Justicia
Infancias trans: la asignatura pendiente (Video)
Ante la creciente demanda de amparos por parte de los menores que se identifican con un género distinto a aquel con que nacieron, la Suprema Corte de Justicia ha sentado precedentes decisivos para retirar los obstáculos para que se les reconozca legalmente.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Desde 2022 la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha emitido criterios a favor de las infancias trans, que han emprendido una cruzada a través de amparos para lograr el reconocimiento de su género en sus actas de nacimiento, sin necesidad de someterse a un juicio.
A pesar de que son habituales los casos de personas que se identifican con un género distinto a aquel con el que nacieron, fue hasta octubre de 2008 que en México se les reconoció legalmente mediante una reforma al Código Civil del entonces Distrito Federal, en la que se adicionó el “juicio especial reasignación para la concordancia sexo-genérica”.
Con este juicio se permitió a las personas transgénero hacer el cambio de sus documentos oficiales para ajustarlos a su realidad, pero el procedimiento exigía a los interesados acreditar su identidad de género con dictámenes médicos ante un juez de lo familiar.
En 2017 la SCJN consideró que este juicio perjudica a las personas al patologizar su identidad de género y afecta su derecho al libre desarrollo de la personalidad, además de darles un trato desigual frente al Estado.
Bajo esta premisa, hoy 21 estados del país permiten hacer esta modificación ante el Registro Civil, con el único requisito de expresar su libre voluntad, sin embargo, en 16 de ellos las leyes limitan este trámite a personas mayores de edad.
De acuerdo con la Asociación por las Infancias Transgénero, por lo general las personas de esta comunidad empiezan a manifestar su identidad alrededor de los tres años de edad.
Por ello, padres de niños y adolescentes en esta situación promovieron amparos contra las negativas de los registros civiles en las diferentes entidades a modificar el género de sus hijos menores de edad debido a que no cuentan con la orden de un juez.
Algunos de estos juicios llegaron a la SCJN, donde en junio de 2022 la Primera Sala resolvió, a propuesta de la ministra Norma Piña, amparar a un menor para que pudiera tramitar su reasignación sexogenérica ante el Registro Civil de la Ciudad de México sin la necesidad de cumplir la mayoría de edad ni iniciar el juicio previsto en la ley.
El criterio establecido por la Sala señala que la legislación capitalina excluye injustificadamente a quienes no cumplan con el requisito de edad, pues la identidad de género decidida por una persona forma parte del libre desarrollo de su personalidad.
Debido a que el proyecto de Piña fue avalado por unanimidad, el criterio se convirtió en jurisprudencia de aplicación obligatoria en todo el país.
Así, juzgados de Distrito en diferentes entidades federativas ampararon a niños y adolescentes a quienes les había sido negada la modificación de su acta de nacimiento en los rubros de género y nombre.
Noé Luis Ortiz, abogado que tramitó el primero de estos amparos en representación de un adolescente, explica en entrevista que, desde el ámbito internacional, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) estableció que estos trámites deben ser administrativos y no mediante juicios porque las pruebas que se exigen ante un juez pueden representar un obstáculo al estigmatizar a las infancias trans.
“En un juicio te exigen pruebas, dictámenes, y eso puede ser doblemente discriminatorio y patologizante”, comenta.
Agrega que a pesar de las negativas por las que tramitó el amparo, algunas oficinas del Registro Civil sí habían accedido a cambiar el acta de nacimiento de menores de edad transgénero. “Era más bien un criterio del registro (…) conocíamos de un caso de una niña trans que había pedido su acta y se la habían expedido, obedeció más al criterio progresista del Registro Civil”, recuerda.
Al tiempo que se realizaron estos litigios, la Corte invalidó legislaciones de diferentes estados sobre derechos de la comunidad transgénero en las que los niños y adolescentes no eran tratados con igualdad.
La primera de éstas consistió en algunas disposiciones del Código Civil de Puebla, que fueron impugnadas por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y analizadas por la Corte en marzo de 2022.
Dicha ley estipulaba que, para modificar el acta de nacimiento y adecuarla a la identidad de género, la persona debe ser mayor de edad.
En el análisis la Corte señaló que la identidad personal es imprescindible en el libre desarrollo de la personalidad, y este último es un derecho necesario tanto para los adultos como para los niños y adolescentes.
Bajo esta lógica, concluyó que el tope de edad fijado en la ley poblana vulnera el interés superior de la niñez al dar un trato desigual, por lo que ordenó al Congreso local a reformar en el plazo de un año el Código Civil para establecer un procedimiento registral ágil, expedito y gratuito que le permita a los menores de edad adecuar su nombre y otros componentes de su identidad mediante la emisión de un acta nueva.
