Atrapados en la simulación
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Henos acá atrapados, otra vez, en el drama de la simulación.
Acto 1. Los activistas sociales y los periodistas cuyos celulares fueron intervenidos, para espiarlos, exigen al presidente Peña Nieto que haga algo al respecto.
Acto 2. El presidente turna el asunto a quien debe turnarlo, por ley. A la Procuraduría General de la República.
Acto 3. Pero la PGR es la más probable ejecutora del espionaje. Sólo un gobierno puede comprar el malware utilizado en ello y la agencia que históricamente, y violando siempre la ley, ha intervenido teléfonos es la PGR.
Acto 4. La PGR “investigará” el espionaje y “descubrirá” que no lo cometió ella misma.
Acto 5. Los ciudadanos descreeremos las conclusiones de la PGR y nos sentaremos a quejarnos de que no merecemos el gobierno que tenemos.
¿No lo merecemos?
Permítame el lector, la lectora, ponerlo en duda. Creo que sí lo merecemos. He acá mi argumentación.
Podemos acusar con razón al presidente de simular. Pero, como sociedad, tendremos que aceptar que al exigirle al que suponemos culpable que busque al culpable, cometemos algo peor que una torpeza.
El pecado de Edipo: el mentirnos a nosotros mismos.
Y en la medida en que lo hacemos, nuestra indignación termina por volverse, aunque no lo deseemos así, una parodia de sí misma.
Otro caso idéntico al caso ya referido.
Ya vendrán las elecciones del año 2018. Desde acá podemos adivinar que contaremos con un árbitro electoral, el INE, dudoso y probablemente simulador.
Podemos suponer que este presidente operará una elección de Estado. Se comprarán votos y se acarrearán votantes, se falsearán actas. Su actuación en la elección del Edomex ha sido esa y esa elección es la maqueta de la elección de 2018.
Se darán los resultados. Ganará el PRI.
Nos volcaremos a las calles. Pediremos el recuento voto por voto.
Aurelio Nuño dirá:
–Ganamos, y punto y aparte.
Y tomará posesión de la Presidencia a las cuantas semanas.
E iniciaremos la misma historia de la simulación colectiva en nuevas variaciones, con nuevos nombres, con el mismo resultado.
Así, eternamente.
A menos que, como Edipo, paremos el ciclo. Nos atrevamos a sacarnos los ojos para ver más allá de lo inmediato. Y como Edipo, que ya ciego reconoció la semilla de su pecado, veamos la semilla del nuestro:
Carecemos de un sistema de justicia funcional. Un sistema de justicia, empezando por su eje, la PGR, que sea autónomo de los políticos.
Nadie llamará desde la política a formar una PGR así, autónoma. Solamente pueden hacerlo personas desde afuera de la política, es decir: desde la sociedad civil, que organicen la protesta masiva, para exigirla.
La protesta masiva: una protesta nacional que detenga al país, para detener al ciclo.
En tanto no nos decidamos a hacer algo de tal dimensión, el tiovivo del sistema de la simulación, en el que todos –queramos o no– simulamos, seguirá girando. Con distintos detalles, distintos nombres, igual o mayor enojo social.
Este análisis se publicó en la edición 2121 de la revista Proceso del 25 de junio de 2017.