ACAPULCO (apro).- El dueño del Acarey no dejó que su tripulación abandonara el catamarán a pesar de saber que el huracán Otis ya era categoría cinco y azotaría con toda su furia a Acapulco.

José Ramiro Castro García fue uno de los trabajadores que falleció en la embarcación hundida a causa del ciclón. Fue encontrado muerto el 27 de octubre, pero hasta el 2 noviembre su cuerpo fue entregado en el Semefo.

En un testimonio compartido con el fotoperiodista Miguel Dimayuga, enviado de Proceso a Acapulco, la hermana de José Ramiro, María de Jesús, relata que el navegante les envió un video a las 12:10 de la noche de la madrugada del miércoles 25 de octubre.

“Nos dijo que está muy feo, muy feo el mar. Le digo ‘papito bájate’. Es que el dueño quiere que cuidemos el barco. ¿Y dónde está el barco? No hay señas del barco. Miren mi niño donde está”, dice a un lado del ataúd.

María de Jesús muestra los mensajes de José Ramiro en los que desde las 9:30 ya se sabía que Otis había alcanzado categoría 5, sin que los dueños hubieran hecho algo para que abandonaran la embarcación. En otra parte de su testimonio relata el otro calvario: que les pudieran entregar el cuerpo de su familiar fallecido.

El catamarán Acarey navegaba en Acapulco desde finales de los 70 con el nombre de Aca Tiki, hasta que en marzo de 2003 se hundió a mitad del recorrido que hacía todos los días por la bahía de Santa Lucía por navegar con 700 personas a bordo, cuando su cupo era apenas para 300. Poco después fue reflotado y rebautizado como Acarey.