Lo mismo pasó con las legislaciones de Baja California, Estado de México, Jalisco, Oaxaca, Sonora y Baja California Sur, donde se prohibía a menores de edad transgénero modificar su partida de nacimiento ante los respectivos registros civiles.
Desde octubre de 2020 Jalisco se convirtió en el primer estado en dar total apertura a que las infancias trans vean reconocida su identidad de género en sus actas de nacimiento, sin reformar la Ley del Registro Civil de la entidad sino a través de un decreto emitido por el gobernador, Enrique Alfaro.
Fue hasta junio de 2023 que el Congreso local invalidó artículos de la Ley del Registro Civil para formalizar la regla de que en la entidad se lleven a cabo estos trámites para menores transgénero, sin ninguna limitación.
Para finales de 2023, de mil 708 personas que en tres años realizaron su cambio de género en tierras jaliscienses, 141 fueron niños o adolescentes.
Hoy en Jalisco, Sinaloa y consulados de México en el mundo, cualquier menor de edad puede pedir este servicio; en la Ciudad de México, Oaxaca, y Morelos está reglamentada una edad mínima de 12 años para ello.
Cuando el cambio de documentos llega a tiempo
Mindy –cuyo nombre real fue modificado por razones de seguridad– es una de las niñas beneficiadas por el decreto de Jalisco con el que, a los cinco años de edad, obtuvo su acta de nacimiento con la identidad de género y el nombre que eligió. Aunque dice estar consciente de los riesgos que implica para ella vivir en un mundo intolerante a las personas transgénero, sueña con ser modelo o cantante de K-Pop.
“Todo empezó a mis cinco años. Yo desde ahí empezaba a sentirme como una mujer, me ponía cobijas como faldas y a veces le decía a mi mami que no quería ser un hombre y que quería ser una mujer”, recuerda en entrevista.
Su mamá, Vanessa, explica que la Asociación por las Infancias Trans, dirigida por Tania Morales, apoyó a la familia para vivir este proceso de la manera más sana posible y siempre respetando las decisiones de Mindy.
“Ella lo que pedía a sus cinco años era poder ponerse moños, poder dejarse el cabello largo, usar vestidos. Cuando Tania me comentó sobre el cambio de identidad yo ya lo tenía pensado, pero no intenté hacer ningún trámite porque sabía que no era tan fácil”, relata Vanessa.
“Tania nos apoyó con el pasaje de avión porque en ese momento no se permitía aquí en la Ciudad de México realizar el trámite a los niños, hasta la fecha sólo se permite a los mayores de 12 años”.
Mindy y sus papás viajaron a Jalisco para hacer el cambio de su acta de nacimiento. En cuestión de horas la niña concluyó exitosamente su trámite sin preguntas innecesarias ni pago alguno.
Asimismo, sus padres recibieron diversos oficios para llevarlos a autoridades como la SEP o el IMSS para que todos sus papeles fueran acordes a su realidad.
En 2020, cuando Mindy manifestó su identidad de género, el mundo vivía el encierro provocado por la pandemia del covid-19 que, mientras para muchos tuvo efectos negativos, para ella facilitó su transición, pues sus compañeros de primer año de primaria no la conocían físicamente y no la identificaban como niño.
“Llegué con el director de la escuela porque, como era pandemia, yo la inscribí en línea, así que no tenían documentos físicos de ella, por lo que fui a pedir que una vez que regresaran a clases presenciales se le tratara con el pronombre de ‘ella’ y que respetaran su nuevo nombre”, dice Vanessa.
“El director lo primero que pensó fue que le estaba dando un acta de nacimiento falsa, Me pidió hacer una reunión con autoridades educativas y llevar a algún experto en el tema; fueron Tania Morales y el abogado de la asociación”.
Durante la conversación se pidió a los profesores que estarían a cargo del grupo de Mindy que respetaran la identidad de género de la niña y que no divulgaran su caso entre otros docentes de la institución.
“Creo que es un tema en el que todavía estamos en pañales y más en una institución como la SEP. Creo que no están preparados todavía y que hace falta mucha información”, comenta Vanessa.
“Los maestros lo aceptaron porque no tenían otra opción, pero con algunas dudas, con algunos prejuicios (…) Nos dimos cuenta de que el proceso es complicado porque teníamos que hacer el cambio de las boletas de primero y segundo año y las de preescolar”.
Mindy tiene dos hermanos, una niña más chica que ella y un niño que es un año mayor y que, cuando supo que su hermana tenía una identidad de género diversa, tuvo la idea de hacer muñecos de papel para poder jugar con ella, sin etiquetas.
