Un nuevo escenario político
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Más allá de los evidentes logros en materia de políticas públicas, desarrollo social y combate a la corrupción durante los primeros nueve meses del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quizá la victoria más importante ha sido la total renovación del escenario político nacional. Las renuncias de Felipe Calderón al PAN, Ivonne Ortega al PRI y Alejandra Barrales al PRD son particularmente simbólicas al respecto.
Estos tres partidos que antes dominaban la escena hoy pagan muy caro su adhesión al Pacto por México de Enrique Peña Nieto en 2012. Aquel pacto representaba el fin de la división de poderes, al subordinar el Congreso de la Unión y los partidos de oposición a los dictados y las prebendas de la Presidencia de la República. Ese acuerdo también implicó la cancelación de la independencia del Poder Judicial y los órganos autónomos del Estado mexicano, ya que los nombramientos de los titulares respectivos pasaban por un sistema estricto de cuotas entre las fuerzas coaligadas. Aquella unión mafiosa también constituyó un pacto de impunidad en que los tres partidos grandes se ponían de acuerdo para cuidar cada uno las espaldas de los demás.
La espectacular irrupción del pueblo indignado en las elecciones del 1 de julio de 2018 hizo añicos a estos tres institutos políticos. El PRD ahora busca renovarse a partir de un cambio de membrete y la incorporación de algunas de las figuras más desprestigiadas del escenario político nacional, como Gabriel Quadri. El PRI ha alejado a sus líderes históricos, como Manlio Fabio Beltrones, y camina hacia su desaparición sin acceso a las triangulaciones de recursos públicos que lubricaban sus organizaciones sociales y aparatos de compra y coacción del voto. El PAN también va a la deriva sin ideología ni bases sociales ni proyecto político.
A partir de ahora inicia una pelea histórica entre México Libre, Futuro 21, Alternativa México y Convergencia por atraer ese 20% de la población que no quiere cambiar y que se resiste a las transformaciones en la lógica del poder impulsadas por el presidente López Obrador. Llama la atención que estas cuatro agrupaciones utilizan un discurso muy similar. Todos le apuestan a los “ciudadanos”, la “clase media”, la “sociedad civil”, la “socialdemocracia” y al “liberalismo” como alternativa al supuesto “populismo autocrático” de la Cuarta Transformación.
Lo más probable es que ninguna de estas cuatro agrupaciones logre generar una gran presencia entre el electorado. Por mucho que hagan maromas para intentar presentar su visión como nueva, moderna e innovadora, a la mayoría de los mexicanos nos queda claro que lo único que representan es una nostalgia por los viejos tiempos autoritarios y privatizadores. La verdadera agenda de estas nuevas organizaciones no se basa en el liberalismo sino en el neoliberalismo, no defienden la clase media, sino a los ricos, no protegen a la sociedad civil, sino a las grandes empresas, y su visión de ciudadanía excluye abiertamente al pueblo humilde y moreno.
Lo verdaderamente nuevo y transformador es entonces Morena y la Cuarta Transformación. Es por ello que genera tanto respaldo y confianza entre la población. Hoy el presidente de la República cuenta con tasas de aprobación de entre 60 y 70% de los ciudadanos, dependiendo de las diferentes casas encuestadoras. Ello implica un aumento significativo en el respaldo popular, en comparación con el 53% de la votación recibida el 1 de julio de 2019.
Llama particularmente la atención que el sector que hoy más apoya a López Obrador es la juventud. De acuerdo con la encuesta más reciente de Mitofsky, con datos de julio de 2019, 69.7% de los jóvenes de entre 18 y 29 años respaldan al presidente, mientras 52.5% de la población mayor a 50 años expresan su aprobación.
Ha fracasado rotundamente la propaganda neoliberal divulgada por la mayoría de las cadenas televisivas y radiofónicas privadas que buscan presentar a López Obrador como un líder viejo, lento, vacío, macho y autoritario. En contraste, la mayoría de los ciudadanos vivimos la Cuarta Transformación como un enorme respiro de aire fresco lleno de pluralidades, participación y libertades. Celebramos la terca insistencia del presidente de la República en romper con el viejo estilo de gobernar después de décadas de pactos oscuros, discursos hipócritas, represión y censura.
El gran reto hacia el futuro será proteger la integridad de Morena y su nueva forma de hacer política. Tal y como señaló López Obrador en la mañanera del pasado martes 20, en el contexto del fraude electoral cometido por Ricardo Monreal en contra de Martí Batres en el Senado de la República: “El pueblo de México tiene un instinto certero, sabe quién habla con la verdad, quién tiene buenos sentimientos, quién se preocupa por ayudarlos y quién es un trepador, un oportunista, un politiquero”.
www.johnackerman.mx Este análisis se publicó el 1 de septiembre de 2019 en la edición 2235 de la revista Proceso