En cuanto a cultura, nada se negociará en el TLC
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Que nadie se llame engañado. El secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, invitó a un grupo de personas del ámbito de la cultura a comer en la Secretaría que encabeza y lo fue dejando en claro a medida que la reunión se extendía durante dos horas.
Los negociadores del lado mexicano del TLC no abrirán la carpeta rotulada Cultura, a menos que lo pidan los estadunidenses o los canadienses.
Ocurrió así.
A la hora del entremés (guacamole picante con tostadas), la secretaria de Cultura, Maraqui García Cepeda, nos dio la bienvenida, y a continuación el secretario de Economía nos habló de las bondades del TLC.
México ha visto crecer geométricamente su industria maquiladora y la cantidad de empleos, así como las exportaciones de materias primas: el TLC ha traído bonanza al país.
A la hora de la sopa (sopa de tomate más picante con hilos de tortilla tostada –sí, de nuevo tortilla tostada) me permití interrumpir al secretario para hacerle una precisión. Las macrocifras del TLC pueden ser positivas para el país, pero en México hay sectores que perdieron mucho con el tratado.
Uno, los industriales nacionales. Nada, ni el polvo queda de aquella industria nacional que fue arrasada por la entrada masiva de los productos de las corporaciones trasnacionales.
Dos, la cultura mexicana, que ha sido pasada por encima por la aplanadora de las exportaciones culturales gringas.
Mónica Lozano, la productora más exitosa actualmente del cine nacional, dio el relato de lo que le ocurrió a nuestro cine. Fue arrinconado por condiciones desequilibradas. Entre muchas linduras, las películas gringas en los cines de México cobran 60% de la taquilla, mientras las mexicanas, 30%.
Por otra parte, aunque en México se maquila cada vez más cine y series gringas, gracias al alto nivel de nuestros técnicos, la disparidad de salarios con los técnicos estadunidenses es abismal.
Y si México no ha protegido su cine, Estados Unidos ha protegido los mercados del suyo con garras. Cada que se ha intentado proteger nuestro cine un ápice, EU ha enviado para impedirlo desde secretarios de Estado hasta a su propio presidente.
El secretario Guajardo apuntó acá que esos temas deben ser de política pública (es decir, temas de nuestra Secretaría de Cultura y no del TLC).
Dolores Heredia leyó un largo documento preparado por la Academia de Cine Mexicano, llamado “La Cultura no se negocia”. Quince hojas de incisos aguerridos sobre lo que deberían ser las condiciones para la cultura nacional.
Media hora después, el secretario respondió que en efecto no se piensa negociar la cultura –que fue casi gracioso, porque el documento titulado “La Cultura no se negocia” es en realidad un alegato para renegociarla– y reiteró la idea de que lo que las personas de la cultura le pedimos al TLC, se lo deberíamos pedir a la política pública. Es decir, a la Secretaría de Cultura.
Para el plato fuerte (pollo en mole o pescado o no sé qué pobre animal asesinado y asado), Néstor García Canclini, uno de los más informados y coherentes críticos culturales con que contamos, hizo una lista de modificaciones deseables para vigorizar nuestra cultura.
Política pública, le respondió el secretario.
Y Héctor Aguilar Camín, que no requiere presentación, imaginó en voz alta que podíamos imaginar una nueva forma en que los tratados internacionales de comercio afecten positivamente a nuestra cultura.
Política pública, nos aseguró el secretario.
¿Y qué tal si nos proponemos homologar, aunque sea mínimamente, la balanza de bienes culturales que se intercambian?, pregunté. El déficit mexicano es inmenso, algo así como que por cada dólar que ganan nuestros bienes en Estados Unidos, acá pagamos 1 millón de dólares por bienes gringos.
Política pública, me respondió el secretario.
¿Y la discriminación que hacen las plataformas de internet (digamos Netflix o Amazon) de lo no gringo? Lo gringo se vende en todo el mundo, lo autóctono sólo en el mercado local.
Asunto de libre mercado: el secretario Guajardo.
Para los postres (flanes de caramelo) había quedado claro. México no abrirá la carpeta de cultura (o de otro rubro) en la renegociación del TLC. Para bien o para mal, el secretario cree que mientras menos cajas de Pandora se abran, menos sorpresas desagradables tendremos. Es decir, la estrategia es resistir el embate de Trump cediendo lo menos posible.
Y si uno difiere y piensa que varios de los temas tratados sí debieran ser asunto para el TLC, bueno, supongo que eso es también política pública, en el sentido de que sería para defenderse en la plaza pública. Aunque acá la realidad se cruza e impone: es demasiado tarde para hacerlo, el Tratado de Libre Comercio ya se está renegociando mientras el lector, la lectora, lee estas líneas.
Este análisis se pulbicó en la edición 2129 de la revista Proceso del 20 de agosto de 2017.