“Él me aceptó tal y como yo me quería sentir, desde siempre ha sido muy lindo y noble conmigo”, dijo la niña, quien confesó que ella y su hermano tienen la casa familiar llena de los muñecos de papel con los que juegan desde hace cuatro años.
Los riesgos
Para Fernando, padre de Mindy, el miedo constante es que la niña sea discriminada, pues incluso algunos de sus familiares los han cuestionado por la corta edad de su hija y la decisión que tomó.
“Mucha gente sigue pensando que porque son niños no saben lo que quieren o quiénes son, como que quieren esperar a que sean más adultos o más grandes para dar ese paso… por eso quisimos empezar el proceso ahorita para que ella se desarrolle como tal, porque es más complicado de adulto hacer el cambio”.
Vanessa contó que su familia es cristiana, religiosa, por ello su hermano no recibió bien la noticia de la identidad de género de su sobrina.
“Yo decidí que primero está mi hija, pinté una línea y dije: ‘Si no la respetas ni la aceptas, no tienes nada qué hacer en su vida’”, afirma.
“Hay gente que se cuestiona que la apoyamos para que haga su vida normal pero que todavía faltan etapas, sobre todo en la parte de la sexualidad. A mucha gente le preocupa qué va a pasar”.
En preescolar, los compañeros de Mindy la conocieron como niño y la rechazaban porque ella buscaba jugar con las niñas, mientras que en la primaria nadie la ha tratado diferente porque la conocieron con su nueva identidad.
“En la primaria no cambió el trato cuando tuve clases presenciales, sólo se dirigen a mí en mujer. Una que otra vez me molestan los niños, pero de ahí en fuera son muy buenos conmigo –comenta Mindy–. En el preescolar no era así; me llegaron a discriminar porque era niño y no debía jugar con muñecas”.
Su papá está seguro de que, si Mindy hubiera acudido al preescolar vestida de niña, sus compañeras podrían haberla aceptado más fácilmente.
Los padres de Mindy saben que más adelante ella tendrá en sus manos la decisión de modificar su cuerpo para adecuarlo al género que eligió, pero por el momento no es una preocupación.
“Creo que ya tiene la idea porque me he percatado que sufre de disforia de género, literalmente para ella es desagradable esa parte de su cuerpo y es algo que mucha gente no comprende que la transición es física, emocional y mental para una persona trans, sea infancia o una persona mayor, porque lidian con cosas que no aceptan de su cuerpo y que no pueden controlar”, apunta Vanessa.
“Sé que con el pasar de los años lo va a querer, pero es una decisión que va a tener que tomar con acompañamiento psicológico”.
Vanessa explica que ellos descartaron ir a juicio para realizar la modificación del acta de nacimiento de Mindy porque, además de ser un procedimiento desgastante, no existen estudios psicológicos que avalen el proceso de una infancia trans porque se les considera muy pequeños para tomar una decisión de ese nivel y no hay garantía de que el psicólogo que dictamine el caso sea consciente de estos procesos y no los patologice.
“En Jalisco el trato fue muy humano, muy cálido y eso es lo importante, ella regresó feliz con su acta”, recuerda.
“Muchas personas piensan que es algo inducido o que esto es algo impuesto por los papás. A mí se me hace algo de verdad tonto; si yo pudiera evitarle todo esto a mi hija, por supuesto que lo haría, pero no puedo. Tengo que apoyarla para que ella en todo mi amor pueda encontrar esa fortaleza que va a necesitar en algún punto de su vida para defender lo que es porque desgraciadamente vivimos en un país, en un mundo muy ignorante y yo hoy lo único que veo es una niña feliz, que está creciendo feliz, que está desarrollándose adecuadamente”.
Pese a su corta edad, Mindy sabe que México es un país con alto índice de transfeminicidios y por eso reconoce que vive con miedo a que un día ella forme parte de las estadísticas.
“Sí me da mucho miedo, porque ha habido casos de muertes de chicas o mujeres trans y eso me da miedo porque siento que me pueden matar o hacerme daño”, comenta.
Aunque actualmente apoya a su hija y ejerce activismo en la comunidad trans, Vanessa reconoce que al principio el miedo la invadió al pensar que su pequeña puede ser víctima: “Yo me la pasaba llorando todas las noches pensando que iba a encontrar un espectacular o una portada de periódico con la cara de mi hija con una frase horrible de muerte, de transfeminicidio”.
“Con el tiempo –continúa– me fui relajando porque hay contención de los papás y otras familias similares a la nuestra, pero ahora que ha habido nuevos transfeminicidios, hemos decidido que ella ya no esté tan presente en el activismo porque tiene miedo y me lo ha expresado así: ‘¿Y si un día me matan?”.