CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En el cuarto de guerra de Marcelo Ebrard Casaubón, los simpatizantes y operadores políticos del excanciller observaron con amargura y risas nerviosas la conferencia de prensa que marcó el triunfo de Claudia Sheinbaum Pardo, con 39.4% de boletas a su favor, en la encuesta de Morena para definir la candidatura del partido a las elecciones presidenciales del próximo año.

Con mala gana, decenas de operadores de Ebrard vieron la ceremonia en una pantalla grande instalada en el hotel Bel Air; ahí, soltaron risas y silbidos a medida que Mario Delgado Carrillo y Alfonso Durazo Montaño –respectivos presidente nacional y presidente del Consejo Nacional de Morena– refrendaban el éxito de la encuesta.

"¡Fraude!", gritó uno cuando Durazo dio el primer resultado que ponía a Sheinbaum en primer nivel, con más de 12 puntos de ventaja sobre Ebrard, quien terminó en segundo lugar de la "encuesta madre" y de las encuestas espejo.

Para el equipo de Ebrard, la ceremonia enterró los esfuerzos desplegados en los últimos meses para levantar la popularidad del excanciller. El evento, que se llevó a cabo en el World Trade Center (WTC), ya no tenía sentido para los promotores de Ebrard, pues el político anunció, por la tarde, que se salía del ejercicio, alegando que se observaron numerosas irregularidades en el conteo de votos.

Cuando Delgado aseveró que se habían equivocado quienes asumían que Morena repetiría las prácticas políticas de antaño, el público aglutinado frente a la pantalla gigante no pudo frenar una risa amarga, pues horas antes su líder había denunciado que la cúpula del partido se parecía "casa día más al PRI de antes".

Después de escuchar los resultados de cada casa encuestadora --que colocaban a Sheinbaum muy por encima de Ebrard--, la asistencia dejó de prestar atención a la pantalla y a las felicidades de las demás "corcholatas" a Sheinbaum.

Uno lanzó con fuerza un "Marcelo, Marcelo", que la sala repitió en coro, y luego abandonaron el recinto, ubicado a una cuadra del WTC, donde sus rivales del equipo de Sheinbaum no se contenían de la alegría.