este espacio, consideramos que se debe tomar muy en serio la designación de sus integrantes.
Y con toda seriedad parecía que se iba a tomar el proceso de selección de tres nuevos integrantes del Consejo de la Judicatura de Jalisco, que inició el pasado 26 de abril con la publicación de la correspondiente convocatoria[1] abierta a la sociedad.
En efecto, esta convocatoria era muy prometedora. Preveía unas reglas novedosas que, si bien no derivaban directamente de las reformas a la Constitución y a la Ley Orgánica del Poder Judicial de Jalisco aprobadas en septiembre y octubre del año pasado[2], parecían obedecer a la misma motivación expuesta por los legisladores en su momento: la necesidad de reconstruir la confianza ciudadana en el Poder Judicial.
Así, además de estar abierta a la sociedad —lo cual sí está previsto en la Constitución y Ley Orgánica y sucedió en las dos anteriores convocatorias para designar a consejeros en 2015 y 2016—, la convocatoria establecía varios y muy detallados pasos mediante los cuales se evaluaría el perfil y la idoneidad de los candidatos:
FUENTE: Elaboración propia con base en: Instituto Nacional de Estadística y Geografía [Inegi]. Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2019 [Tabulados].[/caption]
- Presentación por los aspirantes de un programa de trabajo[3] y una justificación de su idoneidad para el cargo.
- Realización de unas evaluaciones de control de confianza[4] a cargo del Centro Estatal de Evaluación y Control de Confianza.
- Elaboración de un informe técnico por parte del Comité de Participación Social (CPS) del Sistema Anticorrupción del estado, construido con base en la evaluación curricular y de aptitudes de cada aspirante.
- Aplicación de un examen teórico-práctico de conocimientos jurídicos elaborado por cinco universidades de renombre[5]. Para ser considerados elegibles, los aspirantes debían acreditarlo con un puntaje mayor a 80.
- Desarrollo de entrevistas por parte de la Comisión de Seguridad y Justicia del Congreso, durante las cuales el Comité de Participación Social podía realizar preguntas.
Con nocturnidad y alevosía
El 19 de junio, los diputados eligieron a tres consejeros de la judicatura sin tomar en cuenta los resultados del examen teórico-práctico diseñado por las universidades; sin considerar el informe técnico presentado por el Comité de Participación Social —en el que quedó plasmado el análisis de los perfiles de los más de 60 aspirantes— y sin respetar los dictámenes de elegibilidad originalmente presentados por la Comisión de Seguridad y Justicia del Congreso[6]. Ese día, en la opacidad que brinda la madrugada, fueron elegidos Claudia Rivera Maytorena como consejera jueza, pese a haber obtenido 76.04 puntos en el examen y haber quedado en el 6° lugar del Informe elaborado por el CPS; Tatiana Esther Anaya Zúñiga como consejera ciudadana, con una calificación de 78.13, y quien obtuvo el 5° lugar en el Informe, y Gabhdiel Iván Novia Cruz como consejero ciudadano, quien obtuvo 76.04 puntos en el examen y quedó en 28° lugar del documento del CPS.El viejo asunto de las cuotas y los cuates
Desde que se hizo pública la designación de los consejeros, en varias columnas y artículos de prensa se ha denunciado que Anaya Zúñiga y Novia Cruz fueron impuestos por el partido Movimiento Ciudadano (MC) y Rivera Maytorena llegó como cuota del Partido Acción Nacional (PAN)[7]. Es importante recordar que ambos partidos son los más representados en el Congreso de Jalisco, pues MC cuenta con el 42.1% de las diputaciones y el PAN con 23.7%. No se trata sólo una suspicacia entre los pasillos de la prensa. El propio comunicado de prensa del Congreso de Jalisco que anuncia la elección de los tres consejeros precisa que ésta se realizó “a pesar de la inconformidad manifestada por el presidente de la Comisión de Seguridad y Justicia, el diputado Edgar Enrique Velázquez González, y de la legisladora Mara Robles Villaseñor, quienes señalaron que la insistencia del Pleno en avalar un dictamen de candidatos elegibles, a pesar de los resultados negativos de la mayoría en el examen de conocimientos, podría generar la percepción de parcialidad y reparto de cuotas. Ambos llamaron a reponer el proceso, para evitar caer en alguna irregularidad legal.” Como queda patente, el llamado del par de legisladores no fue escuchado. Pero más allá de ‘lucir mal’ —al demostrar que no son capaces de respetar las reglas que ellos mismos crearon—, los legisladores hicieron un flaco favor a los flamantes consejeros de la judicatura y al órgano que integran. Para ellos, será difícil deshacerse de la sombra de ilegitimidad que pesa sobre sus nombramientos. Resulta difícil imaginar que funcionarios conformes con una designación realizada de manera tan turbia sean ahora los encargados de hacer cumplir la ley y, en particular, de combatir eficazmente la corrupción al interior del Poder Judicial. Es un contrasentido. ¿Cómo podrán tener credibilidad a la hora de seleccionar, evaluar, promover y sancionar a los propios funcionarios judiciales, toda vez que se sospecha que su designación no fue con base en criterios meritocráticos, sino discrecionales? ¿Cómo dejar de pensar que, en algún momento, estos consejeros deberán “devolver el favor” a quien o a quienes los pusieron donde están? Esto es todavía más preocupante en un estado como Jalisco, cuyo historial de acusaciones en materia de corrupción[8] y nepotismo[9] al interior de su órgano judicial debería provocar el fortalecimiento de instituciones que contribuyan a generar mecanismos de prevención, identificación y sanción de ese tipo de actos. Y por ende, a reconstruir la confianza ciudadana. Y la confianza ciudadana es lo que le urge construir al Poder Judicial del estado. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2019, el 74.5% de la ciudadanía en Jalisco piensa que los jueces son corruptos. Este porcentaje posiciona a la entidad en el tercer lugar a nivel nacional, sólo por debajo de Tlaxcala y la Ciudad de México en donde los porcentajes llegan al 76.9% y el 82.4%, respectivamente. [caption id="attachment_638363" align="aligncenter" width="640"]